Sinceramente, no creo que haya libro que aúne oportunidad y diversión mejor que este para sobrevivir al confinamiento. Y si alguien piensa que esta cuarentena en la que vivimos es de nuestra exclusividad, solamente tiene que abrir el libro de Boccaccio para darse cuenta de que no es así.
De 1347 a 1353 —una vez más—, la peste diezmó la población europea. Boccaccio comenzó a escribir el Decamerón en 1348, cuando la enfermedad golpeaba Florencia. Escribe una historia con siete mujeres y tres hombres que huyen de la ciudad para confinarse en una finca a salvo del contagio. Para entretener a los demás, cada uno de los personajes debe contar cada día una historia. Cada jornada tiene un tema sobre el que deben tratar las narraciones, excepto el primero. Lo sabemos, lo sabían, contar historias siempre ha sido una de las mejores maneras de entretenernos.
No voy a hablar de los muchos méritos literarios de la obra, creadora, como han señalado tantos especialistas, de la prosa moderna y primera "novela" del continente, antes de haber entrado en la modernidad. De los tres grandes de la literatura italiana —Dante, Petrarca, Boccaccio— él es el que mejor se lee en la actualidad, el que no ha perdido ni una pizca de su atractivo.
La ocasión es ideal para perderos entre sus páginas, porque además de encontrar historias amables, inteligentes y muy divertidas, puede que os hagáis un favor si es que vivís en pareja. Y todo eso sin abandonar un cierto toque crítico e irónico cuando es necesario, como la famosísima historia del judío indeciso entre seguir siéndolo o pasarse al cristianismo (novela segunda).
Por supuesto, y esto es otro mérito más del libro, la Iglesia católica lo incluyó en el Índice de libros prohibidos cuando el Concilio de Trento lo creó en 1564. Esto motivó que fuera uno de los libros más leídos por los clérigos católicos.
Insisto, no os lo perdáis. Es oportuno, es divertido y se puede leer poquito a poco, pues está compuesto por cien cuentos (diez noches, diez cuentos cada noche) que podéis dejar y volver a coger cuando queráis. Como estímulo para que os animéis, Pasolini nos dejó una especie de resumen cuando en 1971 filmó su Decamerón particular. Pero no es nada más que un aperitivo.