jueves, 13 de septiembre de 2018

IMPRESIONES PERSONALES, Isaiah Berlin

No es este un libro nuevo ni actual. Isaiah Berlin falleció hace ya bastantes años y estas Impresiones personales se publicaron por primera vez en 1980; por última, en 1992. No es uno de los títulos imprescindibles de Berlin, ni tampoco uno en que exponga directamente su pensamiento. Son impresiones personales, recuerdos, semblanzas de otras personas a las que el autor conoció y a las que por una razón u otra admiraba. Es decir, es un libro escrito desde la parte más directa y emotiva del escritor y el pensador; es un libro a caballo entre las memorias y el reportaje biográfico.

Que un pensador importante de su siglo recoja las semblanzas e impresiones que le causaron el contacto con las personas que conoció tiene de bueno que las figuras que ahí aparezcan van a ser figuras destacadas de la cultura. Eso, con ser en sí mismo interesante para quien lee, no es, desde mi punto de vista, lo más destacable. Yo creo que lo más atractivo de este libro es el aspecto más personal, más próximo, de los personajes que aparecen en él. Es como si pudiésemos verlos durante momentos cotidianos, sin la máscara del personaje público.

Es todo un lujo, por ejemplo, poder "ver" cómo actuaba, cómo disponía su estrategia argumental y cómo se fue formando el pensamiento de Austin, uno de los padres fundadores de la filosofía del lenguaje, en las reuniones informales de Oxford. Es todo un lujo —y también un profundísimo dolor— poder contar con testimonios directos de los escritores rusos silenciados brutalmente por el régimen soviético. El encuentro de I. Berlin con Ajmátova en el Leningrado de 1945 es verdaderamente emocionante.

Por el libro desfilan personas tan relevantes en sus ámbitos de trabajo como Churchill, Roosevelt, Ch. Weizman, M. Bowra —si tenéis oportunidad, no dejéis de leer su ensayo Poesía y política 1900-1960—, A. Huxley o Einstein. Un placer encontrarlos en bata y zapatillas. 

miércoles, 12 de septiembre de 2018

ACTUACIÓN DEL GRUPO ALBADA

Grupo Albada
El próximo día 22 de septiembre, a las 20:00, actuará el grupo irunés Albada en la Basílica María Magdalena de Errenteria. 



En la actualidad el grupo está formado por Karmele Etxepare (tiple, salterio, y percusión), Ana C. Vega (tiple y percusión), Marisa Etxepare (alto, cítara, flautas y percusión), Mª Mar Preciado (alto y percusión), Imanol Goikoetxea (tenor, percusión y presentación), Patxi Bereziartua (tenor, y percusión) y Manuel Romano (bajo, vihuela, cítara, laúd, cromorno y arpa). Este último es seguramente el miembro más conocido del grupo porque forma parte también de los Golden Apple Quartet.

Realizarán un recorrido por la música profana de la Edad Media y del Renacimiento, que es su especialidad, creando el ambiente propicio a través de una cuidada puesta en escena para que podamos sumergirnos en lo que sería un salón del País Vasco en la época renacentista.

FOTCIENCIA 15 EN C. R. A. DEL CRISTINA ENEA


Centro de recursos medioambientales. Fundación Cristina enea. Hasta el 30 de septiembre

FOTCIENCIA es una iniciativa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas que se concreta en un concurso de fotografía relacionado con la ciencia. Toman parte, lógicamente, investigadoras e investigadores, que son quienes tienen más a tiro de objetivo ese tipo de imágenes, y pueden hacerlo con instrumentos muy sofisticados, pero también participan personas que no trabajan en ningún ámbito científico y, cámara en mano, toman buena nota de lo que la naturaleza ofrece a su alrededor. 

Los resultados son fascinantes y la exposición se convierte en un puente con un extremo en el mundo científico y el otro en el mundo artístico. Puede verse sin más, para darse el gusto de satisfacer el apetito visual, pero quien tenga la curiosidad de saber qué es realmente lo que allí se recoge, cuál es su origen y cómo fue realizada la fotografía, cada una de ellas está acompañada de un texto explicativo. 

Un ejemplo: 

Estas son fotografías realizadas con un teléfono móvil de los paneles de la exposición. Su calidad es mala. Podéis ver todas las imágenes, tanto las seleccionadas para la exposición como las que no lo fueron, en este enlace. Por cierto, es una lástima que las fotografías expuestas no tengan un formato mayor.

***
Y aquí os dejos el calendario de la misma por si en algún momento pasa cerca de vuestro lugar de residencia:

martes, 11 de septiembre de 2018

DE LA FALACIA INTENCIONAL A LA SUBLIMACIÓN DEL ARTE

Existe la creencia popular, y no tan popular, de que los poetas —vale aquí decir artistas— son una gente especial, con una sensibilidad especial, capaces de ver y percibir cosas que el resto no vemos. La consideración del artista como una criatura directamente inspirada por los dioses viene de muy lejos y, en buena medida, es reforzada por la muy racionalista teoría literaria del siglo XX.

Hoy asumimos sin discusión que el poema, el texto, debe ser considerado como autónomo. Su significado, según lo defendió la Nueva Crítica, debe determinarse únicamente por lo que el texto dice y no por la intención tácita o explícita del autor. Una obra, liberada de todo contexto, se convierte en un objeto público sobre el que nadie tiene un acceso privilegiado, ni siquiera el autor.

Ese camino llevado a su extremo da en considerar la obra como algo excelso —cuando lo es—, al margen de cualquier intención, miedo, deseo, habilidad, aptitud o condición del artista. Y no solo eso, sino que la preocupación de quien pone su inteligencia y su imaginación al servicio de la creación debe ser exclusivamente la ejecución de la obra.

Hace unas semanas dejé convenientemente subrayado este comentario de un traductor y crítico a quien admiro (la negrita es mía): El poeta, servidor de la creación, lo hace en un estado de fascinación en el que su única responsabilidad consiste en la realización de la obra a su nivel debido. Goethe sería inmoral solo si hubiera dejado de escribir el Werther para salvar las vidas humanas de sus lectores suicidas.

Está bien que quien trabaja en algo que le gusta se entregue con pasión a su trabajo. A todos nos conviene ese punto de ilusión y entusiasmo en la tarea. Sin duda, mejora el resultado. Pero de ahí a afirmar que la obra de arte está por encima de cualquier otra consideración hay una gran diferencia. 

