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Ejemplar del KM |
Gabriela Kizer es poeta y ejerce como profesora universitaria en la Escuela de Artes y de la Maestría en Literatura Comparada de la Universidad Central de Venezuela.
Ha publicado los libros de poesía: Amagos (Monte Ávila Editores, 2000); Guayabo (Ediciones Arte Dos Gráfico/Ediciones Esta Tierra de Gracia, 2002); Tribu (Editorial La Cámara Escrita, 2011); Pavesa (Editorial Letra muerta, 2019), y este, recién aparecido, En falso, del que se ha hecho cargo Visor, y que tiene un hermoso prólogo de Luisa Castro. A lo largo de las cinco secciones de que consta vamos realizando un viaje de descubrimiento por las distintas edades, por diferentes voces y por ambientes poéticos que van de lo sagrado a lo más próximo y cotidiano, mientras se van mezclando textos en verso y en prosa, siempre poesía de la mejor calidad.
Como Juan Ramón Jiménez, como cualquier poeta que se precie, Kizer busca insistentemente el nombre exacto de la cosas, y aunque dé la impresión de que nunca lo conseguimos, de que estemos operando en falso, como nos lo recuerda el poema que da título a la colección,
la poeta sigue insistiendo en su trabajo:
Y ahora qué ofrecerte, palabra,
qué desear de ti.
Acaso,
aún nos sea dado recordar
las bellas utopías,
algún conjuro
laboriosamente soñado,
a prueba de fuego
impuesto a la realidad.
Ya ves, la rosa ha florecido en el poema
y se ha sabido sombra de otra rosa.
La historia también ha florecido
La historia: aquí hablamos de lo sin flor.
Aquí, entre dientes, mascullamos
el mundo que no es.
Con la cabeza gacha, el rabo entre las piernas,
cada día lucho por reconocerte,
cada mañana, al menos, lo pregunto:
¿realidad, realidad?, ¿palabra, palabra?
Los indigentes llegan al semáforo humanamente:
el hombre sin piernas y rostro de hombre
se echa al piso, se arrastra entre los carros,
golpea las puertas por debajo;
la mujer con su cartera al hombro
se arremanga los pantalones y
se lleva las manos a la boca
en un gesto que alguna vez fue señal de hambre.
Recostado en la pared,
aquel hombre también se lleva las manos a la boca.
Me mira y ríe a carcajadas.
Ha visto en mis ojos el espanto
y le da risa.
Agachada en la basura,
la mujer orina o defeca mientras
come y rebusca desperdicios
a la vista de todos los transeúntes.
¿Quién puede mirar,
quién puede voltear al otro lado?
Esta es tu estrofa, palabra,
¿qué harás con ella?
Chisporrotean, rotos, bajo la lluvia, los anuncios de neón.
Esta es la ciudad que ven los ojos.
Los huecos en el cemento,
camuflados a veces por la lluvia.
Los huecos dentro de los ojos.
***
Путин, немедленно останови войну!