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miércoles, 19 de junio de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (Heinrich Heine)

Traductor: Jesús Munárriz
#unlibrounpoema


Alemania, un cuento de invierno hay que leerlo de principio a fin, no se pueden entresacar unas estrofas porque no hay poemas independientes como en otros muchos libros de poesía. Es una historia y hay que leerla completa. Por ofrecer algo, he transcrito el caput I, es decir, el primer capítulo de los XXVII que contiene. En él sí aparece el objetivo y el deseo que motiva el resto. Sirva de introducción y para despertar las ganas de leer esta sátira política de la primera mitas del siglo XIX. Como alguien dijo, no es casualidad que Heine entablara amistad y colaborara con Marx en Neue neuerheinische Zeitung 

 

CAPUT I
 

Fue en el triste mes de noviembre,
—los días se agrisaban,
deshojaba el viento los árboles—
cuando viajé a Alemania.

Y cuando llegué a la frontera,
sentí un palpitar más fuerte
en mi pecho; incluso creo que
empezaron a gotear 
mis ojos.

Y al oír la lengua alemana,
sentí una cosa extraña:
creo que era como si el corazón
sangrara muy a gusto.

Cantaba con un 
arpa una niña
con sentimiento auténtico
y voz desafinada, aunque a mí
me conmovió su música.

Cantaba de amores y penas de amor,
de abnegación y reencuentro
allá arriba, en el mundo mejor,
donde todo dolor se esfuma.

Cantaba del valle de lágrimas terrenal,
de alegrías pronto deshechas,
del más allá, donde el alma goza
radiante en la gloria eterna.

Cantaba la vieja copla de la resignación,
el tralaralá del cielo
con que se arrulla, cuando lloriquea,
el pueblo, ese gran trasto.

Conozco la música, conozco la letra,
y a los señores que la han escrito;
sé que a escondidas bebían vino
en público predicaban el agua.

Otra canción, nueva y mejor,
amigos, quiero componeros
Aquí en la tierra queremos fundar
nosotros el reino de los cielos.

Queremos ser felices aquí
y no pasar más hambre;
el vientre perezoso no debe atiborrarse
de lo que produjeron manos laboriosas.

Crece aquí abajo suficiente pan
para todos los hijos de los hombres,
también rosas y mirtos, belleza y placer,
y no menos guisantes dulces.

¡Sí, guisantes para todo el mundo,
en cuanto estallen las vainas!
El cielo se lo dejamos
a los ángeles y a los gorriones.

Y si al morir nos crecen alas
iremos a visitaros
allá arriba, y comeremos con vosotros
los más gloriosos pasteles y tartas.

¡Un canto nuevo, un 
canto mejor,
como de flautas y violines!
Ni el Miserere suena ya
ni doblan las campanas.

La virgen Europa se ha prometido
al hermoso genio de la libertad;
yacen uno en brazos del otro,
saborean su primer beso.

Y aunque falte la bendición del cura,
su boda es igual de válida.
¡Viva la novia y viva el novio
y sus futuros hijos!

Mi canto es un canto nupcial,
es el mejor, y nuevo.
Se alzan en mi alma las estrellas 
de la más alta inspiración.

Estrellas entusiastas, de salvaje ardor,
deshechas en torrentes de llamas...
Me siento maravillosamente fuerte,
¡capaz de partir robles!

Desde que pisé suelo alemán,
corren por mí mágicas savias;
el gigante ha vuelto a tocar a su madre
Y le resurgen las fuerzas.

***


domingo, 28 de mayo de 2023

G. HERRMANN: Du bist wie eine Blume (H. Heine)


No recuerdo ni de dónde ni de cuándo me viene la frase achacamos a la casualidad nuestras desgracias, nunca nuestra fortuna, pero este microvídeo es la prueba exactamente de todo lo contrario. 

Acudí un día más sin mirar el programa al concierto del XIV Ciclo de Música de Cámara. Cuando ya habíamos superado la primera parte, oigo que Leticia Vergara anuncia, entre las tres piezas que van a interpretar justo después del descanso, una brevísima composición del poco conocido G. Herrmann que tiene por letra un poema de Heine. Yo, que el próximo día 6 de junio tengo una tertulia sobre el poeta alemán, emocionado ante tanto afortunado azar, saco deprisa y corriendo el teléfono. 

Para que se entienda bien la magnitud de la venturosa casualidad debo contar que no se trata solamente de la tertulia y el poeta, es que, además, Leticia fue vecina durante más de treinta años en la ciudad donde tendrá lugar la tertulia y el poema ¡es uno de los que había seleccionado para comentar, porque guarda algunas sorpresas en su aparente sencillez!

Esto es lo que mi querida mezzosoprano canta:

Du bist wie eine Blume,
So hold und schön und rein;
Ich schau’ dich an, und Wehmuth
Schleicht mir in’s Herz hinein.

