miércoles, 7 de abril de 2021

MARIANO JOSÉ DE LARRA

Librerías que disponen de él.
Para Lupe, porque es suyo

Larra nació recién comenzado el siglo XIX (1809) y con el lío aquel de Napoleón y sus cosas, se vio enseguida en Francia —su padre era médico y afrancesado, lo que le obligó a salir del país cuando se retiraron los franceses—. Allí fue escolarizado, en un colegio de Burdeos, y allí permaneció hasta 1818. Ya en España, continuó aquí su formación, pasa por varios centros de diferentes ciudades y en 1826 abandona definitivamente su formación cuando estaba matriculado en los Reales Estudios de San Isidro. Dos años después, saca adelante su primera publicación, El duende satírico del día. En los artículos que va publicando deja muestras de una prosa vivaz y de su peculiar maestría y mordacidad con respecto a los usos y costumbres —¿o debería decir carencias y vicios?— de la época. 

Cuatro años más tarde, en 1832, apareció El pobrecito hablador. En esta publicación es donde saldrán muchos de los mejores artículos de Larra, los que le han colocado en las páginas de los manuales de literatura —El casarse pronto y mal, Vuelva usted mañana...—. También la sutil y llena de intención correspondencia entre el Bachiller don Juan Pérez de Mungía (él mismo) y Andrés Niporesas. Esta publicación es la que recoge de forma facsimilar el libro editado en 1979 por Espasa Calpe y prologado por Umbral. La edición, muy bien cuidada, lleva impreso con mucha propiedad y sentido irónico Esto si que es leer, uno de los caprichos de Goya, también afrancesado y vecino de la familia Larra en Burdeos. Os dejo uno de los que más me gusta y con el que más me río, El castellano viejo.


Ya en mi edad pocas veces gusto de alterar el orden que en mi manera de vivir tengo hace tiempo establecido, y fundo esta repugnancia en que no he abandonado mis lares ni un solo día para quebrantar mi sistema, sin que haya sucedido el arrepentimiento más sincero al desvanecimiento de mis engañadas esperanzas. Un resto, con todo eso, del antiguo ceremonial que en su trato tenían adoptado nuestros padres, me obliga a aceptar a veces ciertos convites a que parecería el negarse grosería, o por lo menos ridícula afectación de delicadeza.


Andábame días pasados por esas calles a buscar materiales para mis artículos. Embebido en mis pensamientos, me sorprendí varias veces a mí mismo riendo como un pobre hombre de mis propias ideas y moviendo maquinalmente los labios; algún tropezón me recordaba de cuando en cuando que para andar por el empedrado de Madrid no es la mejor circunstancia la de ser poeta ni filósofo; más de una sonrisa maligna, más de un gesto de admiración de los que a mi lado pasaban, me hacía reflexionar que los soliloquios no se deben hacer en público; y no pocos encontrones que al volver las esquinas di con quien tan distraída y rápidamente como yo las doblaba, me hicieron conocer que los distraídos no entran en el número de los cuerpos elásticos, y mucho menos de los seres gloriosos e impasibles. En semejante situación de mi espíritu, ¿qué sensación no debería producirme una horrible palmada que una gran mano, pegada (a lo que por entonces entendí) a un grandísimo brazo, vino a descargar sobre uno de mis hombros, que por desgracia no tienen punto alguno de semejanza con los de Atlante?

No queriendo dar a entender que desconocía este enérgico modo de anunciarse, ni desairar el agasajo de quien sin duda había creído hacérmele más que mediano, dejándome torcido para todo el día, traté sólo de volverme por conocer quien fuese tan mi amigo para tratarme tan mal; pero mi castellano viejo es hombre que cuando está de gracias no se ha de dejar ninguna en el tintero. ¿Cómo dirá el lector que siguió dándome pruebas de confianza y cariño? Echome las manos a los ojos y sujetándome por detrás:

-¿Quién soy? -gritaba alborozado con el buen éxito de su delicada travesura-. ¿Quién soy?


«Un animal», iba a responderle; pero me acordé de repente de quién podría ser, y sustituyendo cantidades iguales:

-Braulio eres -le dije.

Al oírme, suelta sus manos, ríe, se aprieta los ijares, alborota la calle y pónenos a entrambos en escena.

-¡Bien, mi amigo! ¿Pues en qué me has conocido?

-¿Quién pudiera sino tú...?

-¿Has venido ya de tu Vizcaya?

-No, Braulio, no he venido.

-Siempre el mismo genio. ¿Qué quieres?, es la pregunta del español. ¡Cuánto me alegro de que estés aquí! ¿Sabes que mañana son mis días?

-Te los deseo muy felices.

-Déjate de cumplimientos entre nosotros; ya sabes que yo soy franco y castellano viejo: el pan pan y el vino vino; por consiguiente exijo de ti que no vayas a dármelos; pero estás convidado.

-¿A qué?

-A comer conmigo.

-No es posible.

-No hay remedio.

-No puedo -insisto ya temblando.

-¿No puedes?

-Gracias.

-¿Gracias? Vete a paseo; amigo, como no soy el duque de F..., ni el conde de P...

¿Quién se resiste a una sorpresa de esta especie?¿Quién quiere parecer vano?

-Pues si no es eso -me interrumpe-, te espero a las dos; en casa se come a la española; temprano.

Tengo mucha gente: tendremos al famoso X., que nos improvisará de lo lindo; T. nos cantará de sobremesa una rondeña con su gracia natural; y por la noche J. cantará y tocará alguna cosilla.

Esto me consoló algún tanto, y fue preciso ceder: un día malo, dije para mí, cualquiera lo pasa; en este mundo para conservar amigos es preciso tener el valor de aguantar sus obsequios.

-No faltarás, si no quieres que riñamos.

-No faltaré -dije con voz exánime y ánimo decaído, como el zorro que se revuelve inútilmente dentro de la trampa donde se ha dejado coger.

-Pues hasta mañana -y me dio un torniscón por despedida.

Vile marchar como el labrador ve alejarse la nube de su sembrado, y quedeme discurriendo cómo podían entenderse estas amistades tan hostiles y tan funestas.

