viernes, 28 de marzo de 2025

CASTILLO DE LA ABADIA, HENDAYA (paseo visual)

El entorno


El castillo fue construido entre 1864 y 1879 según los planos elaborados por el famoso arquitecto Viollet-le-Duc (1814-1879). También participó el que fuera su alumno primero y más tarde colaborador, Edmond Duthoit (1837-1889).

El castillo, fachada nordeste

El castillo, fachada oeste

La entrada

Decoración interior del vestíbulo

Escalera principal

El telescopio

La biblioteca

Un estante de la biblioteca

Una viga de la biblioteca con frase en euskera

Habitación de Virginie d'Abbadie (al fondo se ve la puerta que da al balconcillo para seguir las celebraciones religiosas sin bajar a la capilla

Habitación de Virginie d'Abbadie

Ventanas con vidrieras de la escalera principal

La morada de Jerusalén

Escalera de caracol

La habitación de la torre

Salón de honor

Comedor. Cada silla tiene una letra etíope en el respaldo. Colocadas en orden, forman la frase "Nunca ha habido un traidor en esta mesa"

Sala de estar árabe

Habitación de honor, reservada a los invitados

Capilla


Parte trasera con la galería que da acceso
al dormitorio de Virginie

Altar y vidrieras del ábside.
Antoine y Virginie están enterrados en una cripta bajo del altar

decoración sobre la puerta de acceso a la capilla

Desde la entrada al castillo se ve
el Larrún al fondo

Detalle del exterior

Abertura en el muro para el telescopio

Una gárgola

Si quieres visitarlo, pásate por la página del castillo. Ahí encontrarás toda la información que necesitas.

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jueves, 27 de marzo de 2025

RETRATOS DE AMANTES (Anne Luise), 3

Joven mártir cristiana. Fuente y sitio original: Museo del Louvre.

Sin duda, la muerte de una persona querida es el acontecimiento más impactante que puede vivir un ser humano, más si quien muere es la persona amada. Ante esta pérdida cada cual reacciona de una manera distinta. Y se dan tantas formas de reacción como maneras de ser de la persona que recibe el impacto de la pérdida y circunstancias en las que la muerte se produce. 

Esta obra fue realizada entre 1854 y 1855, es decir, cuatro años antes de la muerte del autor, Paul Delaroche (1797-1859), pintor destacado del romanticismo francés en el ámbito de la pintura histórica. Sin embargo, en este lienzo, aunque se mantienen algunas de las características propias del romanticismo, especialmente ese aire de nocturnidad y misterio, si hacemos caso al título completo del lienzo, Joven mártir ahogada en el Tíber durante el reinado de Diocleciano, tendríamos que interpretarla como otra obra más de carácter histórico. Y así nos lo dicen los elementos con que se narra la historia: una mujer maniatada y arrojada al agua, condenada a ahogarse, con la aureola sobre la cabeza para recordarnos que se trata de una mártir cristiana.

Ignoro si Delaroche conocía los trabajos de los prerrafaelistas, yo creo que sí, porque aquí veo un claro recuerdo de la Ofelia, de Millais, óleo que precede a este en dos años. Además, habría que tener en cuenta que la pintura romántica agonizaba ya en la segunda mitad del XIX y que cuanto en Joven mártir cristiana apreciamos carece del impulso liberal políticamente comprometido y aleccionador de las obras de género del romanticismo (La Balsa de la Medusa, La Libertad guiando al Pueblo...). 

Pero no es solamente la Ofelia. La forma en que representa el cuerpo sin vida de la mártir, los detalles hiperrealistas, la suavidad, la dulzura y la serenidad con que recogen el cuerpo humano los artistas anteriores a Rafael (Filippo Lippi, Sandro Botticelli, Paolo Uccello...) y ese vago ánimo de decaimiento mezclado con un apreciable esteticismo, todo eso está mucho más cerca del prerrafaelismo que de la impetuosidad romántica.

Claro que a estas alturas tal vez os estaréis preguntando por qué he traído esta Joven mártir cristiana a la sección de Retratos de amantes? La respuesta es sencilla y tiene que ver con el párrafo inicial: el rostro con que está representada la mártir que aparece en este lienzo es el de la mujer del pintor, Anne Louise, quien murió diez años antes de pintar esta obra y de cuya pérdida, dicen los biógrafos, nunca se recuperó, dejándolo sumido en un largo estado de melancolía.