Mir ist, als ob ich die Hände
Auf’s Haupt dir legen sollt’,
Betend, daß Gott dich erhalte
So rein und schön und hold.


Y esta la traducción que Elisabeth Siefer:

Eres como una flor
tan bella, dulce y pura;
mi corazón, al mirarte
se vuelve triste con ternura.

Es como si debiera
ponerte mi mano sobre la cabeza,
pidiendo a dios que te guarde
tan pura, tan dulce, tan bella.

Guardo los comentarios sobre el poema para la tertulia —hoy es domingo y toca música—, agradezco a las tres intérpretes la generosa autorización para que pudiera utilizar el vídeo y os recomiendo que, si tenéis la posibilidad, busquéis alguna de las ¡388 veces! que ha sido musicalizado, entre otros por Schubert, Liszt, Wagner, Bruckner, Brahms, Rachmaninoff o Sibelius, aunque la más conocida de todas es la que realizó Schumann.

Y ahora disfrutad de la interpretación que Leticia Vergara (voz) Leticia del Monte (clarinete) y Vanessa Gardebien (piano) hacen de esta breve e intensa creación de Gottfried Herrmann, a pesar de que la grabación esté realizada con un teléfono de bolsillo y el auditorio no esté tapizado de madera.

***

sábado, 13 de mayo de 2023

HEINRICH HEINE

Fuente: Wikipedia.

Siguiendo la tradición tan germánica de poner música a los poemas, Heine también recibió una amplia atención por parte de compositores como Schumann, Schubert, Mendelssohn, Liszt, Brahms, Pfitzner, Wolf, R. Strauss y otros más. Este Libro de las canciones se convertiría pronto en uno de los libros de poemas más atendidos por el público lector y por los músicos del siglo XIX.  

Las composiciones que más gustaban en su tiempo eran las más propia y tópicamente románticas, es decir, las canciones de amor y desamor, que se movían entre lo profundamente melancólico y las manifestaciones de amor eterno. Un ejemplo: 

XL

Cuando oigo la cancioncilla 
que me cantaba mi amada
quiere atravesarme el pecho
un impetuoso dolor.

Un oscuro anhelo entonces
me lleva a lo alto del bosque,
y allí se desata en lágrimas
mi inacabable aflicción.

(Traducción: Jesús Munárriz. Intermezzo lírico, 2020). 

Y aquí interpretada magistralmente por Thomas Quasthoff. La partitura fue creada por Schumann. 


Sin embargo, su evolución de poeta romántico hacia poeta político, si bien valió para que sus compatriotas Engels y Marx lo consideraran el poeta alemán más importante después de Goethe, hizo que perdiera el favor de la crítica y de los textos escolares durante mucho tiempo. Todavía en 1936, un tal Lutz exigía que se le condenara al ostracismo literario: Heine no debe figurar en ningún manual de literatura ni en ninguna antología escolar. No debe investigarse sobre Heine, ni editor alguno debe publicar su obra (estamos en pleno auge del nazismo). 

Todavía en 1966 se podía leer en un informe sobre la enseñanza en la República Federal: Para quien estudiaba literatura en una escuela federal después de 1945, el nombre de Heine apenas le decía nada, a no ser que hubiera tenido un profesor especial. En los planes de estudio, en los manuales de lectura y en las antologías, Heine, caso de figurar, ocupaba un lugar inferior a autores como Eichendorff, Hauptmann o Kafka (sic).

Las dos citas las he tomado de Historia de la literatura alemana, Cátedra, 1991.

***

viernes, 5 de mayo de 2023

HEINRICH HEINE

 

Editorial

Editorial

Editorial

Escribe Munárriz en su Nota del traductor al Intermezzo lírico: La poesía de Heine puede considerarse a un tiempo la culminación del romanticismo alemán y el final de esa corriente. Romántico como ninguna es su poesía juvenil, de la que su Intermezo lírico es la mejor muestra. Pasados los años. Alemania, un cuento de invierno y Atta Troll, el sueño de una noche de verano, de shakesperianos subtítulos, se apartarán de la lírica para, entre sátira y épica, abrir para la poesía alemana caminos por los que transitarán más tarde Bertolt Brecht, Erich Fried o Hans Magnus Enzensberger (p 157).

Heine, el poeta que más determinante influencia tuvo sobre Bécquer a través de su poesía primera, es, sin embargo, el más consciente y abiertamente político de los poetas románticos. En la Historia de la literatura alemana (Cátedra, 1991) se puede leer: Desde el exilio en París, a partir de 1831, Heine finaliza la iniciada crítica al romanticismo, "poesía de desmayo", con una serie de publicaciones teóricas (...) En ellas, Heine ofrece una particular interpretación y define la nueva función social de la literatura. Heine se colocará en  la vanguardia de los escritores (...) para quienes, según sus palabras y su programa "no existe diferencia entre vida y literatura; la política es inseparable de la ciencia, el arte y la religión, y los artistas son al mismo tiempo tribunos y apóstoles" (p 244).

