martes, 11 de junio de 2024

NIETZSCHE DESCOMPLICADO, 14

#Nietzschedescomplicado#Nietzschedescomplicado (conversaciones con Jaime Aspiunza).


Querido Jesús, me preguntabas el otro día qué leer de Nietzsche, por dónde comenzar, si es que había alguna vía adecuada de acceso al «complicado –por no decir maldito– Nietzsche».

Libros de una pieza son El nacimiento de la tragedia y Así habló Zaratustra, y eso lleva a que –junto con otras razones– se piense que han de ser lo primero que leer. Así habló Zaratustra sería una buena lectura desde un punto de vista literario, es lo más poético que Nietzsche haya escrito; ahora que leérselo a los niños antes de dormir, tampoco sé si es una buena opción… Eso sí, entender el pensamiento de Nietzsche con el Zaratustra es difícil, muy difícil. Nietzsche no es el fundador de una religión.

El nacimiento de la tragedia es la primera obra que Nietzsche publicó, y por ello, desde un punto de vista cronológico, hay quien la elige para comenzar. Sin embargo, es una obra compleja, densa, con muchas referencias ocultas…, que en la edición de Alianza, la más famosa, se enrarece aún más por el sesgo de las notas que la acompañan, que de Nietzsche hacen un epígono de Schopenhauer. En cualquier caso, no me parece demasiado recomendable para iniciarse en la lectura de Nietzsche.

Es curioso, pero los demás libros, no de una pieza, sino de muchos aforismos, pensamientos sueltos o breves ensayos (dejando de lado De la genealogía de la moral) no parecen considerarse puertas francas al conocimiento del filósofo. Seguimos necesitando cierta unidad. ¿Cómo voy a ser yo, lego en la materia, capaz de dotar de unidad a un conjunto dizque disjunto de ocurrencias a veces estrambóticas, otras chocantes, siempre paradójicas o insustanciales…? Así que nos vamos al libro «de verdad».

Hay un texto de 1873, un texto breve y sencillo, muy pedagógico y a la vez personal en que Nietzsche nos ofrece su visión de los comienzos de la filosofía en la Grecia antigua, la de los filósofos preplatónicos; con Platón la cosa cambia. Se trata de La filosofía en la época trágica de los griegos, proyecto inacabado del que nos han quedado las secciones dedicadas a Tales, Anaximandro, Heráclito, Parménides y Anaxágoras, unas 75 páginas en la edición alemana de bolsillo. (Hay traducción de L. E. deSantiago Guervós en Tecnos.) Es un texto claro en que Nietzsche presenta el pensamiento «como captación intuitiva de lo sensible previa a su elaboración racional y discursiva», nos explica D.Sánchez Meca en la introducción del vol. I de las Obras Completas. Dicho de otra manera, Nietzsche intenta vincular vida y pensamiento, vida personal particular y pensamiento de quien tiene o lleva esa vida.


Todo ello de manera breve, no exhaustiva, limitándose a algunas ideas centrales y a algunos episodios vitales: «han sido seleccionadas las enseñanzas en las que resuenan todavía con gran fuerza los rasgos personales de un filósofo […] Se puede ofrecer la imagen de un hombre con la ayuda de tres anécdotas; de cada sistema trato de extraer tres anécdotas, y dejo de lado el resto», que solo servirían para aburrir, explica Nietzsche en su introducción.

La personalidad el filósofo es «el aspecto eternamente irrefutable»: tal es la premisa de esta breve historia de algunos pensadores preplatónicos. Como es de imaginar, dados estos presupuestos, el autor de la historia –Nietzsche– se inmiscuye en ella –nos la cuenta personalmente–, y descubrimos que Heráclito es su principal inspiración, su mentor cimero. — Pero no voy a destripar la película, digo: el delicioso librito sobre los comienzos de la filosofía, que resuenan aún en nuestros cuerpos.

Otro texto inacabado del mismo año, Sobre verdad y mentira en sentidoextramoral, poco más de veinte páginas, nos dan una buena idea de cómo entiende Nietzsche ya en esos años jóvenes –no tenía aún treinta– el ser humano, el conocimiento, el lenguaje y la verdad, por citar algunos de los asuntos centrales de su pensamiento. Exige una lectura cuidadosa, liberada de prejuicios, consciente de la carga retórica del texto, pero es un comprimido ideal del núcleo de su filosofía. 

Para contribuir a su mejor lectura, advierto que Nietzsche no dice que no exista la verdad, sino solo cierta concepción de la verdad, de la que ya hablábamos en entregas anteriores de esta serie, la que podría llamarse «verdad metafísica». Queda una verdad más humana, que va variando, que no es absoluta, y que, en cualquier caso, no vence a la negativa a aceptarla, porque más allá –o más acá– de la verdad está el poder, y es este en última instancia el que sanciona qué verdad vale y cuál no.

