Cementerio marino de Sète. Tumba de Paul Valéry |
Estando en Montpellier, no podía dejar de acercarme a Sète, lugar de nacimiento de Paul Valéry —también de Brassens—, y donde fue enterrado, precisamente, en el conocido como cementerio marino. Y ese es el título de su más famoso poema, que tiene como centro temático el lugar que tan bien conocía y que le sirvió de inspiración.
Hay muchas traducciones del poema. Tanto la de Sologuren como la de Guillén me gustan mucho. Las tomo de la selección que preparé en su día para las tertulias irunesas. Cada estrofa va dentro de un recuadro de la tabla. Ofrecer las vos versiones en paralelo me obliga a utilizar un tipo de letra más pequeño.
EL CEMENTERIO MARINO
Versiones de Javier Sologuren y Jorgen
Guillén
¡Oh alma mía, no aspires a la vida inmortal,
pero agota toda la extensión de lo posible.
PÍNDARO, PÍTICAS III.
Calmo
techo surcado de palomas,
palpita entre los pinos y las tumbas; mediodía puntual arma sus fuegos ¡El mar, el mar siempre recomenzado! ¡Qué regalo después de un pensamiento ver moroso la calma de los dioses! |
Ese
techo, tranquilo de palomas,
Palpita
entre los pinos y las tumbas.
El
Mediodía justo en él se enciende
El
mar, el mar, sin cesar empezando…
Recompensa
después de un pensamiento:
Mirar
por fin la calma de los dioses.
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¡Qué
obra pura consume de relámpagos
vario diamante de invisible espuma, y cuánta paz parece concebirse! Cuando sobre el abismo un sol reposa, trabajos puros de una eterna causa, el Tiempo riela y es Sueño la ciencia. |
¡Qué
labor de relámpagos consume
Tantos
diamantes de invisible espuma,
Y
qué paz, ah, parece concebirse!
Cuando
sobre el abismo un sol reposa,
Trabajos
puros de una eterna causa,
Refulge
el tiempo y soñar es saber.
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Tesoro
estable, templo de Minerva,
quietud masiva y visible reserva; agua parpadeante, Ojo que en ti guardas tanto sueño bajo un velo de llamas, ¡silencio mío!... ¡Edificio en el alma, mas lleno de mil tejas de oro. ¡Techo! |
Tesoro
estable y a Minerva templo,
Masa
de calma y visible reserva,
Agua
parpadeante, Ojo que guardas
Bajo
un velo de llama tanto sueño,
¡Oh,
mi silencio! En el alma edificio,
Mas
cima de oro con mil tejas, Techo.
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Templo
del Tiempo, que un suspiro cifra,
subo a ese punto puro y me acostumbro de mi mirar marino todo envuelto; tal a los dioses mi suprema ofrenda, el destellar sereno va sembrando soberano desdén sobre la altura. |
¡Templo
del Tiempo, que un suspiro cifra!
A
esta pureza subo y me acostumbro,
De
mi marina mirada ceñido.
Como
mi ofrenda suprema a los dioses,
El
centelleo tan sereno siembra
En
la multitud soberano desdén.
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Como
en deleite el fruto se deslíe,
como en delicia truécase su ausencia en una boca en que su forma muere, mi futura humareda aquí yo sorbo, y al alma consumida el cielo canta la mudanza en rumor de las orillas. |
Como
en fruición la fruta se deshace
Y
su ausencia en delicia se convierte
Mientras
muere su forma en una boca,
Aspiro
aquí mi futura humareda,
Y
el cielo canta al alma consumida
El
cambio de la orilla en sus rumores.
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¡Bello
cielo real, mírame que cambio!
Después de tanto orgullo, y de tanto extraño ocio, mas pleno de poderes, a ese brillante espacio me abandono, sobre casas de muertos va mi sombra que a su frágil moverse me acostumbra. |
Mírame
a mí, que cambio, bello cielo.
Después
de tanto orgullo y tan extraña
Ociosidad,
mas llena de potencia,
A
este brillante espacio me abandono:
Sobre
casas de muertos va mi sombra,
Que
me somete a su blando vaivén.