Verdaderamente me gustaría saber qué es lo que le llevó a pintar el rostro de su amada esposa en el cuerpo de la joven mártir. Supongo que eso nunca lo sabré.

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miércoles, 26 de marzo de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (R. M. Rilke)

En librerías
#unlibrounpoema 


Tal y como recordé la semana pasada, este año se celebra el sesquicentenario de Rilke, y aunque ya tiene mucha presencia en este blog, era inevitable hacerle un hueco en esta sección.

No sé si es muy conocido su paso por España; sea como fuere, hoy voy a dejar aquí su "Trilogía española", consecuencia de la visita, donde pasó los meses de noviembre y diciembre de 1912 y el mes de enero y la mitad de febrero de 1913, básicamente en Toledo y en Ronda. 

El poema puede resultar un poco hermético en algunos pasajes, pero la carta que envió a Katharina Kippenberg en marzo de 1913 resulta muy esclarecedora. Antonio Pau la recoge en su magnífico libro Vida de Rainer Maria Rilke. La belleza y el espanto (pp 275-78). También recoge en traducción propia la trilogía. Es absolutamente recomendable la lectura de la carta, así como de todo el libro. 

La trilogía está escrita en enero de 1913 y Jaime Ferreiro la traduce así:



TRILOGÍA ESPAÑOLA



I

De esa nube, mira, que violenta

a la estrella oculta, que justo ahora fue – (y de mí),

de esa serranía, al fondo, noche ahora,

vientos nocturnos tiene por un tiempo – (y de mí);

de ese río en lo profundo del valle, que prende

el destello de un claro de cielo desgarrado (y de mí),

de mí y de todo eso hacer una sola

y única cosa, Señor: de mí y del sentimiento

con que el rebaño, encerrado en el aprisco,

recibe con la exhalación de su aliento el grande,

el oscuro no-ser-ya más del mundo –, de mí y de aquella

luz en la tétrica oscuridad de muchas casas, Señor:

hacer una cosa; de los que duermen,

de los viejos, extraños, en el hospicio,

que tosen importantes en las camas;

de los niños adormilados en pechos tan extraños,

de tantos seres imprecisos, y siempre de mí,

de nada más que de mí, y de lo que no conozco,

hacer la cosa, Señor, Señor, Señor, la cosa

que, cósmico-terrenal como un meteoro,

reúne rauda en su gravitación sólo la suma

del vuelo: no sopesando sino la llegada.




II




Por qué uno ha de andar así, y cargar

con tantas cosas extrañas, como quizá el portador

que de puesto en puesto levanta el cesto ajeno

de la compra más y más repleto, y va detrás agobiado,

y no puede decir: Señor, ¿para qué el banquete?


Por qué uno ha de estar aquí, como el pastor,

expuesto a la desmesura del influjo,

implicado en este espacio lleno de suceso,

como si su destino estuviese apoyado

a un árbol del paisaje, sin otra actuación.


Y sin embargo, en su exorbitante mirada,

no tiene el callado alivio del rebaño. No tiene

sino mundo. Tiene mundo tan pronto alza los ojos,

mundo en cada inclinación. Lo que a otros gusta,

a él, inhospitable como música y a ciegas,

le penetra en la sangre y transitoriamente se transforma.


Entonces se yergue durante la noche y la llamada

de un pájaro afuera la tiene ya en su existencia,

y se siente osado porque recoge en el rostro

todas las estrellas, grave –, ay, no como uno

que prepara esa noche para la amada

y la mima con los sentidos cielos.




III




Ojalá que al volver, en soledad, a la aglomeración

de las ciudades y al ovillo enredado de ruidos

y tráfago confuso de vehículos,

ojalá que, por encima del espeso bullicio,

esté conmigo el recuerdo del cielo y el borde terroso

de la montaña, en el horizonte, por donde el rebaño

torna a la majada. Pétreo me sea el ánimo,

y que la obra diaria del pastor me parezca hacedera,

cómo camina soberbio y curtido, y cómo, con piedra bien calculada

de su honda va ribeteando el rebaño, allí donde quiera

que se desfleque, lento el paso, pensativo el cuerpo,

pero magnífico cuando se para, aún le sería permitido a un dios

revestirse en secreto de su figura, y no sería por eso menos.

Alternando se detiene y se rezaga, igual que el día mismo,

y las sombras de las nubes le atraviesan,

como si morosamente el espacio

pensase pensamientos por él.


