Este librito, que se lee con provecho y simpatía, recoge artículos y algún discurso publicados anteriormente en otros medios. Tienen el hilo conductor que señala el título y es, por tanto, una especie de homenaje a la lectura y a los libros, en cuanto nos aportan, en ese diálogo que realizamos con ellos, una parte de la libertad que nos hemos dado como seres pensantes que somos.
La verdad es que no tenía intención de dar noticia de él, pero de repente me he encontrado con una cita de Platón que me ha parecido que debía subrayar. Para cerciorarme del todo, la he cotejado en mi ejemplar de La República —tics de la época de estudiante—. Luego me he dado cuenta de mi simpleza, porque los clásicos están todos colocados en Internet. La cita, que sería necesario recordársela todos los días a los administradores de la cosa pública, es ésta:
Serán, pues, ellos (los políticos), los únicos ciudadanos a quienes no esté permitido
manejar ni tocar el oro ni la plata ni entrar bajo el techo que cubra estos
metales ni llevarlos sobre sí ni beber en recipiente fabricado con ellos. Si
así proceden, se salvarán ellos y salvarán a la ciudad; pero si adquieren
tierras propias, casas y dinero, se convertirán de guardianes en
administradores y labriegos y de amigos de sus conciudadanos en odiosos
déspotas. Pasarán su vida entera aborreciendo y siendo aborrecidos, conspirando
y siendo objeto de conspiraciones, temiendo, en fin, mucho más y con más
frecuencia a los enemigos de dentro que a los de fuera; y así correrán en
derechura al abismo tanto ellos como la ciudad.
(República, III, 417 a-b).
Estas palabras fueron escritas entre 384 y 377 a.n.e., hace 2400 años. La idea, con otras palabras, ha sido repetida cientos de veces desde entonces por intelectuales, filósofos, pensadores e incluso políticos. En ocasiones, parece que la tendencia del género humano a la honradez gana terreno a la tendencia contraria; sin embargo, ¡cuánto nos cuesta dar un paso colectivo hacia adelante!
¡Sed buenos y felices!
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