Tampoco dice que haya de volver el ser humano a la intuición y a la animalidad, que el lenguaje sobre y la ciencia sea inútil… No lo dice, aunque nos veamos tentados a deslizarnos por esa pendiente. No, no es Nietzsche un irracionalista. Intenta, frente a un racionalismo excluyente, triunfante en el ámbito del pensamiento, reintegrar nuestra animalidad, nuestra corporalidad a nuestra espiritualidad, enriqueciendo así la racionalidad.


Por último, puede ser interesante leer las páginas (unas sesenta) que el propio Nietzsche dedica a comentar sus obras en su «autobiografía» intelectual, Ecce Homo o cómo llega uno a ser lo que es (edición de M. Barrios Casares en Tecnos).




He de agradecer a Iñaki Marieta, buen conocedor de Nietzsche, a más de nietzscheano de siempre, las ideas de que aquí me he valido para ofrecer un camino real al pensamiento del filósofo sajón.

***



lunes, 10 de junio de 2024

POESÍA Y ASTRONOMÍA

Luna llena con veleta del ayuntamiento donostiarra... o al revés.

El cielo nocturno y lo que en él vemos comparte con la poesía la fascinación ante lo que está ahí, pero no terminamos de comprender del todo; ese halo de misterio y atracción que produce la belleza de lo casi sí, pero no. 

Sin irme al Big Bang, del que únicamente sabemos como producto de ecuaciones matemáticas e hipótesis muy probables, cuanto se ve a simple vista —la Luna, las estrellas fugaces y las otras, los planetas, la galaxia Andrómeda, alguna nebulosa y cúmulos estelares— ha sido objeto de atención desde que somos seres inteligentes capaces de imaginar y preguntarnos por lo que vemos. Más tarde, cuando la humanidad se hizo con la palabra escrita, apareció el canto y la metáfora como consecuencia de la admiración, la perplejidad y la belleza inaprensible.

Enlibrerías
No me voy a ir, tampoco en este terreno, al origen de la literatura —en la epopeya de Gilgamesh ya existen suficientes menciones— ni a territorios ajenos a mi idioma familiar. Este breve paseo por los cielos a través de la poesía lo inicio en Al-Andalus de la mano del ya desaparecido Emilio García Gómez y su antología de Poemas arabigoandaluces. Y como podéis leer, no todo es sobre la luna y sus efectos:

LA ESTRELLA FUGAZ


Vio la estrella a un demonio espiar furtivamente

a las puertas del cielo, y se lanzó contra él,

encendiendo un camino de llama.


Parecía un jinete a quien la rapidez de la carrera

desatara el turbante y que lo arrastrase entero tras

de sí un velo que flota. 


Ibn Sara de Santarén. (1043-1123).


Un fragmento sobre las hermosas Pléyades:

Las Pléyades descienden de su horizonte

como un ramo de jazmín en flor.


Muhámmad al-Mutámid (1040-1095).



Quevedo termina el soneto dedicado a Dafne con estos dos magníficos tercetos —recordad que Apolo, de quien huía, no es otro que el Sol—:

Buhonero de signos y Planetas,
Viene haciendo ademanes y figuras
Cargado de bochornos y Cometas.»

Esto la dije, y en cortezas duras
De Laurel se ingirió contra sus tretas,
Y en escabeche el Sol se quedó a oscuras. 

Voy a pasar por alto los versos del que en mi opinión contiene mayor fuerza poética de cuantos poemas se han escrito en castellano con la luna como protagonista; me refiero, claro está, al "Romance de la luna". Y lo dejo de lado porque quiero citar aquí otros versos menos recordados que contienen una sorpresa 

Vienen manolas comiendo 

semillas de girasoles, 

los culos grandes y ocultos 

como planetas de cobre

Pertenecen al poema "San Miguel (Granada)". Dudo mucho que Lorca supiera que los planetas rocosos —la Tierra lo es, Júpiter es gaseoso— tienen en su núcleo, además de hierro y níquel, cobre, aunque sea en un bajo porcentaje. La metáfora, claro, va por otro lado, pero le sienta bien al poema el saber que existe cobre en planetas como el nuestro.

Alberti, compañero de generación, tampoco se sustrajo a la atracción de las estrellas y en su última obra publicada, que lleva nada menos que el nombre de una de las estrellas más brillantes del firmamento en su título, Canciones para Altair, podemos leer:  

No hagas caso, Altair,

de las murmuradoras, ciegas constelaciones,

calumniosas estrellas solitarias,

los errantes cometas

o las indefinidas oscuras nebulosas.

Tú a todos los apagas, Altair, con tu brillo,

temblor irresistible, capaz de derramarse,

bañando los ansiosos labios del universo. 


Compañero de aventuras y amigo de los anteriores, Neruda también sentía la comezón cósmica y se preguntaba, como seguramente todo el mundo se ha preguntado alguna vez mientras mira el cielo nocturno, cuál será el astronómico número de soles que habitan en el universo:

¡Qué sed

de saber cuánto!

¡Qué hambre

de saber

cuántas

estrellas tiene el cielo!


