Editorial |
Que yo sepa, esta es la única traducción que se puede encontrar de parte de la obra poética de Édouard Glissant (1928-2011). También existe un trabajo sobre su pensamiento, obra de Angélica Montes, publicado el año pasado, lo mismo que esta antología.
Glissant nació en Martinica, en 1946 viajó a París para estudiar filosofía y etnología en La Sorbona. Fue alumno, entre otros, de Bachelard y de Wahl. En 1958 obtuvo el premio Renaudot por su novela La Lezarde, lo que le valió el reconocimiento de crítica y público. Estuvo muy comprometido en la lucha anticolonialista. Participó en los dos primeros Congresos Internacionales de los escritores y artistas negros que tuvieron lugar en 1956 en la Sorbona y en 1959 en Roma. Su participación en el Frente Antillano-Guyanés le llevó a que se le prohibiera la estancia en las Antillas y fue confinado en la Francia metropolitana.
[Nota al margen: descolonial, como descolonizar o descolonización, todavía se escribe con "s"; lo mismo que al principio se utilizó el barbarismo desconstruir, aunque la RAE tuvo que renunciar ante la avalancha de imitadores bastante ignorantes que terminaron deshaciendo, analizando y desmontado en partes huevos fritos, partidos de fútbol o textos de Lorca]
Entresaco tres poemas breves de la antología publicada por Pre-Textos
EL ÁRBOL GRAN ÁRBOL
Tus hojas el hedor de los deseos las siegas de heno ciego los brazos de mar
Tus hojas de llaga medieval en el recuerdo de mis esplendores
tus ramas de hombros de mujer arada sobre la sed de las hierbas cortantes
árbol vuelto a comenzar tu cuerpo separé de tu cuerpo el caparazón de mis claridades
tu tronco de cribas renovadas
tu tronco de luz en el campo negro de las florinoches
tu tronco de raíz que ha tomado tronco y la maravilla la cama del caracol rodante
tu ramo tus raíces el fuego congelado de tus raíces y las masas de hombres aferrados a las ubres de tus dolores
el sufrimiento como un invierno en las fuentes de las profundidades.
ABRUPTO
No el canto, tenderete sobre tu desierto
Sino la inocencia caída roja
Limo de los muertos en tu muerte empalmados
Una risa para que un muerto arramble su herida
Un grito un nudo un pesado aplomo de cabezas derrumbadas
No el canto
Sino esta piedra en tu mano donde grita el viento
Y sueñan los pájaros heridos con los frutos de las palabras
Mientras que viva sorprendes
La sangre remachada que vive en la noche sin austro
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