El tiempo de la vida humana, un punto; su sustancia, fluyente; su sensación, turbia; la composición del conjunto del cuerpo, fácilmente corruptible; su alma, una peonza; su fortuna, algo difícil de conjeturar; su fama, indescifrable. En pocas palabras: todo lo que pertenece al cuerpo, un río; sueño y vapor, lo que es propio del alma; la vida, guerra y estancia en tierra extraña; la fama póstuma, olvido. ¿Qué, pues, puede darnos compañía? Única y exclusivamente la filosofía. Y ésta consiste en preservar el guía (daímon, genio, divinidad) interior, exento de ultrajes y de daño, dueño de placeres y penas, sin hacer nada al azar, sin valerse de la mentira ni de la hipocresía, al margen de lo que otro haga o deje de hacer; más aún, aceptando lo que acontece y se le asigna, como procediendo de aquel lugar de donde él mismo ha venido. Y sobre todo, aguardando la muerte con pensamiento favorable, en la convicción de que ésta no es otra cosa que disolución de elementos de que está compuesto cada ser vivo. Y si para los mismos elementos nada temible hay en el hecho de que cada uno se transforme de continuo en otro, ¿por qué recelar de la transformación y disolución de todas las cosas? Pues esto es conforme a la naturaleza, y nada es malo si es conforme a la naturaleza (pp 68-69).Tal vez si yo fuera estoico sería seguidor de las enseñanzas de Zenón de Citio y no de Marco Aurelio, pero reconozco que rumiar durante las tardes de verano los pensamientos del emperador filósofo me relaja e incluso me hace bien, a pesar de que no participe de su concepción ética ni crea en el destino. Pero me gusta mucho ir releyendo los subrayados, realizar acotaciones al margen como si pudiera entablar conversación con él y, especialmente, ir anotando todas aquellas frases que me gustan por su significado, trascendencia y expresividad. ¡Somos hijos de los clásicos, aunque no siempre seamos capaces de reconocerlo!
Marco Aurelio fue el penúltimo emperador de la dinastía de los Antoninos, tal vez el mejor período de la historia del imperio romano, si exceptuamos el que correspondió al mandato de su sucesor, Cómodo, un tipo caprichoso e inestable del que seguro que os acordáis gracias a la película Gladiator.
Marco Aurelio no escribió sus Meditaciones en latín, sino en griego; y lo que más me gusta de ellas es que recogen de manera asistemática, como si fueran un diario, sus reflexiones en torno a la vida, la muerte, el mundo, el comportamiento ante las distintas situaciones de la vida; es decir, son muy fáciles de leer y resultan muy estimulantes para cualquier persona, independientemente de que se esté en la órbita del estoicismo o no. Leer a Marco Aurelio es como estar hablando serenamente con una persona próxima o amiga. Absolutamente asequible.
Os dejo alguna cita más para que debatáis con él, pero, sobre todo, para incitaros a su lectura:
Recuerda que cada uno vive exclusivamente el presente, el instante fugaz. Lo restante, o se ha vivido o es incierto (pp 77-78).
¿Contra quien te enojas? ¿Contra la ruindad de los hombres? Reconsidera este juicio: los seres racionales han nacido el uno para el otro, la tolerancia es parte de la justicia, sus errores son involuntarios (p 84).
Breve es la vida. El único fruto de la vida terrena es una piadosa disposición y actos útiles a la comunidad (p 122).
Mi ciudad y mi patria, en tanto que Antonino, es Roma, pero en tanto que hombre, el mundo (p 127).
Cuanto acontece a cada uno, importa al conjunto (p 127. ¿Fue quizás esta frase la que inspiró a John Donne la Meditación XVII, la de "ningún ser humano es una isla"?).
Ἔνδον σκάπτε, ἔνδον ἡ πηγὴ τοῦ ἀγαθοῦ καὶ ἀεὶ ἀναβλύεινδυναμένη, ἐὰν ἀεὶ σκάπτῃς (Esta la dejo en su idioma original, por la belleza de la grafía y como juego).Muchas veces comete injusticia el que nada hace, no sólo el que hace algo (p 166).
Y así, decenas y decenas de inspiradoras frases que os harán disfrutar de estas Meditaciones.
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