Disponéis de una breve selección de poemas que prepararé para una tertulia de 2013.

***



lunes, 30 de enero de 2023

SUBIR AL ORIGEN. Antología comentada de poesía occidental no hispánica (1800-1941)

Editorial
El profesor de la universidad de Oviedo, José María Castrillón, ha publicado hasta ahora los siguientes títulos de creación:
-La sonrisa de un delfín (Heracles y Nosotros, 1991), 
-Animal de compañía (Nómadas, 1998), 
-Aún por recorrer (Magua, 2004), 
-La vieja munición (Idea, 2005), 
-el círculo y la piedra (Trea, 2006), 
-gramos (Trea, 2010).

Todos ellos son poemarios. Este último, en cambio, es una antología que tiene un fuerte carácter didáctico (o si lo preferís, divulgativo), pues al mismo tiempo que ofrece una selección de textos de la época de la que se ocupa, realiza una introducción de carácter general sobre las características más sobresalientes de ese período histórico, así como otra individual para que ayudar a colocar los textos personales dentro del paorama de la época o de la tendencia en la que se inscriben y a la que aportan nuevos elementos estilísticos y poéticos. Sabido es que toda expresión creativa de alguna relevancia tiene su origen en una tradición sobre la que se construye y a la que, a su vez, modifica. 

Además del recorrido que hace —Wordsworth, Novalis, Leopardi, Keats, Baudelaire, Verlaine, Rimbaud, Whitman, Dickinson, Mallarmé, Rilke, Yeats, Cavafis, Apollinaire, Pessoa, Eliot, Saint-John Perse, Stevens, Eluard, Montale, Benn, Ajmátova— y que no tiene ninguna intención de convertirlo en canónico, ofrece otro itinerario posible para recorrer lo que fue la poesía occidental no hispánica durante ese crucial siglo y medio. En este caso sin selección de textos, pero sí con comentarios precisos y relevantes que ayudan a quien se quiera iniciar en la otra lectura de esa misma tradición occidental y tener así una panorámica más completa —Hölderlin, Heine, Coleridge, Byron, Shelley, Blake, Nerval, Hopkins, Laforgue, Poe, Pound, W. C. Williams, Moore, Frost, Crane, Valéry, Ungaretti, Trakl, Mayakovski, Breton, Tzara, Tsvetáieva—.

Y por si todo esto resultara poco, cada poeta antologado se cierra con un apartado que Castrillón titula como Homenaje en la poesía hispánica. Aquí se recoge un brevísimo comentario sobre la incidencia que ha tenido en la poesía escrita en castellano más un poema que algún poeta ha escrito a manera de homenaje o que ha surgido por la influencia que el poeta antologado ha ejercido en el autor de escritura hispana.

Una antología especialmente recomendable para quienes deseen tener una visión panorámica inicial acerca de la poesía que se practicaba durante ese período.

PS: No transcribo ningún texto porque en este mismo blog podéis encontrar muchos poemas de la casi totalidad de los autores recogidos o citados en la antología.

***


domingo, 3 de enero de 2021

SCHUBERT, SERENETA

 

Esta es una de las piezas más bellas y populares creadas por el genial vienés. Forma parte de la colección póstuma de lieder que lleva por título El canto del cisne. El título lo decidió el editor, en la creencia de que esos lieder eran algo así como el testamento musical de Schubert. Fueron, efectivamente, sus últimas composiciones antes de morir a la temprana edad de 31 años. 

En las salas de conciertos esta Serenata se suele interpretar como pieza musical sin la voz humana. Pero lo cierto es que fueron compuestas para acompañar textos de los poetas Ludwig Rellstab (1799-1860) y Heinrich Heine (1797-1856). La canción ponía música a este poema de Rellstab:

STÄNDCHEN

Leise flehen meine Lieder

Durch die Nacht zu dir;

 

In den stillen Hain hernieder,

Liebchen, komm zu mir!

 

Flüsternd schlanke Wipfel rauschen

In des Mondes Licht,

 

Des Verräters feindlich Lauschen

Fürchte, Holde, nicht.

 

 

Hörst die Nachtigallen schlagen?

Ach, sie flehen dich!

 

Mit der Töne süßen Klagen

Flehen sie für mich.

 

Sie verstehn des Busens Sehnen,

Kennen Liebesschmerz,

 

Rühren mit den Silbertönen

Jedes weiche Herz.

Laß auch dir die Brust bewegen,

Liebchen, höre mich,

Bebend harr' ich dir entgegen!

 

Komm, beglücke mich!

 

SERENATA

Suavemente te suplico con 

mis canciones a través de la noche;

 

Aquí, abajo, en la tranquila arboleda,

¡Amada, ven a mi lado!