Ya habrá conocido el lector, siendo tan perspicaz como yo le imagino, que mi amigo Braulio está muy lejos de pertenecer a lo que se llama gran mundo y sociedad de buen tono, pero no es tampoco un hombre de la clase inferior, puesto que es un empleado de los de segundo orden, que reúne entre su sueldo y su hacienda cuarenta mil reales de renta; que tiene una cintita atada al ojal y una crucecita a la sombra de la solapa; que es persona, en fin, cuya clase, familia y comodidades de ninguna manera se oponen a que tuviese una educación más escogida y modales más suaves e insinuantes. Mas la vanidad le ha sorprendido por donde ha sorprendido casi siempre a toda o a la mayor parte de nuestra clase media, y a toda nuestra clase baja. Es tal su patriotismo, que dará todas las lindezas del extranjero por un dedo de su país. Esta ceguedad le hace adoptar todas las responsabilidades de tan inconsiderado cariño; de paso que defiende que no hay vinos como los españoles, en lo cual bien pude de tener razón, defiende que no hay educación como la española, en lo cual bien pudiera no tenerla; a trueque de defender que el cielo de Madrid es purísimo, defenderá que nuestras manolas son las más encantadoras de todas las mujeres: es un hombre, en fin, que vive de exclusivas, a quien le sucede poco más o menos lo que a una parienta mía, que se muere por las jorobas sólo porque tuvo un querido que llevaba una excrecencia bastante visible sobre entrambos omóplatos.

No hay que hablarle, pues, de estos usos sociales, de estos respetos mutuos, de estas reticencias urbanas, de esa delicadeza de trato que establece entre los hombres una preciosa armonía, diciendo sólo lo que debe agradar y callando siempre lo que puede ofender. Él se muere «por plantarle una fresca al lucero del alba», como suele decir, y cuando tiene un resentimiento, se le «espeta a uno cara a cara». Como tiene trocados todos los frenos, dice de los cumplimientos que ya sabe lo que quiere decir «cumplo» y «miento»; llama a la urbanidad hipocresía, y a la decencia monadas; a toda cosa buena le aplica un mal apodo; el lenguaje de la finura es para él poco más que griego: cree que toda la crianza está reducida a decir «Dios guarde a ustedes» al entrar en una sala, y añadir «con permiso de usted» cada vez que se mueve; a preguntar a cada uno por toda su familia, y a despedirse de todo el mundo; cosas todas que así se guardará él de olvidarlas como de tener pacto con franceses. En conclusión, hombres de estos que no saben levantarse para despedirse sino en corporación con alguno o algunos otros, que han de dejar humildemente debajo de una mesa su sombrero, que llaman su «cabeza», y que cuando se hallan en sociedad por desgracia sin un socorrido bastón, darían cualquier cosa por no tener manos ni brazos, porque en realidad no saben dónde ponerlos, ni qué cosa se puede hacer con los brazos en una sociedad.

Llegaron las dos, y como yo conocía ya a mi Braulio, no me pareció conveniente acicalarme demasiado para ir a comer; estoy seguro de que se hubiera picado; no quise, sin embargo, excusar un frac de color y un pañuelo blanco, cosa indispensable en un día de días en semejantes casas; vestime sobre todo lo más despacio que me fue posible, como se reconcilia al pie del suplicio el infeliz reo, que quisiera tener cien pecados más que contar para ganar tiempo; era citado a las dos, y entré en la sala a las dos y media.

No quiero hablar de las infinitas visitas ceremoniosas que antes de la hora de comer entraron y salieron en aquella casa, entre las cuales no eran de despreciar todos los empleados de su oficina, con sus señoras y sus niños, y sus capas, y sus paraguas, y sus chanclos, y sus perritos; dejome en blanco los necios cumplimientos que se dijeron al señor de los días; no hablo del inmenso círculo con que guarnecía la sala el concurso de tantas personas heterogéneas, que hablaron de que el tiempo iba a mudar, y de que en invierno suele hacer más frío que en verano. Vengamos al caso: dieron las cuatro y nos hallamos solos los convidados. Desgraciadamente para mí, el señor de X., que debía divertirnos tanto, gran conocedor de esta clase de convites, había tenido la habilidad de ponerse malo aquella mañana; el famoso T. se hallaba oportunamente comprometido para otro convite; y la señorita que tan bien había de cantar y tocar estaba ronca, en tal disposición que se asombraba ella misma de que se la entendiese una sola palabra, y tenía un panadizo en un dedo. ¡Cuántas esperanzas desvanecidas!

-Supuesto que estamos los que hemos de comer -exclamó don Braulio-, vamos a la mesa, querida mía.

-Espera un momento -le contestó su esposa casi al oído-, con tanta visita yo he faltado algunos momentos de allá dentro y...

-Bien, pero mira que son las cuatro.

-Al instante comeremos.

Las cinco eran cuando nos sentábamos a la mesa.

-Señores -dijo el anfitrión al vernos titubear en nuestras respectivas colocaciones-, exijo la mayor franqueza; en mi casa no se usan cumplimientos. ¡Ah, Fígaro!, quiero que estés con toda comodidad; eres poeta, y además estos señores, que saben nuestras íntimas relaciones, no se ofenderán si te prefiero; quítate el frac, no sea que le manches.

-¿Qué tengo de manchar? -le respondí, mordiéndome los labios.

-No importa, te daré una chaqueta mía; siento que no haya para todos.

-No hay necesidad.

-¡Oh!, sí, sí, ¡mi chaqueta! Toma, mírala; un poco ancha te vendrá.

-Pero, Braulio...

-No hay remedio, no te andes con etiquetas.

Y en esto me quita él mismo el frac, velis nolis, y quedo sepultado en una cumplida chaqueta rayada, por la cual sólo asomaba los pies y la cabeza, y cuyas mangas no me permitirían comer probablemente. Dile las gracias: ¡al fin el hombre creía hacerme un obsequio!

Los días en que mi amigo no tiene convidados se contenta con una mesa baja, poco más que banqueta de zapatero, porque él y su mujer, como dice, ¿para qué quieren más? Desde la tal mesita, y como se sube el agua del pozo, hace subir la comida hasta la boca, adonde llega goteando después de una larga travesía; porque pensar que estas gentes han de tener una mesa regular, y estar cómodos todos los días del año, es pensar en lo excusado. Ya se concibe, pues, que la instalación de una gran mesa de convite era un acontecimiento en aquella casa; así que se había creído capaz de contener catorce personas que éramos en una mesa donde apenas podrían comer ocho cómodamente. Hubimos de sentarnos de medio lado, como quien va a arrimar el hombro a la comida, y entablaron los codos de los convidados íntimas relaciones entre sí con la más fraternal inteligencia del mundo. Colocáronme por mucha distinción entre un niño de cinco años, encaramado en unas almohadas que era preciso enderezar a cada momento porque las ladeaba la natural turbulencia de mi joven adlátere, y entre uno de esos hombres que ocupan en el mundo el espacio y sitio de tres, cuya corpulencia por todos lados se salía de madre de la única silla en que se hallaba sentado, digámoslo así, como en la punta de una aguja. Desdobláronse silenciosamente las servilletas, nuevas a la verdad, porque tampoco eran muebles en uso para todos los días, y fueron izadas por todos aquellos buenos señores a los ojales de sus fraques como cuerpos intermedios entre las salsas y las solapas.

