Durante el fin de semana he estado con los amigos dando una vuelta por los hermosos pueblos que jalonan las orillas del río Dordoña. De vuelta a casa hemos parado para visitar el pueblecito de Saint Macaire, una pequeña y tranquila población —más aún en domingo— con un encanto al margen de las guías turísticas y de los listados de pueblos más bonitos de...
En el recorrido, hemos entrado, cómo no, en la iglesia y allí nos han sorprendido las pinturas medievales que todavía se conservan en el ábside. Como ninguno de nosotros tiene formación en iconografía cristiana, nos hemos quedado con la curiosidad de saber por qué aparece un dios padre con una espada en la boca. Y de la espada en la boca hemos pasado al óvalo de la derecha, donde tampoco éramos capaces de reconocer su contenido.
Como la curiosidad es el primer motor del conocimiento, movido por ella he emprendido una pequeña averiguación y esto es lo que he hallado: las pinturas de la bóveda del ábside representan tres visiones distintas extraídas del Apocalipsis. Veamos cada una de ellas.
En el óvalo de la izquierda del espectador se encuentra un ángel que ofrece al cordero —Cristo— el Libro de los Siete Sellos. Un ángel vuela hacia él y otro toca la trompeta en su oreja. Las llamas están bajo el altar, pues el cordero se ofreció en sacrificio para salvar a la humanidad. El cordero romperá sucesivamente cada uno de los sellos, lo que desencadenará una nueva visión y un gran mal —guerra, hambre, enfermedades...—. Vamos, como la caja de Pandora, pero a lo bestia.
En el de la derecha se representa la apertura del séptimo sello, el que anuncia el fin de los tiempos: el sol se vuelve negro, las estrellas se caen, la luna se tiñe de rojo... En el centro está Cristo rodeado de cuatro cabezas que no he podido identificar, más los evangelistas con sus alegorías —Mateo, ángel/hombre; Marcos, león; Lucas, buey; Juan, águila—. Los ángeles rodean todas las escenas y a los pies se representan momentos del Juicio Final.
En el centro se insiste en la visión del Juicio Final tras la apertura del séptimo sello, pero en este caso centrada en la figura del dios padre, a quien se representa sentado y en majestad. En su mano derecha sostiene el mundo; en la izquierda, dispone de las llaves que dan acceso al cielo o lo deniegan —la dorada abre las puertas; la de plata las cierra—; y en la boca mantiene la espada que representa el poder que vence al mal, al monstruo primigenio. La composición se completa con elementos más sencillos de reconocer como son los siete candelabros o el crucifijo en el que fue sacrificado el dios hijo.
Ahora yo me pregunto si la población medieval, iletrada y analfabeta en su mayoría, sería capaz de entender algo de lo que allí veía representado, pues si a un grupo de personas con cierta cultura le resulta tan difícil hoy reconocer el significado de las imágenes, qué les podría llegar de todo esto a personas que no iban a leer nunca el Apocalipsis y, casi con toda seguridad, tampoco el cura encargado de esa comunidad. Eso sin contar con la complejidad simbólica del mismo.
En mi pátria tenemos unas pequeñas Iglésias de estlio pre-románico y románico construidas sur de los Pirineos.Sus pinturas al fresco han sido fuente de inspiración de pintores de Arte abstracto, como Antoni Tàpies.
ResponderEliminar¡Hola, Rodri!
EliminarGracias por pasar por aquí y dejar tu aportación.
Supongo que te estás refiriendo al Grupo de Taüll (Marc Aleu, Modest Cuixart, Josep Guinovart, Jordi Mercadé, Jaume Muxart, Antoni Tàpies y Joan Josep Tharrats) y más concretamente a la famosa obra de Tàpies "Pintura romànica i barretina".
Un saludo.
Más información en: https://elpais.com/cultura/2013/01/20/actualidad/1358710879_492236.html