De este tándem, en el cual el canadiense da la impresión de haber nacido para tocar la música del alemán, se han dicho tantas excelencias que lo mejor es dejarnos arrastrar por el sonido e intentar llegar al nivel de concentración que alcanza Gould cuando está delante de las Variaciones Goldberg.
Aquí lo tenéis durante la grabación de esa obra en 1981. Es tal su fusión con lo que está interpretando que se puede oír el canturreo del que se acompaña; canturreo que, como es lógico, se suprimió al editar el CD.
Es una lástima que el vídeo esté cortado por siete veces con siete molestos anuncios. A pesar de todo y de que me gusta más Beethoven que Bach, reconozco que las Variaciones... en manos de Gould son lo más próximo al significado de la palabra sublime.