MI HERMANO LUIS
Primero imaginé unos versos gloriosos
leídos al pie de su tumba,
cuando descubrieron que su corazón necesitaba
ayuda para seguir bombeando vida.
-A los dieciséis,
romántico tortuoso
imaginaba historias trágicas
en las que poder desplegar las afecciones del espíritu.-
Más tarde,
mucho más tarde,
vino la gran lección,
después de que todos en casa nos hiciéramos mayores
y de que cada uno de nosotros tuviera que aprender
a resolver en soledad su propia vida:
él, incapaz de sacar mayor partido a la partida,
tal vez consciente de sus logros y de sus fracasos,
decide, un día de difuntos
-tenía humor el chaval-,
que esta puta historia ha terminado.
En ocasiones, la necesidad nos hace lúcidos.
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