miércoles, 13 de mayo de 2020

ONDINA Y EL LAGO ENCANTADO

Librerías

Yo intento convencerle de que las penas y las alegrías del amor están unidas unas a otras por un dulce y misterioso encanto, pero hablo en vano, porque no me cree. Y sin embargo, a través de las lágrimas puede brillar la sonrisa, y a veces la sonrisa trae consigo lágrimas...  

Medio siglo cumple esta edición que anda por casa. Un número suficientemente redondo como para dedicar a La Motte-Fouqué (1777-1843) y su Ondina un recuerdo, aunque el autor no sea uno de los grandes y la obra no vaya a pasar nunca a las páginas de oro de la literatura universal.

Lo primero que hay que advertir es que es esta una historia que podríamos etiquetar como "infantil-juvenil". Y, por favor, no os dejéis llevar por la ilustración de la sobrecubierta, muy del gusto —¿mal gusto?— de aquella época, y muy dirigida a la población lectora femenina preadolescente.

Ondina y el lago encantado es una emotiva historia fantástica, muy propia del romanticismo europeo, que nos cuenta la imposible relación entre una habitante del mundo acuático absolutamente deliciosa y un hombre que, como representante de la especie humana y sus limitaciones, no sabe apreciar lo que tiene. 

Las tradiciones populares, y también la mitología, han recogido desde muy antiguo el intento de relacionar a los seres humanos con seres de otros mundos. Pero las barreras para saltar de un lado a otro son siempre difíciles y casi siempre han terminado en fracaso. La mala utilización de la naturaleza y la incomprensión de sus leyes por nuestra parte suele ser el sustrato en el que se apoyan. 

Esta historia recoge el intento de Ondina por dotarse de un alma. Para eso necesita enamorarse de un humano y que este sea fiel. Ondina conocerá el amor, pero no su duración, y la barrera que separa a los seres humanos del resto de los seres de la naturaleza permanecerá, una vez más infranqueable.

El gran Goethe dijo de esta Ondina que era realmente encantadora. Si os queda una pizca de romanticismo en las venas, si no os disgustan las historias fantásticas de hadas y bosques y lagos, si aún conserváis la capacidad de conmoveros con historias de amor, seguro que estaréis de acuerdo con el autor del Fausto.

martes, 12 de mayo de 2020

HÖLDERLIN, "LO QUE PERMANECE LO FUNDAN LOS POETAS"


¡Feliz naturaleza! No sé lo que me pasa cuando alzo los ojos ante tu belleza, pero en las lágrimas que lloro ante ti, la bien amada de las bien amadas, hay toda la alegría del cielo.

Todo mi ser calla y escucha cuando las dulces ondas del aire juegan en torno de mi pecho. Perdido en el inmenso azul, levanto a menudo los ojos al éter y los inclino hacia el sagrado mar, y es como si un espíritu familiar me abriera los brazos, como si me disolviera el dolor de la soledad en la vida de la divinidad.

Ser uno con todo, esa es la vida de la divinidad, ese es el cielo del hombre. Ser uno con todo lo viviente, volver, en un feliz olvido de sí mismo, al todo de la naturaleza, esa es la cima de los pensamientos y alegrías, esta es la sagrada cumbre de la montaña, el lugar del reposo eterno donde el mediodía pierde su calor sofocante y el trueno su voz, y el hirviente mar se asemeja a los trigales ondulantes.

¡Ser uno con todo lo viviente! Con esta consigna, la virtud abandona su airada armadura y el espíritu de hombre su cetro, y todos los pensamientos desaparecen ante la imagen del mundo eternamente uno, como las reglas del artista esforzado ante su Urania, y el férreo destino abdica de su soberanía, y la muerte desaparece de la alianza de los seres, y lo imposible de la separación y la juventud eterna dan felicidad y embellecen al mundo.

A menudo alcanzo esa cumbre, Belarmino. Pero un momento de reflexión basta para despeñarme de ella. Medito, y me encuentro como estaba antes, solo, con todos los dolores propios de la condición mortal, y el asilo de mi corazón, el mundo eternamente uno, desaparece; la naturaleza se cruza de brazos, y no la comprendo.

¡Ojala no hubiera ido nunca a vuestras escuelas! La ciencia, a la que perseguí a través de las sombras, de la que esperaba, con la insensatez de la juventud, la confirmación de mis alegrías más puras, es la que me ha estropeado todo.

En vuestras escuelas es donde me volví tan razonable, donde aprendí a diferenciarme de manera fundamental de lo que me rodea; ahora estoy aislado entre la hermosura del mundo, he sido así expulsado del jardín de la naturaleza, donde crecía y florecía, y me agosto al sol de mediodía.

Sí, el hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona, y cuando el entusiasmo desaparece, ahí se queda, como un hijo pródigo a quien el padre echó de casa, contemplado los miserables céntimos con que la compasión alivió su camino.


Hölderlin (1793-1843) es uno de esos poetas imprescindibles de la literatura occidental porque enseñó a pensar poéticamente. Si es cierto que toda oración expresa un pensamiento, también es cierto que no todas las oraciones que se escriben merecen emplear en ellas el tiempo que tardamos en leerlas, pues lo que dicen es tan pobre, tan sabido, tan menesteroso que no mejoran el silencio. 

Hölderlin, muy estudiado por Heidegger, interpretado muy a su manera por Berteaux, consiguió hacer de su escritura una propuesta en la que se aunaban la naturaleza, el mundo griego, la revolución ilustrada y el ser humano. Y eso, en mi opinión, lo consigue de forma magistral con Hiperión, un texto a medio camino entre la narración, la epístola y la poesía. Tan entrañable y fácil de leer como El principito. Seguramente, la novela más conmovedora que conozco. 

Pero no me hagáis caso a mí, hacédselo a Thomas Mann quien para expresar la importancia de la propuesta estética y social de su compatriota dijo aquello de que las cosas andarían mejor si Marx le hubiera leído.