 

Murmurantes,  las esbeltas copas susurran

A la luz de la luna,

 

Del acecho hostil del traidor 

No temas, tú, amada.

 

 

¿Oyes gorjear a los ruiseñores?

¡Ay! Ellos te suplican,

 

Con el sonido de dulces quejas

Suplican por  mí.

 

Comprenden el anhelo de mi pecho,

Conocen el dolor del amor,

 

Conmueven con sus argénticos sonidos

A todo tierno corazón.

Deja también conmoverse tu pecho,

Amada, escúchame;

¡Trémulo aguardo el encuentro!

 

¡Ven, hazme feliz!



Así, pues, aquí está en la voz del soprano Dietrich Fischer-Dieskau (1925-2012:

sábado, 19 de octubre de 2019

UN POEMA DE HEINE

En el Intermedio lírico del Libro de las canciones, de Heinrich Heine, nos encontramos con la canción número XXXIII:
Editorial

Ein Fichtenbaum steht einsam
Im Norden auf kahler Höh’.
Ihn schläfert; mit weißer Decke
Umhüllen ihn Eis und Schnee.

Er träumt von einer Palme,
Die, fern im Morgenland,
Einsam und schweigend trauert

Auf brennender Felsenwand.

J. L. Reina Palazón lo traduce así:

Un abeto solo se halla
al norte, el alto encalvece.
Se duerme, con blanca manta
lo envuelven hielo y nieve.

Sueña con una palma
que lejos en el oriente,
se apena sola y callada
en despeñadero ardiente.

En una primera lectura podemos entender que se trata del típico y tópico lamento romántico sobre el amor no correspondido, o el amor imposible, que hace desgraciadas a las personas presentadas aquí a través del abeto y la palma. Los géneros facilitan esta idea, pues tanto en alemán como en castellano el primero es masculino y la segunda tiene género femenino. Puede ser. Pero también podemos leer la canción en clave judía: él era de familia judía, estudió en una escuela israelita y mientras trabajaba con su padre, conoció el gueto judío de Fránkfort del Meno.

El poema encaja perfectamente si lo entendemos como una alusión a la tradición de la poesía amorosa judía que tiene como referente la inalcanzable Sión, personificación de la mujer amada, que a su vez es la patria perdida. El Salmo 137, uno de los favoritos de Heine, comienza así: Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos / y llorábamos acordándonos de Sión. La palmera solitaria, erguida sobre un despeñadero ardiente, sería una referencia en clave a la Jerusalén de la que les han apartado.

Incluso puestos a buscar alusiones, los versos de Heine se pueden leer como un homenaje a la más famosa de la odas dedicadas a esa ciudad, Jerusalén. Me refiero a la casida que Yehuda Ha'Levi escribió, ese gran poeta del XII, la época dorada de los judíos en la Península (Sefarad); poeta, por cierto, que Heine adoraba. El primer verso de su oda dice así: Mi corazón está en Oriente, y yo en los confines de Occidente.

Incluso partiendo del sustrato judío, podemos entender los versos del poeta romántico alemán como una alusión a la angustia del autor ante la imposibilidad de conciliar sus raíces norteñas con el deseo de ir al sur y abandonar las brumas y las bajas temperaturas alemanas. De hecho, hay toda una tradición poética que se dedica a subrayar ese deseo de un sur imaginario desde un norte en el que se vive semiencerrado.

Simplemente, nunca conoceremos el significado profundo de estos ocho versos porque quien los escribió no ofreció las pistas necesarias para hacernos con él. Que cada cual los tome como quiera.

domingo, 4 de noviembre de 2018

LO QUE EL CIELO NOS DICE


Fuente: NASA.


Hace ya mucho tiempo, cuando cursaba COU en el instituto, leí estos cuatro versos de Heine:

Sie sprechen eine Sprache,
Die ist so reich, so schön;
Doch keiner der Philologen
Kann diese Sprache verstehen



Dámaso Alonso los tradujo así: ¡Hablan un lenguaje tan rico y tan hermoso!; pero ningún filólogo puede entenderlo. Heine hablaba del lenguaje de las estrellas.

Yo no entendía muy bien lo que el poeta alemán quería decir, pero los versos me parecían hermosos y subyugantes, quizás por el misterio que encerraban para mí, pues como ocurre muchas veces, aquello que no entendemos se nos hace más atractivo, si bien me parecían llenos de verdad.

Muchos años más tarde, gracias a un viaje, entré de lleno en la mitología griega y empecé a leer todo cuanto caía en mis manos sobre el tema y a disfrutar como pocas veces lo he hecho con la literatura. Al mismo tiempo, pude disponer de un planisferio celeste y unas noches tan limpias como hermosas ante mis ojos. Aquellas noches se convirtieron en uno de los viajes más bellos que haya hecho nunca, en este caso, a través de las constelaciones y de la mano de las leyendas a las que están unidas. Fue entonces cuando empecé a darme cuenta de que el cielo nos hablaba, pero lo hacía, y lo hace, en diferentes idiomas. Lenguas que, cuando ejercemos de filólogos, no somos capaces de entender, seguramente, porque la gramática nos lo impide.