El artista debe entregarse a su labor, lo mismo que cualquier otra persona se entrega a la suya. Y en esta entrega no juega ningún papel el criterio moral. Pero sí en el resultado. No tengo ninguna duda de que Goethe hubiera dejado de escribir su famoso Werther si hubiera supuesto que la lectura del mismo pudiera provocar un solo suicidio, entre otras cosas porque hasta el siglo XIX no se abandona en Europa la ecuación del idealismo platónico Verdad = Belleza = Bondad.

Estoy convencido de que no hacemos ningún favor al arte ni disfrutamos más de la obra cuando realizamos ese tipo de hiperbólicas y místicas afirmaciones, creando una atmósfera especial de actividad sobrehumana. La admiración y el reconocimiento son virtudes de quien disfruta la obra. Creer que el arte está por encima de cualquier otra consideración humana, es dotarle de una aureola que nos impide salir de la brumas mitológicas.

Dos ejemplos: es bien sabido que Wagner como persona dejaba mucho que desear; sin embargo, nada nos impide disfrutar de su obra, porque esta nada tiene que ver con su dudosa moralidad. Leni Riefenstahl fue una cineasta dotada de una enorme capacidad para el documental y tanto El triunfo de la voluntad como Olympia son consideradas obras brillantes, lo que no impide que podamos denunciar su deleznable intención propagandística al servicio de la ideología nazi. 

Ocurre que algunas criaturas están especialmente dotadas para manejar unas herramientas —palabras, pinceles, piedras, números...— mejor, muchísimo mejor que la inmensa mayoría. Sus condiciones naturales y su trabajo diario las han llevado a un nivel excepcional. Las reconocemos como las mejores en su campo y son las que hacen que avancemos como sociedad. Pero son personas, no son dioses, y su actividad no está dotada de propiedades sobrehumanas.

lunes, 10 de septiembre de 2018

FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN 2018



Ya está casi todo preparado para la 66ª edición del Festival de Cine que dará comienzo oficialmente el día 21 de este mes. En la página oficial podéis encontrar toda la información necesaria para disfrutar de él, en caso de que estéis interesados o seáis aficionados al cine: adquisición de entradas, títulos de las películas que se van proyectar, distintas secciones (oficial, horizontes latinos, zabaltegi, nuevos directores, perlak...), premios... En fin, todo aquello con que entretenerse antes de ir a ver una película.

Disfrutadlo.

domingo, 9 de septiembre de 2018

POEMA DEL FIN, MARINA TSVETÁIEVA


Monika Zgustova nos advierte en el epílogo de El canto y la ceniza que este extraordinario poema es la pasión más pura. Es el sufrimiento de la pasión amorosa. Si en los siglos pasados los poemas épicos narraron aventuras y acontecimientos colectivos, en el siglo XX los poemas largos son monólogos interiores que hablan de las vivencias más íntimas del hombre. Este es el caso del Poema del fin. El encuentro de dos enamorados; un intercambio de sensaciones, más que de palabras, que tiene lugar entre ellos; la decisión de romper. Nada más (...) Lo único que cuenta son las sensaciones, los sentimientos, las emociones (p 287). 


1

Contra el herrumbroso cielo de hojalata,
como un poste, como un dedo.
Donde siempre, él.
Como el destino.

—Menos cuarto. Puntual ¿eh?
La muerte no espera.
Ligero, su sombrero
se alza.

Entre pestañas, el reto.
Los labios, prietos,
Un saludo —inclinación
de cabeza—, grave.

—Menos cuarto. ¿Puntual?
Miente la voz.
¿Qué ocurre? —se ahoga el corazón.
¡Alerta!  —advierte la cabeza.

El cielo de la malaventura,
hojalata oxidada,
Él, donde siempre.
Las seis en punto.

El beso de corcho en los labios,
mudo,
como quien besa la mano
a una dama anciana o a un muerto.

Un transeúnte apresurado
me clava el codo en la cintura.
Estridente, cercaba,
una bocina.

Ulula, brama,
aúlla como un perro con rabia.
(La vida se te agolpa
cuando mueres.)

Ayer —a media máquina,
hoy —hasta las estrellas.
(Este es el momento de exceso:
o todo o nada.)

Por dentro: ¡amor, amor!
—¿Qué hora es? —Las siete ya.
—¿Vamos al cine o…?
Un estallido: —¡Vamos a casa!


2

Hermandad de los nómadas
—a esto nos llevas.
Una tormenta,
sobre la cabeza, la espalda:

horror en las palabras
que esperamos.
Como una casa en ruinas,
son las palabras a casa.

Las grita el niño con desgarro:
¡vamos a casa!
Casi un bebé ya había dicho:
¡Dame! ¡Es mío!

Hermano mío en los excesos,
fiebre mía, escalofrío.
Mientras todos piden salir,
tú dices sólo: ¡a casa!

Caballo que da tirones al ronzal.
—¡Arriba!— la soga hecha pedazos.
—No hay casa para nosotros.
—Sí, aquí mismo, a diez pasos.

La casa de la montaña. —¿O más
alta tal vez? ¿La casa en la cumbre?
La ventana justo bajo el tejado. —No sólo
por el fuego de la aurora, encendida, ¿verdad?

De nuevo: la vida —o sea,
la exactitud de los poemas.
Casa, es decir: ahí
afuera, en la noche.
(Oh, ¿a quién confiar

El tormento, la pena?
¿Mi angustia, más verde que el hielo?)
—No pienses tanto en ello.
Sopesando respondo: —Sí.


3

El muelle. Me aferro al agua
como al más firme puntal.
Jardines suspendidos
de Semíramis: aquí están.

Esta franja de acero, sombrío
tornasol de metal, agua
a la que me aferro lo mismo que al libreto
la cantante o el ciego a las ásperas

paredes… ¿No me devuelves
nada? Me inclino al consuelo
benigno de la sed, me aferro a ella
como al borde de la cornisa quien camina

dormido…
              No es por el río —¡soy náyade
de nacimiento!— este escalofrío. Me aferro
al agua como si fuera la mano del amante
que fiel está a mi lado…

                                  Fieles
son siempre los muertos —no todos traen
consuelo… La muerte a mi izquierda
y, a mi derecha, tú. Mi costado
derecho, como muerto.

