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La esposa del pintor, Margaret Lindsay. Fuente: National Gallery of Scotland. |
Ramsay, ciertamente, era un retratista popular por su dominio técnico y por los refinados modales que demostraba con las personas a las que pintaba, básicamente la nobleza británica, que era la única que se podía permitir tener un retrato. Cuando tenía treinta años, murió su primera mujer, Anne. Por entonces, Margaret Lindsay era alumna suya. Se enamoraron y decidieron casarse.
Estamos en el siglo XVIII y llevar adelante un matrimonio entre dos personas no dependía solamente de la pareja en cuestión. El padre de ella, sir Alexander Lindsay, no dio su consentimiento. Un pintor no tenía la categoría social ni económica como para casarse con una hija de la aristocracia. El novio alegó que el trabajo le iba bien y que podía asegurar a la novia unos ingresos de, como mínimo, 100 libras anuales. El padre no cedió.
La pareja tomó la única decisión que estaba a su alcance: la huida. Se casaron el 1 de marzo de 1752. El largo y, según parece, feliz matrimonio, que llegó a proporcionar tres nietos al aristócrata contrariado, no fue suficiente. Nunca llegó a perdonarlos.
Afortunadamente, el enfado del padre de Margaret no influyó en la capacidad de trabajo del novio, quien nos presenta aquí un retrato de Margaret muy al estilo de la época, donde lo que se subraya es el encanto y la delicadeza de la persona retratada, con una atención especial a la mantilla de encaje que le envuelve hombros y brazos. La luz incide suavemente sobre los elementos que el artista quiere destacar: el rostro de la amada, la mantilla y el jarrón con las flores. Delicadeza y elegancia.
Samuel Johnson dijo acerca de Ramsay: No encontraréis a un hombre en cuya conversación haya más instrucción, más información y elegancia. Con el tiempo, Allan Ramsay llegó a poder asegurar más de 100 libras anuales a Margaret Lindsay porque se convirtió en el pintor oficial de la corte de Jorge III. Supongo que además del talento y del dominio de la técnica del retrato, algo tuvieron que ver sus exquisitos modales.
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