En un principio, las sociedades antiguas unieron en una misma esfera el cielo y la religión, es decir, las creencias. El cielo era la casa que habitaban los dioses. Del cielo nos venían tanto los premios como los castigos, lo que debíamos aprender y lo que teníamos que olvidar. Los seres que dominaban el cielo determinaban nuestro destino. Y de ahí surgen las más antiguas narraciones, y es ahí donde se hallan escritas. Así mismo, podemos encontrar en el cielo la primera interpretación de las relaciones que se forjaron entre nosotros, humildes habitantes de la tierra, y los orgullos seres celestiales. Para descubrir ese mundo casi perdido, sólo necesitamos conocer los nombres de las estrellas y de las constelaciones, y un buen libro de mitología. Esa es la primera y más antigua de las lenguas que podemos hallar en los puntos luminosos de la noche.

Algunos de esos relatos podéis encontrarlos en este mismo blog si entráis en el apartado de Mitología y constelaciones. Pero si lo que queréis es leer un buen libro, aquí tenéis dos:

Feliz lectura y feliz observación del cielo.

sábado, 8 de septiembre de 2018

MARINA TSVETÁIEVA, NOTA (AUTO)BIOGRÁFICA

Marina Tsvietáieva (poemas escogidos) es un libro muy difícil de conseguir a no ser que se acuda a una biblioteca. Por eso me voy a permitir reproducir aquí tres páginas suyas. Por eso y porque me parece un documento de gran interés para quienes estén interesados en saber algo más sobre ella.

Se trata de una antología publicada por Rubiños en 1994, y tiene la particularidad de que en las páginas 7, 8 y 9 recoge unos párrafos redactados por la propia autora a manera de nota autobiográfica. Tienen cierto encanto infantil y una medida espontaneidad que dotan al texto de un gran atractivo. Recojo algunos párrafos en esta entrada, aunque podéis encontrar el documento completo haciendo clic aquí.

(...)

Influencias principales: de mi madre (música, naturaleza, poesía, Alemania, Pasión por el hebreo. Uno contra todos. Heroica). Más oculta, pero no menos fuerte, es la influencia de mi padre (pasión por el trabajo, falta de arribismo, sencillez, introversión). Doble influencia de mi padre y de mi madre: lo espartano. Dos "leitmotivs" en mi casa: la Música y el Museo. Atmósfera de mi casa ni burguesa, ni intelectual... sino caballeresca. Vida de elevada armonía.

(...)

Primer encuentro con la Revolución: entre 1902-1903 (inmigrantes), el segundo entre 1905-1906 (Yalta, socialistas-revolucionarios). Tercero no hubo.

Sucesión de libros preferidos (cada uno en su época): Sirena (primera infancia), Gauf-Lichtenstein (adolescencia), Aiglon de Rostand (primera juventud). Más tarde y hasta ahora: Heine-Goethe-Hölderlin. Prosistas rusos... hablo desde el día de hoy... Leskov y Aksakov. De mis contemporáneos... Pasternak. Poetas rusos... Derzhavin y Nekrasov. De mis contemporáneos... Pasternak.

(...)

Libros preferidos de todo el mundo, con los que me quemarán: "Nibelungos", "Ilíada", "Cantar del Regimiento de Igor".

(...)

No conozco influencias literarias, conozco las humanas.

(...)

No he pertenecido ni pertenezco a ningún movimiento poético ni político.

(...)

Completa indiferencia ante la vida social, el teatro, las artes visuales y plásticas.
Mi sentido de la propiedad se limita a mis hijos y a mis cuadernos.

Si tuviera un escudo, grabaría en él: "Ne daigne". (No hagas daño).
La vida... una estación, pronto me iré, adónde... no lo diré.

sábado, 24 de enero de 2015

LO QUE EL CIELO NOS CUENTA

Sie sprechen eine Sprache,
Die ist so reich, so schön;
Doch keiner der Philologen
Kann diese Sprache verstehn
H. Heine. Buch der Lieder, 1827.

Dámaso Alonso —cito de memoria— tradujo así los versos del poeta alemán:¡Hablan un lenguaje tan rico y tan hermoso!, pero ningún filólogo puede entenderlo. Heine hablaba del lenguaje de las estrellas, de lo que el cielo nos transmite, de lo que la noche, en su profunda oscuridad y belleza, nos transmite. Pero ¿qué es lo que la cúpula celeste nos dice?, ¿a qué se refería Heine cuando escribe que ningún filólogo es capaz de entenderlo?, ¿cuál es el mensaje de las estrellas? Para contestar estas preguntas es necesario tener en cuenta algunas lenguas diferentes a la que hablamos; lenguas que, cuando ejercemos de filólogos, no somos capaces de entender, seguramente, porque las gramáticas al uso nos lo impiden.