Se abre paso, de pronto, una luz.
Risas vulgares de tambor de feria.
—Tú y yo deberíamos…
                                 (Escalofrío)
—¿…Tendremos valor?


4.

Capas de niebla clara,
olas de gasa.
Densas, humosas,
ruidosas. ¿A qué huele?
A prisa enloquecida,
a tratos, chismorreos,
apaños comerciales,
y colorete en las mejillas.

Solteros con anillo.
y viejos de pose juvenil.
Todos ríen, bromean,
y, por debajo, calculan.
Con calderilla o con billetes,
sin remedio, manos sucias.
… Afanes comerciales,
y colorete en las mejillas.

(Por encima del hombro: —¿Es
ésta nuestra casa? —¡Desde luego, no mía!)
Uno firma cheques
otro, besa un guante
de satén, el tercero se ocupa
de un zapatito de charol.
… ¡Oh bodas comerciales!
y colorete en las mejillas.

Picos de plata: en la ventana
la estrella de Malta.
Se besuquean, se abrazan
y se acarician, se mecen…
(Perdón: huele a restos
del banquete de ayer.)
Acuerdos comerciales
y, en las mejillas, colorete.

¿Corta, la cadena? ¡Ni hablar!
Y es de platino, no de latón.
La triple papada tiembla
de un toro cenando ternera.
El diablo, el cuello azucarado
y cuernos de satén. Pequeños
descalabros comerciales
y, colorete en las mejillas, pólvora
de Berhold Scharz…
                            varón
talentoso, generoso.
—Tu y yo deberíamos hablar.
—¿Tendremos valor?


5.

Espío un signo en sus labios,
pero bien sé que no hablará.
—¿Ya no me quieres? —Sí, te quiero.
—No, no me quieres. —Me siento cansado,

triste, consumido. Me siento acabado
(La mirada, altiva, por la sala.)
—¿Es esto nuestra casa?
—La casa está en nosotros. —¡Bonitas palabras!

El amor es de carne y de sangre,
flor que con sangre propia se riega.
¿Crees que es amor
un rato de charla en la mesa?

¿Y después, como ellos —damas
y caballeros—, cada uno a su casa?
El amor no es sino…
                             ¿sagrario?
¡Qué palabra! Mejor decir: llaga,

cicatriz. ¿Bajo los ojos de camareros
y borrachos? (Y por dentro:
el amor es este arco tenso,
es decir: ruptura. Ruptura.)

—Amor significa unión, y nada ya
nos une, ni labios ni vida. (Oh, no
me des la malaventura, te rogué
al comienzo de nuestra intimidad,

en aquella hora cercana a la cumbre
y la pasión. Ya humo —Memento:
eso es amor —dejar que se queme el don
¡siempre en vano! En el fuego.)

Los labios —grieta en la concha— lívidos:
sonrisa de intendente. —Primero,
una cama común.
                          ¿Abismo,
quieres decir? Tamborileo

de dedos en la mesa. —¿No querrás
mover montañas? Amor
significa…
              —Mío.
—Ya entiendo. ¿Conclusión?


                    ***

El ritmo de los dedos en la mesa
se acelera. (Cadalso.)
—Vámonos. —Yo hubiera preferido:
muramos. Sería más sencillo: muramos.

Basta de banalidades: basta
de viajes, versos, hoteles, tranvías…
—El amor significa la vida.
—No, otro nombre le daban los antiguos…

                                                                                     —¿Entonces?
Aprieta el puño —un pez muerto—
el pañuelo. —¿Nos vamos?
—¿Adónde? Elige: precipicio, bala, veneno…
La muerte —en claro.

—La vida. Como un cónsul romano
que evalúa —águilas ojos— lo que queda
de sus huestes.
                      —Rompamos, pues.


6.

—Lo que yo quería no es eso.
No, no es eso. (Por dentro:
del cuerpo es la voluntad. Tú y yo
desde hoy somos almas

el uno para el otro…) —Y él, no lo decía.
(Sí, cuando el tren ya arranca
dejáis a las mujeres el triste honor
de la ruptura…) —¿Será un malentendido?

¿He oído mal? (Oh, galante
embustero que ofreces a la amiga,
como una flor, el falso honor
de la ruptura…)

                      —¿Seguro?
¿La palabra, letra a letra,
que has dicho es: rompamos?
(Como quien deja
caer en el más dulce

de los excesos un pañuelo…) —Ah, César
de este combate. (Y te atreves
a entregar —sutil ataque— como trofeo
al enemigo la espada que blandía.)

Él sigue. (Los oídos me zumban.)
—Me inclino ante ti: eres la primera
que se me adelanta en la ruptura.
—Se lo dices a todas, ¿verdad?

Sin duda: una jugada
digna de Lovelace. El gesto
que tu orgullo blande, a mi
me arranca la carne

del hueso. —Risa. Y con ello,
la muerte. Un gesto. (Ningún deseo
-desear es lo propio de otros, nosotros
somos sólo sombras

ya uno para el otro…) Clavado está
el clavo último, atornillado
el último tornillo de esta caja de plomo.
Un ruego todavía: no hables de mí

a ninguna de las que me sucedan.
(Así gritan los heridos, y ven cómo llega
la primavera desde la camilla.) —A ti
lo mismo te pediría.

¿Mi anillo como recuerdo?
—No. —Mirada nublada, errante:
está ausente. (Ponme —como sello—
en tu corazón, ponme como anillo

en tu dedo… ¡Nada de dramas!
Me lo trago.) Ronco y seductor:
—¿un libro, quizá? —¿También a todas?
—No. Y no escribas ya,

nunca más, libros…


                 ***

No, eso no.
Llorar, eso no. No
Llorar.

Nosotros, hermanos,
pescadores errantes
bailamos —no lloramos.

Bebemos, no lloramos.
Con sangre ardorosa pagamos
—no lloramos.

Hundimos en el vino
las perlas —somos reyes
del mundo —no lloramos.

—Me voy, pues. Mis ojos
le atraviesan. Arlequín al fin
como un hueso la lanza
a su fiel Pierrette la más indigna

primicia: el honor del fin.
Efecto de telón. La última
palabra. Un poco de plomo
en el pecho sería más dulce,

más cálido, más puro…
                                 En los labios
clavados los dientes. No
lloraré.

