La grabación pertenece a la actuación durante los Proms de 2021. Los solista son
Julia Doyle (soprano), Emily Owen (soprano), Bethany Horak-Hallett (mezzo-soprano), Graham Neal (tenor), Peter Davoren (tenor) y Dingle Yandell (bajo).
"El espacio puede tener un horizonte y el tiempo un final, pero la aventura del aprendizaje es interminable". Timothy Ferris. La aventura del Universo.
Txalaparta. Remigio Mendiburu. |
Fuente: Wikimedia commons. |
La cosa es que hace unas semanas tropecé con ese mojón que señala ni más ni menos que el centro de Europa. ¡El centro soy yo! —parece que nos dice. Y además viene garantizado tras sesuda investigación. Estábamos a mediados del siglo XIX y el entusiasmo científico por descubrirlo todo, por saberlo todo, parecía que podría conseguir develar cuanto misterio se pusiera por delante.
Europa, claro, no tiene un centro, es imposible señalarlo porque no es un polígono regular ni irregular, porque lo que entendemos por Europa resulta ser cambiante con el tiempo y porque según cuáles y cuántos sean los extremos que tomemos ese punto puede trasladarse de manera muy significativa. El caso es que ese mojón está situado sobre los suelos más antiguos del continente, producto de la orogenia varisca. Eso despertó mi curiosidad por la geología y me llevó a la lectura de Breve historia de la Tierra, de Andrew H. Knoll, un libro apasionante, aunque la historia del pedrusco esférico en el que vivimos pueda parecer carente de atractivo.
Primera cita: nuestro vínculo con la Tierra va mucho más allá de la gravedad. La comida que nos alimenta está formada a partir del dióxido de carbono de la atmósfera o de los océanos, junto con agua y nutrientes procedentes del suelo o del mar. Cada vez que respiramos, llevamos aire lleno de oxígeno a nuestros pulmones, que nos permite extraer energía de los alimentos que ingerimos; al mismo tiempo, el dióxido de carbono de la atmósfera evita que nos congelemos. Es más, el acero de tu nevera, el aluminio de las latas de bebida, el cobre de las monedas y los metales de tierras raras de tu móvil proceden todos de la Tierra. Teniendo en cuenta todo esto, es sorprendente que no sintamos algo más de curiosidad sobre esta gran esfera que nos sostiene y que, de vez en cuando, durante los terremotos o los huracanes, nos pone en peligro (p 11).
¿Son necesarios más estímulos para meterse de lleno en su lectura y acercarnos al conocimiento de la geología, aunque sea de forma rápida y divulgativa como es lo que nos ofrece el profesor Knoll? Por si no es suficiente, debo añadir que su prosa es excelente y sabe captar la atención.
Segunda cita: En el principio había.., cómo lo diríamos... una mota, una peca, una migaja, incomprensiblemente pequeña y a la vez inimaginablemente densa. No era una concentración de materia en el enorme vacío del universo; era el universo. ¿Cómo? No lo sabemos (p 19; la negrita es mía).
Aunque solo fuera por descubrir quién dijo estas sabias palabras: Al final, solo conservaremos lo que amemos, solo amaremos lo que comprendamos y solo comprenderemos lo que nos enseñen, y cuál es su contexto, merece la pena leer el libro, porque el libro, efectivamente, habla de la historia de la Tierra, que es una forma de hablar, no lo olvidemos, de lo que somos, lo que hacemos y lo que queremos hacer.
Estoy convencido de que libros como este hacen surgir vocaciones geológicas. Y a los que ya no estamos en edad de ejercer ni cambiar de vocación, nos hace disfrutar de las algo más de 200 páginas como si fuéramos niños descubriendo lugares ignotos y llenos de maravillas. Y es que las rocas y lo que en ellas acontece puede resultar de lo más interesante. Tanto es así que ayer mismo me acerqué a mi biblioteca favorita y me hice con otro título sobre el tema para seguir intercambiando entre verso y verso placas tectónicas y movimientos orogénicos. Por cierto, resulta sorprendente lo poco que ocupan los lbros dedicados a la Geología en una biblioteca. Podéis comprobarlo en la vuestra (solo tenéis que acudir a la numeración 55 del tejuelo).
***
Captura de pantalla del DRAE |
Fotografía del maría moliner. |
La primera vez que oí en boca de alguien ese extendido obviamente que nada tiene que ver con la evidencia estaba en Madrid. Me chocó mucho que quien hablaba lo utilizara más como una muletilla que para hacer hincapié en lo evidente que ella pensaba que era la situación a la que se estaba refiriendo. Esto no quiere decir que la moda de utilizar el adverbio en cuestión cada dos por tres sea una moda originada en Madrid. Lo que digo es que aquella fue la primera vez que me llamó la atención el uso de ese adverbio para algo que no era en absoluto obvio. Enseguida comencé a oirlo por todas partes. Una vez que cae en gracia una palabra, una expresión, su uso se extiende por doquier.
Cuando me dedicaba a formar grupos de mediación, solía utilizar un juego que consistía en escribir en cinco minutos cosas obvias. Después, se ponían en común y se comentaban las dificultades surgidas. Posteriormente, entre todos íbamos eliminando todo aquello que no era obvio. Los resultados solían ser demoledores. Había muy pocos elementos que superaran la prueba. Como fácilmente se puede comprender, la finalidad de la dinámica no era el análisis semántico, sino trabajar la percepción del otro, eliminar supuestos y tomar conciencia de cómo muchos prejuicios actúan sobre la formación de opiniones que tanto daño pueden hacer cuando queremos mediar sin tomar partido.
Tal vez, solo tal vez, si fuéramos portadores de opiniones un poco menos asentadas, menos sólidas, es decir, si todo cuanto afirmamos no fuera una verdad obvia y evidente; si fuéramos conscientes de que nuestras opiniones son eso, opiniones, esto es, algo que pensamos, que creemos más o menos fundado en argumentos, pero que no pasa de ser nuestro punto de vista, acaso seríamos también un poco más tolerantes con el resto de la humanidad y, sin ir tan lejos, con esas personas con las compartimos el tiempo y el espacio.
Acaso, solo acaso, si fuéramos conscientes de que nuestras pequeñas y humildes afirmaciones no son verdades absolutas, universales y objetivas, cuidaríamos un poquito más las palabras que usamos y, como consecuencia, seríamos un poco más conscientes de que las palabras poseen significados y conviene que los conozcamos, sobre todo para hacernos entender, no sea que las cargue el diablo, que, según dicen, es un tipejo con muy malas intenciones.
Obviamente, todo esto no es nada más que una opinión.
***
Ejemplar del KM |
El Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) es un centro cultural extraordinariamente dinámico que, como su nombre indica, se ocupa de temas actuales y publica un material ingente en todo tipo de formatos, entre ellos esta revista 5w, cuyo número 7 está dedicado a la paz y sus problemas. La podéis encontrar en cualquier librería o biblioteca y leer agunos artículos en su página web. Este es el índice de contenidos:
Ejemplar del KM |
Allí estuve ayer con la cámara intentando recoger las formas y colores que los fuegos dibujan en el cielo. Como se puede apreciar en las fotografías, no fui yo solo quien plantó el trípode sobre la arena.
Si queréis ver la colección que recogí, aquí podéis hacerlo.
***
Ejemplar del KM |
Editorial |