Editorial |
Augusto Ferrán (1835-1880) estuvo desde 1855 hasta 1859 en Alemania. Él fue, en palabras de Cossío, el más entusiasta, el más ardoroso, el más fecundo de los traductores españoles del poeta alemán (se refiere a Heine). En Ferrán ya aparece el gusto por la poesía popular, por la brevedad y, por supuesto, la tendencia germanizante que podemos rastrear en Bécquer. Además, fueron amigos. Compárense estas dos rimas con la XLVII del sevillano.
III
Los mundos que me rodean
son los que menos me extrañan:
el que me tiene asombrado
es el mundo de mi alma.
XLI
Yo me asomé a un precipicio
por ver lo que había dentro,
y estaba tan negro el fondo,
que el sol me hizo daño luego.
En José Selgas (1822-1882), nos recuerda J. Frutos Gómez de las Cortinas, ya estaban el idealismo difuso, el análisis del yo íntimo, la vaguedad, la melancolía, la Naturaleza considerada como espejo de lo invisible, el tono menor y la novedad métrica. No es necesario hacer un gran ejercicio de imaginación para ver los restos de este "la mañana y la tarde" en la rima XV.
LA MAÑANA Y LA TARDE
La cándida mañana es la alegría,
Ufano el mundo muestra su riqueza
Al resplandor del día:
La tarde es la tristeza.
La misma luz que en el risueño prisma
De la gentil mañana en ondas arde,
La misma luz, la misma,
Qué triste es a la tarde!
Todo es alegre en la mañana hermosa,
Que el cielo, el mar y las montañas viste
De nácar y de rosa;
Todo en la tarde es triste.
Tú eres la luz gentil, risueña y vaga
De que hace el alba azul altivo alarde
Yo soy luz que se apaga;
Soy vapor de la tarde.
Tú eres germen de amor y de belleza;
Yo sombra triste de la pena esclava:
Tú eres vida que empieza;
Yo soy vida que acaba.
El sol te sigue, y con su lumbre bella
Tu sien corona sonrosada y pura;
Sigue en pos de mi huella
Ciega la noche oscura.
Tú vas con tu inocencia alborozada;
Yo a mi oscuro saber no me acomodo:
Tú aún no has visto nada;
Yo lo he visto ya todo.
Los mundos que me rodean
son los que menos me extrañan:
el que me tiene asombrado
es el mundo de mi alma.
XLI
Yo me asomé a un precipicio
por ver lo que había dentro,
y estaba tan negro el fondo,
que el sol me hizo daño luego.
En José Selgas (1822-1882), nos recuerda J. Frutos Gómez de las Cortinas, ya estaban el idealismo difuso, el análisis del yo íntimo, la vaguedad, la melancolía, la Naturaleza considerada como espejo de lo invisible, el tono menor y la novedad métrica. No es necesario hacer un gran ejercicio de imaginación para ver los restos de este "la mañana y la tarde" en la rima XV.
LA MAÑANA Y LA TARDE
La cándida mañana es la alegría,
Ufano el mundo muestra su riqueza
Al resplandor del día:
La tarde es la tristeza.
La misma luz que en el risueño prisma
De la gentil mañana en ondas arde,
La misma luz, la misma,
Qué triste es a la tarde!
Todo es alegre en la mañana hermosa,
Que el cielo, el mar y las montañas viste
De nácar y de rosa;
Todo en la tarde es triste.
Tú eres la luz gentil, risueña y vaga
De que hace el alba azul altivo alarde
Yo soy luz que se apaga;
Soy vapor de la tarde.
Tú eres germen de amor y de belleza;
Yo sombra triste de la pena esclava:
Tú eres vida que empieza;
Yo soy vida que acaba.
El sol te sigue, y con su lumbre bella
Tu sien corona sonrosada y pura;
Sigue en pos de mi huella
Ciega la noche oscura.
Tú vas con tu inocencia alborozada;
Yo a mi oscuro saber no me acomodo:
Tú aún no has visto nada;
Yo lo he visto ya todo.
De Ángel María Dacarrete (1827-1904) afirma José Pedro Díaz en su Gustavo Adolfo Bécquer. Vida y poesía que el tono de sus poemas es hasta tal punto becqueriano que después de leerlos estaba convencido de que tenían que existir correspondencias literales. Acudió a Bécquer, pero no las encontró. En cualquier caso, nadie puede negar esa extraordinaria similitud en el tono de ambos.
ENSUEÑO
No sé decir por qué... Ya tanto hacía
que no pensaba en ti, sino despierto!...
No sé decir por qué, la última noche
te vi entre sueños!
Tan hermosa a mis ojos como siempre;
tan pura y dulce como en otro tiempo;
pero estabas tan pálida, tan triste,
que al recordarlo tiemblo!
Todo un mundo de amor y de pesares
nuestras mutuas miradas se dijeron;
mas ni siquiera nuestros nombres, nada
murmuró el eco!
Inmóviles los dos y silenciosos,
apoyada la mano sobre el seno
sonreímos... Yo estaba al despertarme
en lágrimas deshecho!
ENSUEÑO
No sé decir por qué... Ya tanto hacía
que no pensaba en ti, sino despierto!...
No sé decir por qué, la última noche
te vi entre sueños!
Tan hermosa a mis ojos como siempre;
tan pura y dulce como en otro tiempo;
pero estabas tan pálida, tan triste,
que al recordarlo tiemblo!
Todo un mundo de amor y de pesares
nuestras mutuas miradas se dijeron;
mas ni siquiera nuestros nombres, nada
murmuró el eco!
Inmóviles los dos y silenciosos,
apoyada la mano sobre el seno
sonreímos... Yo estaba al despertarme
en lágrimas deshecho!
Influencias hay muchas más. Años y años de estudio y análisis de la obra becqueriana han ido descubriendo multitud de ellas. Pero las influencias no restan un ápice la magnitud de su obra. Antes al contrario: nos hacen comprender su grandeza la comprobar la crueldad del tiempo: solamente la mejor y más acertada obra será la que recordemos, mientras el resto pasa a engrosar los archivos nacionales, se convierte en pasto del olvido.
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