Lo más duro
en lo más tierno.
No he de llorar.

Hermanos errantes,
Morimos —no lloramos.
Ardemos —no lloramos.

En ceniza y en canto
ocultamos al muerto,
errantes hermanos.

—¿Primero yo? ¿He de ser yo la primera?
¿Cómo en el ajedrez? Aunque también
las primeras nos llaman
al cadalso…
                       —Va,
pero no me mires. (A borbotones
brotan, en cascada. ¿Cómo hacer que el agua
regrese a los ojos?) No,
no me has de mirar,

te vuelvo a decir.

Con voz fuerte y clara
y mirada segura:
vámonos, mi amor,
tengo que llorar.


                    ***

Una imagen aún —en medio
de las huchas vivientes, prósperos
comerciantes, luce una nuca rubia
—trigo, centeno, maíz.

Rizos de amazona que escarnecen
del Sinaí los mandamientos,
melena de oro viejo, joya fulgurante,
tesoro inagotable de consuelos.

(Y para todos.) No siempre avara en el reparto
la naturaleza, prodiga aquí sus bienes.
¿Desde dónde emprender el retorno,
cazadores, de esos dorados

trópicos? Su áspera desnudez
excita, atiza el lagrimal
—oro en cascada, voluptuosidad
risueña y fulminante.

—¿Verdad?— Los ojos acarician,
seductores. Cada pestaña —obsesión.
Cadencia de los mechones dorados,
gesto que sojuzga subyugando.

Ah gesto: desnudas el vestido,
sonrisa-mueca, más simple
que comer y beber. (Aún hay en ti
esperanza de cura. Para ti, sí.)

¿Así que seremos como hermanos?
Buena aliada en la alianza de la vida.
—¿Te ríes y no has acabado de enterrarlo?
(Yo ya lo he enterrado —y me río todavía.)


7.


Después —el muelle. El último. Fin.
Des-compartidos y sin manos
seguimos, como dos vecinos reñidos,
sin animo. Sube el llanto del río.

Sal de mercurio a raudales
lamo sin miedo: hoy
no deja el cielo brillar
la luna grande de Salomón.

Poste. Oh romperse, hasta la sangre,
la frente contra él. Desmenuzarla, hacerla
polvo. Compinches asesinos,
despavoridos vagamos. (Víctima —el Amor.)

Basta. ¿Han de ir separados los amantes?
En la noche. ¿A dormir —no juntos?
¿Con otros? —¿Comprendes que el futuro
esté ahí? Me roza re-unión.

—Pareja de recién casados… —Domir.
—Dormir. —Ni el pie acompasado
ni el mismo ritmo. Ruego: —Tómame
del brazo, no marchemos como presos.

Eléctrico. (Como si su alma
tocase mi mano. —La mano en la mano.)
El contacto se vuelve bruscamente
rayos y fiebre.

                    Ha tocado
su mano mi alma. Me aprieta —todo de pronto
arco iris. Mas irisado que las lágrimas,
qué hay. Telón de lluvia, perlas. No
hay muelles que se acaben así.

                                             El puente:
—Y ahora, qué. ¿Qué, ahora, aquí? (Galopa,
coche fúnebre.) Ca-almada mirada.
—Vamos a casa, ¿quieres?
Ahora. Por última vez.

8.

El puente último.
(No dejaré tu mano,
                             que es mi prenda.)
El último puente,
el peaje postrero.

Agua y cielo.
Cuanto monedas,
pago de Caronte,
paso de Leteo.

Sombra de la moneda,
en la mano de sombra.
Monedas sin sonido.
De sombra deposita

en la mano monedas. De sombra.
Sin tintineo, sin brillo,
entrégaselas: a los muertos
les bastan los sueños.

Puente.


                 ***


Refugio, amparo
de los amantes sin esperanza.
Puente — es — pasión.
Siempre entre pasos.

Un nido me procuro. Tibio
es el costado —me acurruco.
Ni antes ni después:
el lugar de una chispa.

Ni manos ni pies, mis huesos
lo confirman: sólo en tu costado
cobra mi costado
vida.

Vivo en mi costado derecho.
Todo en él —oído y eco.
Como la yema en la clara
y el esquimal en su piel,

así me aprieto.
¿Siameses, cómo podéis sostener
que algo os une?
Y aquella mujer —la que no olvidarás,

pues la llamabas madre—
al llevarte bajo el corazón,
en su quieto triunfo
no te tuvo más cerca.

Unidos vamos en un nudo
—contra tu corazón me acunabas.
¿Me tiro abajo?
No, dejaría tu mano

para ello, de la que nada
me va a poder desprender.
Puente —y no marido:
amante —y desencuentro.

Puente, tú nos preservas.
El río, de nuestro cuerpo
se llena. Garrapata soy, hiedra:
arráncame de raíz.

Hiedra y garrapata, si.
Hazlo con crueldad, sin clemencia.
Me has arrojado viva,
como una cosa, a mi

que he carecido siempre,
en este mundo vacío, de respeto
por nada.
              Dime que sueño,
que es de noche, que llegará

el alba con un expreso
a Roma, a Granada tal vez…
Almohadones de nieve
al Himalaya desde Mont Blanc…

Precipicio profundo:
¿escuchas mi costado?
Mi rescoldo — sangre final.
Más sincero —que cualquier poema.

¿Has entrado en calor? ¿Con quién
te irás, a quién te alquilarás
mañana? Dime que no es cierto,
dime que el puente no tiene ni tendrá

fin…
      —Fin.


                     ***


—¿Aquí? —El gesto, de niños…
—¿Entonces? De acuerdo, lo acepto…
Un momento todavía:
por última vez.


9.

A través de fábricas ruidosas,
vibrantes por el eco de la voz,
lo más íntimo, lo que la lengua calla
te diré —secreto que ante los maridos

las mujeres y las viudas ocultan.
Lo que Eva conoció por el árbol
y silenció: que yo no soy sino
un animal herido en el vientre.

Que abrasa. Como si me arrancaran
la piel con el alma. Se esfumó en aire
la herética y absurda insensatez
a la que dimos el nombre de alma.

