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sábado, 14 de noviembre de 2020

EL ÚLTIMO MUNDO, CHRISTOPH RANSMAYR

Un huracán era una bandada de pájaros muy alta en la noche; una bandada blanca que se acercaba ruidosamente y de improviso era solo la cresta de una inmensa ola que se abalanzaba sobre el barco. Un huracán era el griterío y el llanto en la oscuridad de la bodega y el ácido hedor de los vómitos. Era un perro enloquecido por el oleaje que desgarró los tendones de un marinero. La espuma de las olas cubrió la herida. Un huracán era el viaje a Tomis (Párrafo inicial).

Me enteré de la existencia de esta novela por casualidad. Estaba buscando entre la bibliografía sobre Ovidio y me saltó este título. Me llamó la atención que alguien hubiera creado una historia con los personajes de Las metamorfosis. Me puse a buscar y al final me trajeron el ejemplar que tienen en el CBA irunés.

El personaje principal es Cota, admirador de Ovidio, que viaja a Tomis (ahora Constanza) para averiguar si son ciertos los rumores de que Ovidio ha muerto. La ciudad, y aquí está el toque original de la obra, es una ciudad poblada por los personajes de la obra de Ovidio. Todo en ella resulta un tanto oscuro, opresivo y agobiante, como el invierno que dura dos años en la historia. Gracias a Eco, Cota empezará a intuir qué es lo que ocurre. Las transformaciones (metamorfosis) se suceden hasta que la propia ciudad desaparezca para ser ocupada por la naturaleza.

Esto, como comprenderéis, no es nada más que una pincelada. La novela es compleja y está muy bien trabajada. Los planos temporales, la época de Ovidio y la actual, se mezclan a menudo. Los flashbacks, las escenas retrospectivas, son utilizados para contar la vida del clásico y sus problemas, hasta recibir el castigo del destierro por parte del emperador. Los personajes son, efectivamente, los de la obra del escritor latino —un Repertorio ovidiano al final del libro sirve de guía por si alguien se pierde o requiere aclaraciones—.

La obra es, pues, literatura sobre literatura, que en buena medida expresa los miedos y ansiedades existenciales de una sociedad finisecular (se publicó en 1988, al año siguiente en España) abrumada por los desarrollos técnicos. La novela de Ransmayr es metaliteratura inteligente que traslada Las Metamorfosis a la prosa contemporánea y realiza una fusión entre lo antiguo y lo actual. 

La novela, que describe el continuo declive de la ciudad de Tomis y sus habitantes, puede leerse como un escenario apocalíptico. A medida que la naturaleza recupera la ciudad, sus habitantes se transforman en pájaros y piedras. El fin del mundo que se acerca parece ser la única salida para liberar al planeta de la corrupción humana y devolverla a la naturaleza. El mismo título del libro apunta en esa dirección, El último mundo.

Si bien en España la novela debió de pasar sin pena ni gloria, por lo menos yo no había oído hablar de ella, en Alemania fue un auténtico éxito y estuvo apadrinada por Hans Magnus Enzensberger. Buena prueba de esto es la cantidad de expresiones encomiosas que se recogen en la contraportada. Hoy podréis encontrarla en alguna librería de viejo, y en alguna biblioteca, claro. No apta para quienes aborrezcan la literatura posmoderna.

martes, 3 de noviembre de 2020

OVIDIO DESDE LOS ALREDEDORES

La profunda huella dejada por Ovidio y su Metamorfosis en la cultura occidental es verdaderamente gigantesca. Es cierto que Virgilio es el primero, el más destacado, el príncipe de las letras latinas; pero Ovidio es más divertido, y si leer la Eneida requiere un esfuerzo por nuestra parte, adentrarse en los juegos mitológicos, cotillear en los asuntos de los seres del Olimpo y acercarnos a las escenas de seducción o ser testigo de las infidelidades entre seres humanos y divinos es, qué duda cabe, más sencillo y popular.

Desde la cristiandad más antigua hasta Lutero, desde Dante Alighieri a Ezra Pound, desde Tiziano a Rodin, la cultura occidental ha bebido y seguirá haciéndolo en las historias que Ovidio nos dejó, en sus historias de amor y de pasión, en sus alegorías acerca de los aspectos más variados y variopintos de la vida. 

