Gracias, Alain; gracias, Ana
Una amiga me mandó hace más o menos una semana esta hermosa fotografía del cielo nocturno visto desde los Pirineos. Ella sabe de mi afición a las estrellas y quiso sorprenderme y regalarme con la imagen. La foto pertenece a un amigo suyo, Alain, aficionado a la naturaleza en su más amplia extensión y a la fotografía.
Lo primero que me llamó la atención fue esa rayita minúscula en la zona central y en el lado derecho de lo que llamamos vulgarmente Camino de Santiago. Es, efectivamente, una estrella fugaz.
La foto recoge el horizonte sur del cielo nocturno y se pueden apreciar las constelaciones de Escorpio (cuadrante inferior derecho) y Sagitario (a la izquierda, sobre la montaña). Si miramos hacia la zona oscura de ese brazo luminoso que es el Camino de Santiago, estamos mirando hacia el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea.
La foto, espléndida, se merecía un poema:
Somos polvo de estrellas,
un interrogante en la noche
que a sí mismo se pregunta
en incesante búsqueda de respuesta.
Somos palabra en el tiempo,
verbo que se hace anécdota,
imagen que se desdice
cada vez que alguien la cuenta.
De Invitación a la noche.