Desmayo, plaga, cristiano mal
—ponedle paños calientes, si queréis:
nunca ha existido. Se complacía
en seguir estando vivo

sólo el cuerpo. Y ya no quiere.


                       ***


Perdóname. No quería.
Es grito de entraña devastada.
Así esperan los condenados
su ejecución al alba,

jugando al ajedrez. Risa
burlona el ojo del vigilante.
Somos los peones de un tablero
y alguien va jugando con nosotros en él.

¿Dioses buenos? ¿Malignos? ¿Quién?
Todo el horizonte es el ojo del vigilante.
Ruido metálico. Pasillo sangriento.
Ya se ha acabado el juego.

Un cigarrillo por última vez.
Y escupir —ah vida, vida.
Escupir. Al borde del tablero,
Abierto está el camino —desangrarse—.

a la huesa. Te miro de reojo.
Es la luna un ojo secreto que vigila.

—Qué lejos estás ya.


10.


Escalofrío. A la par,
juntos. —Nuestro café.

Nuestra isla, templo
donde cada mañana, casi amanecida

—gentuza, pareja de unas horas—
veníamos a rezar.

Dentro —desorden y olor agrio,
adormilados, en primavera…
Seguro que era de avena
aquel café sin sabor.

(¡Con avena doman el ardor
de los caballos.) No era
de Arabia, no: de Arcadia
era aquel aroma

del café…

Y cómo sonreía
la dueña, tan amable,
cuando nos sentaba juntos—
con qué placidez

de un amante de pelo cano.
Como si dijera: —¡Vivid!
también os marchitaréis—.
La cartera vacía, el arrebato,

nuestros bostezos al unísono
la hacían sonreír. Y sobre todo
la juventud. Las mejillas tersas,
la risa sin motivo —éramos

la juventud. Pasiones no muy
corrientes en estas tierras
de climas crudos.
¿De dónde las traía el viento

hasta el lívido café?
—Túnez, Marruecos… Músculos
y anhelo bajo la ropa triste.
¿Desde dónde venían?

(Querido, no me lamento:
son nuestras cicatrices.)
Afable compañera,
con la cofia de hilo

planchada a la holandesa…


                     ***


Entreveo, evoco casi sin comprender.
Como si nos hubieran echado del festín.
—¡Nuestra calle! —¡Cuántas veces nosotros…!
¿Nuestra? Ya no. ¿Nosotros? Ya no.

Por el oeste saldrá el sol
mañana. Habrá de hacer la guerra
contra Yaveh, David.
¿Cuál será nuestra gesta? —Ruptura.

La palabra más absurda:
Rupt-ura. ¿Una entre mil?
Un muro de siete letras:
y tras él, el vacío.

¿Serbio, croata? ¿En qué lengua?
¿Se mofa de nosotros la lengua checa?
Rupt-ura. Separación…
Qué sinsentido inacabable.

Sonido terrible, revienta los oídos
y apura la angustia dentro…
Ruptura. No es en ruso,
ni parece femenino o masculino.

Ni sagrado. ¿Qué somos
—ovejas que bostezan
Después de pastar? ¿Cómo?
¿Qué significa separación?

Carece de sentido, es sonido hueco
—cuando una sierra corta el sueño.
Separación: escuela poética de Jlébnikov:
lamento de ruiseñor,

                             canto de cisne. ¿A qué fin?
El aire —cuando se acaba en la mina.
—La mano en la mano se siente temblar.
Ruptura —un rayo en el cráneo.

El mar arrastrando el barco
En el último cabo de Oceanía.
¡Estás callejuelas estrechas, tan empinadas!
Separarnos es yacer al pie

de la montaña. Ahogo y dos suelas
pesadas —la palma de la mano y su clavo.
Es claro, deducción evidente: separarse es ya no
compartir.

               Mas fundidos quedamos tú y yo…


11.


Perderlo todo de un golpe,
un tajo limpio.
Suburbio, arrabal:
El día se acaba…

Se acaba la ternura —piedras—,
las casas, los días y nosotros —se acaban.

Mansiones vaciándose: las honro
como a una madre anciana.
Porque vaciarse —madre— es acción:
lo vacío no se puede vaciar.

(Mansiones medio vacías, mejor sería
que os quemaran.)

Que un gesto rudo
no abra la herida.
Suburbios, arrabal.
costura que se rompe.

Sin desmesura verbal,
el amor es sutura.

Sutura: ni venda ni escudo
—no pidas ayuda—.
Sutura: el muerto cosido al suelo
como yo cosida a ti.

(Con qué hilo, lo ha de decir el tiempo,
si endeble o fuerte.)

De cualquier modo, querido
mío, aunque la sutura se ha abierto,
esta herida no supura
podredumbre infecciosa.

Debajo de las bastas,
venas vivas, sangre roja.

Quien rompe no pierde.
Oh arrabal,
suburbio, divorcio seguro
de dos frentes.

Cerebros al aire,
patíbulo de las afueras.

Nunca pierde quien rompe
y huye al alba. Yo en la noche
me he cosido a ti
toda una vida sin bastas.
Perdona si no iba atinada.
Arrabal: ruptura de suturas.

Almas descosidas,
múltiples heridas
barrio, suburbio,
amplia es la sima

del arrabal. ¿No oyes el zapato
del destino en el barro limoso?
Es rápida mi mano, amado,
y vivos los hilos,

fuertes. No quebrarán.
Es éste el último farol.


                 ***


—¿Aquí? —Ahora me mira.
Mirada sometida
de súbito complot.
—¿A la cima? Por última vez.


12.


Espesa crin.
Lluvia en los ojos. Cerros.
El arrabal, atrás.
Estamos fuera de la ciudad.

Ser: no ser. Qué más da.
Madrastra y ya no madre:
ya no hay adonde ir.
Moriremos aquí.

Campos. Algún vallado.
Somos hermana y hermano
y la vida un arrabal
—ya fuera de la ciudad.

Señores: el juego
está perdido.
Sólo existen arrabales,
¿Dónde estarán las ciudades?

Arrasa el diluvio todo
—enfurecido.
Solos, de pie, tú y yo:
ruptura. ¿Será como al pobre Job

que Dios nos quiere probar?
—Juntos, en tres meses, sólo
Esta vez. Y en vano.
Ya estamos extramuros.


