Editorial |
Es bien sabido que Cicerón no destacó por elaborar un pensamiento original, pero entre sus muchos méritos está el haber dotado de un lenguaje limpio, hermoso y fácilmente comprensible a la filosofía que hicieron otros. Se puede afirmar, por tanto, que fue quizás el primer divulgador del pensamiento, pues hizo asequible a la ciudadanía lectora romana la filosofía escéptica, epicúrea y, especialmente, estoica, de la que él se sentía más próximo.
Sabido es también que Cicerón tenía una especial habilidad para colocar las palabras. Sus discursos aún se estudian y analizan en escuelas de retórica y en las facultades de letras. Su estilo se convirtió en el modelo a seguir y hoy se le reconoce como el paradigma de la buena escritura en latín. Sin otra pretensión que la de invitaros a su lectura, aquí os dejo tres párrafos de Sobre la amistad:
Pues así me parece percibir que nosotros hemos nacido de tal manera que entre todos hubiera una cierta sociedad; pero mayor según cada uno se acercase más próximamente. Y así los ciudadanos son preferibles a los extranjeros, los parientes, a los ajenos; pues la propia naturaleza parió la amistad con éstos; pero esta no tiene bastante firmeza. Pues la amistad aventaja al parentesco por esto, porque del parentesco la benevolencia puede quitarse, de la amistad no puede; pues, quitada la benevolencia, se quita el nombre de amistad, permanece el del parentesco (§ 19).
Pues la amistad no es otra cosa a no ser el acuerdo de
todas las cosas divinas y humanas con benevolencia y amor; ciertamente no sé
si, exceptuada la sabiduría, algo mejor que esta se dio al hombre por los dioses
inmortales. Unos anteponen las riquezas, otros la buena salud, otros el poder,
otros los honores, muchos incluso los placeres. Esto último ciertamente es
propio de las bestias, pero aquellas cosas anteriores son caducas e inciertas,
puestas no tanto en nuestras determinaciones cuanto en la temeridad de la
fortuna. Pero los que ponen el sumo bien en la virtud, ellos ciertamente hacen
muy bien, pero esta misma virtud engendra y contiene la amistad y la amistad no
puede existir sin la virtud de ningún modo (§ 20).
Por un lado, la amistad contiene muchísimas y grandísimas
ventajas, por otro supera ciertamente a todas, porque hace brillar una buena
esperanza para el futuro y no permite que los espíritus se debiliten o
decaigan. Pues quien contempla a un verdadero amigo, contempla como un retrato
de sí mismo. En consecuencia, los ausentes están presentes y los necesitados
tienen abundancia y los débiles están fuertes, y, lo que es más difícil de
decir, los muertos viven; tan gran honor, recuerdo, añoranza de los amigos los
sigue (§ 23).
¡Y que la amistad os sea larga y propicia!
¡Y que la amistad os sea larga y propicia!