En "Oda a los números", de Odas elementales.

No quiero cansaros, así que voy con la última cita. Esta vez es de una poeta del tiempo presente, Ángela Vallvey, quien en su poemario Nacida en cautividad jugaba nada menos que con el principio antrópico:

Guardo dentro de mí
el resplandor del cosmos,
su azul de madrugada y su horizonte,
y acaso pueda detener la noche,
hacer una amapola con sus brumas.
O abrir un agujero
en el centro del cielo
para guardar el frío
que nace de la tierra.
Acaso pueda
lograr que el firmamento
descanse en la yema de mi dedo anular. 

Esto no es nada más que una brevísima incursión en las felices y fructíferas relaciones de la poesía con el siempre fascinante mundo de más allá de nuestra atmósfera. La palabra escrita siempre se ha llevado muy bien con los ámbitos de lo sublime, lo inmenso, lo desconocido, lo que nos deja perplejos... y cada vez que miramos hacia arriba en una noche de cielo despejado estamos entrando en ese terreno.

***


domingo, 9 de junio de 2024

ELLIS ISLAND, MEREDITH MONK

 

Meredith Monk es una artista que se desenvuelve muy bien en variados y diferentes medios de expresión artísticos, para que os hagáis una idea en la Wiki, en el apartado ocupación, se le asignan todas estas actividades: cantante, compositora, coreógrafa, directora de teatro, actriz, dibujante, directora de cine, bailarina, artista escénica, cineasta, artista discográfica y guionista. Vamos, que toca muchas teclas, y nunca mejor dicho.

En 1981 codirigió con Bob Rosen un cortometraje sobre la isla de Ellis, la que fuera puerta de entrada a EEUU para millones de personas procedentes de todas las partes del mundo, especialmente de Europa, durante el siglo XIX. Además del documental, también compuso esta brevísima e intimista pieza para piano con el mismo título. 

Interpreta: Timo Andres.

Que la música y el día os sean favorables.

***


sábado, 8 de junio de 2024

EVA LOOTZ EN KUBO KUTXA

Tú y yo I, 1997. Instalación.

Tú y yo II, 2000. Instalación.

No es más que un pequeño agujero en mi pecho, 2004. VÍdeo.

La habitación de Manila, 1993.

Eva Lootz nació en Viena (1940) y se vino a España cuando era joven y aquí está nacionalizada. Aquí ha recibido los premios Nacional de Artes Plásticas (1994), Arte y Mecenazgo (2013) y Tomás Francisco Prieto de Medallística (2009). Su trabajo, fuertemente conceptual, presenta siempre una reflexión sobre los materiales que utiliza al mismo tiempo que suponen una indagación en torno a nuestra relación con ellos. Es, en definitiva, una obra que nos invita a pensar, a mirar desde perspectivas distintas, a replantearnos la relación con el entorno ​y con nosotros mismos.

Para quienes vayan a ver por primera vez su obra o se puedan sentir desconcertados ante las imágenes que he colocado sobre estas líneas, yo les aconsejaría que visitaran la exposición con la guía de la misma en la mano (está disponible en castellano, euskara e inglés). Y como aproximación general, este documental del año 2017 de La 2 puede ofrecer los necesarios mimbres para situarse ante la obra de la artista:


HASTA EL 25 DE SEPTIEMBRE DE 2024

HORARIO

De martes a domingo:

12:00h-14:00h

16:00h-20:00h

***


viernes, 7 de junio de 2024

LAS CUATRO PARTES DEL MUNDO


Este conjunto escultórico corona una de las fuentes más emblemáticas y hermosas de París. Representa las "cuatro partes del mundo" que se conocían cuando fue construido por Gabriel Davioud. La fuente está situada en el extremo sur de los Jardines de los Grandes Exploradores, en memoria de Marco Polo y René Robert Cavelier de La Salle.

Fue construida entre 1867 y 1874 y realizada gracias a la colaboración de varios artistas. Jean-Baptiste Carpeaux se encargó del grupo principal, el de las Cuatro Partes del Mundo, que aparecen sosteniendo el globo terráqueo rodeado por la estructura del globo celeste que contiene las constelaciones zodiacales en su representación alegórica. África está simbolizada por una mujer negra; América por un amerindio; Asia, por un asiático, y Europa, por una mujer de rasgos occidentales. Emmanuel Frémiet hizo el ocho caballitos de mar, además de los peces y tortugas situados en el interior de la superficie destinada al agua. Eugène Legrain esculpió el globo y el friso de los signos del zodíaco. Y por último, Louis Villeminot produjo el friso y las guirnaldas que adornan el pedestal.



Como podéis ver en esta otra toma, los Jardines de los Grandes Exploradores son un maravilloso paseo ajardinado que reúne en su seno una generosa colección de esculturas y mira, en dirección sur, hacia esa ilustre institución científica que es el Observatorio de París. 