                      ***


Extramuros. Mira: fuera de la ciudad.
Hemos pasado la frontera. La vida:
Este lugar donde no es posible vivir.
Así, el gueto judío.

¿No es más digno andar errante
como un judío? A los ojos
de quien no se ha hecho un bribón.
el pogrom es la vida.

Vida de los renegados,
de los conversos devotos:
antes el infierno, las islas
mortales de los leprosos.
La vida que se ofrece a los conversos
—la del matarife a la oveja.
El derecho al permiso de residencia
lo desprecio, lo arrojo —lejos de mi.

Venganza pides, escudo de David,
por esa abducción de los cuerpos,
¿o no han querido vivir
los judíos? Oh embriaguez:

terraplén, foso —¿gueto de élites?—.
Sin piedad. Si es éste
un mundo cristiano,
los poetas somos judíos.


13.


Como la piedra afila el cuchillo,
como se desliza el serrín al barrer,
así, aterciopelada, la piel
húmeda súbitamente en los dedos.

Oh dobles —coraje, sequedad—
de los hombres, ¿dónde estáis,
si en mis palmas hallo lágrimas
y no lluvia?

                El agua es de la fortuna,
¿qué más podría desear?
Si tus ojos son diamantes
que se vierten en mis palmas,

ya no pierdo
nada. Fin del fin.
Caricias, caricias
—acaricio tus mejillas.

Somos así, orgullosas
y polacas –Marina-,
cuando en mis manos llueven
ojos de águila:

¿lloras? Mi amor,
mi todo: perdóname.
Trozos de sal
caen en mis palmas.

Llanto de hombre, veta
que en la cabeza retiembla.
Llora. Otra te devolverá
la vergüenza que te hice dejar.

Somos dos peces
del mis-mí-si-mo mar.
Dos conchas muertas
labio contra labio.


              ***


Todo lágrimas.
Sabor
a armuelle.
—¿Y mañana
cuando
despierte?


14.


Senda de ovejas—
bajamos. Ruidos de la ciudad.
Tres chcias se acercan.
Se ríen. De las lágrimas

ríen, como bobas,
como ola
             del mar,
de las imposibles

lágrimas de hombre —tan visibles
pese a la lluvia. Dos llagas,
dos indignas perlas,
infamantes para el bronce
del guerrero. Tus primeras
y últimas lágrimas
                          —oh derrámalas—,
lágrimas perlas
de mi corona.

Altiva las miro —como a lluvia
En la lluvia— y les hablo:
                                    —fijaos
bien, muñecas de Venus,
vínculo es éste más íntimo

que el deseo
y que un anillo de boda.
El Cantar de los Cantares
nos prestará su voz,

y Salomón se inclinará
ante nosotros, pájaros
desconocidos, porque llorar
juntos es mucho más que un sueño.


                       ***


Cabizbajo, y solo, y oscuro
—silencioso, sin rastro—
en las olas de niebla se funde
como se hunden los barcos.



Praga, 1 de febrero de 1924
Jíloviste, 8 de junio de 1924

sábado, 8 de septiembre de 2018

MARINA TSVETÁIEVA, NOTA (AUTO)BIOGRÁFICA

Marina Tsvietáieva (poemas escogidos) es un libro muy difícil de conseguir a no ser que se acuda a una biblioteca. Por eso me voy a permitir reproducir aquí tres páginas suyas. Por eso y porque me parece un documento de gran interés para quienes estén interesados en saber algo más sobre ella.

Se trata de una antología publicada por Rubiños en 1994, y tiene la particularidad de que en las páginas 7, 8 y 9 recoge unos párrafos redactados por la propia autora a manera de nota autobiográfica. Tienen cierto encanto infantil y una medida espontaneidad que dotan al texto de un gran atractivo. Recojo algunos párrafos en esta entrada, aunque podéis encontrar el documento completo haciendo clic aquí.

(...)

Influencias principales: de mi madre (música, naturaleza, poesía, Alemania, Pasión por el hebreo. Uno contra todos. Heroica). Más oculta, pero no menos fuerte, es la influencia de mi padre (pasión por el trabajo, falta de arribismo, sencillez, introversión). Doble influencia de mi padre y de mi madre: lo espartano. Dos "leitmotivs" en mi casa: la Música y el Museo. Atmósfera de mi casa ni burguesa, ni intelectual... sino caballeresca. Vida de elevada armonía.

(...)

Primer encuentro con la Revolución: entre 1902-1903 (inmigrantes), el segundo entre 1905-1906 (Yalta, socialistas-revolucionarios). Tercero no hubo.

Sucesión de libros preferidos (cada uno en su época): Sirena (primera infancia), Gauf-Lichtenstein (adolescencia), Aiglon de Rostand (primera juventud). Más tarde y hasta ahora: Heine-Goethe-Hölderlin. Prosistas rusos... hablo desde el día de hoy... Leskov y Aksakov. De mis contemporáneos... Pasternak. Poetas rusos... Derzhavin y Nekrasov. De mis contemporáneos... Pasternak.

(...)

Libros preferidos de todo el mundo, con los que me quemarán: "Nibelungos", "Ilíada", "Cantar del Regimiento de Igor".

(...)

No conozco influencias literarias, conozco las humanas.

(...)

No he pertenecido ni pertenezco a ningún movimiento poético ni político.

(...)

Completa indiferencia ante la vida social, el teatro, las artes visuales y plásticas.
Mi sentido de la propiedad se limita a mis hijos y a mis cuadernos.

Si tuviera un escudo, grabaría en él: "Ne daigne". (No hagas daño).
La vida... una estación, pronto me iré, adónde... no lo diré.

viernes, 7 de septiembre de 2018

CIENCIA CLIP, VÍDEOS GANADORES DE CADA CATEGORÍA














Ciencia Clip es un concurso de vídeos divulgativos de ciencia diseñados, producidos y protagonizados por estudiantes de Educación Secundaria. Los objetivos del concurso son fomentar el interés por la ciencia y la tecnología,  
y ofrecer a los concursantes una oportunidad para ejercitar su creatividad y sus habilidades comunicativas usando las herramientas que proporciona internet.

Es una iniciativa de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU, patrocinada por la Diputación Foral de Bizkaia, cofinanciado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, y en la que colaboran el grupo Big Van y la plataforma Naukas y Scenio.