A LAS PARCAS


Sólo un verano me otorgáis, vosotras las poderosas
y un otoño para dar madurez al canto,
para que mi corazón, más obediente,
del dulce juego harto se me muera.

El alma que no obtuvo en vida derecho
divino, tampoco abajo descansa en el Orco;
pero si un día alcanzó lo sagrado, aquello
que es caro a mi corazón, el poema,

bienvenido entonces, oh silencio del reino de las sombras.
Contento estaré, aunque mi lira
allí no me acompañe; por una vez
habré vivido como un dios, y más no hace falta.


Este audio es de un recital que se produjo en la Fundación Juan March. En él la mezzosoprano Elena Gragera y el pianista Antón Cardó interpretan unos lieder que tienen textos de Hölderlin; el actor Ernesto Arias lee los poemas, y la profesora, investigadora y traductora Helena Cortés Gabaudan se encarga de los muy útiles y acertados comentarios. Si queréis ver el vídeo, lo tenéis aquí. No dejéis de ver o escuchar su ponencia sobre el poeta alemán, está enlazada con su nombre.

 

lunes, 11 de mayo de 2020

RICARDO III (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 26)



Ricardo III contiene dos de las frases más populares de Shakespeare. Con una de ellas da comienzo la obra, con la otra lo termina. La primera de ellas tiene un aire más culto, se utiliza mucho más en medios intelectuales, entre gente que escribe y ha servido para generar otros títulos —dos ejemplos ilustres: Steinbeck y Reverdy— e incluso crónicas periodísticas siempre que se alude a los malos tiempos pasados. Nada me extrañaría, por ejemplo, que cuando hayamos superado esta pandemia alguien comenzara una crónica con ella. Me estoy refiriendo a el invierno de nuestro descontento o el invierno de nuestra desventura, según traducciones. Así se abre la obra, con el primer parlamento del ambicioso duque de Gloucester, luego Ricardo III:

Ahora el invierno de nuestro descontento se vuelve verano con este sol de York; y todas las nubes que se encapotaban sobre nuestra casa están sepultadas en el hondo seno del océano. Ahora nuestras frentes están ceñidas por guirnaldas victoriosas; nuestras melladas armas, colgadas e trofeos; nuestras amenazadoras llamadas al arma se han cambiado en alegres reuniones, nuestras temibles músicas de marcha, en danzas deliciosas.

Cuando está a punto de acabar el último acto y Ricardo III ha sido derrotado, grita eso que seguramente todos hemos dicho alguna vez en un tono de broma, porque la situación no tiene ningún riesgo real, pero queremos darle una importancia de la que carece:

Ricardo: ¡Un caballo, un caballo! ¡Mi reino por un caballo! 
Catesby: Retiraos, señor: os ayudaré a encontrar un caballo. 
Ricardo: ¡Villano, he echado la vida a una tirada de dados, y afrontaré el azar de la suerte! Creo que hay seis Richmond en el campo: he matado a cinco en vez de él. ¡Un caballo, un caballo! ¡Mi reino por un caballo!

Y no voy a hablar de esa otra que he colocado en negrita, que también tiene lo suyo. Así es Shakespeare.

Con Ricardo III nos encontramos ante una de las reflexiones sobre la ambición de poder y la maldad más potentes de la literatura. La perversidad de este personaje es similar a la de Yago en Otelo. La diferencia entre uno y otro radica en que Yago carecía de poder político y este, en cambio, tiene poder y quiere llegar a tenerlo de forma absoluta. Hará cualquier cosa y traicionará a cualquier persona, ya sea amante, familiar o amigo, con tal de sentarse en lo más alto de la escala política. Curiosamente, esos dos papeles fueron interpretados por el mismo gran actor en el teatro español, José María Prada, y a quien tenemos la suerte de ver en este Teatro de siempre de 1967.

Por si alguien tiende a identificar la obra con un libro de historia no viene mal recordar que aquí estamos ante una propuesta dramática para llevar a cabo una reflexión sobre la ambición humana, el poder y la maldad. El Ricardo III que nos presenta Shakespeare poco tuvo que ver con el histórico. La verdad del arte no necesita de los hechos verdaderamente acontecidos, pero puede ser tan intensa y verdadera como ella.


domingo, 10 de mayo de 2020

UN ÁRBOL, UN REY Y LA EPOPEYA MÁS ANTIGUA DE LA LITERATURA

Cedro del Líbano. Parque de Cristina enea.


Tal vez sea por el confinamiento o tal vez sea porque el otro día andaba uno de los pavos del parque glugluteando como un loco desde lo alto de una de las ramas de este magnífico cedro del Líbano, el caso es que desde que podemos salir a pasear estoy más atento a todas esas maravillas que tengo a unos cuantos pasos de casa y que habitualmente no me paraba mucho a contemplar. Vamos, que estoy algo así como haciendo turismo alrededor de mi domicilio y entre voceo y voceo del pavo —era macho y estamos en época de celo—, saqué el teléfono del bolsillo y tomé un par de imágenes. 

Los árboles son seres vivos extraordinarios por muchas razones. Si hablamos de tamaño, entre ellos están los mayores seres vivos que podemos encontrar en la Tierra. Este cedro es un estupendo ejemplar, aunque "solo" tiene 25 metros de altura y 5 de diámetro en su tronco. Pero lo que a mí se me hace más atractivo es que se trata de un tipo de árbol unido directamente con nuestra imaginación. El cedro del Líbano aparece en la primera epopeya escrita de la historia de la humanidad, La epopeya de Gilgamesh, que, por si no la habéis leído, debéis saber que no solamente influyó en Homero, sino también en la Biblia. 