La música también nos ha dejado un hermoso y largo muestrario de su alargada sombra. Cito solamente grandes y muy conocidas obras: Orfeode Monteverdi; Der Streit zwischen Phoebus und Pan, de Bach; Daphne, de R. Strauss; Six Metamorphoses after Ovid, de Britten; My Fair Lady, de Cukor, empujada por el Pygmalion, de Shaw. Y, por supuesto, esta deliciosa mascarada, serenata, pastoral o como quiera que la clasifiquen, de Händel

martes, 17 de noviembre de 2020

LAS TRISTES

Editorial
Era el año 8 de nuestra era y Ovidio estaba felizmente olvidado del mundo y sus problemas en la isla de Capri —ya en aquella época era territorio vacacional—. Recibió la llamada del emperador Augusto. Le convocaba a una reunión. Podemos suponer que no le haría mucha gracia suspender repentinamente su retiro, pero era Augusto quien le llamaba y nadie podía negarse a una convocatoria así. Fue a Roma. Cuanto allí hablaron nadie lo sabe y nunca lo sabremos, porque fue una reunión a puerta cerrada. Conocemos la consecuencia: Ovidio fue enviado al exilio, al extremo oriental del imperio, a Tomis.

Mucho se ha especulado sobre el motivo del destierro. Lo cierto es que como dice uno de los investigadores que con mayor atención se ha dedicado al tema, John C. Thibault, ninguna afirmación sobre la causa del exilio es enteramente satisfactoria. O dicho con lenguaje científico, no hay ninguna evidencia sobre cuál fue exactamente la causa. Podemos suponer a partir de la lectura de Las Tristes (2.103-4; 3.1.51-2, y 3.5.45-52) que el motivo es doble: una composición poética  —seguramente Arte de amar— y una falta que el mismo poeta califica de leve. El caso es que no hay ningún documento que nos permita afirmar nada.

Lo que sí hay es un documento que nos habla de la profunda tristeza en la que quedó sumido Ovidio en un territorio cuya lengua no hablaba —aunque la aprendió con el tiempo—, y que se pasó todo el tiempo escribiendo cartas para conseguir su redención. Las Tristes son la mejor colección de versos para saber de su desolación e incluso de su propia vida, como es la elegía 4. 10: 

Yo soy el cantor de los tiernos amores; posteridad, oye mis palabras si quieres conocer al poeta que lees. Sulmona, abundante de frescos manantiales, es mi patria, que dista noventa millas de Roma. Allí vi la luz, y para que conozcas la época, fue el año en que perecieron los dos cónsules con una muerte igual. Si ello vale algo, heredé el orden ecuestre de mis insignes abuelos, y no debo a la fortuna el título de caballero. No fui el primogénito, sino nacido después de mi hermano mayor, que vino al mundo un año antes. La misma estrella presidió el natalicio de ambos, que festejábamos el mismo día con la ofrenda de dos tortas, y era éste uno de los cinco consagrados a las fiestas de la belicosa Minerva, el primero que se dedica a los combates sangrientos. Nuestra educación comenzó pronto, gracias al celo de mi padre, y asistimos a las lecciones de los maestros insignes de Roma. Mi hermano desde joven se inclinaba a la oratoria, como si hubiese nacido para las tempestuosas luchas del foro; y a mí desde niño me seducían los sagrados misterios, y la Musa en secreto me forzaba a rendirle culto. Muchas veces me dijo mi padre: «¿Por qué pierdes el tiempo en inútiles estudios? El mismo Homero no dejo ninguna riqueza.» Sus consejos me impresionaban, y abandonando todo el Helicón, intentaba coordinar palabras no sujetas a medida, espontáneamente acudían a formar pies cabales, y cuanto intentaba decir lo decía en verso. Entretanto los años resbalaban con pasos silenciosos, y mi hermano y yo tomamos la toga viril; echamos sobre nuestros hombros la púrpura laticlavia, y cada cual siguió su primera vocación. Ya mi hermano mayor había llegado a la edad de veinte años cuando murió, y comencé a carecer de una parte de mí mismo. Entré en el ejercicio de los cargos honoríficos que se conceden a la primera juventud, y fui nombrado triunviro. Me quedaba por conquistar el senado; mas esta carga era muy superior a mis fuerzas, y me contenté con la augusticlavia. De cuerpo poco vigoroso y natural menos apto para trabajos excesivos, y extraño a los impulsos de la turbulenta ambición, las hermanas Aonias, que siempre fueron de mí bien amadas, me convidaban a sus tranquilos ocios. Cultivé y frecuenté la amistad de los poetas de aquel tiempo, y creía ver otros tantos dioses en estos inspirados mortales. Muchas veces el viejo Macer me leyó sus poemas de las Aves y las Serpientes nocivas y las Hierbas saludables; muchas veces Propercio, unido a mí por íntimo afecto, me recitó sus fogosas elegías; Póntico, insigne por sus cantos heroicos, y Baso por sus yambos, se contaban como miembros queridos de mis reuniones, y el armonioso Horacio hechizaba mis oídos al acompañar con la lira de Ausonia sus elegantes odas. A Virgilio apenas le vi, y el avaro destino me arrebató pronto la amistad de Tibulo, que fue, Galo, tu sucesor, como de éste Propercio en la serie de los tiempos. Yo aparecí detrás, el cuarto, y lo mismo que veneré a los mayores, así los más jóvenes me veneraron a mí. No tardó mi Talía en darme a conocer; cuando leí al pueblo las poesías retozonas de mi juventud, sólo me había afeitado dos o tres veces. Exaltó mi numen una mujer celebrada en toda la ciudad, a la que dediqué mis Amores bajo el seudónimo de Corina. Compuse muchas obras, pero las que juzgué defectuosas, yo mismo las castigué entregándolas a las llamas; y antes de partir al destierro, quemé algunas que debían agradar, irritado contra mis estudios poéticos.

