DE ARQUÍMEDES A EINSTEIN

Manuel Lozano Leyva escribió este libro a raíz de la encuesta sobre los experimentos más bellos de la física que se realizó entre especialistas en la materia. Al autor del libro, físico nuclear, el resultado le pareció apasionante, y se decidió a escribir este libro en el que describe los experimentos e incluso nos anima a recrear algunos de ellos. Quizá sólo esto bastaría para animar a leerlo, pero es que el texto va mucho más allá de la descripción de los experimentos.

Leyva es un eficaz escritor de literatura científica y un excelente divulgador. Como él mismo dice el motivo de escribir este libro no es únicamente ilustrar al lector sobre los experimentos considerados más bellos de la historia de la humanidad, sino también acercarlo a sus autores por el lado humano y conseguir que capte las sutilezas y dificultades que tuvieron que vencer para llevarlos a cabo (pag. 129). Y bien que lo consigue, pues el texto puede leerse también como una sucesión de biografías de geniales investigadores, desde Arquímedes hasta Schrödinger.

Pero la gran virtud del libro es que hace comprensibles grandes ideas de la historia de la física que han posibilitado el avance de la ciencia y, además, nos descubre el porqué de la belleza de dichos descubrimientos. Con profesores como Leyva hasta un torpe humano como yo puede  embelesarse con los misterios más abstrusos de ciencia. Absolutamente recomendable. Pura diversión, más si nos atrevemos a realizar algunos de los experimentos que fueron cima del saber humano en su época.

GRIEGOS ILUSTRES EN LOS CRÁTERES DE LA LUNA

No están todos, pero sí una buena parte. Algunos son extraordinariamente conocidos y otros no tanto. Dejo el listado con cada uno de los nombres enlazados por si la curiosidad os reclama más información: Aristarco, Eratóstenes, Menelao de Alejandría, Arquímedes, Autólico, Cleómedes, Aristilo, Eudoxo, Hárpalo, Platón, Aristóteles, Arquitas de Tarento, Protágoras, Demócrito, Tales de Mileto, Anaxímenes de Mileto, Anaximandro y Pitágoras.

Todos ellos, excepto uno, tienen méritos más que suficientes como para que los recordemos cada vez que miramos la superficie lunar. Aunque sospecho cuál pudo ser la razón por la que figura ahí, realmente lo ignoro. Nunca me he tropezado con una explicación. 

Si tenéis unos prismáticos 7X50 o similar, podréis identificar hasta los de menor tamaño con buen pulso —buscad un apoyo— y un poquito de paciencia.

Antes de cerrar esta entrada de reconocimiento y homenaje a tanto talento de hace tanto tiempo, repito la propuesta que Manuel Lozano Leyva sugirió en su estupendo De Arquímedes a Einstein (los diez experimentos más bellos de la física): medir la circunferencia de la Tierra con las mismas herramientas que él utilizó y comprobar el grado de error suyo con el nuestro. Además de ser un ejercicio divertido en el que pueden tomar parte cuantos familiares y amigos quieran sumarse a la fiesta, servirá realmente para apreciar en su justa medida el extraordinario mérito de una persona que vivió hace 2200 años.

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