En ella podemos leer la aventura de los dos amigos, Enkidu y Gilgamesh, en lucha con el monstruo Humbaba cuando llegan al bosque de cedros. Comienza así:

Allí se pararon admirando el bosque

contemplando los elevados cedros

contemplando la entrada al bosque


Por donde Humbaba había ido y venido

había una huella

El sendero lucía recto y muy recorrido


Vieron entonces la Montaña del Cedro

paradero del trono de diosas y dioses.

        
                                                                  

Pero si las aventuras de Gilgamesh, rey de Uruk, se os hacen demasiado lejanas y su lucha contra la muerte no es suficiente para mover vuestro afecto e interés por este árbol, acaso sintáis un poco más próximas las menciones que de él se hacen en el Levítico cuando Moisés ordena a los sacerdotes hebreos que usen la corteza del cedro del Líbano en el tratamiento de la lepra: Si la plaga de lepra ha desaparecido del leproso, mandará tomar para el que se ha de purificar dos avecillas vivas, madera de cedro, un hilo de púrpura e hisopo... (Levítico 14:3 y 4); o cuando Salomón ordena construir el Templo de Jerusalén: Construyó la casa "Bosque del Líbano", de cien codos de largo, cincuenta codos de ancho y treinta codos de alto, sobre tres filas de columnas de cedro y capiteles de cedro sobre las columnas (1 Reyes, 7:2).

Pero también podríamos mencionar que las naves fenicias que surcaron el Mediterráneo entero llevando su alfabeto por todos los pueblos costeros estaban hechas con la madera de este árbol. O que la actual bandera del país que les da nombre tiene su dibujo en el centro de la misma. Ya véis si hay motivos más que suficientes para detenerse delante de este magnífico árbol y dejarnos llevar durante un momento a través de la historia porque su adn está inscrito en nuestra vida. El turismo de proximidad siempre tiene algún regalo esperándonos.


sábado, 9 de mayo de 2020

FLORENCIA



No seré yo quien diga que Florencia es la ciudad más bella del mundo, pero a mí es una de las que más me gusta de cuantas conozco y no en vano el síndrome de Stendhal también se conoce como síndrome de Florencia, y aunque yo no lo haya padecido, sí puedo decir que ha sido en esa hermosísima ciudad donde me he encontrado más cerca de la felicidad que produce la belleza que en ninguna otra de cuantas he visitado. 

Todavía hoy puedo recordar con absoluta nitidez la emoción que me causó encontrarme frente a la puerta del paraíso, entrar por primera vez en la Plaza de la Señoría, plantarme ante el David de Miguel Ángel en el Museo de la Academia, recorrer las salas de los Uffizi y tropezar con Botticelli o penetrar en la iglesia de Santa María del Carmine y dar de bruces con Masaccio.

Toda Florencia rezuma belleza, toda Florencia está impregnada tanto en mi memoria personal como en la más libresca y académica de formas y arquitecturas que tengo grabadas en la parte de la conciencia que asocio con lo sublime. Por eso, descubrir este vídeo encargado por el Ayuntamiento de la ciudad me ha hecho una ilusión especial y lo he sentido como propio. Los poco más de mil kilómetros que me separan de ella en línea recta, afectivamente no son nada.

Nos veremos pronto, claro que sí, aunque para eso tenga que practicar turismo de km 0, es decir, ir andando o en bicicleta.

viernes, 8 de mayo de 2020

VENDRÁN MÁS Y ABRIRÁN NUEVOS CAMINOS



Vendrán más y abrirán nuevos caminos, 
descubrirán formas aún no imaginadas
y aunque los lenguajes sean muchos y distintos,
llegarán y nos hablarán más claro,
sabrán explicar lo que aún no entendemos.
Descubrirán el peso de lo humano en la materia 
y el hálito matérico de nuestros gustos.
Dejarán un aliento de bondad palpitando
entre lo más oscuro del ser
y nuestro afecto por lo mágico.
Unificarán el vuelo de las aves,
la lentitud del pensamiento
y el interno quehacer de lo invisible.

Otros vendrán

y seremos mejores
y más sabios.

            
Este poema lo publiqué por primera vez el 11 de marzo de 2013, al día siguiente de haberlo escrito. Es el que cierra la colección y el que expresa más nítidamente el deseo de que realmente nuestra sociedad sea mejor algún día.

ANTONIO Y CLEOPATRA (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 25)

Se ha dicho multitud de veces que Shakespeare no es original, que toma sus historias y argumentos de otros textos que saquea, pero los engrandece de tal forma que aquello que era trivial y sin gracia pasa a ser en sus manos algo realmente interesante y lleno de vida. Creo que esta es una ocasión inmejorable para ofrecer un ejemplo de eso que tantas veces se dice.

Thomas North tradujo al inglés las Vidas paralelas de Plutarco. De ese texto se valió Shakespeare para componer sus Julio César, Coriolano y esta que ahora comento, Antonio y Cleopatra. La cita es un poco larga, pero merece la pena. En el capítulo XXVI de su vida de Marco Antonio, el Plutarco de North describe la primera aparición de Cleopatra así:

Por lo cual, cuando ella recibió diversas cartas, así del propio Antonio como de los amigos de este, hizo tan poco caso y se burló tanto de él, que no se dignó avanzar de otra manera más que tomando en el río Cidno su barca, cuya popa era de oro, las velas de púrpura y los remos de plata, manejados y movidos al son de la música de flautas, oboes, cítaras, violas y otros instrumentos parecidos que tocaban en la barca. Y en cuanto a la persona misma de ella, iba acostada bajo un dosel de tela tejida de oro, aparejada y ataviada de la manera como se pinta comúnmente en los cuadros de la diosa Venus; y junto a ella, a cada lado, unos graciosos niñitos vestidos como los pintores suelen retratar al dios Cupido, con abanicos en sus manos, con los cuales la abanicaban. Sus damas y doncellas, asimismo las más hermosas, estaban vestidas como las ninfas Nereidas (que son hadas de las aguas) y como las Gracias, gobernando unas el timón, tendiendo otras los aparejos y jarcias de la barca, de la cual salía una maravillosa emanación de perfumes que perfumaban la parte del embarcadero, atestada de innumerable multitud de personas. Algunas de ellas seguían la barca a lo largo del río; otras salían corriendo de la ciudad para verla entrar, de modo que al final corría a verla multitud de personas, unas tras otras, que Antonio se quedó solo en la plaza del mercado, en la silla imperial donde daba audiencia.