Mi tierno corazón, no invulnerable a las flechas de Cupido, se conmovía por la causa más leve, y a pesar de mi temperamento que se encendía con poco fuego, mi reputación no cayó envuelta en ninguna anécdota escandalosa. Casi niño todavía, díéronme una esposa ni digna ni conveniente, cuya unión se rompió en breve. Sucediole la segunda, de proceder irreprochable, pero que tampoco hubo de compartir mi lecho largo tiempo, y la última, que me acompañó basta la vejez, no se avergonzó de llamarse la esposa de un desterrado. Mi hija, dos veces fecunda en su primera juventud, aunque no de un solo esposo, me hizo otras tantas abuelo. Llegó por fin mi padre al término de su existencia, habiendo cumplido noventa años de edad, y lo lloré como él hubiese llorado mi pérdida; poco después pagué el último tributo a mi madre. ¡Felices ambos, sepultados a tiempo para no ver el día de mi condenación, y feliz yo también, porque no les hice testigos de mi infortunio ni les produje la consiguiente amargura! Si detrás de la muerte queda algo más que un vano nombre, y la leve sombra escapa a las llamas de la hoguera, y el rumor de mi falta llegó hasta vosotras, sombras de mis padres, y se juzgan mis delitos en el tribunal del infierno, quiero que sepáis la causa, y es imposible engañaros, que me ocasionó el destierro: fue por imprudente y no por criminal. Esto basta a los Manes: vuelvo a vosotros, espíritus curiosos de conocer los sucesos de mi vida. Transcurridos los años mejores, había llegado la vejez y sembrado de canas mi cabeza; desde mi nacimiento, ceñido en Pisa con la corona de olivo, el vencedor en la contienda de los carros había alcanzado diez veces el premio, cuando la cólera de un príncipe ofendido me obligó a residir en Tomos, ciudad sita a la izquierda del mar Euxino.

La causa de mi sentencia, harto conocida de todos, no necesita la confirmación de mi testimonio. ¿A qué referir la deslealtad de mis amigos, las acusaciones de los siervos y tantas amarguras más crueles que el mismo destierro? Pero mi ánimo se rebeló a sucumbir a tal prueba, y recogiendo sus fuerzas salió al fin victorioso; di al olvido la paz y los ocios de la pagada edad, tomé las armas extrañas a mis hábitos, cuando lo reclamaba la ocasión, y afronté tantos peligros por mar y tierra, como estrellas lucen en el polo que conocemos y el que se niega a nuestra vista, y después de largos rodeos arribé a las playas Sarmáticas vecinas de los Getas, hábiles en lanzar flechas. Aquí, aunque aturdido por el estruendo de las armas en torno mío resuenan, endulzo con la poesía mi triste situación; y aunque no haya un solo oído dispuesto a escucharme, abrevio y engaño con ella las horas eternas del día. Si vivo aún, y conllevo la dureza de mis trabajos, y no he llegado a aborrecer mi penosa existencia, es, Musa, gracias a ti, que me consuelas, que calmas mis inquietudes y alivias mis dolores. Tú eres mi guía y compañera; tú me libras de las riberas del Ister, y me conduces a la cumbre del Helicón; tú, caso raro, me diste en vida un nombre célebre que la fama no suele conceder más que a los muertos. La envidia, detractora de lo actual, no clavó su inicuo diente en ninguna de mis obras; habiendo producido nuestro siglo excelentes poetas, la murmuración no se enconó maligna contra mi ingenio, y si bien reconozco a muchos superiores, no se me reputa inferior a ellos, y soy muy leído en todo el orbe. Si es que encierran algo de verdad los presagios de los vates, no seré, ¡oh tierra!, tu despojo, desde el instante que muera; y ya deba al favor, ya a mis poemas este renombre, benévolo lector, recibe el testimonio legítimo de mi gratitud.