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A
teas del solsticio expuesta el alma,
sosteniéndote estoy, ¡oh admirable justicia de la luz de crudas armas! Pura te tomo a tu lugar primero: ¡mírate!... Devolver la luz supone taciturna mitad sumida en sombra. |
A
teas de solsticio el alma expuesta,
Yo
te sostengo, admirable justicia
De
la luz: luz en armas sin piedad.
A
tu lugar, y pura, te devuelvo,
Mírate.
Pero… Devolver las luces
Una
adusta mitad supone en sombra.
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Para
mí solo, a mí solo, en mí mismo,
un corazón, en fuentes del poema, entre el vacío y el suceso puro, de mi íntima grandeza el eco aguardo, cisterna amarga, oscura y resonante, ¡hueco en el alma, son siempre futuro! |
Para
mí solo, en mí solo, en mí mismo
Y
junto a un corazón, del verso fuente,
Entre
el vacío y el suceso puro,
De
mi grandeza interna espero el eco:
Es
la amarga cisterna que en el alma
Hace
sonar, futuro siempre, un hueco.
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Sabes,
falso cautivo de follajes,
golfo devorador de enjutas rejas, en mis cerrados ojos, deslumbrantes secretos, ¿qué cuerpo hálame a su término y qué frente lo gana a esta tierra ósea? Una chispa allí pienso en mis ausentes. |
¿Sabes,
falso cautivo de las frondas,
Golfo
glotón de flojos enrejados,
Sobre
mis ojos, fúlgidos secretos
Qué
cuerpo al fin me arrastra a su pereza,
Qué
frente aquí le inclina a tierra ósea?
Una
centella piensa en mis ausentes.
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Sacro,
pleno de un fuego sin materia;
ofrecido a la luz terrestre trozo, me place este lugar alto de teas, hecho de oro, piedra, árboles oscuros, mármol temblando sobre tantas sombras; ¡allí la mar leal duerme en mis tumbas! |
Cerrado,
sacro —fuego sin materia—
Trozo
terrestre a la luz ofrecido,
Me
place este lugar: ah, bajo antorchas,
Oros
y piedras, árboles umbríos,
Trémulo
mármol bajo tantas sombras.
El
mar fiel duerme aquí, sobre mis tumbas.
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¡Al
idólatra aparta, perra espléndida!
Cuando con sonrisa de pastor, solo, apaciento carneros misteriosos, rebaño blanco de mis quietas tumbas, ¡las discretas palomas de allí aléjalas, los vanos sueños y ángeles curiosos! |
¡Al
idólatra aparta, perra espléndida!
Cuando,
sonrisa de pastor, yo solo
Apaciento,
carneros misteriosos,
Blanco
rebaño de tranquilas tumbas,
Aléjame
las prudentes palomas,
Los
sueños vanos, los curiosos ángeles.
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Llegado
aquí pereza es el futuro,
rasca la sequedad nítido insecto; todo ardido, deshecho, recibido en quién sabe qué esencia rigurosa... La vida es vasta estando ebrio de ausencia, y dulce el amargor, claro el espíritu. |
El
porvenir, aquí, sólo es pereza.
Nítido
insecto rasca sequedades.
Quemado
asciende por los aires todo:
¿en
qué severa esencia recibido?
Ebria
de esencia al fin, la vida es vasta,
Y
la amargura es dulce, y claro el ánimo.
|
Los
muertos se hallan bien en esta tierra
cuyo misterio seca y los abriga. Encima el Mediodía reposando se piensa y a sí mismo se concilia... Testa cabal, diadema irreprochable, yo soy en tu interior secreto cambio. |
¡Muertos
ocultos! Están bien: la tierra
Los
recalienta y seca su misterio.
Sin
movimiento, arriba, el Mediodía
En
sí piensa y conviene consigo…
Testa
completa y perfecta diadema,
Y
la amargura es dulce, y claro el ánimo.
|
¡A
tus temores, sólo yo domino!
Mis arrepentimientos y mis dudas, son el efecto de tu gran diamante... Pero en su noche grávida de mármoles, en la raíz del árbol, vago pueblo ha asumido tu causa lentamente. |
Yo,
sólo yo, contengo tus temores.
Mi
contrición, mis dudas, mis aprietos
Son
el defecto de tu gran diamante.