Y si damos la vuelta y nos dirigimos hacia el norte, entraremos en los más famosos Jardines de Luxemburgo, con su palacio y su más abundante colección de esculturas. Un lugar donde evadirse del ajetreo ciudadano o disfrutar, incluso, de una sesión de teatro de marionetas.
  

***


jueves, 6 de junio de 2024

FILOSOFÍA, FELICIDAD Y SENTIDO COMÚN

Parece mentira que haya que decir estas cosas, pero con tanto vendedor de humo y autoayuda —ahora, crecimiento personal— habrá que seguir repitiéndolas. Lou Marinoff, el profesor de filosofía del City College of NY, incitaba al público a leer más a Platón y consumir menos prozac. Toda la filosofía, en realidad, es un ejercicio de búsqueda del sentido común y de enriquecimiento personal; como lo es, igualmente, toda la literatura (hablo de literatura, no de pasatiempo).

Pongo un solo ejemplo, porque es muy conocido y resulta ejemplar en sus extremos: estoy absolutamente convencido de que la muy solitaria y muy aislada vida que llevó Emily Dickinson fue mucho más plena y más rica que la de la inmensa mayoría de quienes vivimos hoy en entornos hiperconectados, luchando a neurona partida contra el avasallamiento de las casas comerciales que nos quieren convencer de la excelencia de las naderías que venden, defendiéndonos de la estupidez sublime de las falsas noticias y embustes varios (¿hay que decir fakes?) que promueven en turnos sincronizados grupos excrementicios y clase política que no merece ese nombre.

Repitámoslo de otra manera: más cultura y menos sandeces.

*** 


miércoles, 5 de junio de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (Julio Herrera y Reissig)

Librerías con ejemplares
 Simplificando mucho, y sin dar más explicaciones, en Herrera y Reissig (1875-1910) podemos encontrar cuatro tendencias poéticas según sus inclinaciones del momento. Cogeré un poema de cada uno de ellos —son poemas breves— por eso de ofrecer un pequeño panorama creativo.

De Los éxtasis de la montaña, una eglogánima:


EL DESPERTAR


Alisia y Cloris abren de par en par la puerta
y torpes, con el dorso de la mano haragana,
restréganse los húmedos ojos de lumbre incierta,
por donde huyen los últimos sueños de la mañana

La inocencia del día se lava en la fontana,
el arado en el surco vagaroso despierta
y en torno de la casa rectoral, la sotana
del cura se pasea gravemente en la huerta...

Todo suspira y ríe. La placidez remota
de la montaña sueña celestiales rutinas.
El esquilón repite siempre su misma nota

de grillo de las cándidas églogas matutinas.
Y hacia la aurora sesgan agudas golondrinas
como flechas perdidas de la noche en derrota.



Del mismo título, una eufocordia:


EL SAUCE


A mitad de mi fausto galanteo,
su paraguas de sedas cautelosas
la noche desplegó, y un lagrimeo
de estrellas, hizo hablar todas las cosas...

Erraban las Walkirias vaporosas
de la bruma, y en cósmico mareo
parecían bajar las nebulosas
al cercano redil del pastoreo...

En un abrazo de postrero arranque,
caímos en el ángulo del bote...
Y luego que llorando ante el estanque

tu invicta castidad se arrepentía,
¡el sauce, como un viejo sacerdote,
gravemente inclinado nos unía!...


De El teatro de los humildes, con claros atisbos decadentistas, una estrolúmina:


EPITALAMIO ANCESTRAL


Con la pompa de brahmánicas unciones,
abrióse el lecho de sus primaveras,
ante un lúbrico rito de panteras,
y una erección de símbolos varones...

Al trágico fulgor de los hachones,
ondeó la danza de las bayaderas
por entre una apoteosis de banderas
y de un siniestro trueno de leones.

Ardió al epitalamio de tu paso,
un himno de trompetas fulgurantes...
Sobre mi corazón, los hierofantes

ungieron tu sandalia, urna de raso,
a tiempo que cien blancos elefantes,
enroscaron su trompa hacia el ocaso.


Y de La Torre de las esfinges, apartado Los éxtasis de la montaña, las tres primeras espinelas:


En túmulo de oro vago,
cataléptico fakir,
se dio el tramonto a dormir
la unción de un nirvana vago...
Objetivase el aciago
suplicio de pensamiento
y como un remordimiento
pulula el sordo rumor
de algún pulverizador
de músicas de tormento.

El cielo abre un gesto verde,
y ríe el desequilibrio
de un sátiro de ludibrio
enfermo de absintio verde...
En hipótesis se pierde
el horizonte errabundo,
y el campo meditabundo
de informe turbión se puebla,
como que todo es tiniebla
en la conciencia del Mundo.

Ya las luciérnagas –brujas
del joyel de Salambó–
guiñan la “marche aux flambeaux”
de un aquelarre de brujas...
Da nostalgias de Cartujas
el ciprés de terciopelo,
y vuelan de tu pañuelo,
en fragantes confidencias,
interjecciones de ausencias
y ojeras de ritornelo.