Texto tomado del sitio Imperium. Desconozco quién realizó la traducción.

***

La edición que ha realizado Antonio Ramírez de Verger para Cátedra es muy recomendable, no solo por la cantidad de notas que aporta al texto y por el trabajo introductorio que lo precede, sino porque, además, ha realizado el ímprobo esfuerzo de traducir en verso.

jueves, 26 de noviembre de 2020

OVIDIO, UN ALEMÁN Y UN CANÓNIGO DE LA CATEDRAL DE SULMONA

Escudo de Sulmona. Fuente: Wikipedia.

Sabido es que el SPQR  —Senātus Populusque Rōmānus (El Senado y el Pueblo Romano)—, referencia del gobierno de la antigua República romana, es en la actualidad un emblema oficial de la capital de Italia, Roma, y hasta un recuerdo turístico que puede tomar las formas más variopintas.

Sulmona (la Sulmo latina), pequeña localidad italiana, más o menos en la misma latitud que Roma, pero situada en el otro lado de la bota, al lado del Adriático, también tiene sus siglas identificativas —SMPE— y hasta su divertida anécdota latina.

Si la ciudad eterna lleva con orgullo en sus genes y en todo el aparato turístico las siglas que identificaban su forma de gobierno; Sulmona, más literaria y orgullosa de sus insigne hijo, ha recogido el primer hemistiquio del tercer verso de la décima elegía del cuarto libro de Tristia

Ille ego qui fuerim, tenerorum lusor amorum, 
quem legis, ut noris, accipe posteritas. 
Sulmo mihi patria est, gelidis uberrimus undis,

No creo que esas cuatro palabras necesiten traducción. En cualquier caso, aquí podéis leerla, y no solo la de esos tres versos, sino la de todo el Libro IV. 

Se entiende perfectamente que la ciudad acogiera las iniciales para colocarlas en el escudo y en cuanto papel oficial y no oficial que se terciara; al fin y al cabo es como una tautología, además del reconocimiento a la obra literaria de su hijo más destacado.

También es comprensible que quien ha estudiado la obra de alguien acuda en sus vacaciones a visitar los lugares por donde anduvo el personaje a quien tantas horas ha dedicado. Eso estaba haciendo Joseph Eberle, alemán del Neckar, periodista, editor y entusiasta usuario del latín —escribía poesía en ese idioma—. En su paseo por la ciudad donde nació Ovidio, entró en la catedral, dedicada a San Pánfilo, y en cuyo ábside están grabadas las famosas cuatro letras. 

Como un canónigo que andaba por allí vio el interés que manifestaba Eberle, se acercó a él y, haciendo gala de su buen humor, le explicó el significado: Salus mea Pamphilus est (Pánfilo es mi salud, mi bienestar). El bueno de Eberle se echó a reír con ganas y le dijo que le parecía muy ingeniosa la respuesta, pero que él era traductor de Ovidio. Cuentan que terminaron en algún bar de la plaza hablando en latín.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

OVIDIO Y LA PINTURA (primera entrega, libros I al VI)

Ovidio y su Metamorfosis ha servido de inspiración y estímulo multitud de veces a multitud de artistas. Aquí solamente recojo algunas obras, a manera de
ejemplo, de homenaje y, cómo no, de acicate para la lectura del capítulo o pasaje de referencia.

De los quince libros que componen la obra, recorro hoy, de forma somera, los seis primeros. Mañana, los siguientes. Y de cuantos museos contienen pinturas que nacieron de la lectura de la Metamorfosis, tan solo acudo al Museo del Prado, excepto la primera ilustración, que he tomado de una edición francesa de la obra de Ovidio.

La anotación que hago debajo de la imagen recoge el título de la obra correspondiente, el autor y el apartado o capítulo del libro correspondiente a la Metamorfosis, que tenéis convenientemente enlazada para que podáis leer el pasaje de referencia. 

¡Que mitología, pintura y literatura os acompañen!


Dibujo para una edición francesa de las Metamorfosis. 1808. La obra fue ilustrada por Jean-Michel Moreau y otros (la edición no especifica quién más). Metamorfosis, Libro I, Orígenes del mundo.


Júpiter y Licaón. 1638. Jan Cossiers. Copyright de la imagen: Museo del Prado. Metamorfosis, Libro I, Licaón.


Deucalión y Pirra después del diluvio. 1636-37. Juan Bautista Martínez del Mazo 
(copia de Cossiers)Copyright de la imagen: Museo del Prado. Metamorfosis, Libro I, Deucalión y Pirra.


