jueves, 10 de julio de 2025

RETRATOS DE AMANTES (Hélène Fourment), 17

Rubens, Helena Fourment y su hijo Frans. Fuente: The MET.
 
#retratosdeamantes

Rubens (1577-1640) fue un pintor excepcional que tuvo una vida nada usual para un artista en aquella época: fue el pintor de corte del duque de Mantua; María de Médici le pidió que decorase el Palacio de Luxemburgo, en París; pintó los techos de la Banqueting House para Carlos I de Inglaterra; era el pintor favorito de Felipe IV de España, e incluso desempeñó en más de una ocasión quehaceres diplomáticos. Ningún otro artista en su época gozó de semejante reconocimiento internacional. 

Pero era un ser humano como otro cualquiera y cuando murió su mujer, Isabella Brant (1591-1626), estuvo durante tres años sin tocar un pincel a pesar de recibir numerosas peticiones. Solamente después del encuentro con Hélène Fourment (1614-1673), con quien se casó en 1630, volvió a recuperar el ánimo y las ganas de trabajar.Cuando se casaron, Hélène tenía 16 años y él 53. Ella se convirtió en la modelo de numerosos cuadros y, según se recoge en Wikipedia El cardenal infante Fernando de Austria, gobernador por aquella época de los Países Bajos Españoles, se refirió a ella con estas palabras: sin duda es la mujer más bella que uno pudiera encontrar por aquí, aunque seguramente la mayor alabanza de su belleza fue la del poeta Jan Caspar Gevaerts, amigo de Rubens, quien dijo de ella que superaba la de Helena de Troya.

Como modelo, posó para ser representada como Andrómeda, Venus, Salomé, Hera y, casi con toda seguridad, como Hera, Atenea y Afrodita en El juicio de Paris.

El óleo recoge una escena doméstica del matrimonio, donde ella es la protagonista de las miradas de admiración de su hijo y de su marido. Ella está representada como esposa amada y madre feliz en un entorno posiblemente ideal para resaltar ese aire de placidez y encanto que se respira. Para rubricar la escena, vemos a la derecha, sobre un rosal, un papagayo de plumas rojas y azules. El papagayo era el emblema de la Virgen y simbolizaba la maternidad ideal.

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