Nota: Idea Vilariño es una excelente exégeta de la obra de Herrera y Reissig. Si encontráis su libro Julio Herrera y Reissig. Seis años de Poesía, en alguna biblioteca, podréis comprobarlo... y disfrutarlo.

***


martes, 4 de junio de 2024

NIETZSCHE DESCOMPLICADO, 13

#Nietzschedescomplicado (conversaciones con Jaime Aspiunza).

Con esta entrega llegamos al final del recorrido que hemos realizado de la mano del profesor Aspiunza por De la genealogía de la moral. Por cierto, si queréis disfrutar de sus explicaciones en vivo y en directo, o preguntarle cualquier cosa que consideréis pertinente sobre el tema, mañana, miércoles 5, a las 19:00, tendréis oportunidad de hacerlo en el local de la librería Zubieta

Hecho este inciso, vamos con Nietzsche.


Por último se plantea Nietzsche qué significan los ideales ascéticos para la ciencia. Podríamos presumir que al ocuparse –la ciencia– de la realidad, y no necesitar de virtudes negativas, ni de Dios ni más allá, nada tendrá que ver con el ideal ascético, sino que representará en cierto modo una fuerza contraria. Mas no, «allí donde sigue siendo pasión, amor, ardor, sufrimiento, no es lo contrario del ideal ascético sino, más bien, la forma más reciente y noble de este.» Esto, en el caso de los «honestos trabajadores» de la ciencia, cuyo trabajo Nietzsche celebra…, solo que eso «no demuestra en modo alguno que la ciencia en su conjunto tenga la meta, la voluntad, el ideal, la pasión de una gran fe». Por lo demás, «es [también] un escondrijo para toda clase de mal humor, […] mala conciencia, — es el desasosiego propio de la carencia de un ideal, el sufrimiento por la falta del gran amor, lo insatisfactorio de una sobriedad involuntaria

¿Qué pasa con los héroes, llamémoslos así, del conocimiento: «esos espíritus duros, severos, austeros, […] que constituyen la honra de nuestra época, todos esos ateos, anticristianos, inmoralistas, nihilistas, esos escépticos, efécticos, hécticos [inquietos, impacientes] de espíritu […], esos últimos idealistas del conocimiento, los únicos en que hoy en día habita y se ha encarnado la conciencia intelectual»? Por más que crean haberlo superado, también el ideal ascético es el suyo…, pues todavía creen en la verdad. La voluntad de verdad, dirá en la conclusión, es el núcleo del ideal ascético.

«Creer en la verdad»: ¿cuál es el problema: el creer o la verdad?

Creer es irrenunciable: cada uno es el que es y hace lo que hace sobre la base de creencias difícilmente explicitables, creencias que constituyen nuestra posición, nuestro estar siendo en el mundo, nuestro punto de vista, o perspectiva, que dirá Nietzsche. Por eso critica el cinismo –la incredulidad– de los comediantes del ideal: «¡Todo mi respeto más profundo para el ideal ascético siempre que sea honesto, mientras crea en sí mismo y no esté haciéndonos una farsa! Lo que no me gustan son esas chinches coquetas, cuya ambición de oler a infinito es insaciable hasta tal punto que el infinito acaba oliendo a chinches; no me gustan los sepulcros blanqueados que hacen la comedia de vivir; no me gustan los cansados y los agotados que se envuelven en sabiduría y miran “objetivamente”; […] tampoco me gustan esos novísimos especuladores del idealismo, los antisemitas, que ponen ahora los ojos en blanco a la manera del hombre de bien‑cristiano‑ario e intentan excitar todos los elementos de animal cornudo que haya en el pueblo abusando del medio más barato de agitación, que es la afectación moral…»

La creencia, y la pasión que desata –sea honesta, sea fingida– son, pues, ingredientes insoslayables de la vida. Otra cosa va a ser «la» verdad. Tradicionalmente se ha entendido la verdad de manera absoluta: la verdad es una en cada cuestión, única, puntual, o «clara y distinta», como poetizaba Descartes la determinación del punto geométrico.

Eso, que puede seguir valiendo para cuestiones cuantitativas simples –¿cuánto mido, cuánto peso, etc.?–, ciertamente ya no es un acercamiento adecuado a la noción de verdad que Nietzsche propone. Aun cuando muchas veces se oiga o se lea por ahí lo contrario, Nietzsche no niega la noción de verdad: ¡la transforma, la amplifica…! ¡La explosiona y relativiza!

La verdad deja de ser una cuestión absoluta, puntual, única, para entenderse de manera relativa o, como a él le gusta decir, perspectiva o perspectivística. La verdad, que sigue refiriéndose a la realidad, es algo que se ve siempre desde un punto de vista particular, dicho sea en sentido fisiológico y en sentido psicológico o intelectual. La posición de mi cuerpo, de mi mirada, su sensibilidad, etc., influyen en lo que yo capto de lo que se me da; también, las nociones de que me valgo para describirlo y entenderlo, el marco conceptual, mi estado anímico…, mis creencias basales.