-Ustedes harán penitencia, señores -exclamó el anfitrión una vez sentado-; pero hay que hacerse cargo de que no estamos en Genieys -frase que creyó preciso decir.

Necia afectación es ésta, si es mentira, dije yo para mí; y si verdad, gran torpeza convidar a los amigos a hacer penitencia.

Desgraciadamente no tardé mucho en conocer que había en aquella expresión más verdad de la que mi buen Braulio se figuraba. Interminables y de mal gusto fueron los cumplimientos con que para dar y recibir cada plato nos aburrimos unos a otros.

-Sírvase usted.

-Hágame usted el favor.

-De ninguna manera.

-No lo recibiré.

-Páselo usted a la señora.

-Está bien ahí.

-Perdone usted.

-Gracias.

-Sin etiqueta, señores -exclamó Braulio, y se echó el primero con su propia cuchara.

Sucedió a la sopa un cocido surtido de todas las sabrosas impertinencias de este engorrosísimo, aunque buen plato; cruza por aquí la carne; por allá la verdura; acá los garbanzos; allá el jamón; la gallina por derecha; por medio el tocino; por izquierda los embuchados de Extremadura. Siguióle un plato de ternera mechada, que Dios maldiga, y a éste otro y otros y otros; mitad traídos de la fonda, que esto basta para que excusemos hacer su elogio, mitad hechos en casa por la criada de todos los días, por una vizcaína auxiliar tomada al intento para aquella festividad y por el ama de la casa, que en semejantes ocasiones debe estar en todo, y por consiguiente suele no estar nada.

-Este plato hay que disimularle -decía ésta de unos pichones-; están un poco quemados.

-Pero, mujer...

-Hombre, me aparté un momento, y ya sabes lo que son las criadas.

-¡Qué lástima que este pavo no haya estado media hora más al fuego! Se puso algo tarde.

-¿No les parece a ustedes que está algo ahumado este estofado?

-¿Qué quieres? Una no puede estar en todo.

-¡Oh, está excelente! -exclamábamos todos dejándonoslo en el plato-. ¡Excelente!

-Este pescado está pasado.

-Pues en el despacho de la diligencia del fresco dijeron que acababa de llegar. ¡El criado es tan bruto!

-¿De dónde se ha traído este vino?

-En eso no tienes razón, porque es...

-Es malísimo.

Estos diálogos cortos iban exornados con una infinidad de miradas furtivas del marido para advertirle continuamente a su mujer alguna negligencia, queriendo darnos a entender entrambos a dos que estaban muy al corriente de todas las fórmulas que en semejantes casos se reputan finura, y que todas las torpezas eran hijas de los criados, que nunca han de aprender a servir. Pero estas negligencias se repetían tan a menudo, servían tan poco ya las miradas, que le fue preciso al marido recurrir a los pellizcos y a los pisotones; y ya la señora, que a duras penas había podido hacerse superior hasta entonces a las persecuciones de su esposo, tenía la faz encendida y los ojos llorosos.

-Señora, no se incomode usted por eso -le dijo el que a su lado tenía.

-¡Ah!, les aseguro a ustedes que no vuelvo a hacer estas cosas en casa; ustedes no saben lo que es esto; otra vez, Braulio, iremos a la fonda y no tendrás...

-Usted, señora mía, hará lo que...

-¡Braulio! ¡Braulio!

Una tormenta espantosa estaba a punto de estallar; empero todos los convidados a porfía probamos a aplacar aquellas disputas, hijas del deseo de dar a entender la mayor delicadeza, para lo cual no fue poca parte la manía de Braulio y la expresión concluyente que dirigió de nuevo a la concurrencia acerca de la inutilidad de los cumplimientos, que así llamaba él a estar bien servido y al saber comer. ¿Hay nada más ridículo que estas gentes que quieren pasar por finas en medio de la más crasa ignorancia de los usos sociales; que para obsequiarle le obligan a usted a comer y beber por fuerza, y no le dejan medio de hacer su gusto? ¿Por qué habrá gentes que sólo quieren comer con alguna más limpieza los días de días?

A todo esto, el niño que a mi izquierda tenía, hacía saltar las aceitunas a un plato de magras con tomate, y una vino a parar a uno de mis ojos, que no volvió a ver claro en todo el día; y el señor gordo de mi derecha había tenido la precaución de ir dejando en el mantel, al lado de mi pan, los huesos de las suyas, y los de las aves que había roído; el convidado de enfrente, que se preciaba de trinchador, se había encargado de hacer la autopsia de un capón, o sea gallo, que esto nunca se supo: fuese por la edad avanzada de la víctima, fuese por los ningunos conocimientos anatómicos del victimario, jamás parecieron las coyunturas. «Este capón no tiene coyunturas», exclamaba el infeliz sudando y forcejeando, más como quien cava que como quien trincha. ¡Cosa más rara! En una de las embestidas resbaló el tenedor sobre el animal como si tuviera escama, y el capón, violentamente despedido, pareció querer tomar su vuelo como en sus tiempos más felices, y se posó en el mantel tranquilamente como pudiera en un palo de un gallinero.

El susto fue general y la alarma llegó a su colmo cuando un surtidor de caldo, impulsado por el animal furioso, saltó a inundar mi limpísima camisa: levántase rápidamente a este punto el trinchador con ánimo de cazar el ave prófuga, y al precipitarse sobre ella, una botella que tiene a la derecha, con la que tropieza su brazo, abandonando su posición perpendicular, derrama un abundante caño de Valdepeñas sobre el capón y el mantel; corre el vino, auméntase la algazara, llueve la sal sobre el vino para salvar el mantel; para salvar la mesa se ingiere por debajo de él una servilleta, y una eminencia se levanta sobre el teatro de tantas ruinas. Una criada toda azorada retira el capón en el plato de su salsa; al pasar sobre mí hace una pequeña inclinación, y una lluvia maléfica de grasa desciende, como el rocío sobre los prados, a dejar eternas huellas en mi pantalón color de perla; la angustia y el aturdimiento de la criada no conocen término; retírase atolondrada sin acertar con las excusas; al volverse tropieza con el criado que traía una docena de platos limpios y una salvilla con las copas para los vinos generosos, y toda aquella máquina viene al suelo con el más horroroso estruendo y confusión. «¡Por San Pedro!», exclama dando una voz Braulio difundida ya sobre sus facciones una palidez mortal, al paso que brota fuego el rostro de su esposa. «Pero sigamos, señores, no ha sido nada», añade volviendo en sí.