Y esto queda transformado así en el segundo acto, escena segunda: 

ENOBARBO: Desde su primer encuentro con Marco Antonio, se metió su corazón en su bolsa; fue sobre el río Cidno.
AGRIPA: Allí apareció, en efecto; o el que me lo ha referido se la imaginó felizmente.
ENOBARBO: Vaya contároslo. La galera en que iba sentada, resplandeciente como un trono, parecía arder sobre el agua. La popa era de oro batido; las velas, de púrpura, y tan perfumadas, que se dijera que los vientos languidecían de amor por ellas; los remos, que eran de plata, acordaban sus golpes al son de flautas y forzaban al agua que batían a seguir más a prisa, como enamorada de ellos. En cuanto a la persona misma de Cleopatra, hacía pobre toda descripción. Reclinada en su pabellón, hecho de brocado de oro, excedía a la pintura de esa Venus, donde vemos, sin embargo, a la imaginación sobrepujar la naturaleza. En cada uno de sus costados se hallaban lindos niños con hoyuelos, semejantes a Cupidos sonrientes, con abanicos de diversos colores. El viento parecía encenderles las delicadas mejillas, al mismo tiempo que las refrescaba, haciendo así lo que deshacía.
AGRIPA: ¡Oh, espléndido espectáculo para Antonio!
ENOBARBO: Sus mujeres, parecidas a las nereidas, como otras tantas sirenas, acechaban con sus ojos los deseos y añadían a la belleza de la escena la gracia de sus inclinaciones. En el timón, una de ellas, que podría tornar por sirena, dirige la embarcación; el velamen de seda se infla bajo la maniobra de esas manos suaves como las flores, que llevan a cabo listamente su oficio. De la embarcación se escapa invisible un perfume extraño, que embriaga los sentidos del malecón adyacente. La ciudad envía su población entera a su encuentro, y Antonio queda solo, sentado en su trono, en la plaza pública, silbando al aire qUe, si hubiera podido hacerse reemplazar, habría ido también a contemplar a Cleopatra, y creado un vacío en la Naturaleza.
AGRIPA: ¡Maravillosa egipcia!

Esta es la diferencia.

Para no alargar excesivamente esta entrada, tan solo quiero recordar que Antonio y Cleopatra es la obra que Shakespeare dedica a la pasión erótica. El personaje femenino, Cleopatra, brilla por encima de todos los demás —¿qué raro, verdad?—. Rica en matices y en acciones, se mueve siempre en el terreno del límite, de lo impreciso, de lo indeterminado; por eso, todavía hoy los especialista siguen discutiendo acerca de si es lujuria o es amor lo que mueve a los protagonistas; si son héroes trágicos o, por el contrario, se dejan arrastrar por sus defectos... Decidir estas y otras cuestiones compete a quien lee y a su capacidad de dejarse arrastrar o no por las palabras, tarea siempre grata cuando lo que tenemos delante de los ojos es un texto tan rico como este.

jueves, 7 de mayo de 2020

MALLORCA, LA PRIMERA CINTA SONORA REALIZADA POR UNA MUJER DEL CINE ESPAÑOL



Este es el misterioso corto del que hablan todos los medios de comunicación estos días. Misterioso porque no se tenía ni idea de que existiera y gracias al confinamiento, o casi, ha aparecido en la Filmoteca Nacional. Hasta ahora se creía que el primer film sonoro dirigido por una mujer era El gato montés (1935), de Rosario Pi. Sin embargo, la datación de este corto corresponde a un período de tiempo situado entre 1932 y 1934. 

Lo curioso del caso no es en sí la aparición del material, que lo es —parece que llegó a la Filmoteca con un lote con cintas de productores mallorquines de los años veinte y fue archivada como una película muda de aquella década—, sino que no haya ningún dato de la directora, María Forteza, ni en archivos cinematográficos ni en la prensa de la época. Ni de ella, ni de la cinta, ni de nada, lo que hace pensar que se produjo en un ambiente un tanto privado. Y esto también resulta extraño por tratarse de una película que utilizaba un sistema absolutamente novedoso de sonorización, estar dedicada a la promoción de un espacio regional importante y estar concebida como homenaje a Isaac Albéniz. Pero bueno, para eso está la investigación histórica, para descubrirnos elementos que todos ignorábamos antes.

Mallorca permanecerá disponible hasta mañana, 8 de mayo a través de la colección #DoréEnCasa del canal de Vimeo de Filmoteca. Aprovechad antes de que la quiten.

LA NECESARIA PRESENCIA DE LO COTIDIANO


No puedo competir
con las magníficas vidrieras del tiempo de los monjes
ni con los muros que defendieron 
las antiguas ciudades 
de los bárbaros ataques enemigos.
No poseo el impulso de la épica
ni atesoro las virtudes técnicas del arte.
Vivo en un suburbio,
alejada del esplendor de las construcciones singulares.
No soy nada más que un poco de escayola
a la que el azul del cielo dignifica su presencia.

Carezco del atractivo de lo extraordinario,

pero la luz del día
y el humilde trabajo cotidiano
han moldeado en mí 
la profunda belleza 
de estar diariamente
a vuestro lado.

miércoles, 6 de mayo de 2020

OBSERVAR LA LUNA DESDE CASA



Observar la Luna desde el balcón de casa es posible gracias a la enorme luminosidad de nuestro satélite, capaz de hacer frente a la enorme contaminación lumínica de las ciudades. Unos prismáticos 7x50 o 10x50 son los más apropiados —el primer número indica el aumento; el segundo, el diámetro de abertura de la lente frontal—. Si disponemos de un telescopio, mejor aún, porque nos va a permitir observar pequeños detalles. Incluso podemos llegar a realizar fotografías muy elementales, como las que aquí aparecen, sin disponer de cámara acoplada al telescopio, que es lo que hay que hacer si queremos dedicarnos a la fotografía astronómica.

