- Por supuesto, cocinar siempre es un engorro, y fregar aún más. Pero mi marido y yo compartimos todo el trabajo, a excepción de la costura y la colada, y os sorprendería lo rápido que se hace todo. Normalmente, el trabajo resulta mortificante cuando uno descansa mientras el otro lo ejecuta, pero allí donde marido y mujer lo comparten por igual, como en Cristianópolis, no existe problema alguno.
- Las personas que dan albergue a la vanidad (...) nunca habitan lo bastante holgadamente. Son una carga para los demás y para sí, y no miden su necesidad o tan siquiera su bienestar por otro criterio que el de la cantidad, un fardo que no pueden ni aguantar ni quitarse de encima. ¡Qué ricos son, en definitiva, los que tienen todo lo que necesitan de verdad sin acaparar nada superfluo!.
- Los educadores no son de la hez de los hombres e inútiles para otra cosa, sino lo más selecto de los ciudadanos, cuyo cargo en la república es conspicuo y cuyo paso al gobierno supremo es muy frecuente.
La traducción es de Emilio García.
El libro podéis encontrarlo también en internet.