Por eso puede haber varias verdades acerca de algo, ¡siendo verdaderas! No es que no haya verdad en absoluto ni que cualquier cosa que se diga –a capricho– tenga derecho a ser considerada verdad, como tantas veces se oye por ahí. Esto sería no ya relativismo o perspectivismo sino un engendro muy retorcido al que, sí, aunque lo llamen «relativismo», habría que llamar relativismo absoluto (o absolutista), y que tiene más de absoluto (y de absolutista) que de relativismo, puesto que tanto en la tesis como en su pragmática efectiva pretenden ser sin parangón.

Nietzsche viene a caracterizar la verdad como plausibilidad, como verosimilitud; de ahí el que no cualquier cosa pueda ser verdad. La verdad ha dejado de ser puntual para abarcar toda una trama que se tiende entre quien mira y dice y lo que se está mirando e intentando decir; es una red de relaciones que se sustentan en conjunto.

«Mirado en estas circunstancias, fijándome en estos aspectos, creo que las cosas son así…» «Si cambian las circunstancias, si me atengo a otros aspectos igualmente relevantes o, dadas mis creencias, aun más significativos, entonces…» Obviamente, ha de darse un equilibrio trazable y reconocible entre los distintos elementos en consideración; mi(s) paranoia(s), es decir, mi fijación en una idea o en un orden de ideas no coadyuvan a la verdad, la desvirtúan, la imposibilitan; se cae ahí en la subjetividad de la pretendida verdad. Algo de subjetividad va a haber siempre; lo decisivo es cuánto. Cuantos más ojos, cuantos más afectos intervengan en la asimilación de un acontecer, tanto más rico será el concepto que podamos hacernos de él, tanto mayor será la objetividad. Por supuesto, una objetividad asimismo de grado. La tenida vulgarmente por «objetividad», la meramente cuantitativa, puede servir a otros efectos; no, desde luego, para decir –ella sola– la vida, que es de lo que –recordemos– está Nietzsche hablando.

La noción tradicional de verdad, la «clara y distinta», la única y absoluta responde al ansia humana de certezas, un «atavismo religioso», del que, a decir verdad, para vivir una vida plena y valiosa, no tenemos necesidad. Insisto: no tenemos necesidad de certezas acerca de las cuestiones últimas…, ni de las primeras. Se puede hallar un reposo, un hogar, habitar un lugar que sea el de las cosas cercanas, el de «la vida pequeña», en palabras de JÁ González Sainz. Tendrá cada uno que descubrirlo, que levantarlo, acomodarlo y aviarlo, pero es una opción que conviene con lo que Nietzsche apunta.

No se trata, por tanto, de que Nietzsche arremeta contra la ciencia, no. Señala tan solo que no basta con buscar la «objetividad» si esa objetividad comporta el absoluto que la verdad entendida en sentido tradicional (o metafísico) quería ser, un remedo profano del Dios cristiano. De hecho, en la ciencia de su época hay ya voces que advierten de algo semejante; valga de ejemplo la famosa –en su momento– amonestación del fisiólogo berlinés Emil Du Bois-Reymond ante médicos y naturalistas en la Asamblea correspondiente de 1972 en Leipzig: ignoramus et ignorabimus!, ¡no sabemos ni vamos [nunca] a saber!



En resumen, el ideal ascético le ha dado sentido al sufrimiento humano, lo que siempre es una ayuda, pero al mismo tiempo le ha traído un nuevo sufrimiento, «más hondo, más íntimo y venenoso, más corrosivo para la vida: poniendo todo sufrimiento en la perspectiva de la culpa…». Tenía un sentido, tenía culpa… Envenenaba su vida –odiándose su humanidad, sintiendo repugnancia por los sentidos, por la razón, miedo ante la felicidad y la belleza, ansioso por apartarse de todo lo aparente, lo cambiante, el devenir, el deseo, la propia ansia…– pero salvaba la voluntad, aunque fuera voluntad contraria a la vida, voluntad de nada: «el hombre prefiere querer la nada a no querer…».

Así acaba De la genealogía de la moral. Con ese funesto toque de atención.



Si bien harán falta décadas o siglos o…, múltiples experimentos, catástrofes: «Tenemos que volver a convertirnos en buenos vecinos de las cosas más cercanas y dejar de apartar la mirada de ellas tan despectivamente como hasta ahora, hacia las nubes y los monstruos nocturnos. En bosques y cavernas, en zonas pantanosas y bajo cielos cubiertos — allí el hombre ha habitado durante mucho tiempo como sobre grados de cultura de milenios enteros y ha vivido míseramente. Allí ha aprendido a despreciar el presente, la vecindad, la vida y a sí mismo — y nosotros, habitantes de tierras más luminosas de la naturaleza y del espíritu, recibimos aún en nuestra sangre, por herencia, algo de este veneno del desprecio hacia lo más cercano.»