¡Oh honradas casas donde un modesto cocido y un principio final constituyen la felicidad diaria de una familia, huid del tumulto de un convite de día de días! Sólo la costumbre de comer y servirse bien diariamente puede evitar semejantes destrozos.

¿Hay más desgracias? ¡Santo cielo! ¡Sí las hay para mí, infeliz! Doña Juana, la de los dientes negros y amarillos, me alarga de su plato y con su propio tenedor una fineza, que es indispensable aceptar y tragar; el niño se divierte en despedir a los ojos de los concurrentes los huesos disparados de las cerezas; don Leandro me hace probar el manzanilla exquisito, que he rehusado, en su misma copa, que conserva las indelebles señales de sus labios grasientos; mi gordo fuma ya sin cesar y me hace cañón de su chimenea; por fin, ¡oh última de las desgracias!, crece el alboroto y la conversación; roncas ya las voces, piden versos y décimas y no hay más poeta que Fígaro.

-Es preciso.

-Tiene usted que decir algo -claman todos.

-Désele pie forzado; que diga una copla a cada uno.

-Yo le daré el pie: «A don Braulio en este día».

-Señores, ¡por Dios!

-No hay remedio.

-En mi vida he improvisado.

-No se haga usted el chiquito.

-Me marcharé.

-Cerrar la puerta.

-No se sale de aquí sin decir algo.

Y digo versos por fin, y vomito disparates, y los celebran, y crece la bulla y el humo y el infierno.

A Dios gracias, logro escaparme de aquel nuevo Pandemonio. Por fin, ya respiro el aire fresco y desembarazado de la calle; ya no hay necios, ya no hay castellanos viejos a mi alrededor. 


-¡Santo Dios, yo te doy gracias, exclamo respirando, como el ciervo que acaba de escaparse de una docena de perros y que oye ya apenas sus ladridos; para de aquí en adelante no te pido riquezas, no te pido empleos, no honores; líbrame de los convites caseros y de días de días; líbrame de estas casas en que es un convite un acontecimiento, en que sólo se pone la mesa decente para los convidados, en que creen hacer obsequios cuando dan mortificaciones, en que se hacen finezas, en que se dicen versos, en que hay niños, en que hay gordos, en que reina, en fin, la brutal franqueza de los castellanos viejos! Quiero que, si caigo de nuevo en tentaciones semejantes, me falte un roastbeef, desaparezca del mundo el beefsteak, se anonaden los timbales de macarrones, no haya pavos en Périgueux, ni pasteles en Perigord, se sequen los viñedos de Burdeos, y beban, en fin, todos menos yo la deliciosa espuma del champagne.

Concluida mi deprecación mental, corro a mi habitación a despojarme de mi camisa y de mi pantalón, reflexionando en mi interior que no son unos todos los hombres, puesto que los de un mismo país, acaso de un mismo entendimiento, no tienen las mismas costumbres, ni la misma delicadeza, cuando ven las cosas de tan distinta manera. Vístome y vuelo a olvidar tan funesto día entre el corto número de gentes que piensan, que viven sujetas al provechoso yugo de una buena educación libre y desembarazada, y que fingen acaso estimarse y respetarse mutuamente para no incomodarse, al paso que las otras hacen ostentación de incomodarse, y se ofenden y se maltratan, queriéndose y estimándose tal vez verdaderamente.


El Pobrecito Hablador, n.º 7, 11 de diciembre de 1832.

martes, 6 de abril de 2021

PALABRAS DE AMOR PARA UN MAR EN CALMA


 

TABAKALERA, las películas de la semana (7 al 10 de abril)


 7 de abril, 19:00

El bruto (1952). Dirección: Luis Buñuel. Organizan: Donostia Kultura, Filmoteca Vasca, Tabakalera, Elías Querejeta Zine Eskola, Festival de San Sebastián. Colabora: Filmoteca de la Generalitat Valenciana.



8 de abril, 19:00

De mére en fille (1968). Dirección: Anne Claire Poirier. Organizan: Filmoteca Vasca, Cinémathèque Québécoise e Instituto Vasco Etxepare. Colaboradores: Tabakalera y Museo de Bellas Artes de Bilbao. Este ciclo de cine se enmarca dentro del programa Saison Québec – Pays Basque.

9 de abril, 19:00

Darse Cuenta (2008). Dirección: Jessica Sarah Rinland, Reino Unido, 3’

Those That, at a Distance, Resemble Another (2019). Dirección: Jessica Sarah Rinland, Reino Unido, 67'.

10 de abril, 19:00

River of Grass (1994). Dirección: Kelly Reichardt, EUA, 75'.


11 de abril, 19:00

(REPETICION del programa del miércoles)

El bruto (1955). Dirección: Luis Buñuel. Organizan: Donostia KulturaFilmoteca VascaTabakaleraElías Querejeta Zine EskolaFestival de San Sebastián. Colabora: Filmoteca de la Generalitat Valenciana.

lunes, 5 de abril de 2021

CASA DEL LIBRO RECOMIENDA



Sara Mesa
Anagrama



Una obra escrita en tercera persona con pequeños y concisos diálogos.
La historia transcurre en La Escapa, un pequeño pueblo, ¿dónde?, no lo sabemos, pero no importa, en la España vacía seguro.
Nat, su protagonista, se muda allí dejando su antiguo trabajo, por un problema que tampoco sabemos del todo y que tampoco importa.
Allí, en La Escapa, empieza un nuevo empleo como traductora.
Alquila un piso cutre y lleno de goteras. Su casero igual de cutre y muchos adjetivos más y ninguno bueno, le regala un perro de bienvenida.
El resto de los habitantes también son peculiares; una joven deseando de salir de allí, Píter el hippie, Roberta y su marido, Andreas el alemán, y una familia que solo van los fines de semana.
Parecen que acogen a Nat con normalidad, pero no; y no solo se enfrentará a ellos, sino sobre todo a ella misma.

Aunque no ocurran grandes acontecimientos, poco a poco sin prisas pero sin pausas, la novela que con tan bien y con tampoco, es capaz de describir personajes, lugares, sentimientos , la soledad, las necesidades ; te va aferrando a ella incluso angustiando el comportamiento de Nat y sus vecinos.

A mi parecer una obra sencilla, clara, y directa que nos transmite muchas emociones.

No dudo leer en breve su ensayo Silencio administrativo.


SANDRA GARCÍA



domingo, 4 de abril de 2021

LAMIAK ETA LLORONAK

A partir del 19-04-2021, en Tejeria kalea.



Lamiak eta Lloronak es una iniciativa del proyecto “Ongi etorri eskolara”. Es una exposición inspirada en leyendas y mitologías contadas por vecinos y vecinas de orígenes variados. A la historia se puede acceder mediante un código QR, lo que convierte la exposición en doblemente atractiva.