Estas dos imágenes las realicé ayer desde un balcón cuya situación no es precisamente la más apropiada para observar el cielo. La calle es estrecha y tengo enfrente otros edificios a 20 metros escasos de distancia. La Luna, casi llena, estaba solamente un par de grados sobre el tejado de una de las casa vecinas. Y no dispongo de cámara para realizar fotografía astronómica que pueda acoplar al ocular del telescopio. De hecho, las realicé colocando el objetivo de un ipad sobre el ocular. Aún así no me parece que el resultado sea desastroso.

El telescopio es un dobson de 200 mm de abertura y 1200 mm de longitud focal. El ocular que utilicé es un 5 mm. Es la mayor potencia de aumento de la que dispongo, esto es, 240 aumentos. Dicho de otra manera: es como si estuviese mirando hacia la Luna situado a una distancia de 1.600 kilómetros. Esto significa que su imagen "no cabía" entera dentro del visor, solo podía ver una parte de ella. Así la zona que se ve perfectamente redondeada NO es el límite del satélite, sino el límite del tubo del telescopio. 

Borde SSE de la Luna. Fotografía del 5-05-2020.

Algunos detalles técnicos para entender correctamente las imágenes. He dicho que el telescopio es un dobson, es decir, es un reflector, un telescopio que refleja la imagen en un espejo. Por lo tanto, lo que se ve en el visor está invertido, lo de arriba está abajo y lo de la izquierda aparece a la derecha. A simple vista o con prismáticos lo que vemos es esto —las zonas señaladas corresponden, aproximadamente, a las zonas recogidas en las fotografías—:

Luna llena del pasado mes. Fotografía de Irene.

Otra cuestión importante a la hora de observar, y que conocen bien quienes hacen fotografía, es que la luz frontal aplana las imágenes. Por eso buscamos las primeras horas del día o de la tarde para fotografiar. A la superficie lunar le ocurre lo mismo, recibe la luz solar y donde esta da de forma perpendicular queda totalmente aplanada, de ahí que no sea el mejor momento para observarla cuando está llena. Lo mejor es ir buscando el borde donde se aprecia el relieve lunar, la llamada zona de terminador, la línea que separa la zona iluminada de la zona sin luz. Ahí sí podemos apreciar el relieve lunar, tal y como podéis comprobar en las dos primeras fotografías. Y como esta línea cambia según las fases, lo mejor, si la atmósfera lo permite, es ir observando cada día para poder descubrir el variado relieve que conforma la cara visible de la Luna.

HOMENAJE A GLADYS, XABIER LAKA

Homenaje a Gladys, Xabier Laka. Cristina enea.

Este conjunto escultórico de pequeño tamaño se encuentra en la zona más alta del Parque Cristina eneaEs obra de Xabier Laka, quien la realizó en recuerdo y homenaje a la activista ecologista Gladys del Estal, muerta por la Guardia Civil en 1979 en el transcurso de una manifestación antinuclear que tuvo lugar en Tudela el 3 de junio.

El grupo escultórico está realizado en piedra caliza gris y compuesto por tres figuras maternas de formas muy suaves y redondeadas que forman un círculo. Tanto las formas elegidas para representar las figuras como la disposición de las piezas casan muy bien con las ideas que asociamos a la maternidad: cuidado de la vida, proximidad, ternura, suavidad, protección...

Es una lástima que el vandalismo no las haya respetado. El daño más grave puede apreciarse en la fotografía: a la figura materna de la derecha le falta la cabeza. También le debía de faltar a quien se la rompió.

martes, 5 de mayo de 2020

CHARLOTTE STIEGLITZ y HEINRICH STIEGLITZ

Ch. Stieglitz. Fuente: Wikipedia.
H. Stieglitz. Fuente: pirckheimer-gesellschaft
La historia de esta pareja de poetas es tan romántica como tristemente trágica.

Ella era niña hipersensible y muy inteligente que encontraba alivio en la escritura. Él, un brillante bachiller que apuntaba un futuro extrordinario como poeta.

Charlotte tiene 16 años cuando conoce a Heinrich y queda subyugada por su personalidad. Hienrich soñaba con convertirse en el gran poeta alemán. Se enamoran. Se casan. Viven separados durante el tiempo que él tarda en terminar los estudios (A. Boeckh, von Raumer y Hegel serán sus maestros).

El feliz matrimonio comienza a tener problemas cuando la enfermedad aparece por su casa. En 1826 —ella 20, él 25— los problemas se agudizan y nada parece detenerlos. Charlotte y Heinrich se abisman en el sufrimiento. Ella estaba convencida de que solamente un shock podría salvarlo a él. Se avecina la tragedia. El 29 de diciembre de 1834 le envía a un concierto. Ella se prepara. Se acuesta y se apuñala el corazón. En su escrito de despedida decía que se mataba para producirle una conmoción tal que lo liberara de su colapso psíquico.

Heinrich siguió viviendo 15 años más, pero no llegó nunca a recuperar la brillantez de sus primeros versos.

EL OASIS

¿Cómo consigue la palmera su verde penacho?
¿Cómo gotea el silencioso arroyo?
¡Y en el exterior el sol abrasa,
El mar de arena asciende, hay marea alta!

Un colorido vestido de flores
Está esparcido en el suelo,
Y desde la flores, puro y brillante,
Salta susurrando sobre la fresca fuente. 