¡Tenemos que volver a convertirnos en buenos vecinos de las cosas más cercanas…! 

***


LAS AVENTURAS DEL PRÍNCIPE ACHMED, Lotte Reiniger


Plinio el Viejo en su Historia Natural (XXXV, 15) escribía lo siguiente: La cuestión de los orígenes de la pintura es oscura, y no está en los propósitos de este libro. Aseguran los egipcios, que este arte fue inventado hace seis mil años, antes de trasladarse a Grecia, es obviamente un argumento inútil. Entre los griegos, algunos dicen que fue descubierta en Sicyon, en Corinto dicen otros, todos de acuerdo en que sus comienzos fueron en una estrecha línea de la sombra de un hombre, y que así fue su principio. Para los segundos casos, usamos un solo color, monocromo se le dijo a este trabajo, después se han descubierto procesos más complicados; hoy en día la pintura monocroma todavía está en uso. Unos cuantos siglos más tarde el célebre historiador del arte V. I. Stoichita dedicaba un magnífico libro a contarnos la poco Breve historia de la sombra. 

La sombra, como elemento creativo y de distracción, ha tenido un largo recorrido. El teatro de sombras o sombras chinescas —así llamado porque fue Marco Polo quien lo trajo a Europa y se creyó que era un invento chino— tiene ya muchos siglos de antigüedad. Después, allá por el siglo XVI, en la zona suizo-alemana, surgió la costumbre de realizar siluetas a tijeras y dos siglos después era ya una costumbre muy extendida tanto en Francia como en Inglaterra. Pasa el tiempo, y aunque la costumbre afloja, una mujer, Lotte Reiniger (1899-1981), une la pasión por el recorte con la pasión por la imagen en movimiento.

Una charla sobre el cine de animación, la admiración del trabajo realizado por Méliès, su fuerte impulso creativo y su experiencia como rotulista y decoradora en películas de Wegener, dieron como resultado su primera película propia realizada con siluetas, Das Ornament des verliebten Herzens (El ornamento del corazón enamorado, 1919). Más tarde, en 1926, llegaría el éxito con Die Abenteuer des Prinzen Achmed (Las aventuras del príncipe Achmed), una maravilla de la época montada gracias a las hábiles manos con las tijeras de la artista, que tuvo que realizar miles de siluetas para conseguir realizar lo que podemos ver.

He optado por una copia no excesivamente buena, pero que tiene la ayuda de algunos pocos subtítulos en español, lo que puede facilitar la comprensión de algunos detalles. En cualquier caso, si queréis disfrutar de copias remasterizadas en 4K, en YouTube encontraréis un par, por lo menos. 

***


lunes, 3 de junio de 2024

LITERATURA Y ENTRETENIMIENTO

Editorial

Editorial
 No es necesario ser un lince para darse cuenta de que hay una enorme diferencia entre unos libros que están escritos para que pasemos un buen rato leyéndolos, sean del género que sean, si bien generalmente son textos narrativos, y otros que, además de entretenimiento, nos ofrecen mucho más, incluso nos exigen mucho más. Los primeros sirven para pasar el rato; los segundos nos dan una visión del mundo, es decir, nos enseñan a descubrir aspectos de la realidad o de nosotros mismos. Estos son los que forman parte de la historia de la literatura. Los otros no van más allá de ser un producto comercial, que pueden estar incluso muy bien escritos, pero que nunca formarán parte de la historia colectiva de la humanidad. 

Ya sé que esta no es una idea novedosa, aunque de vez en cuando sea necesario recordarla para no caer en la falacia de pensar que Murasaki, Cervantes, Austen o Flaubert son equivalentes a algunos de los muchos nombres que llenan los espacios de muchas librerías en la actualidad o firman libros en alguna feria. Está muy bien vender libros y ganarse la vida escribiendo, pero conviene diferenciar entre lo que es actividad mercantil y actividad intelectual, aunque en ocasiones se den las dos al mismo tiempo.

En el libro de Gomá podemos leer: Llamamos artistas a quienes, por una inspiración misteriosa, completan con la imaginación las cuarenta piezas que faltan a la experiencia y, como si ya estuvieran colocadas las cincuenta del total, son conmovidos por la visión resultante, que ensambla la pluralidad desordenada de los fragmentos y les da por primera vez unidad de sentido. Y más adelante: Escritos a secas es aquella persona que ha aprendido el oficio de poner una palabra después de la otra y componer con ellas un texto, mientras que poeta es aquel escritor con vocación cuyo texto, además de bien redactado, plasma la imagen del mundo que ha conocido en el curso de la visión. 