Cuenta con obras de Nicaragua, Euskal Herria, Rumanía, Colombia, Nigeria, Marruecos, Senegal,... narradas en su idiomas de origen por personas de Ordizia, Zarautz y Andoain. 

Hasta el 12 de abril en el pasadizo de Egia



 




BACH, SIEMPRE BACH

 Y de Montaigne a Bach

Cuando estudiaba el bachillerato superior, yo ya había abandonado las creencias religiosas; sin embargo, no me importaba nada que llegara la Semana Santa y las emisoras se pusieran de luto bajo el franquismo, recogieran bártulos y solo emitieran música clásica. Aquellos cuatro días yo me transformaba en el más asiduo oyente de radio. Disfrutaba escuchando. Y lo que más se programaba, podéis suponerlo, era Bach. El inmenso Bach.

La pasión según San Mateo es una de las obras cumbre de la música. Y por increíble que parezca estuvimos a punto de perderla. Menos mal que un siglo después de que Bach la compusiera, llegó un jovencísimo Mendelssohn y la rescató del olvido. De hecho, durante aquella época se tenía en mayor aprecio a los hijos compositores que al padre de la saga Bach.

Todo el oratorio, con sus casi tres horas de duración, es una maravilla. Y da igual la fe que se profese o la que no se tenga, todo él es tan sublime que no es necesario participar de ninguna creencia para emocionarse ante su inmensa belleza.  

Os dejo el coro inicial Kommt, ihr Töchter (Venid, hijas) y el aria Erbarme dich, mein Gott (Ten piedad, mi Dios).




sábado, 3 de abril de 2021

MÁS MONTAIGNE Y MENOS MIEDO

Editorial

De vez en cuando saco a mi querido Montaigne para que se airee un poco y nos ofrezca su vieja sabiduría de pensador tranquilo. Creo oportuno recordar ahora que nos hallamos metidos en plena celebración de la muerte el capítulo XX del libro primero, ese en el que comienza recordando las palabras de Cicerón sobre el tema y un par de hojas más adelante nos ofrece estos párrafos:

Que no nos sea extraña, tratémosla, frecuentémosla, que nada tengamos tan a menudo en la cabeza como la muerte. En todo instante imaginémosla con todas sus caras. Al tropezar el caballo, al caer una teja, al menor pinchazo del alfiler, rumiemos al pronto: ¿Y si fuese la misma muerte? Y entonces, endurezcámonos y esforcémonos. En las fiestas y en la alegrías tengamos siempre este estribillo del recuerdo de nuestra condición y no nos dejemos tanto llevar por el placer, que no nos venga a la memoria de cuántas formas este contento está expuesto a la muerte y con cuántas trampas lo amenaza. Así hacían los egipcios, quienes en mitad de sus festines y rodeados de las viandas mejores, ordenaban traer la seca anatomía de un cuerpo de hombre muerto para que sirviese de advertencia a los convidados:

Omnem crede diem tibi diluxisse supremum.
Grata supervienet, quae non sperabitur hora.
[Piensa que cada día te ha amanecido como el último.
Grata sobrevendrá la hora que no se espere:
                                          HORACIO, epist. 1,4,13-14].

No sabemos dónde 
nos espera la muerte; esperémosla en cualquier lugar. La premeditación de la muerte es premeditación de la libertad. El que aprende a morir, aprende a no servir. El saber morir nos libera de toda atadura y coacción. No existe mal alguno en la vida para aquel que ha comprendido que no es un mal la pérdida de la vida (p 127. Traducción de Almudena Montojo. La negrita es mía).

Cervantes virtual tiene en línea la traducción completa que realizó Constatino Román y Salamero.

viernes, 2 de abril de 2021

LA LAVANDERA DE LOIOLA

Febrero 2021.

La lavandera
que se instaló en 2018 en el barrio de Loiola es obra de Dora Salazar, quien tiene, que yo sepa, otras dos obras de características similares en la ciudad: Reconstrucción y Clara Campoamor. De las tres, la única que tiene vida propia, y que la autora me perdone, es la primera, porque la gente del barrio se empeña en dotarla de vitalidad. En tan breve espacio de tiempo han sabido convertirla en un símbolo del lugar y darle la gracia, el humor y la expresividad que para sí quisieran otras muchas esculturas que duermen el sueño del olvido por la ciudad.

Así, la escultura urbana más vivaz y vitalista de Donosti —gracias a la entrega y el entusiasmo del vecindario—, durante los carnavales del pasado febrero, que coincidieron en fecha con el día de los enamorados, se puso elegante y se llenó de corazones para reivindicar el amor y la fiesta al mismo tiempo. Pero no se corta un pelo ni se le caen los anillos y va y se encapucha, cirio en mano, ahora que ha llegado la Semana Santa.


 El barrio, que es uno de los barrios suburbiales de la ciudad, bien merece un paseo hasta él, aunque solamente sea para disfrutar de esta lavandera transformista y divertida —por cierto, tienen además, un conjunto de arte urbano muy interesante—. Y sus gentes, que son quienes dan vida a su lavandera, el mejor de los elogios por este despliegue de ingenio y buen humor que nos recuerda los acontecimientos y días más señalados del calendario.

Celebrando san Isidro, patrón de baserritaras.


Y saliendo de entre los árboles de Júpiter
preparada para las fiestas del barrio.


Un "Día de la madre".

O vestida para celebrar las fiestas del barrio. Pero tiene muchos más trajes,
porque esta mujer no desperdicia ninguna ocasión del año para engalanarse.

jueves, 1 de abril de 2021

BAILARINAS Y FAUNO

Bailarinas. Paseo del Urumea.

No, no estamos ante ningún grupo escultórico de gran interés artístico. Ni tan siquiera se sabe quién lo hizo, si bien en algún sitio he visto que se atribuye al escultor italiano Antonio Frilli, y que se puede ver la firma en la base. Edorta Kortadi lo data en 1911, aunque el Atlas de esculturas de San Sebastián solo dice que es del primer tercio del siglo XX. Según Luis Murugarren se trajo de Italia cuando se renovó el Alderdi Eder y el Boulevard.

Sea como fuere, el caso es que ahí están ellas, alegres y risueñas, después de haber recorrido diversos puntos de la ciudad y de haber sufrido algunos percances, como la pérdida del brazo por parte de la bailarina central, que, afortunadamente, ha sido restaurado. 

Acaso la alegría de las danzantes proceda de lo próximas que se encuentran del dios Pan. Tan solo un puente y algo más de cien metros las separa de un futuro juguetón. O tal vez no.

Pan niño. Plaza de España.

