Iba hoy a comentar un librito de Trías, pero la actualidad ha hecho mella en mí.
En los desordenados recorridos por mi mundo más próximo no dejo nunca de sorprenderme con los pequeños, a veces casi insignificantes, cambios que se producen de un día para otro en la naturaleza. La naturaleza me encanta porque es siempre distinta en su aparente igualdad. Y cuando algo llama especialmente mi atención, me detengo, saco el teléfono del bolsillo y recojo la nota por si acaso...
Hoy mi entorno ha sido pródigo en sorpresas, no sé si por influencia de la naturaleza humana, de la naturaleza a secas, o de ambas a la vez. Vedlo, si no:
Nada más cruzar el arroyo que separa la civilización (mi barrio) de la naturaleza salvaje (el montecillo de al lado), me encuentro con esta cometa varada en las ramas de ese pequeño abedul.
¿Intencionado? ¿Azaroso? ¿Humano? ¿Natural?
Pero, bueno, tampoco es tan extraordinario encontrar una cometa enredada entre las ramas de una árbol. Lo que sí es totalmente inusual es este misterioso mensaje entre los árboles y arbustos a unos pasos del sendero hacia la cumbre:
¿Quién vuela?
¿Por qué vuela?
¿A quién se dirige el mensaje? ¿El medio es el mensaje?¿Es una amenaza? ¿Publicidad barata, pero de cara inspiración? ¿Acción poética dirigida a las masas? ¿Un montañero que ha querido dejar la marca de su velocidad en la ascensión?
En este caso no hay duda, es producto humano que no conforme con su porción de espacio urbanizado correspondiente, alza el vuelo y se empeña en conquistar tierras vírgenes.
Ya casi en la cima del Himalaya, donde hace tiempo se instaló un parquecillo infantil para solaz de las criaturas más tiernas, unos globos me saludan o me piden ser liberados, no sé. Yo tomo nota de la escena, cambio el ritmo y me pongo a correr en un intento por escapar de tanta sorpresa.
Un par de kilómetros más adelante, cuando ya casi me creía Abebe Bikila a punto de batir un récord, en un cruce del sendero con una pista asfaltada, me encuentro uno de los pájaros más queridos y cantados de esta tierra caído en el suelo, ya sin vida. Detengo mi alocada carrera y tomo nota.
En esta ocasión dudo sobre el origen del acontecimiento, pero tengo mis sospechas y no creo que haya sido un hecho natural, aunque tampoco parece un hecho humano realizado voluntariamente. Sin ser Holmes, diría que el buen petirrojo tuvo la mala suerte de cruzarse con un objeto rodador de mucho mayor tamaño que él.
La última sorpresa, la que me deja verdaderamente perplejo, la que me anonada con su existencia, aunque no sé si esto se debe más a mi ignorancia botánica o al hecho en sí, se me aparece en forma de primavera florida justo antes de llegar a casa.
Sí, es eso. Son flores distintas y pertenecen al mismo árbol. Tienen también colores distintos y su morfología es diferente. Este árbol lleva ahí unos cuantos años, pero es el primero que ofrece dos tipos de flores. ¿Alguien tiene una explicación?
¿Intencionado? ¿Azaroso? ¿Humano? ¿Natural?
Para que luego digan que lo cotidiano no es extraordinario.
"El espacio puede tener un horizonte y el tiempo un final, pero la aventura del aprendizaje es interminable". Timothy Ferris. La aventura del Universo.
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Hola, Jesús, me ha encantado tu descripción del pequeño periplo que haces por tu cercana naturaleza salvaje. Seguro que ahora tienes más tiempo para reflexionar en esas pequeñas cosas, que unidas y entrelazadas entre sí, van conformando nuestra cotidianeidad.
ResponderEliminar¡Hola, Miguel!
EliminarSí, efectivamente, como bien sabes tú, tengo más tiempo para esas y para otras cosas; aunque nunca me conformo con el que tengo y siempre quiero más. Debe ser lo de la insatisfacción humana... o que me meto en demasiados sitios.
Por cierto, si te ha gustado la entrada sobre hallazgos y el árbol que da flores de dos tipos, te agradecería mucho que si vieras otro caso similar me lo notificaras. Mi hija, tres días después de escribir eso, encontró otro árbol igual (misma especie) con la misma rareza (dos flores) en Intxaurrondo.
Me he puesto en contacto con Naukas, pero aún no he recibido respuesta.
Muchas gracias y un abrazote.
Hola, Jesús, estaré atento en mi camino hacia la huerta en Igeldo, por si encuentro un ejemplar así.
ResponderEliminarTienes razón con lo del tiempo, a pesar de disponer de tanto, nos parece poco y queremos más.
Hola de muevo, Miguel.
EliminarSeguro que encuentras alguno, porque entre Irene y yo ya hemos localizado 4 y, además, ya tengo la respuesta al misterio. Te lo comento mañana, pues en este momento acabo de llegar a casa y tengo que salir de nuevo, pero he visto en el teléfono esta mañana que habías comentado y he querido ponerte esta nota antes de volver a salir.
Un abrazo y muchas gracias por interesarte en el tema.