Muchos compositores utilizaron sus poemas para componer lieder, entre ellos Fanny Hensel, Felix Mendelssohn, Carl Loewe, Heinrich Marschner, Conradin Kreutzer, Carl Gottlieb Reissiger, Ludwig Berger y Bernhard Klein.

lunes, 4 de mayo de 2020

CIMBELINO (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 24)

La obra tiene muchos sentimientos justos, algún diálogo natural y algunas escenas agradables, pero se logran a expensas de mucha incoherencia. Señalar lo loco de la ficción, lo absurdo de la conducta, la confusión de los hombres, y los modales de diferentes tiempos y la imposibilidad de los acontecimientos en todo sistema de vida, sería desperdiciar la crítica en una imbecilidad sin consistencia, en faltas demasiado evidentes para detectarlas, y demasiado groseras para agravarlas. Así se expresaba Samuel Johnson en su The Plays of William Shakespeare con respecto a esta obra; obra que, por cierto, era muy del gusto de los románticos. Pero ya sabemos que los gustos son cambiantes y van y vienen según las modas. 

Cimbelino es, ciertamente, una propuesta bastante alocada en la que su autor, en plena madurez, diría yo que decide hacer lo que le da la gana, recoger ideas y argumentos ya utilizados en otras —los celos del Otelo, los enredos cortesanos de El rey Lear o los más de calle de La comedia de los errores— para darse el gusto de mostrarnos que la realidad puede consistir en un enriquecimiento y la verdad en un auténtico exceso, como recordó Skura en su análisis psicoanalítico sobre de algunas situaciones y problemas que en ella se presentan.

Veamos: Cimbelino, rey en la antigua Britania romana tiene dos hijos desparecidos desde que eran pequeños y una hija, Imógena, que se ha casado en secreto y sin consentimiento paterno con un simple caballero, Póstumo. Cimbelino está casado en segundas nupcias con una mala malísima, pero él no se entera. La mala malísima tiene un hijo estúpido y engreído, Cloten —que suena como rotten, podrido—. Rey y reina quieren que Imógena, que es un dechado de virtudes, se case con Cloten. Para que olvide a Póstumo, que es buena persona, pero bastante simple, lo mandan a Roma. Luego aparecen los hijos perdidos y hay una batalla entre romanos y britanos, y todos toman parte en ella, incluso cambiando de bando. La victoria es para los buenos, que son todos, aunque en el calor de la refriega se han aporreado malamente. Al final, sale a la luz la verdad. Todo se aclara y la felicidad los acoge en su seno.

Aunque, como casi siempre en este tipo de obras, el personaje más interesante es el de la chica, o sea, Imógena, mira por dónde quien tiene el parlamento más adecuado a esta especie de autoparodia shakespeariana es el de Póstumo que, después de la batalla, y mientras está en la cárcel antes de que se aclare todo, tiene un sueño —como Segismundo— en el que logra ver a su familia. Cuando despierta, encuentra un libro a su lado donde puede leer su futuro, en clave, por supuesto: 

"Cuando un leoncillo desconocido de sí propio encuentre, sin buscarla, una criatura delicada como el aire y sea abrazado por ella; cuando las ramas cortadas de un cedro real, muertas después de numerosos años, revivan, se junten al viejo tronco y reverdezcan, entonces Póstumo verá el fin de sus miserias, la Bretaña será afortunada y florecerá en la paz y la abundancia". Es todavía su sueño, o es la estofa de esos discursos de los locos, engendrados por la lengua, sin el socorro del cerebro. Es una de estas dos cosas, o no es nada. O estas palabras carecen de sentido, o tienen uno que el buen juicio no puede por sí solo descubrir. Sea lo que fuere, las peripecias de mi existencia se parecen a este libro, y quiero guardarlo, aunque sólo sea por simpatía (acto V, esc 4).

No apta para racionalistas integrales ni para fundamentalistas del realismo. En cualquier caso, bastante más divertida que la realidad circundante y menos dañina.

domingo, 3 de mayo de 2020

REGALOS DEL DÍA



HERÁCLITO - BORGES

Editorial
La oscuridad de Heráclito es famosa desde la misma antigüedad de sus contemporáneos. Que se expresara mediante frases crípticas y sentenciosas —Acoplamientos: cosas íntegras y no íntegras, convergente y divergente, consonante y disonante; de todas las cosas Uno y Uno de todas las cosas. / La armonía invisible vale más que la visible. / Ellos no entienden cómo lo que difiere está de acuerdo consigo mismo: la armonía consiste en tensiones opuestas, similares a las del arco y la lira— y que, además, solamente nos hayan llegado un puñado de ellas, no facilita el trabajo de estudio y comprensión.
Editorial

Heráclito puede ser caracterizado como el filósofo del devenir , de la contradición, de la guerra, de la dialéctica. Sea como fuere, ha ejercido una notable influencia. Hegel sacó un gran partido a la armonía de los contrarios. Nietzsche lo admiraba: Su talento es el más raro y menos natural; en un sentido excluye y amenza a todos los otros talentos (La filosofía en la época trágica de los griegos). Heidegger le dedicó un un par de seminarios. Sin embargo, es posible que nadie haya expresado mejor que Borges la esencia misma de su pensamiento.



Heráclito camina por la tarde 
de Éfeso. La tarde lo ha dejado,
sin que su voluntad lo decidiera,
en la margen de un río silencioso
cuyo destino y cuyo nombre ignora.
Hay un Jano de piedra y unos álamos.
Se mira en el espejo fugitivo
y descubre y trabaja la sentencia
que las generaciones de los hombres 
no dejarán caer. Su voz declara:
Nadie baja dos veces a las aguas
del mismo río. Se detiene. Siente
con el asombro de un horror sagrado
que él también es un río y una fuga.
Quiere recuperar esa mañana
y su noche y la víspera. No puede.
Repite la sentencia. La ve impresa
en futuros y claros caracteres
en una de las páginas de Burnet.
Heráclito no sabe griego. Jano,
dios de las puertas, es un dios latino.
Heráclito no tiene ayer ni ahora.
Es un mero artificio que ha soñado
un hombre gris a orillas del Red Cedar,
un hombre que entreteje endecasílabos
para no pensar tanto en Buenos Aires
y en los rostros queridos. Uno falta.