 Y ahí está él, niño y descuidado, sin importarle lo más mínimo la tormenta que se está formando en el horizonte próximo, amenazando con dejar caer el contenido de medio océano sobre nuestras cabezas en breve tiempo. 

Tampoco hay aquí intención artística que vaya más allá del adorno urbano de calles, parques y jardines. Ni tan siquiera está la escultura censada en el Atlas de esculturas. 

Tanto este fauno tocando la flauta como las bailarinas del otro lado del Urumea, tienen ese aire infantil, casto e inocente, de decorado de una ciudad victoriana que se gusta a sí misma y percibe el futuro con optimismo.

A pesar del candor un poco simplón que transmiten ambas, a mí me gustan, quizás por la extraordinaria sencillez con que se presentan, por ese estar ahí sin importancia y sin pretensiones o, tal vez, por esa marmórea blancura que en días luminosos incita a tocarlas y fotografiarlas.

miércoles, 31 de marzo de 2021

EL CIELO NOCTURNO, ABRIL 2021


Agujero negro central de M87. Fuente:  Event Horizon Telescope (nasa)

La imagen representa la dirección de giro detectada (polarización) de las ondas de radio. La polarización es producida por el poderoso campo magnético que rodea al agujero negro supermasivo en el centro de la galaxia elíptica M87 . Las ondas de radio fueron detectadas por el Event Horizon Telescope (EHT), que combina datos de radiotelescopios distribuidos en todo el mundo. (Astronomy Picture of the Day).

***
PLANETAS: Mercurio podrá verso (con mucha dificultad) los últimos días del mes justo por encima del horizonte ONO después de ponerse el sol. Venus vuelve a verse a partir de la segunda quincena muy pegado al horizonte ONO. Marte es visible desde que anochece hasta poco antes de la medianoche. Júpiter es visible en el horizonte ESE poco antes de que amanezca. Saturno se ve aparecer sobre el horizonte ESE muy avanzada la madrugada.

LUNA: 12 de abril, luna nueva: 27 de abril, luna llena. Como coinciden luna llena y perigeo (hay solo doce horas de diferencia), tendremos la luna más grande y luminosa del año, lo que no es mucho decir, pero siempre crea mucha expectación.

LLUVIA DE METEOROS: las Líridas alcanzarán su máximo apogeo la noche del 22 al 23.

SATÉLITES ARTIFICIALES: para saber cuándo y dónde mirar, acudid a este enlace.

LA CASA DE LOS MURCIÉLAGOS

Es curioso, cuando vivía allí nunca presté demasiada atención a esta fachada. Ahora que me he ido de la ciudad y vuelvo a pasar por ella, parece que se me hace más atractiva. El caso es que no pude resistir pararme y hacerle un par de fotos.

Es cierto que hay muchas ciudades que tienen construcciones de estilo modernista, movimiento especialmente apreciado hoy por el turismo urbano, y cuyo máximo exponente en España es la ciudad de Barcelona. Irun, si no estoy equivocado, solamente tiene este ejemplo que mostrar, y no puede competir con ninguna de las construcciones levantadas por Gaudí. Pero, bueno, no deja de tener su atractivo, su lado simpático, gracias a esos murciélagos que adornan las barandillas del balcón, los que le han dado nombre a la casa.
  

Además de los murciélagos, sin duda el elemento decorativo más sugerente, hay que señalar las columnas en espiral adosadas que adornan la puerta principal, los balcones del segundo piso y las ventanas laterales, así como los gatos, águilas y conchas repartidos por diversos puntos de la fachada, y, por supuesto, esos bonitos miradores laterales.


La casa perteneció al médico-cirujano Victoriano Juaristi (1880-1949), que no solamente destacó en el campo de la medicina, sino que fue un personaje absolutamente polifacético y del que hay recuerdo en el callejero de ciudades como Irun, HondarribiaPamplona. Además de practicar la medicina, también se dedicó a escribir, componer música e incluso a la escultura. Esta última actividad es, tal vez, la más significativa y la más polémica, ya que su pertenencia al lado franquista y sus obras instaladas en Roncesvalles y Viana, respectivamente, fueron muy cuestionadas una vez acabada la dictadura. En la actualidad ya no están en los lugares donde se colocaron. El primero lo destruyó una tormenta; el segundo supongo que fue retirado.

martes, 30 de marzo de 2021

JUDITH JÁUREGUI-SCHUMANN

 

Judith Jáuregui es una de las grandes pianistas españolas. Ha llevado su buen hacer por los escenarios internacionales y ha colaborado con formaciones orquestales prestigiosas. Durante el año pasado publicó un disco Die romantische Seele (El alma romántica), dedicado a los hermanos Schumann, Clara y Robert

Simplemente, una delicia. 

TABAKALERA, las películas de la semana (31 de marzo-3 de abril)




Miércoles, 31 de marzo, 19:00

Subida al cielo (1951)


Dirección: Luis Buñuel. 
Organizador: Donostia Kultura + Euskadiko Filmategia - Filmoteca Vasca
Entrada



Organizador: Filmoteca Vasca + Cinémathèque Québécoise + Etxepare Euskal Institutua.
Entrada


Viernes, 2 de abril, 19:00

Ikusmira Berriak 2021

Selección de cortometrajes dirigidos por los residentes de Ikusmira Berriak de 2021.
Organizador: Tabakalera
Entrada


Sábado, 3 de abril, 19:00

Maite Arroitajauregi y Aranzazu Calleja


Las ganadoras del Goya a la mejor banda sonora original por Akelarre (Pablo Agüero, 2020), compartirán el proceso de creación de esta banda sonora recientemente premiada y de otros trabajos importantes para cine de su trayectoria como músicas y compositoras.
Organizador: Tabakalera
Entrada

domingo, 28 de marzo de 2021

EL DICCIONARIO DEL MENTIROSO

Editorial
Mountweazel: el sustantivo que hace referencia a estas entradas espurias pensadas e insertadas en un diccionario o en una enciclopedia como manera de proteger los derechos de autor. Desinformación, noticias falsas: te he pillado, colega. (p 98). Y no, no es broma. Tampoco es una invención de la novelista, Eley Williams. Las entradas ficticias existen y pueden ser, además de trampas para pillar a la gente que hace trampas, muy, muy divertidas. 

El diccionario del mentiroso es una deliciosa historia en la que cohabitan dos protagonistas: un lexicógrafo de finales del siglo XIX y una lexicógrafa actual. El primero trabaja para un diccionario enciclopédico exitoso, lleva toda su vida fingiendo que cecea, aunque curiosamente está al cargo de las palabras que empiezan por ese, es extraordinariamente patoso para las relaciones sociales y se llama Winceworth, lo que también tiene su gracia. La segunda trabaja en ese mismo diccionario enciclopédico, bueno es la única persona que trabaja en él, de hecho es becaria, y ha sido contratada para digitalizarlo, porque, vamos a ver, ¿quién quiere un diccionario enciclopédico en la era de internet?