En un principio, las sociedades antiguas unieron en una misma esfera el cielo y la religión, es decir, las creencias. El cielo era lo desconocido, lo incomprensible, lo inabarcable. Era, por tanto, la residencia de los dioses, el espacio inescrutable donde habitaban los dioses. Del cielo nos venían tanto los premios como los castigos, lo que debíamos aprender y lo que teníamos que olvidar. Los seres que dominaban el cielo determinaban nuestro destino. Y de ahí surgen las más antiguas narraciones, y es ahí donde se hallan escritas. Asimismo, podemos encontrar en el cielo la primera interpretación de las relaciones que se forjaron entre nosotros, humildes habitantes de la tierra, y los orgullos seres celestiales. Para descubrir ese mundo casi perdido, sólo necesitamos conocer los nombres de las estrellas y de las constelaciones, y un buen libro de mitología. Esa es la primera y más antigua de las lenguas que podemos hallar en los puntos luminosos de la noche. Ésta es una lengua de símbolos y de correspondencias. La más hablada y la más representada durante la historia de la humanidad. Hoy casi perdida.

Nut, diosa del cielo y creadora del universo

Junto con la religión, es decir, junto a los relatos mitológicos, las estrellas nos muestran otra lengua bien distinta. Es una lengua que nos habla del lugar que ocupamos, es un idioma de localización y de saber dónde nos encontramos, y de cuál es el camino que debemos seguir para llegar a nuestro destino. Es éste un idioma que todavía hoy conoce muy bien la gente de la mar y los habitantes del desierto. A partir de la Polar, en el hemisferio norte, o de la Cruz del Sur, en el hemisferio opuesto, ya estamos localizados en el espacio, y si, además, tenemos un conocimiento relativamente bueno de lo que se puede ver en un cielo nocturno, no sólo podremos saber en qué dirección se encuentran los puntos cardinales, sino también movernos con precisión de grados, e incluso minutos. Y todo eso nos lo hacen saber las estrellas, sin necesidad de otros instrumentos. Claro que si el cielo guarda silencio, es necesario recurrir a otros interlocutores. Ésta otra lengua también está en franca decadencia. Los interlocutores modernos —satélites y GPS— la han arrinconado.

La tercera lengua que podemos escuchar mirando las estrellas nació al mismo tiempo que lo hicieron las dos anteriores. Las sociedades antiguas no discernían entre Astronomía y Astrología. No podían hacerlo, pues carecían de conocimientos e instrumentos suficientes para desarrollar esa tarea y, además, ya lo sabemos, el cielo era la casa de los dioses, y a éstos no se les podía discutir nada, sólo interpretar. Lo que el cielo nos decía o creíamos que nos decía, fuese esto lo que fuese, era suficiente para tomarlo en cuenta, puesto que se trataba del deseo de los dioses. La utilización de esta lengua con cierto grado de codificación podemos situarla en Mesopotamia, hace aproximadamente 4000 años, pero toda sociedad antigua tenía su propio código. Estoy hablando, claro está, del Zodiaco, de la “casa de los animales”, esto es, del horóscopo. Y creencias aparte, la verdad es que, todavía hoy, una infinidad de revistas y periódicos recogen todos los días lo que este oráculo pronostica. 

Aclaración necesaria: el zodiaco no es otra cosa que una franja estrecha del cielo visto desde nuestro planeta. Es una banda de la esfera celeste comprendida entre 8º por encima de la eclíptica de la Tierra y 8º grados por debajo de la misma. En ese espacio es donde vemos moverse el Sol, los planetas y las doce constelaciones antes mencionadas. El problema es que ese espacio, con sus doce casillas, fue fijado por Hiparco hace más de 2.000 años y la precesión del eje de la Tierra ha hecho que hoy las fechas no se corresponden con la realidad. Un ejemplo: según el zodiaco el Sol está en Tauro entre el 21 de abril y el 21 de mayo. En la actualidad, el Sol pasa por Tauro entre el 13 de mayo y el 20 de junio. Esta precesión es la que explica, asimismo, la existencia de una tercera casilla: Ofiuco.