Como viene siendo habitual, la entrega de premios se realiza en el evento Naukas Bilbao, que este año tendrá lugar el próximo fin de semana.

Disfrutadlos.

EL VIOLÍN FLAMENCO DE PACO MONTALVO


La radio nocturna me pone en el oído las notas de un virtuoso del violín que comenzó triunfando como solista —a los 17 años interpreta a Paganini en Tel-Aviv junto a la Orquesta Sinfónica de la ópera de Israel, un año más tarde en el Carnegie Hall bajo la batuta de John Rutter— en el exclusivo territorio de la música clásica. 

Pero más aún que Paganini y su concierto nº1 le gusta el flamenco, la música de su tierra cordobesa, así que, siguiendo los consejos de su maestro Néstor Eidler, decide "pensar por sí mismo", arriesgar su carrera de solista e interpretar lo que verdaderamente más le gusta.

Toca, por cierto, un nicolò amati que alguien le regaló de forma anónima hace años, supongo que encantado con los sonidos que era capaz de sacar al violín y para que fueran todavía mejores. Sorprendente. Como sorprendente es este Entre dos aguas:




Y feliz cumpleaños, Javi.

jueves, 6 de septiembre de 2018

MARINA TSVETÁIEVA, PURA PASIÓN

Serguéi Efron, el que fuera su marido, escribe a Voloshin en 1923: Marina es una criatura de pasiones. Mucho más ahora que antes —antes de mi partida. Lanzarse de cabeza a su propio huracán se ha convertido para ella en una necesidad, en el oxígeno de su vida. Quién sea la causa que desencadene el huracán, no importa. Casi siempre todo está construido sobre el autoengaño. Se inventa una persona y comienza el huracán. Si la insignificancia y las limitaciones de quien ha desencadenado el huracán se descubren pronto, Marina se abandona a una tempestuosa desesperación. (...) Y todo eso a pesar d esu inteligencia aguda, fría (puede que incluso cínicamente voltairiana). Las causas desencadenantes de ayer serán ridiculizadas hoy con ingenio y malicia (casi siempre con razón). todo termina transcrito en un libro (Marina Tsvietáieva, la mujer, su mundo y su poesía, p 149). 

Efectivamente, da la impresión de que Marina Tsvetáieva vivió para hacer del amor su causa y el motivo esencial de su escritura. O, tal vez, la escritura fuese el bálsamo con que curaba sus heridas y el espejo donde trascendían. O el combustible necesario para transformar el fuego en palabras. 

POEMA DE LA MONTAÑA


Dedicatoria

Que te estremezcas
y caigan las montañas,
se eleve — ¡el alma!
Deja subir mi canto
canto de entalladura
de mi montaña.

Yo no podré
ni allá, ni más allá
colmar la cortadura.
Deja subir mi canto
hasta la cumbre
de la montaña.

Estos títulos suyos pueden encontrarse con cierta facilidad rastreando librerías y bibliotecas:
En internet hay muchos espacios que albergan amplias antologías. Un cuaderno bien preparado es el que realizó Lorenza Fernández del Valle para la UNAM. La selección para la tertulia de octubre está ya preparada.


miércoles, 5 de septiembre de 2018

LA MITOLOGÍA DEL FIRMAMENTO DE ERATÓSTENES

Alianza
Eratóstenes es uno de mis sabios favoritos de la antigüedad. La fascinación que siento por él viene desde la primera vez que leí en un libro de historia cómo había realizado el cálculo de la circunferencia de la Tierra. Mucho más tarde vino mi interés por el cielo nocturno y esa pasión a caballo entre la estética del mito y el conocimiento de lo infinitamente lejano. Así que cuando cayeron en mis manos los catasterismos atribuidos al admirado director de la Biblioteca de Alejandría, no puede evitar una inmensa alegría.

Debo reconocer que desde el punto de vista literario este librito tiene muy poco peso. No es uno de esos magníficos clásicos de la mitología como pueda ser Las metamorfosis. Su encanto no reside en la capacidad para crear mundos ficticios, sino en haber recogido de forma ordenada las historias que la gente común y corriente de la época atribuía a las caprichosas formas que distinguía en el cielo nocturno. Historias llenas de fascinación e ingenuidad que aún en la actualidad seguimos repitiendo más o menos transformadas. Así, entre los 44 objetos celestes de los que se ocupó podemos leer:

5. La Corona

Se dice que es la corona de Ariadna; fue el dios Dioniso quien la instaló en el cielo. Cuando los dioses festejaban la boda de Dioniso y Ariadna  en la isla de Día, la novia se coronó con ella tras haberla recibido como regalo de las Horas y de Afrodita.

El autor de las Créticas cuenta que era obra de Hefesto, labrada en oro fundido y empedrada de pedrería de la India. También narra que gracias al brillo con que refulgía consiguió Teseo escapar del laberinto.

Se dice también que su trenza es lo que vemos sobre la cola del león.

La Corona posee nueve estrellas dispuestas en forma de círculo; de ellas son muy brillantes las tres que están frente a la cabeza de la serpiente que se encuentra entre las dos Osas.

Fuente: Astronomía para tontos.

Eratóstenes no solo recoge la leyenda que va unida a la constelación, sino que además indica cuántas son las estrellas que la componen y qué brillo tienen, basándose en una observación ciertamente minuciosa pero realizada sin ningún instrumento óptico, a simple vista. El telescopio no aparecerá hasta el siglo XVII. 


En los primeros cinco segundos de este timelapse podéis ver la constelación en el tercio de la izquierda de la pantalla.


martes, 4 de septiembre de 2018

NAUKAS VALLADOLID 2018: LA CIENCIA DEL FUTURO


El futuro ya está aquí:


SESIÓN DE MAÑANA

La apertura de puertas será a las 09:40 (entrada libre y gratuita, no es necesaria reserva o inscripción)

10:00 – 10:15 – Presentación del evento, Javier Peláez y Antonio Martínez Ron.

10:15 – 10:40 – Jose Miguel ViñasEl clima del futuro.

10:40 – 11:05 – Manuel RojoLa prehistoria del futuro.

11:05 – 11:30 – Elena HidalgoLa biodiversidad del futuro.

11:30 – 11:45 – Descanso 15 minutos.