La trama se nos presenta de forma paralela. Los capítulos se van alternado: uno para Winceworth y otro para Mallory; uno nos cuenta lo que pasaba hace más de un siglo y el siguiente lo que ocurre hoy. Así se van descubriendo misterios y se van yuxtaponiendo apariciones. Dos vidas muy distintas entrelazadas por una misma actividad... y por unas llamadas telefónicas amenazantes.

La abrumadora tarea de Mallory va a consistir en descubrir y eliminar todas las entradas ficticias, las mountweazel, que su predecesor, muy creativo y juguetón, fue colocando para poder definir todo tipo de situaciones, estados de ánimo y demás, que no encontraban definición en el resto de los diccionarios, y es que el lenguaje, ya lo sabemos, tiene muchas lagunas. También tendrá que atender las llamadas cada vez más amenazantes de un hombre que está apopléjico perdido por la nueva definición de matrimonio que incluye el swansby (Swansby es el nombre del diccionario enciclopédico).

El diccionario del mentiroso, una joyita llena de palabras estupendas, es una historia de amor dual audaz y divertidísima sobre cómo el lenguaje y las personas se cruzan y se conectan, y sobre hasta dónde somos capaces de llegar para salvar lo que nos apasiona. Es difícil no enamorarse de una historia en la que hasta unos impertinentes rotos sufren una grieta tipográfica. Leer esta novela llena de humor inteligente desde la A a la Z —los capítulos están ordenados alfabéticamente, como corresponde a un diccionario— es dejarse llevar por el amor a las palabras y, claro está, a las personas.

sábado, 27 de marzo de 2021

POETIKA 2021. LEIRE BILBAO

Iturria: Wikipedia

Datorren astelehenean, hilak 29, arratsaldeko 19:30-etan Koldo Mitxelenako areto nagusian, Poetika saioei hasiera emango zaie Leire Bilbaoren parte-hartzekin.

Leire Bilbaoren lanaren sarrera: Yolanda Arrieta.
Musika: Claudia Alduncin (klarinetea).
Aurkezpena: José Luis Padrón.





Bat-batean bakarrik igerilekuan
.

Tintaren lodiera duen putzu honen

tempoa da orain nirea:

ez hondoratzetik eusten didana,

ez nauena zutiarazten, ordea.

Herdoiletan igeri doan ugaltze-makina naiz,

beso, oin eta gogoaren beruna.



Hiru besakada eta ahokada laburra.



Sudurra urperatzen dut zaku amniotikoan.

Begiak atzerantz zabalik.

Kloroak bezainbeste

erretzen nau urzorroak,

harexek beste babesten.



Hiru besakada eta ahokada laburra.



Barrurantz noa.

Nirea da ur lohi hauen ardura

ilargi betearen zain dagoen anfibioarena.

Elkarri begira,

nire azalaren azal

nire zainen zain

nire ezkaten ezkata.



Hiru besakada eta arnasa laburra.



Nitik pentsatzeari uztean baino ez naiz naretzen,

ohartzean

nire hedapen hau ez naizela ni.



Eta askeago egin dut igeri. Une batez.

                      Etxeko urak. Susa, 2020.


***


Bertara joateko beharrezkoa da izena ematea:
Tl. 943 11 28 93 (08: 30etik 14:30era)

viernes, 26 de marzo de 2021

EL AZAR NUNCA DEJA CABOS SUELTOS

Ejemplar del KM
Estoy absolutamente convencido de que no hay mejor promoción de un libro de poesía que mostrar algún poema. Dicho esto, también debo añadir que algunas editoriales preparan unas ediciones verdaderamente atractivas por su contenido; así, por ejemplo, Cátedra, cuyos ensayos introductorios son verdaderamente admirables. En este caso, el trabajo de José Francisco Ruiz Casanova tiene la virtud de centrar perfectamente el quehacer creativo de Jenaro Talens y ofrece, además, una bibliografía completísima, como suele ser habitual en la colección.

Ya está. Ahora los poemas. Recojo aquí un par de poemas, uno de la primera época y otro más actual. El primero pertenece al poemario El vuelo excede el ala (1973), Fernando Torres Editor. El segundo, al más reciente Un cielo avaro de esplendor (2011), Editorial Salto de Página.


IMITACIÓN DE TU FU

I

Ver solo el desolado paisaje del otoño.
Mientras alguien pregunta por qué el estar aquí, en la montaña azul,
en este universo, diferente del mundo de los hombres.
Soy como el viajero temeroso de su pronta vejez,
sin fuerzas ya para enfrentarse a un sol
que la ceguera borra. Tengo un único anhelo:
que mi viaje continúe.
No pienso en el retorno. Sopla un viento en el sur
y a veces creo percibir un humo triste
el eco de un olvido sobre el aire gris.
Quizá el alba me encuentre demasiado al filo de la oscuridad.
El canto del gallo apagará mi lámpara. No sé.
Nada espero tampoco.
Miro esta niebla dulce del crepúsculo,
el río que corre bajo mis pies, las arrugas del agua,
los sauces silenciosos donde reposa el tiempo del amor.

II

El irrevocable rostro de la muerte
El cielo y la noche ardiendo como flores bajo la luna pálida.
La choza está vacía. El sonido de un corzo
cuyo temblor estalla en los maderos
de la cerca. Nadie me recibió.
El viento arroja sus cordeles. Y es la paja tan débil.
El torbellino de la juventud agoniza delante de mis ojos.
Veo cómo los animales destrozan mi morada.
El brusco zarpazo de los años mientras la noche llega.
Callan las luces en el horizonte. Me he apoyado en el muro.
El polvo se acumula sobre el techo. Hace frío.
La humedad ha corroído mis manos y mis pies.
La lluvia dibuja en las ventanas una mueca sombría.
El aliento del solitario rozando en los bambúes.
Larga es la noche del otoño. ¿Cuándo terminará?




LA TIRANÍA DEL INCONSCIENTE 

El árbol dijo a la semilla: 
"mírame absorto en mi raíz, en la 
savia que nace y corre en mi interior, 
(¿no oyes cómo circula 
por el azul del sueño?). En la corteza 
suena su música callada, 
el silencioso acontecer que fluye 
desde la tierra al vértigo del fruto". 

Y la semilla respondió: "no busques 
descubrirme en la luz, a mí que soy 
sol y origen de nadie. 
Pero llega la noche sin excusa 
y me invade tu voz, 
lo intransitivo de tu voz, 
la furia de tu sed 
junto a la mía".