Apolo y la serpiente Pitón. 1636-7. RubensCopyright de la imagen: Museo del Prado. Metamorfosis, Libro I, La serpiente Pitón.


Apolo persiguiendo a Dafne. 1636-8. Theodoor van ThuldenCopyright de la imagen: Museo del Prado. [La obra más famosa sobre el tema es la magistral escultura de Bernini, Apolo y Dafne]. Metamorfosis, Libro I, Dafne.


Mercurio y Argos. Hacia 1659. VelázquezCopyright de la imagen: Museo del Prado. Metamorfosis, Libro I, Argos-Io y Siringe.


La caída de Faetón. 1636-8. Jan Carel van Eyck
Copyright de la imagen: Museo del Prado. Metamorfosis, Libro II, Faetón.


Diana y Calisto.1635. Rubens
Copyright de la imagen: Museo del Prado. Metamorfosis, Libro II, Calisto y Arcas-Calisto.


El rapto de Europa. 1628-9. 
RubensCopyright de la imagen: Museo del Prado. Metamorfosis, Libro II, Europa.


Cadmo y Minerva. 1636-8. Jacques Jordaens
Copyright de la imagen: Museo del Prado. Metamorfosis, Libro III, Cadmo.


Paisaje con Diana y Acteón. 1608. Hendrick de Clerck
Copyright de la imagen: Museo del Prado. Metamorfosis, Libro III, Acteón.


Narciso. 1636-8. Jan Cossiers Copyright de la imagen: Museo del Prado. Metamorfosis, Libro III, Narciso-Eco.


Píramo y Tisbe. Siglo XVIII. Anónimo. Copyright de la imagen: Museo del Prado. Metamorfosis, Libro III, Píramo y Tisbe.


La fragua de Vulcano. 1630. VelázquezCopyright de la imagen: Museo del Prado. Metamorfosis, Libro IV, Marte, Venus y Vulcano.


Sísifo. 1548-9. Tiziano
Copyright de la imagen: Museo del Prado. Metamorfosis, Libro IV, Los lugares infernales.


Perseo y Andrómeda. 1699-1702. Giordano Luca
Copyright de la imagen: Museo del Prado. Metamorfosis, Libro IV, Perseo y Andrómeda.


El rapto de Proserpina. 1636-7. RubensCopyright de la imagen: Museo del Prado. Metamorfosis, Libro V, Ceres-Rapto de Prosérpina.


Las hilanderas o la fábula de Aracne. 1655-60. VelázquezCopyright de la imagen: Museo del Prado. Metamorfosis, Libro VI, Aracne.

domingo, 10 de enero de 2010

SIMULACROS


¿Qué tienen que ver Ovidio, Jean de Meun, Giorgio Vasari, Jean-Léon Gérôme y Alfred Hitchcock? O bien, ¿qué relación hay entre la película Vértigo, las fotografías que Louis Bonnard realizó en el taller de J.L. Gérôme y el relato del mito de Pigmalión? Pues gracias a la enorme capacidad de "ver" de V. Stoichita, todos estos nombres y obras tiene una estrecha relación entre sí.
Simulacros. El efecto Pigmalión: de Ovidio a Hitchcock es un estudio lúcido y apasionante de lo que ha supuesto el simulacro en la historia del arte, entendido éste como un "artefacto que si bien puede producir un efecto de semejanza, al mismo tiempo enmascara la ausencia de modelo con la exageración de hiperrealidad" (pag. 12).

Stoichita tiene la capacidad de análisis y la erudición de los grandes críticos e historiadores del arte (Burckhardt, Panofsky, Gombrich, Hauser...) y, también como ellos, una sabia manera de contar que hace atractivo aquello que tocan. Dotado de estas cualidades, el libro es un relato de cómo el mito fundacional de Pigmalión recorre la cultura occidental, a través de sus manifestaciones artísticas, y llega hasta hoy. "En el umbral del efecto Pigmalión (y en el del libro que se ocupa de él) se halla la realidad virtual". (Con esta frase se cierra el libro).

Feliz lectura.

viernes, 28 de septiembre de 2018

PROMETEO Y ATENEA CREAN EL PRIMER HOMBRE

Prometeo y Atenea crean el primer hombre. Fuente: Museo del Prado.

Toda persona aficionada a la mitología griega sabe del horrible castigo al que fue sometido el titán Prometeo —un águila o un buitre, según la versión que leamos, le devoraba durante el día el hígado que iba a ser regenerado durante la noche— por haber robado el fuego a los dioses y habérselo entregado a la humanidad. El castigo al que le sometió Zeus es una de las escenas más reproducidas en la iconografía greco-latina antigua.