                  De La moneda de hierro.

sábado, 2 de mayo de 2020

TROILO Y CRÉSIDA (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 23)

Troilo y Crésida tiene un punto nihilista e "intelectual" que no se suele percibir la primera vez que se lee o se ve representada. Es la primera de las "comedias problema" y, tal vez, la más enigmática de las tres. Se basa en una leyenda romántica medieval de la guerra de Troya —Crónica Troyana—, pero que nada tiene que ver con el mundo clásico griego, es decir, con la Ilíada, aunque aparezcan los personajes y la época.

Pero es que, además, como muchas veces ocurre con las obras de Shakespeare, hay posibles referencias y alusiones que no son visibles a no ser que nos hayamos informado previamente. Así, en este caso, parece que en su Aquiles debemos leer una sátira del por entonces caído en desgracia conde de Essex. También deberíamos percibir una parodia de la retórica de Chapman y de la actitud moralizante de Jonson. Pero esto es hilar muy fino; trabajo, en definitiva, de especalistas. Quedémonos en lo que sí podemos percibir hoy: la deslealtad amorosa, la falsedad del honor y la inutilidad de la guerra.

Troilo y Crésida es básicamente dos obras en una. Por un lado, la tragicomedia de la muerte de Héctor, asesinado por Aquiles. Por otro, la traición de Troilo por parte de Crésida, que se entrega a Diomedes cuando tiene que abandonar la ciudad de Troya y entrar en el campamento griego. Todo esto nos aleja mucho de la clásica historia de los héroes griegos. Troilo es un engreido y un enamorado del amor; Héctor, su hermano, un inconstante y codicioso; Agamenón, Néstor y Áyax, unos descerebrados; todos, en definitiva, son personajes poco admirables, y la guerra, la gran locura humana.

Así, pues, Shakespeare utiliza la historia de la guerra de Troya como punto de partida, pero la dota de un carácter completamente diferente, solo un poco más próximo al Troilo y Crésida de Chaucer. A Shakespeare le interesa más ahondar en las relaciones humanas. Y en este profundizar sobre lo humano toda la historia adquiere un tinte sombrío y pesimista, un carácter amargo y oscuro. Las diferencias entre su historia y las de sus predecesores son muchas, tanto en contenido como en los aspectos más "decorativos".

Las palabras meditabundas de Héctor en la escena 5 del acto IV bien pueden representar ese tono en el que se mueve la obra:

...Todo el fin lo corona
Y el viejo árbitro común, el tiempo, 
Pondrá término un día.

O estas otras de Ulises en la tercera escena del tercer acto:

Pues que ingenio, hermosura, 
Alcurnia, fuertes huesos, mérito en el servicio de valía, 
Amistad, caridad y amor, están sujetos 
Al tiempo calumnioso y envidioso.

Aquí os dejo esta valiente puesta en escena del Teatro dei Borgia (está en italiano):



viernes, 1 de mayo de 2020

EL CIELO NOCTURNO, MAYO 2020

Fuente: NASACopyright : Yuzhe Xiao

  • PLANETAS: Mercurio solo es visible la segunda quincena (21, 22 y 23 muy cerca de Venus). Venus es visible, pero a medida que avanza el mes va perdiendo altura hasta casi dejar de ser visible. Marte es visible como una hora y media antes del alba en el horizonte ESE. Júpiter es visible de madrugada al comenzar el mes, pero va adelantando la salida y a finales de mes aparece en el cielo poco después de medianoche. Saturno aparece en cielo por detrás de Júpiter a unos 5º de distancia.
  • LUNA: día 7, llena; día 22, nueva.
  • LLUVIA DE METEOROS: las Eta-Acuáridas alcanzarán su máxima actividad la noche del día 5.
  • SATÉLITES ARTIFICIALES: para saber dónde y cuándo mirar consultad aquí, o descargaos la aplicación de heavens-above y así lleváis la información siempre en el teléfono.

jueves, 30 de abril de 2020

TADEUSZ ZIELINSKI, LA PASIÓN POR COMUNICAR

Voy de una consulta a otra y termino en el apartado dedicado a la bibliografía de La tradición clásica, libro que nadie interesado en la cultura clásica debería dejar de leer. 

Allí, en el apartado bibliográfico, tropiezo con un par de párrafos absolutamente magistrales, modelo de escritura y de divulgación. Pertenecen a T. Zieliński y traducidos, supongo, por Antonio Alatorre, que es quien tradujo el libro de Highet.

De Zieliński leí con enorme placer el único libro suyo que hay en castellano, Historia de la civilización antigua. Gracias a él descubrí —esto es anecdótico— cómo multiplicaban y dividían los antiguos egipcios. Una joya de libro.

Pero vayamos con los párrafos, que son un modelo de cómo hay que escribir divulgación para hacer atractivo lo que se explica sin perder ni un ápice de todo el conocimiento que hay detrás de ese trabajo:

Quien tenga la dicha de caminar por alguna de esas grandes calzadas que desde tiempos antiquísimos han sido para la humanidad arterias vitales de intercambio —las que conducen de la planicie lombarda hacia el norte y el oeste pasando por los Alpes—, experimentará una sensación inolvidable: le parecerá haber tocado con sus dedos el pulso mismo de la historia universal. Todos los tiempos han dejado su recuerdo en esas calzadas: aquí nos encontramos con una atalaya romana que nos habla de las campañas de Marco Aurelio; allá con un castillo señorial que nos evoca la visita de algún Hohenstaufen a tierras extranjeras; este barranco recuerda a Haníbal; ese pantano, a Napoleón; aquel puente, a Suvarof; un epigrama de Catulo inmortalizó ese lago; un terceto de Dante aquel valle; una página de diario de Goethe, este panorama; en el peñasco de más allá se alberga, como pájaro extraviado, el recuerdo de los amores infelices de Tristán e Isolda.