¡Sea el quien fuere para vosotros! Como la luz parpadeante

en la noche detrás de la pantalla, así me sitúo yo dentro de él.

Un destello se apacigua. La muerte

hallaría su sitio más puro.


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martes, 25 de marzo de 2025

SOBRE LA BIBLIOTECA BRITÁNICA

Sí, esta es la entrada principal del mundialmente famoso British Museum, uno de esos museos inagotables y necesarios. Pero no es al museo al que le voy a dedicar esta entrada, sino a la biblioteca. El museo me encanta, pero la biblioteca, aunque propiamente ya no existe como biblioteca de uso general, sigue siendo un espacio acogedor y lleno de historia, además de un buen puñado de libros, libros de gran valor histórico. 


Nada más acceder al museo, nos encontramos en este patio que fue cubierto con una gigantesca armazón de acero y vidrio diseñada por el arquitecto Norman Foster en el año 2000. Dicen que es la mayor plaza cubierta de Europa. En medio de ese espacio protegido de las inclemencias del tiempo se encuentra la antigua biblioteca del museo.


En esta biblioteca, que era la sede de la Biblioteca Británica, en esta sala de lectura, en este acogedor espacio circular, estuvieron leyendo, consultando, estudiando, escribiendo e incluso refugiándose del frío invierno una auténtica pléyade de personajes de todas las esferas del saber. Algunos de ellos: G. Bernard Shaw, Th. Carlyle, Gandhi, Yeats, Marx, Lenin (se podría decir que en ella se fraguó la revolución rusa, pues Marx escribió aquí buena parte de El Capital y Lenin algunos de sus textos más importantes), Dickens, Th. Hardy y el grupo Bloomsbury prácticamente al completo, que lo tenía muy fácil porque vivían al ladito. 


En su momento, la Biblioteca Británica, es decir, la biblioteca nacional del Reino Unido, por necesidades de espacio, tuvo que trasladarse a otro edificio, mucho más moderno y, sobre todo, mucho más grande, pues esta biblioteca es una de las bibliotecas más grandes del mundo; la segunda, concretamente, por número de volúmenes, más de 170 millones. La inmensa mayoría de ellos se encuentra en las innumerables salas del subsuelo.


Aunque en 1973 la Biblioteca Británica pasó a tener sede propia en otro edificio más acorde con los tiempos y las necesidades, el Museo Británico conserva todavía un gran número de volúmenes y mantiene una sala, la conocida como biblioteca del rey, un espacio que acoge réplicas de arte clásico y libros, muchos libros de todas las clases que en la actualidad están a disposición de los investigadores que necesiten consultarlos. La entrada, como se puede ver en la imagen, resulta muy atractiva y es de acceso libre y gratuito. La consulta de los ejemplares, como es lógico pensar, no, solamente está disponible para trabajos específicos de investigación. 

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lunes, 24 de marzo de 2025

LONDRES DESDE LA TORRE DE LA CATEDRAL DE WESTMINSTER


En Londres hay dos iglesias de Westminster, la de culto católico y la de culto anglicano. La primera es propiamente catedral; la segunda, abadía. Esta es la católica, de acceso gratuito, aunque para subir subir a la torre hay que pagar una entrada de 5£.

Portada


La Battersea Power Station, en desuso desde hace muchos años, símbolo de la revolución industrial y una de las imágenes más reconocibles cuando se llega a la ciudad en tren desde el aeropuerto de Gateway . Era una central eléctrica que utilizaba carbón para producir energía. Es un de los edificios más reconocibles de la ciudad.


Las cúpulas de la catedral vistas desde la torre.


Londres ha crecido mucho en altura durante este siglo. Varios barrios han comenzado a acumular numerosos rascacielos. 


Pero todavía quedan miles de edificios de arquitectura tradicional en las calles de Londres, como estos edificios de viviendas de estilo victoriano que se encuentran al lado de la catedral. En uno de ellos podéis ver la fecha, 1886 (un año importante para la literatura... R. L. Stevenson publica El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde; pero aún más para la causa abolicionista, porque el gobierno español decreta la terminación de la ley del Patronato en Cuba, lo que significó el fin de la esclavitud en la isla, que ya le costó).


Ahora bien, los rascacielos empiezan a rodear la torre y ya no dejan ver todo el horizonte londinense en sus 360º. Entre dos de ellos se vislumbra a lo lejos la cúpula de San Pablo.