Pero la vida de Prometeo es rica en historias y guarda una enorme relación con lo que la mitología hebreo-cristiana nos cuenta en el Génesis, primer libro del Antiguo Testamento

Prometeo tenía tres hermanos: Epimeteo, Menecio y Atlante. Los dos últimos se unieron a Cronos y los demás titanes en la rebelión contra los dioses del Olimpo. Prometeo, que era el más inteligente de todos y había previsto el final del enfrentamiento —su nombre significa "mirar adelante"— convenció a Epimeteo y ambos se apuntaron al bando de Zeus. La guerra entre titanes y dioses acabó a favor de los primeros.

Antes, mucho antes, nuestro titán había creado la humanidad: Prometeo, luego de modelar a los hombres con agua y tierra (Apolodoro). Y así nació el hombre, bien porque aquel artífice de las cosas, principio de un mundo mejor lo fabricara con simiente divina, o bien porque la tierra que recién formada y recién separada del alto éter aún conservaba en el interior alguna semillas del cielo junto al que fue creada, fuera mezclada con agua de lluvia por el hijo de Iapeto, que plasmó con ello una imagen a semejanza de los dioses que todo los regulan (Ovidio) y esta había vivido disfrutando de la Edad de Oro

Eso es precisamente lo que refleja el altorrelieve del Museo del Prado que actualmente forma parte de la exposición Arte y mito. Los dioses del Prado. El más sabio de los titanes —pues la propia Atenea le había enseñado todas las artes y era su protegido— aparece moldeando en arcilla el primer hombre mientras la diosa de la sabiduría asiste al evento y ella misma le da vida colocándole una mariposa sobre la cabeza. Y así tenemos la primera coincidencia: la creación de la humanidad a partir del barro, igual que en el Génesis.

Y luego está el mito del diluvio en el que Deucalión (Noé), hijo de Prometeo, construye una embarcación aconsejado por este y salva así la vida. Y también tenemos a Pandora (Eva), la primera mujer mandada por Zeus para castigar al titán por los engaños y desafíos a que había sometido al jefe del Olimpo. De hecho, esta relación puede leerse como paralela a la de Lucifer, el ángel caído, con el dios del Génesis, castigado finalmente a vivir en el infierno.

En fin, sin entrar en más detalles, es evidente el intercambio de mitos y leyendas que nutrieron la imaginación y las creencias de los antiguos pueblos situados en el entorno del Próximo Oriente y el Mediterráneo oriental, lo que dio lugar a un rico sincretismo. Esto, entre otras cosas, es lo que produce la notable diferencia entre las religiones paganas y las monoteístas que vendrán después: carecen de la rigidez de formas y costumbres de las últimas. Un detalle: incluso cuando Prometeo roba el fuego, es gracias a la ayuda de Atenea.


***

Para saber más:

- Apolodoro; Biblioteca I.

- Apolonio de Rodas: Argonáuticas.

- Aristófanes: Las aves.

- Diodoro Sículo Libro I.

- Esopo, Fábulas.

- Esquilo: La tetralogía de Prometeo.

- Hesíodo: Teogonía y Los trabajos y días.

- Juvenal: Sátiras.

- Luciano: Diálogos de los dioses.

- Ovidio: Metamorfosis.

- Pausanias Descripción de Grecia.

- Platón: Timeo, Critias y Protágoras.

sábado, 24 de septiembre de 2016

ANTONIO BUERO VALLEJO

Resulta curioso y extraño comprobar cómo cambia la percepción de la realidad a medida que pasan el tiempo y las circunstancias. 

Tenía 14 años cuando tropecé por primera vez con el nombre de Buero Vallejo en el manual de Literatura. Yo era un estudiante de bachillerato y esa persona una especie de gran héroe, un ser extraordinario, por el simple hecho de aparecer en un manual. Era parte de la historia literaria de un país. A los 14, el hecho de que alguien apareciera en un libro de texto me parecía algo mágico, desde luego no de personas con las que uno pudiera cruzarse por la calle o compartir conversación en el metro.

No había cumplido los 20 cuando ya había leído buena parte de su obra, había asistido a varias representaciones e incluso pude saludarle, porque uno de mis profesores tenía cierta amistad con él y acudimos en grupo una noche a ver La Fundación. Me seguía pareciendo alguien grandioso. Él era un escritor y yo seguía viendo el mundo desde mis ojos de estudiante perplejo y pequeñito. Un escritor era un ser de una categoría superior.