Aquí podéis leer un excelente cuaderno (178 páginas) con una introducción del propio poeta y una amplia selección. 

jueves, 25 de marzo de 2021

MAIALEN BERASATEGIK IV. DK Poesia Lehiaketa irabazi du

 

Aritz Gorrotxategi (Balea Zuria), Maialen Berasategi eta Arantza Urkia (Donostia Kultura).

Gaur goizean, San Jeronimo aretoan, IV. Donostia Kultura Poesia lehiaketaren saria emateko ekitaldia egin dute.

Irabazleak, Maialen Berasategik, bi poema irakurri ditu:



Zorionak eta bide luzea egin dezazun arlo honetan, Maialen!

SAMANIEGO

Monumento a Samaniego.
Paseo del Collado.
Dicen que todo viaje produce conocimiento. Y parece que así es. Al menos, a mí me enseñó, que Samaniego no había nacido en el pueblo homónimo, sino en Laguardia. Bueno, no solo eso, pero eso sirvió para que me acercara a su biografía y para que me enterara del buen carácter que tenía, aunque este se le agrió un poco a causa de la polémica que mantuvo con el otro fabulista de la época, ya sabéis, Iriarte. De hecho, cuando estudiaba Historia de la Literatura en el instituto, yo los veía como una pareja indisoluble, como el Gordo y el Flaco: Iriarte y Samaniego. En mi ingenuidad adolescente eran dos buenos amigos que se dedicaban a escribir fábulas e iban por las escuelas enseñando a la infancia cuentos de buenas costumbres. 

En cualquier caso, mi vuelta por Laguardia ha servido para que me pusiera a buscar uno de los libritos más antiguos y de menor tamaño que tengo, y para que deje aquí constancia de que todo viaje tiene sus consecuencias, aunque sea tan diminuta en importancia como que alguien como yo encuentre un libro y recupere una lectura que tenía absolutamente olvidada... y no pueda ocultar esa inclinación bibliófila, de la que me mantengo alejado por falta de espacio y de dinero, pero que sirve para que muestre mi cariño a un ejemplar tan insignificante como este:

Este en concreto se salvó de la basura hace ya muchos años. Un alma caritativa pasaba por el sitio adecuado en el momento oportuno y me lo trajo. Aunque no llega al centímetro de grosor, tiene 172 páginas que se conservan muy bien y recoge la colección completa que Samaniego dedicó en nueve libros A los caballeros alumnos del Real Seminario Patriótico Vascongado. ¡Ahí es nada! La exclamación vale para la cantidad y para la dedicatoria.  Ignoro en qué año fue impreso porque, aunque no le falta ni una sola hoja, no lo pone por ningún lado. Eso sí, en el interior tiene una pegatina marcando su precio de venta: 7,50 pesetas. También ignoro si corresponde al año de impresión o es posterior.

Valga todo este circunloquio como preámbulo para traer hasta aquí la primera fábula que yo conocí, es decir, la primera que leímos en la escuela y, sin duda, una de las más populares, 


LA  LECHERA

  Llevaba en la cabeza
una lechera el cántaro al mercado,
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado,
que va diciendo a todo el que lo advierte
¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!
  Porque no apetecía
más compañía que su pensamiento,
que alegre la ofrecía
inocentes ideas de contento.
Marchaba sola la infeliz lechera,
y decía entre sí de esta manera:
  —Esta leche, vendida,
en limpio me dará tanto dinero,
y con esta partida
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos, que al estío
me rodeen cantando pío, pío.
  Del importe logrado
de tanto pollo, mercaré un cochino;
con bellota, salvado,
berza y castaña, engordará sin tino,
tanto, que pueda ser que yo consiga
ver cómo se le arrastra la barriga.
  Llevarélo al mercado,
sacaré de él, sin duda, buen dinero;
compraré de contado
una robusta vaca y un ternero,
que salte y corra toda la campaña
hasta el monte cercano a la cabaña.
  Con este pensamiento
enajenada, brinca de manera
que, a su salto violento,
el cántaro cayó: ¡Pobre Lechera!
¡Qué compasión! ¡Adiós leche, dinero,
huevos, pollos, lechón, vaca y ternero!
  ¡Oh, loca fantasía,
que palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría,
no sea que, saltando de contento,
al contemplar dichosa tu mudanza,
quiebre su cantarillo la esperanza.
  No seas ambiciosa
de mejor o más próspera fortuna,
que vivirás ansiosa
sin que pueda saciarte cosa alguna.
  No anheles, impaciente, el bien futuro;
mira que ni el presente está seguro
.

miércoles, 24 de marzo de 2021

TRES POEMAS ILUSTRADOS

Ariwara no Narihira (825-880) era nieto de los emperadores Heijō y Kanmu. se le consideró como el héroe principal de Los Cuentos de Ise

El poema tiene un doble sentido. La primavera se identifica con una mujer. El "viento del norte" el autor.

Monje Henjō (816-890). Yoshimine no Munesada fue oficial de la guardia imperial, pero cuando murió el emperador Ninmyō se retiró y se hizo monje. La historia de sus aventuras amorosas y de su conversión están recogidas en los Cuentos de Yamato.

Ki no Tomonori (m hacia 907). Era primo de Tsuruyaki y participó con él en la compilación del famoso Kokinshū. Murió poco después de acabada la antología. 

martes, 23 de marzo de 2021

TABAKALERA, LAS PELÍCULAS DE LA SEMANA (del 24 al 27 de marzo)


 

Miércoles 24, 19:00

Al morir la noche (Dead of night). 1945. Reino Unido. Dirección: Alberto Cavalcanti, Charles Crichton, Basil Dearden, Robert Hamer. Producción: Ealing Studios.

Jueves 25, 18:00

El milagro de Ana Sullivan (The Miracle Worker). 1962. EEUU. Dirección: Arthur Penn. Intérpretes: Anne Bancroft, Patty Duke, Andrew Prine, Inga Swenson, Victor Jory, Grant Code, Jack Hollander, Beah Richards, Kathleen Comegys, Judith Lowry, John Bliss. Presenta: Xurxo Mariño (neurofisiólogo, Universidade da Coruña).


Viernes 26, 19:00

VI Manifiestos fílmicos feministas. 

Seeing for ourselves - Women working with film, Margaret Williams, Gran Bretaña, 1983, 56'.

Plutonium Blonde, Sandra Lahire, Gran Bretaña, 1987, 16’.

Sábado 27, 18:00

Patric Chiha + Simone Barbès ou la vertu, Marie-Claude Treilhou, Francia, 1980.