El mal además (que
constituye la parte letal del hombre, por lo que debo creer aún) había impreso
en ese cuerpo su marca de deformidad y corrupción. Sin embargo, cuando vi esa
imagen espeluznante en el espejo, experimenté un sentido de alegría de alivio, no
de repugnancia. También aquél era yo. Me parecí natural y humano. A mis ojos,
incluso, esa encarnación de mi espíritu pareció más viva, más individual y
desprendida, del imperfecto y ambiguo semblante que hasta ese día había llamado
mío. Y en esto no puedo decir que me equivocara. He observado que cuando asumía
el aspecto de Hyde nadie podía acercárseme sin estremecerse visiblemente; y
esto, sin duda, porque, mientras que cada uno de nosotros es una mezcla de bien
y de mal, Edward Hyde, único en el género humano, estaba hecho sólo de mal.
Aunque generalmente sus
novelas suelen incluirse dentro de la categoría de juveniles —nos
cuentan una aventura, utilizan técnicas sencillas, los personajes están bien
delimitados y cada uno cumple una función, son inteligibles a todas las
edades—, pueden ser leídas con provecho por cualquier adulto. Además, como
prolífico escritor que fue, no solo se ocupó de la narración, sino que también trabajó otros géneros.
Pues bien, con esta obra
el equipo de Ficción
sonora ha realizado una adapatación libre que ofrecieron en directo el
jueves pasado. Con el guión de Alfonso Latorre y la
dirección de Benigno
Moreno el equipo de actores y actrices hizo un brillante trabajo.
Tal vez el cambio más llamativo sea el relativo al escenario. Mientras que la historia de Stevenson transcurre en la Inglaterra victoriana, la adaptación que se nos ofrece tiene lugar en la Alemania de los años 30. Y funciona muy bien.
Los protagonistas principales están en la voz de Pedro Casablanc y Aitana Sánchez Gijón.