Más tarde me alejé de Madrid, también de la literatura, aunque no del todo. Me fui convirtiendo en el adulto que soy —¿somos realmente la misma persona al cabo de los años?— a través de la familia, el trabajo, las amistades y las enemistades, los tropezones, las metiduras de pata, los aciertos, los sinsabores, los enfados y desenfados, e incluso a través de las lecturas que han ido conformando parte de mis opiniones y creencias.

Dentro de cinco días se cumple el centenario de su nacimiento. Yo he cumplido los 60, sé que Buero fue una persona extraordinaria por muchas razones, una de ellas —la mayoría de esas razones no tienen nada que ver con la literatura— por renovar y hacer más grande el teatro escrito en castellano durante el siglo XX. Los manuales me importan poco, salvo para encontrar una información que pueda necesitar, y ahora sé que las personas no son importantes porque aparezcan sus nombres en ellos, sino por la huella positiva que dejan en otras personas de su entorno.

Si aún viviera Antonio Buero Vallejo, un hombre bueno en el buen sentido de la palabra bueno, cumpliría 100 años el próximo jueves. Ojalá se siga leyendo su obra.
La entrevista que Joaquín Soler Serrano le hizo para el programa A fondo en 1976 todavía está disponible aquí.

viernes, 14 de noviembre de 2008

PERSEO (paseo iconológico por un poema)

PERSEO

Perezoso eres en mostrarte,
mas cuando en agosto te adelantas,
nos ofreces
la mejor colección de fuegos artificiales del momento.
No es fácil tu presencia. Repasemos:
San Jorge te robó el icono
—dragón y doncella al mismo tiempo—;
Fineo intentó usurparte
la novia y la cartera,
pero tú no consentiste,
y de él hiciste piedra en el salón,
ornato y memoria de su cobardía;
David, por último, te robó la pose,
aunque Cellini, maestro de la forma,
obró el milagro de la imagen cien años antes
y, gracias a él, hoy ya no dudamos
si es de Goliat la cabeza,
o tuya la mano que levantas.

No es fácil, no, tu presencia,
menos aún ahora,
cuando los héroes son víctimas de la moda.




Este poema está tomado del libro Invitación a la noche.

En algunas ocasiones un texto puede hacer alusión a otros textos. Cuando ocurre así, solemos hablar de intertextualidad. No es este el caso propiamente, porque no hace referencia a otros textos, sino a pinturas, o a la imagen que de ellas nos ha quedado en eso que llamamos el imaginario colectivo. Para que las referencias queden claras, y el poema totalmente abierto a la inteligibilidad, he aquí las obras que corresponden a lo que los versos aluden:

1. San Jorge y el dragón. Paolo Uccelo. "San Jorge te robó el icono —dragón y doncella al mismo tiempo—"



2. Perseo contra Fineo. Luca Giordano. "Fineo intentó usurparte la novia y la cartera, pero tú..." (Véase la Metamorfosis de Ovidio)



3. David con la cabeza de Goliat. Caravaggio. "David, por último, te robó la pose"



4. Perseo (con la cabeza de Medusa). Cellini. "aunque Cellini, maestro de la forma, ..."



La primera alusión, la que hace referencia a los fuegos artificiales, no necesita explicación, pero, por si acaso algún despistado no ha oído hablar de la lluvia de estrellas fugaces de agosto -Lágrimas de San Lorenzo-, recordaré aquí que ese fenómeno maravilloso es el de las perséidas, porque el cuadrante del cielo donde en apariencia se origina es la constelación de Perseo.


¿Está más claro ahora el poema?

Esa es, claro, la envoltura del poema. El "tema" no aparece propiamente hasta la estrofa final, donde se plantea de forma indirecta la duda acerca de lo que pueda ser o no ser un héroe.

viernes, 1 de abril de 2022

BIZENTA ANTONIA MOGEL ELGEZABAL


Factum abiit, monumenta manent dejó escrito Ovidio (algo así como "los hechos pasan, permanecen los monumentos").

Me gusta que las sociedades recojan de manera pública el agradecimiento hacia quienes han contribuido en algo a mejorarlas, me gusta que seamos capaces de recordar mediante hitos esparcidos por la ciudad a la gente que, de una u otra manera (y las maneras pueden ser extraordinariamente variadas), quiso enseñarnos algo, me gusta que nos preocupemos por mantener en la memoria a quienes de una otra forma tenemos algo que agradecer por mínimo que sea.

Este es el texto que se puede leer en el panel colocado en el arranque de la calle Bizenta Mogel, esquina Paseo de Galicia (barrio de Intxaurrondo):



Y ya de paso, como está donde está, hice también foto a este bonito cruceiro, obra de Guillermo Feal Otero, que fue donación de la Xunta de Galizia a la ciudad de Donosti para ambientar la plaza y la calle que llevan su nombre. A unos cincuenta metros podéis ver el monumento Castelao, el famoso escritor gallego. Del monumento dejé noticia en esta entrada de 2017.


