lunes, 21 de noviembre de 2022

AVROM SUTZKEVER

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He conocido la existencia del poeta Avrom Sutzkever (1913-2010) gracias al programa de Mercedes Menchero, Música y pensamiento, una fuente inagotable de placer, bienestar y conocimiento. 

Comenta la divulgadora en el programa —lo tenéis debajo de los poemas— que es relativamente fácil encontrar en internet poemas del poeta traducidos al español. Todo depende de lo que cada cual interprete por relativamente. Es cierto que hay unos cuantos espacios en los que aparecen algunos poemas sueltos (casi siempre los mismos) y donde casi nunca se cita ni el libro ni la traducción de la que han salido, excepción hecha del excelente e incomensurable blog de Fernando Sabido —gracias, Fernando—. Libros, yo solamente he encontrado esta antología de poetas judíos, El resplandor de la palabra judía, en la que podéis leer 14 poemas traducidos por Eliahu Toker (1934-2010), escritor argentino y traductor de Sutzkever.

El primer poema que he copiado lo comenta y lo lee Menchero a partir del minuto 7:36. 


EN EL SACO DEL VIENTO


Un vagabundo descalzo sobre una roca,
Mientras el oro del atardecer,
Avienta de sí el polvo del mundo.
Del bosque hacia fuera
Extiende su vuelo una ave
Y atrapa tajante lo último del sol.

Un sauce junto al río también hay.

Un camino.
Un campo.
Una palpitante pradera.
Secretos pasos
De hambrientas nubes.
¿Dónde están las manos que engendran maravilla?

Un violín vivo también hay.

Pregunto: ¿qué queda por hacer en este momento,
Oh, mundo mío de miles de tinturas?
A no ser que
Recolecte en el saco del viento
La roja belleza
Y la traiga a casa a cenar.

Una soledad como un monte, también hay.

(Fuente: enlacejudío.com).



LA PRIMERA NOCHE EN EL GUETO

 “La primera noche en el gueto es la primera noche en el sepulcro, 
después uno se acostumbra”, así es como consuela mi vecino 
a los verdes cuerpos entumecidos tendidos en el suelo. 
¿Podrán naufragar barcos en tierra? 
Yo siento que bajo mis pies naufragan barcos y solo el velamen 
se arrastra por encima, deshilachado y pisoteado, 
sobre los verdes cuerpos entumecidos, tendidos por el suelo. 

Llega hasta el cuello… 
Sobre mi cabeza pende una larga canaleta 
cosida con hilos estivales a una ruina. Nadie 
habita sus cuartos. Solo aullantes ladrillos 
arrancados, con trozos de carne, de sus muros. 
En otros tiempos, una lluvia solía desgranar su música en la canaleta, 
leve, blanda, bendiciendo. Madres solían colocar baldes debajo 
a recoger la dulce leche de las nubes 
para lavar el pelo de sus hijas y que las trenzas felizmente brillen. 
Ahora las madres ya no están; las hijas tampoco, ni la lluvia, 
solo ladrillos en una ruina; ladrillos aullantes 
arrancados con trozos de carne de los muros. 

Es noche. Un negro veneno gotea. Soy un rescoldo 
traicionado por la última chispa y abismalmente apagado. 
Solo la ruina es mi hermana. Y el viento húmedo 
que sin aliento cayó sobre mi boca, con suave piedad 
va con mi alma, que se separa del trapo de la osamenta 
como se separa la mariposa del gusano. Y la canaleta 
cuelga todavía sobre mi cabeza en el espacio 
y fluye por ella el negro veneno, gota a gota. 

Y de pronto, cada gota se vuelve un ojo. Estoy completamente 
empapado de ojos luminosos. Una red de luz recogiendo luz. 
Y encima de mí, la canaleta cosida a la ruina con hilos de araña, 
un telescopio. Penetro a nado por su tubo y las miradas 
se unen luminosas. Allí están, como ayer, 
las familiares estrellas vivientes de mi ciudad. 
Y entre ellas, también aquella estrella tras-sabática 
a la que labios de madre elevaban una bendición: feliz semana. 

Y comienzo a sentirme mejor. 
No existe quien pueda enturbiarlo, destruirlo, 
y yo debo vivir, porque vive la buena estrella de mi madre.

(De El resplandor de la pabra judía).


***


Путин, немедленно останови войну!

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