11:45 – 12:10 – Gemma del CañoEl imperio del futuro.

12:10 – 12:35 – Jose Carlos Rodríguez CabelloNanobiotecnología en el futuro.

12:35 – 13:00 – Juan Ignacio PérezEl futuro del pasado.



SESIÓN DE TARDE

La apertura de puertas será a las 16:40 (entrada libre y gratuita, no es necesaria reserva o inscripción).

17:00 – 17:15 – Presentación sesión de tarde, Javier Peláez y Antonio Martínez Ron.

17:15 – 17:40 – Mercedes DuránEl futuro del cáncer.

17:40 – 18:05 – Laura MoránEl sexo del futuro.

18:05 – 18:30 – Marta PeiranoEstos no son los droides asesinos que están buscando.

18:25 – 18:45 – Descanso 15 minutos.

18:45 – 19:10 – Marilín GonzaloLos medios del futuro.

19:10 – 19:35 – Sergio L. PalaciosLa energía del futuro.

19:35 – 20:00 – José M. López NicolásEl futuro de las 3 bios.

lunes, 3 de septiembre de 2018

CARCASSONNE


A los muchos atractivos de esta turística ciudad se ha sumado la intervención artística de Ticino Felice Varini. Esos Círculos concéntricos excéntricos ejercen un profundo magnetismo y una tremenda atracción, hasta el punto de que resultaba imposible poder colocarse en el punto exacto para conseguir una imagen donde los aparentes círculos se vieran como tales. La intervención le fue encargada para celebrar el vigésimo aniversario de la inscripción de la ciudad en el Patrimonio Mundial de la UNESCO. Lo que ya de por sí es una garantía del atractivo del lugar.

Sin embargo, yo iba buscando otros pequeños placeres en los que no se suele reparar ante la contundente belleza de la ciudad medieval, obra, en buena medida, del famoso Viollet-le-Duc y su tendencia a crear magníficos decorados. De hecho, algo tiene de parque de atracciones todo el recinto y poco de medieval a pesar de la ambientación. Pero como ya he dicho, yo iba en busca de otros misterios. Y el primero sale al encuentro del visitante en la puerta este. 
Sum Carcas, soy Carcas.


Los pocos años que la ciudad estuvo bajo el dominio musulmán espolearon la imaginación de la gente del medievo y surgió una fantástica leyenda para la que, de momento, no conozco explicación.

Se encontraba asediada la fortaleza por las tropas del ubicuo Carlomagno y el rey musulmán Ballak había muerto en el asedio. Bueno, no solo el rey, los cinco años de asedio habían diezmado totalmente la población. Pero allí estaba Carcas, la mujer de Ballak, dispuesta a todo con tal de conservar la ciudad. 

Para que el enemigo no supiera de la falta de medios y soldados, colocó muñecos de paja en las murallas y los vistió con ropas de soldados. Después se dedicó a recorrerlas mientras lanzaba flechas de ballesta, haciendo así creer al enemigo que la guardia era numerosa. 

Al único cochinillo que quedaba lo cebó con los últimos restos de trigo. Después lo lanzó por las murallas. Al reventar contra el suelo, salió gran cantidad de grano de su interior. Ante semejante suceso, Carlomagno mandó levantar el sitio, pues la ciudad estaba tan bien pertrechada y surtida que hasta los cerdos eran sobrealimentados.

Cuando las tropas de los francos se retiraban, la dama mandó llamar a su rey, y ella y Carlomagno firmaron la paz. Las campanas o las trompetas, que en esto hay distintas versiones, sonaron para celebrar el acontecimiento —Carcass sonne—. 

Carcas había conseguido con su ingenio lo que no había podido realizar todo el ejército y, de paso, ofreció una etimología novedosa al lugar. La historia, claro, cuenta otra cosa, y no hay dama Carcas ni Carlomagno. ¿Pero a quién le importa que se falseen un poco los acontecimientos si lo que conseguimos es una historia entrañable y resolver un conflicto de forma casi pacífica?

domingo, 2 de septiembre de 2018

DIOS MÍO, ¿POR QUÉ NO SE ME HABRÁ OCURRIDO A MÍ ANTES?

Lichtenstein. Fuente: MOMA.
Triunfar en el mundo del arte es algo profundamente sutil y alejado del conocimiento general de los humanos. Ni tan siquiera estar dentro de ese mundo garantiza poder discriminar entre un trabajo bueno, original, novedoso... y un trabajo que va a formar parte del exclusivo mundo de los que terminan ilustrando las páginas de un manual de arte.

Roy Lichtenstein no andaba muy sobrado cuando presentó a Leo Castelli, el influyente propietario de la galería del mismo nombre, sus dibujos sobre Mickey Mouse y Donald, y que Castelli aceptó de forma inmediata para organizar una exposición.

Lichtenstein. Fuente: National Gallery of Art.
Por aquel entonces, 1961, Warhol también andaba pintando tiras cómicas, y también acudió al prestigioso Castelli. Cuando este le enseñó lo que Lichtenstein había hecho, el creador de las latas cambell y las marylin pensó: "Dios mío, ¿por qué no se me habrá ocurrido a mí antes". En aquel mismo momento pensé que, como Roy hacía unos cómics tan buenos, yo los abandonaría completamente y seguiría en una dirección en la que pudiera llegar el primero, por ejemplo, la de la cantidad y la repetición.


Los trabajos de Warholl no es que fueran peores que los de Lichtenstein, pero no tenían puntitos. Si agrandáis la imagen de Donald y Mickey, podréis ver que tanto los ojos del pato como la cara del ratón están rellenas de puntitos. Son los famosos puntos Ben-Day, de Benjamin Henry Day Jr. (1838-1916), impresor e ilustrador, quien los utilizó por primera vez para crear sombreados y colores secundarios en la tira cómica.

Esa característica trama de puntos creció, se desarrolló, ocupó la mayor parte de la obra del artista, por lo menos hasta los años 70, y se convirtió en la marca típica de Lichtenstein, tanto si nos recordaba las tiras de un cómic


Fuente: Amazon
como si no.
Fuente: Duc Tay Gallery
Y es que a veces —¿o debería decir casi siempre?— la diferencia entre el recuerdo y el olvido ni tan siquiera depende de una delgada línea, sino de un pequeño e inaprensible punto.

***