En el breve ensayo de Rorty, el primero de los que aparecen recogidos en el libro de Kairós (Filósofos, novelistas y comparaciones interculturales: Heidegger, Kundera y dickens) se va más allá y se defiende la idea de que podemos apreciar mucho mejor la visión del mundo y la transmisión de ideas a través del trabajo de los poetas que de los profesionales encargados de la tarea, es decir, de los filósofos. Para eso inicia su argumentación apoyándose en una cita de Kundera a través de la cual podemos entender que para comprender en qué fallaron las expectativas de la Ilustración, no es a Horkheimer Adorno a quienes debemos leer, sino a Flaubert. Quien lo dice es un filósofo, no un poeta.

Lo que quiero destacar con este par de citas es que la Literatura (es decir, la que hacen los poetas; no la que practican quienes tienen por oficio escribir), además de ser una fuente inagotable de placeres estético-intelectuales, es, y ahí reside la diferencia sustancial, una inmensa lección de humanidad donde aprender del mundo y sus problemas, de lo que somos y nos configura, de lo que nos rodea y de cómo afrontarlo. La Literatura, en definitiva, nos descubre el placer de encontrarnos y reconocernos. 

***


domingo, 2 de junio de 2024

CHOPIN, ESTUDIO EN DO MENOR, OP. 10, Nº 12

 

Los estudios solían ser composiciones destinadas a estudiantes para que pudieran practicar una técnica determinada y, por eso mismo, suelen basarse en un solo motivo musical. Los estudio de Chopin también, pero no concedía muchas facilidades, pues algunos de ellos más parecen piezas escritas para pianistas expertos duchos en el arte de recorrer las teclas. 

Este estudio recibe el nombre de Revolucionario porque surgió al mismo tiempo que se producía en su Polonia natal la conocida como Revolución de los cadetes, inscrita en las revoluciones que se dieron en toda Europa durante el año 1830 y que en este caso era una revolución dirigida contra la ocupación de Polonia por parte de las tropas rusas.

Como bien puede apreciarse en el vídeo aunque no se tenga ninguna idea de música, este vibrante y revolucionario estudio puede resultar un auténtico desafío para cualquier intérprete por la rapidez con que tienen que moverse los dedos y la enorme amplitud con que tienen que estirarse. Eso por no hablar de las semicorcheas de las que tiene que ocuparse la mano izquierda. 

Pero si para el quien interpreta puede suponer un gran esfuerzo y mucho tiempo de trabajo, para quien escucha es, simple y llanamente, un auténtico disfrute.

Interpreta Rousseau, que no sé quién es, pero tiene un canal YouTube realmente divertido. 

Que la música os sea favorable.

***



sábado, 1 de junio de 2024

DE LA GENEALOGÍA DE LA MORAL


 Si Nietzsche es uno de los pensadores más interesantes, originales e influyentes de la contemporaneidad, De la genealogía de la moral es, como señala Jaime Aspiunza en el prefacio, uno de los libros más leídos del autor y, seguramente, uno de sus títulos que más fácilmente y de forma más completa expone sus ideas acerca de la moral. 

Es evidente que en esta presentación no va a poder estar el autor, pero que en ella vayan a estar dos especialistas en el filósofo germano y que uno de ellos sea además el editor y traductor del título en cuestión garantiza, sin duda, la calidad y el interés de cuanto en ella digan. 

Para quien necesite un estímulo antes de decidirse a acudir a la presentación del día 5 en la librería Zubieta-Troa, puede echar vistazo a los capítulos 78, 9, 10, 11 y 12 de la serie Nietzsche descomplicado que el propio Aspiunza ha redactado. 
***


viernes, 31 de mayo de 2024

EL CIELO NOCTURNO, JUNIO 2024

Aurora boreal captada en Guipúzcoa el 10 de mayo. Fotografía de David Anguiano.
Tal vez, el próximo 6 de junio podría volver a verse.

PLANETAS: Mercurio, con suerte, podrá verse los últimos días de junio tras la puesta de sol en el horizonte O. Venus camina más cerca del Sol incluso que Mercurio por lo que su visión es imposible este mes. Marte es visible al alba, comienza el mes apareciendo sobre el horizonte E sobre las 04:30 y va adelantando su salida para hacerlo sobre las 03:20 el 30 de junio (hora peninsular española).

2 de junio, 04:30. Fuente: Stellarium web.

Júpiter tampoco vamos a poder verlo hasta mediados de mes, cuando se haya separado un poco más del Sol; entonces será visible al al amanecer sobre el horizonte E., poco antes de las 05.00. Saturno, al comenzar el mes, se levanta sobre el E bien pasadas las 03:00 y el 30 de junio aparecerá una hora y media antes.

LUNA: 6 de junio, luna nueva; 22 de junio, luna llena.

LLUVIA DE ESTRELLAS: 7 de junio, máxima actividad de las Ariétidas; 27 de junio, máxima actividad de las Boötidas

SOLSTICIO: 20 de junio. Comienza el verano en el hemisferio norte y el invierno en el hemisferio sur.

SATÉLITES ARTIFICIALES: Para saber dónde y cuándo mirar, consultad aquí.


Feliz observación y no olvidéis pedir a vuestro ayuntamiento que rebaje la contaminación lumínica.

***