Escrito está en mi alma vuestro gesto
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero;
cuando tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
Este es el soneto V de Garcilaso, poeta indispensable del Renacimiento en castellano y, como se ha dicho tantas veces, el primer escritor verdaderamente culto de la modernidad en este idioma.
El primer verso del soneto ha servido de inspiración a otros muchos poemas.