***


Путин, немедленно останови войну!

viernes, 14 de diciembre de 2018

REGALOS SOLIDARIOS

El regalo tiene el rango de quien lo hace.
Ovidio, Pónticas.


Llega el cambio de año, las fiestas navideñas, las reuniones familiares, los amigos invisibles y hasta las cenas o comidas de empresa. Es época de intercambiar parabienes y regalos. 

Si eres una de esas personas a las que les encantan estas fechas y disfrutan con todo cuanto eso significa, no sigas leyendo, porque seguramente ya tendrás todo pensado y preparado; pero si eres, en cambio, una de esas que no se lo pasa tan bien y que no sabe qué regalar, pero te sientes obligada a comprar algo, aquí tienes un listado de direcciones donde puedes encontrar regalos solidarios, es decir, objetos cuya ganancia va destinada a una acción solidaria. No es un mercadillo ni un gran almacén, la variedad es pequeña, pero a lo mejor encuentras algo que pueda solucionar tu problema y, de paso, solucionárselo a alguien más.

Pasa y echa un vistazo:

Y si todavía no has encontrado algo que te convenza, aquí tienes un directorio de ONG ordenadas según el ámbito en el que trabajan:

Apadrinamiento.
Asistencia a colectivos marginados.
Asistencia enfermos de SIDA.
Atención a enfermos.
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sábado, 8 de febrero de 2014

HIMNO A AFRODITA

Safo es la primera poeta de la que tenemos noticia. Es también la única persona real de las Heroínas de Ovidio. Es, además, el origen, el principio, de eso que llamamos poesía lírica. En realidad poco, muy poco, sabemos sobre su vida, excepto lo que podemos inferir leyendo sus poemas, y de ellos el Himno a Afrodita es el único que está completo. Disfrutadlo.

Inmortal Afrodita de polícromo trono,
hija de Zeus que enredas con astucias, te imploro,
no domines con penas y torturas,
soberana, mi pecho;

mas ven aquí, si es que otras veces antes,
cuando llegó a tu oído mi voz desde lo lejos,
te pusiste a escuchar y, dejando la casa
de tu padre, viniste,

uncido el carro de oro. Veloces te traían
los hermosos gorriones hacia la tierra oscura
con un fuerte batir de alas desde el cielo,
atravesando el éter:

De inmediato llegaron. Tú, feliz,
con la sonrisa abierta en tu rostro inmortal,
preguntabas qué sufro nuevamente, y por qué
nuevamente te invoco

y qué anhelo, ante todo, alcanzar en mi pecho
enloquecido: ¿A quién seduzco ahora
y llevo a tu pasión? ¿Quién es, oh Safo,
la que te perjudica?

Porque si hoy te rehuye, pronto habrá que buscarte;
si regalos no acepta, en cambio los dará,
y si no siente amor, pronto tendrá que amarte
aunque no quiera ella.

Ven a mí también hoy, líbrame de desvelos
rigurosos y todo cuanto anhela
mi corazón cumplir, cúmplelo y sé tú misma
mi aliada en esta lucha.

             Traducción de Aurora Luque.

Podéis leer unas cuantas versiones en este enlace.

sábado, 13 de febrero de 2016

¿QUÉ ES EL TIEMPO?

  • ¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé. Agustín de Hipona.
  • El tiempo es el error que se rectifica, la verdad que se aprende y que se enseña, el mal que se evita, el consuelo que se da, la aptitud que se adquiere para la plenitud de la existencia; el tiempo es virtud que se robustece, el sentimiento que se purifica, la inteligencia que se dilata; el tiempo es la perfección, la vidaConcepción Arenal.
  • La peor prodigalidad es la del tiempoC. Cantú.
  • Se dará tiempo a tiempo, que suele dar dulce salida a muchas amargas dificultadesCervantes.
  • El porvenir nos inquieta y el pasado nos retiene. He aquí porque el presente se nos escapaFlaubert.
  • El tiempo puede tener un parto difícil, pero no aborta jamásLamennais.
  • El tiempo corre, y silenciosamente envejecemos, mientras los días huyen sin que ningún freno los detengaOvidio.
  • Lo que la razón no consigue, lo alcanza a menudo el tiempoSéneca.
  • El placer y la actividad hacen que el tiempo parezca breveShakespeare.
  • El tiempo hace justicia y pone todas las cosas en su sitioVoltaire.