Villa Farnese. Bóveda de la Sala Mapamundi. Giovanni Antonio da Varese

Predicciones aparte, hay otra lengua más concreta y más pegada a la tierra en la que el cielo se manifiesta y es tan antigua como las anteriores. En esta lengua intentan decirnos lo que debemos hacer y cuándo debemos llevarlo a cabo. Difícilmente la entendemos los habitantes de las ciudades, pero la gente del campo todavía hoy la recuerda en buena medida. Mejor la interpretaban las antiguas civilizaciones, porque tenían que valerse de ella para saber cuál era el momento adecuado de la recogida o de la siembra, por ejemplo. De esta manera, en el antiguo Egipto, sabían perfectamente que cuando la brillantísima estrella Sirio asomaba por el horizonte poco antes del amanecer, había llegado el momento de preparar la tierra, pues sabían que poco después llegaría la fértil crecida del Nilo. De esta misma manera, en la Edad Media, por citar otro ejemplo, sabían que cuando el Sol empezaba a meterse en Escorpio, tenían que labrar los campos, porque ese era el momento más adecuado. Hoy podemos disfrutar de esos libros magistralmente iluminados, en los que se ven cada una de las faenas acompañadas de la época del año, expresada mediante los objetos celestes.

En otras ocasiones, el cielo, en lugar de hablarnos, produce música. Pero éste es un sonido ya perdido. El gran místico y matemático Pitágoras estaba convencido de que la Tierra se hallaba en el centro del cosmos. Girando sobre ella se encontraba la Luna, el Sol, los cinco planetas visibles a simple vista (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno) y las estrellas. Todos estos cuerpos giraban en esferas concéntricas, esferas que, al desplazarse, producían un sonido armónico, audible en las noches más serenas. Él y sus alumnos tenían una concepción ideal del universo, como corresponde a una teoría basada en la relación matemático-musical, más que en la observación directa. De esta forma, suponían que cada esfera, sobre la que se deslizaban los cuerpos celestes, estaba situada en una relación numérica, que era la que correspondía a la relación que se da entre las notas musicales. Cuando Pitágoras descubrió la relación que había entre la longitud de una cuerda y el tono que producía al hacerla vibrar, descubrió también que esta relación es proporcional. Convencido como estaba de que el mundo debe expresar armonía y de que ésta se manifiesta a través de los números, el ilustre griego aplicó este orden a todo el universo. 

Nicolas Oresme. Livre du ciel et du monde

Esta teoría que consideraba el universo como un colosal instrumento de música se mantuvo a través del tiempo, y todavía en el siglo XVII se encontraba en vigor. Lo curioso es que hace poco tiempo, en 2006, un satélite de la Nasa ha descubierto que la atmósfera solar produce sonidos, ultrasonidos en este caso, que son, aproximadamente, unas 300 veces más bajos (graves) de lo que el oído humano puede captar, pero música de las esferas al fin y al cabo.

La quinta y última lengua es, sin duda, la más hermosa y difícil de las lenguas en la que el cielo nos habla. Es una lengua que todavía hoy no entendemos del todo, no porque la hayamos perdido u olvidado, sino porque aún no hemos sido capaces de descifrarla. Es una lengua que nace con el tiempo y el espacio, la más antigua de todas. Es la lengua primigenia. Frecuentemente decimos que somos polvo de estrellas. Es una frase muy poética. Puede parecer, incluso, un poco cursi, pero es real en todo su significado. Gracias a aquellos primeros elementos provenientes de las estrellas y que se depositaron sobre nuestro planeta hace unos 3.800 millones de años, surgió la vida. Sabemos, es cierto, algunas cosas, pero esta lengua se escribe en caracteres subatómicos y su gramática es totalmente distinta a la lengua que expresa lo grande, lo que se ve a simple vista. Posiblemente, la descodificación de todos sus signos nos ofrezca un conocimiento preciso y exacto del Universo y su comportamiento, de la materia en todas sus manifestaciones. Y no es que vayamos a ser mejores, pero si logramos interpretarla correctamente, como mínimo seremos un poco menos ignorantes.

***

Todas estas lenguas. incluida la científico-técnica, han encontrado expresión artística. Al fin y al cabo, dicha representación nació mucho antes de que lo hiciera la expresión teórica y el propio lenguaje escrito. El impulso por dejar constancia visual de preocupaciones, hallazgos y deseos nos acompaña desde las primeras pinturas prehistóricas, hace aproximadamente unos 40.000 años. Ahora bien, como el pensamiento mítico e intuitivo está mucho más extendido que el racional y ha conformado la mayor parte de la historia de la humanidad —la revolución científica no se inicia hasta el siglo XVI—, las representaciones artísticas, en una desproporción abrumadora, aluden a las lenguas simbólicas, que son, lógicamente, las más sugestivas a la hora de producir significados. Todavía en el siglo XIX Herder y Schleiermacher insistían en la naturaleza religiosa del conocimiento y el artista romántico afirmaba que sólo él podía acceder al infinito.

En la actualidad, teniendo en cuenta lo mucho que nos hemos alejado de la cosmogonía antigua y medieval, leer esas imágenes y disfrutarlas requiere de algunas claves interpretativas, pero no se trata nada más que de un pequeño esfuerzo al alcance de cualquier persona. En todo caso, ese pequeño esfuerzo nos ofrecerá el goce de saber qué querían decir nuestros antepasados y cómo entendían el mundo en el que vivían, lo que, en sí, es ya una gran recompensa.

martes, 30 de abril de 2013

HEINRICH HEINE, 3

Ya está colocada la colección de Heinrich Heine. Con esta entrada doy por terminada la presentación del poeta alemán para la tertulia del día 24 de mayo.

