Esta tarde nos hemos juntado unos pocos miles de personas en las calles de Donosti para reclamar un cambio global en la política. El ambiente ha sido festivo y el personal de lo más variopinto. Sin duda, no estaban ni Botín, ni Zapatero, pero sí he visto gente con corbata caminando al lado de otra gente que tenía la ropa sin lavar desde hace días.
Sigo sin saber hasta dónde puede llegar este movimiento, pero es muy interesante la energía y la ilusión que transmite, la capacidad que tiene para aglutinar a personas muy diferentes en todos los aspectos y el ritmo lento, parsimonioso, pero seguro con que se mueve hacia adelante. Para ir lejos, es verdad, hay que caminar despacio.
Sea como fuere, lo que más me impresiona es que un grupo de personas aglutinadas bajo poco más de un par de lemas y la voluntad de seguir estando presentes en la calle haya sido capaz de poner en marcha, cinco meses después de comenzar a andar, casi mil manifestaciones en todo el mundo. A lo mejor es cierto que esto tiene remedio y que somos capaces de transformar las formas obsoletas y claramente injustas de practicar la política y la economía. Empecemos a creérnoslo.
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