Pero no, no nos está hablando de las calzadas romanas; el libro va de Cicerón y de su influencia a través de los siglos —Cicero im Wandel der Jahrhunderte—. Sigamos leyendo: 

Una sensación análoga experimenta quien lee a Cicerón [está hablando de leerlo en latín], si es alguien que conoce la historia; y esa experiencia bastará por sí sola para revestir a Cicerón de un valor afectivo incomparable —aun admitiendo que sus caricaturistas tengan razón en cuanto dicen sobre su valor efectivo—. Esta idea la tenía San Jerónimo encerrada en su corazón, a pesar de su juramento; con aquella se esforzó Diderot por combatir la "superstición" de la posteridad. Ese pensamiento cautivaba a Petrarca; aquel conmovió "mucho y hondamente" a Lutero en medio de sus atormentadas dudas. Esta es la perla que Bossuet engastó en el oro de su estilo; ese es el brillante acero con que fraguó su daga un jacobino. Esta frase ganó para el patriarca de Ferney una sonrisa mundana de labios de sus lindas admiradoras; aquella hizo llorar a los espantados jueces de Luis XVI. Es, ciertamente, un placer único e imborrable; pero es preciso no retroceder ante el esfuerzo que requiere, pues no se puede negar que existen senderos por los cuales se camina con más facilidad que por una vieja calzada romana.

Si es que entran ganas de aprender latín de verdad para poder sucumbir en la prosa de Cicerón, y alemán para poder leer el libro de Zieliński enteroEsta es la diferencia entre quien llena de conocimientos sus libros y quien coge todos esos conocimientos y los llena de vida.

miércoles, 29 de abril de 2020

BOECIO, CONSUELO DE LA FILOSOFÍA

A Boecio (¿480-525?) una historia de la filosofía de bachillerato no le va a dedicar más de un exiguo párrafo. Más o menos el mismo espacio que le dedica una historia universal o una historia de la literatura, y más o menos con las mismas palabras. Boecio no tiene la importancia que tuvieron en el pensamiento medieval Agustín de Hipona, Tomás de Aquino o Anselmo de Canterbury; pero, en cambio, aparece en las tres historias. Incluso aparecería en una historia de la música, si es que hubiera tal en el bachillerato. 



¿Pero qué motivos podríamos alegar hoy para leer a Boecio? ¿Qué podemos encontrar en este autor que llame nuestra antención, que merezca ser atendido en época de confinamiento? 

La primera y más poderosa razón es precisamente esa: el consuelo. Boecio escribió el texto cuando se encontraba ya en la cárcel y se sabía condenado a muerte. Si él supo hallarlo a través del diálogo ficticio con la Filosofía, más lo encontraremos nosotros, cuya situación es infinitamente más leve que la suya. Conviene recordar aquí que su texto ha sido el modelo que han seguido otros muchos para enseñarnos a encontrar belleza y calma en medio de la tormenta.

Pero hay muchas más: 

Este librito ejerció una poderosa influencia durante unos mil años, los que duró la larga Edad Media. Es una síntesis de muchos argumentos de otros filósofos que le precedieron, recogidos de manera sencilla. Está lleno de emoción, no es, como alguien podría pensar, una exposición fría y acional de argumentos —Van Doren dijo de él que era un libro que solo un corazón de hierro podría leer sin derramar una sola lágrima—. Los problemas que encara Boecio son los problemas que todos tenemos que encarar alguna (o muchas) veces en la vida. Es estupenda la comparación que hace entre el universo físico y la ley moral y que recuerda el famoso épilogo de Kant en su Crítica de la razón práctica. La conmoción que causa comprobar cómo la Filosofía "cura" a este ser humano aherrojado a la muerte inmediata y reducido al surimiento. Y, por último, y aunque sea anecdótico, por su mismo nombre, derivado del griego βοηθέω que significa ayudar, socorrer, curar.

Id rumiando: 

3.– Considero, en efecto, que más aprovecha a los hombres la fortuna cuando les es contraria que cuando les favorece; pues si se muestra propicia, engaña con sus falsas apariencias de felicidad; si es adversa, no puede menos de ser sincera, ya que sus mismas alternativas demuestran su inestabilidad.

4.– La una engaña, la otra instruye; aquélla seduce con falsos bienes para encadenar las almas de los que llegan a probarlos; ésta libera al espíritu por el conocimiento que le da acerca de la fragilidad de la dicha humana. Así, a la buena fortuna imagínala tornadiza, con sus vestiduras flotantes a merced de los vientos, siempre ignorante de sí misma; la mala fortuna, la que vosotros así llamáis, la verás recogida, discreta, con su túnica ceñida, juiciosa y prudente, aleccionada con la experiencia de la desgracia.

5.– En una palabra, la próspera fortuna aparta del bien verdadero con sus caricias seductoras; la adversa, trayendo a los hombres prendidos en su arpón, los hace volver muchas veces al camino de la verdadera felicidad (Libro 2º, Prosa 8ª). 

Y si queréis saber algo más sobre Boecio, este audio de poco más de 20 minutos os ayudará a tener una idea sobre esta persona extraordinaria que tuvo el valor de ofrecernos consuelo cuando él estaba a punto de perder la vida:


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PS: Las dos ediciones que aparecen arriba no son las únicas, pero sí son las más fáciles de encontrar. Existe una muy barata editada por Maxtor (Valladolid) y otra para bibliófilos, que seguramente no bajará de los 50 €, editada por Cieza en 1966 y con traducción de fray Alberto de Aguayo de 1518. Por supuesto, también lo tenéis en un montón se sitios en internet. Os dejo uno. La mía era la de Austral.