    Están en el firmamento
inmóviles la estrellas,
y con dulce arrobamiento
se miran y hablan entre ellas.

    Se hablan con amor profundo
en lengua tan singular,
que ningún sabio del mundo
la ha podido descifrar.

    Yo la tengo descifrada
y jamás la olvidaré:
en el rostro de mi amada
el vocabulario hallé.

Libro de los cantares. Traducción de Teodoro Llorente, 1885.

Y para los que podáis leer en alemán un enlace en el tenéis la obra completa de Heinrich Heine.

Feliz lectura.

lunes, 22 de abril de 2013

HEINRICH HEINE, 2

Resulta bastante sencillo leer la obra poética de Heine en castellano porque tanto El libro de las canciones como Alemania, un cuento de invierno están todavía a la venta. La primera la mantiene la casa Linteo; la segunda, Hiperión.

Además, también podemos encontrar buena parte de la obra poética en Internet. En este sentido, la mejor página es la de Cervantesvirtual, que recoge todas las ya clásicas traducciones del romántico alemán realizadas por Teodoro Llorente y Olivares.

Aquí tenéis los enlaces a algunas de las obras traducidas del poeta:

Y para cerrar esta entrada os dejo El canto de los tejedores de Silesia:



Los Tejedores de Silesia 

Sin lágrima en el ceño duro
Están junto al telar y aprietan los dientes:
Alemania, tejemos tu sudario,
Y en él la triple maldición.
Tejemos, tejemos.


Maldito el ídolo al que impetramos
En fríos de invierno y angustias de hambre,
En vano creímos y le miramos,
Nos ha vendido, nos ha engañado.
Tejemos, tejemos.

Maldito el rey, el rey de los ricos,
Que no ablandó nuestra miseria,
Que nos arranca lo que sudamos,
Que como perros nos manda matar.
Tejemos, tejemos.


Maldita sea la patria falsa,
Para nosotros humillación,
Siega temprana de toda flor,
Festín podrido de los gusanos.
Tejemos, tejemos


Cruje el telar, la lanzadera vuela,
Siempre tejemos, de día y de noche,
Vieja Alemania, es tu sudario,
Y en él la triple maldición.
Tejemos, tejemos. 


            Traducción Manuel Sacristán Luzón.

Y una breve explicación: El 4 de junio de 1844 la policía detuvo a un tejedor que cantaba este himno bajo la ventana de un fabricante. La respuesta no se hizo esperar, por la tarde, una multitud se echó a la calle y saqueó las casas de los industriales y destruyó los libros de contabilidad en la localidad de Peterswaldau. Al día siguiente, 3.000 tejedores se dirigieron al pueblo de Reichenbach para continuar la revuelta. Allí se enfrentaron al ejército que, a pesar de disparar contra la multitud y ocasionar 11 muertos, no pudo contener la furia de los tejedores que lograron expulsar a los soldados del pueblo con piedras y palos.

El gobierno mandó el 6 de junio a 3 compañías de infantería y a una batería de artillería que aplastó la rebelión. Los sobrevivientes buscaron refugio en las montañas y en los bosques vecinos. Otros fueron apresados y condenados.

jueves, 18 de abril de 2013

HEINRICH HEINE, 1

Lorelei es uno de los más populares poemas de Heine. Recoge una leyenda del Rhin, según la cual los barqueros se sentían irremediablemente atraídos por la belleza de una sirena y de su canción. Esta atracción hacía que descuidaran la navegación y que terminaran naufragando entre los escollos del río.

Desde que Silcher compuso la  canción, se fue extendiendo poco a poco la costumbre entre los turistas alemanes que hacen el recorrido en barco por esa zona del Rin de cantarla cada vez que se acercan a la zona.




No sé qué quiere decir esto,
que yo tan triste me encuentre;
un cuento de viejos tiempos,
no se me va de la mente.

El aire es frío y oscurece
y el Rin en calma fluye;
al brillo del poniente
la cumbre del monte fulge.

La más bella virgen sentada
en lo alto, es maravilloso,
su alhaja de ojo irradia;
ella peina su pelo de oro.

Lo peina con dorado peine
mientras una canción canta:
ésta una melodía tiene
violenta y mágica.

Al barquero enb su barquilla
conmueve con tremenda pena,
él los escollos no mira,
sólo hacia la altura aquella.

Creo que se tragan las olas
barquero y barca si hay,
y esto lo consigue sola
la canción de Lore-Lei.

Antología esencial de la poesía alemana, Austral, 2004.