Hacía bastante tiempo que no comentaba una película y hacía mucho más que no lo hacía a gusto. Con ésta, en cambio, no tengo ningún problema, porque no hay nada más sencillo y satisfactorio para escribir tres líneas que decir que algo me ha gustado.
Nebraska cuenta la historia de un anciano que tiene problemas para percibir correctamente la realidad, básicamente porque la realidad y el alcohol le han dejado fuera de juego hace mucho tiempo —¡qué triste es no tener nada que hacer y que los demás nos consideren un molesto estorbo!—. En esta situación, le llega el engañoso aviso de que ha ganado un millón de dólares. Cobrar esa cantidad será su único objetivo y su motivación vital.
Ese hecho es el punto de arranque de la película y el que sirve para hacer una radiografía de cómo somos y cómo nos comportamos en torno al dinero. Desde ahí, la trama va creciendo y se van añadiendo motivos y personajes a la historia, mientras los espectadores nos vamos implicando cada vez más con este anciano y con su hijo, hasta llegar a la maravillosa escena final.
Absolutamente recomendable.
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