Junto a la catedral, también se pueden ver las famosas terrazas ajardinadas, aunque marzo no es el mejor momento para ellas. Algunas son visitables y disfrutables, a pesar de encontrarse en edificios de viviendas vecinales. 
 

La torre del parlamento, en primer plano. Detrás de ella, mucho más lejos The Shard, de momento el edificio más alto de la ciudad, 310 metros.


Y este otro, la BT Tower, torre de telecomunicaciones, con una historia más que movidita: atentado con bomba en 1971, cierre, reapertura, ubicación secreta..., fue el edificio más alto hasta que se levantó la 25 Canada Square en 2001.


Esta estatua dorada es mucho más bajita, pero se ve muy bien desde la torre de la catedral, a pesar de que el día estaba bastante nublado. Es la famosa Victoria Memorial que se encuentra frente a Buckingham Palace.


Allá al fondo se encuentran algunos de los edificios más conocidos de South Kensington: el Oratorio de Londres (cúpula de la derecha), el Victoria and Albert Museum (la torre blanca más alta que se ve en la fotografía), o el Museo de Historia Natural, detrás del anterior.


 Y estos son algunos de los edificios que ocultan una parte del horizonte londinense. Es la fotografía que más me gusta de las que hice desde la torre. Detalle: cuervo en la esquina superior del edificio de la izquierda. 

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viernes, 21 de marzo de 2025

LONDRES VISTO POR... LORD BYRON

Vista del Támesis desde la terraza de la Tate Modern con San Pablo al otro lado.

#londresvistopor...

Dentro de tres horas espero estar volando hacia Londres, y en unas pocas más, encontrarme dentro de la National Gallery, delante de alguna de las muchas obras maestras que atesora. Esto ha sido el motivo de que haya decidido redactar sobre la marcha esta entrada (incluso estoy pensando en una serie bajo el título de Londres visto por... Ya veré).

Yo diría que soy una persona capaz de encontrar en cualquier sitio algún elemento atractivo. Diré más: creo que las ciudades grandes, a pesar de todos los inconvenientes derivados del tamaño, son lugares llenos de estímulos donde poder hallar multitud de escenas, obras, situaciones y lugares cargados de atractivos. Pero también comprendo que no todo el mundo se lleve bien con la ciudad que habita o que, en un momento determinado, pueda arrojar una opinión desfavorable, incluso encontrándose relativamente a gusto en ella. Son muchas las circunstancias vivenciales y muchos más los caracteres y temperamentos de las personas. Cada cual ve su ciudad de un modo diferente.

Lord Byron, personalidad singular donde las haya, si bien se tenía a sí mismo en gran estima, no correspondía al aprecio de la ciudad que lo adoraba como escritor, al menos, si juzgamos por las ventas de sus títulos y por la multitud que acudió a su capilla ardiente durante un par de días (Fiona MacCarthy, Byron: vida y leyenda). 

En su famoso Don Juan, canto X, estrofa 82, la describe de esta guisa: 

A mighty mass of brick, and smoke, and shipping,
  Dirty and dusky, but as wide as eye
Could reach, with here and there a sail just skipping
  In sight, then lost amidst the forestry
Of masts; a wilderness of steeples peeping
  On tiptoe through their sea-coal canopy;
A huge, dun cupola, like a foolscap crown
On a fool's head,—and there is London Town!


Que en la traducción de Pedro Ugalde queda así:

Una masa enorme de ladrillos, humo y barcos,
  Sucia y sombría y tan extensa como puede abarcar
La mirada, con alguna vela brincando
  Lejos para perderse luego en una selva
De mástiles, desierto de puntas que asoman
  Subrepticias por encima de los paquebotes,
Cúpula vasta y arisca cual corona de papel
En la cabeza de un loco, ¡he ahí Londres!


Nada que ver con el primer poema en inglés que se conoce dedicado a la ciudad. Fue atribuido a William Dunbar (¿1460? - ¿1530?) y dice así:


TO THE CITY OF LONDON

Above all rivers they river hath renown,
Whose beryl streames, pleasant and preclare,
Under thy lusty walles runneth down;
Where many a swan doth swim with winges fair,
Where many a barge doth sail, and row with oar,
Where many a ship doth rest with top-royal.
O town of townes, patron and not compare,
London, thou art the flower of Cities all.

¡Eso es amor a la ciudad!

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