Pero
en su noche, grávida de mármol,
Un
vago pueblo, entre raíces árboles,
Por
ti se ha decidido lentamente.
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En
una densa ausencia se han disuelto,
roja arcilla absorbió la blanca especie, ¡la gracia de vivir pasó a las flores! ¿Dónde del muerto frases familiares, el arte personal, el alma propia? En la fuente del llanto larvas hilan. |
Ya
se han disuelto en una espesa ausencia,
Roja
arcilla ha bebido blanca especie,
El
don de vida ha pasado a las flores.
¿Dónde
estarán las frases familiares,
El
arte personal, las almas únicas?
En
las fuentes del llanto larvas hilan.
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Agudo
gritos de exaltadas jóvenes,
ojos, dientes, humedecidos párpados, el hechicero seno que se arriesga, la sangre viva en labios que se rinden, los dedos que defienden dones últimos, ¡va todo bajo tierra y entra al juego! |
Gritos,
entre cosquillas, de muchachas
Ojos
y dientes, párpados mojados,
Seno
amable que juega con el fuego,
Sangre
que brilla en labios que se rinden,
Últimos
dones, dedos defensores:
Bajo
tierra va todo y entra en juego.
|
Y
tú, gran alma, ¿un sueño acaso esperas
libre ya de colores del engaño que al ojo camal fingen onda y oro? ¿Cuando seas vapor tendrás el canto? ¡Ve! ¡Todo huye! Mi presencia es porosa, ¡la sagrada impaciencia también muere! |
¿Y
aún esperas un sueño, tú, gran alma,
Que
ya no tenga este calor d embuste
Que
a nuestros ojos muestran ondas y oro?
¿Cantarás
cuando seas vaporosa?
Todo
huye, bah. Porosa es mi presencia,
Y
también la impaciencia santa muere.
|
¡Magra
inmortalidad negra y dorada,
consoladora de horroroso lauro que maternal seno haces de la muerte, el bello engaño y la piadosa argucia! ¡Quién no conoce, quién no los rechaza, al hueco cráneo y a la risa eterna! |
Flaca
inmortalidad dorada y negra,
Consoladora
de laurel horrible,
Que
en seno maternal cambias la muerte:
Bello
el embuste y el ardid piadoso.
¡Quién
no sabe y no huye de ese cráneo
Vacío,
de esa risa sempiterna!
|
Deshabitadas
testas, hondos padres,
que bajo el peso de tantas paladas, sois la tierra y mezcláis nuestras pisadas, el roedor gusano irrebatible para vosotros no es que bajo tablas dormís, ¡de vida vive y no me deja! |
Hondos
padres, deshabitadas testas,
Que
sois la tierra y confundís los pasos
Bajo
el peso de tantas paletadas:
No
es para los durmientes bajo losas
El
roedor gusano irrefutable,
Que
no me deja a mí. De vida vive.
|
¿Amor
quizás u odio de mí mismo?
¡Tan cerca tengo su secreto diente que cualquier nombre puede convenirle! ¡Qué importa! ¡Mira, quiere, piensa, toca! ¡Agrádale mi carne, aun en mi lecho, de este viviente vivo de ser suyo! |
¿Acaso
amor, o el odio de mí mismo?
Tan
cerca siento su secreto diente
Que
puede convenirle todo nombre.
No
importa. Siempre sueña, quiere, toca,
Ve:
le gusta mi carne. ¡Yo, yo vivo,
Ay,
de pertenecer a este viviente!
|
¡Zenón!
¡Cruel Zenón! ¡Zenón de Elea!
¡Me has traspasado con tu flecha alada que vibra, vuela y no obstante no vuela! ¡Su son me engendra y mátame la flecha! ¡Ah! el sol... ¡Y qué sombra de tortuga para el alma, veloz y quieto Aquiles! |
¡Zenón,
cruel Zenón, Zenón de Elea!
Me
has traspasado con la flecha alada
Que
vibra y vuela, pero nunca vuela.
Me
crea el son y la flecha me mata.
¡Oh
sol, oh sol! ¡Qué sombra de tortuga
Para
el alma: si en marcha Aquiles, quieto!
|
¡No!
¡No!... ¡De pie! ¡En la era sucesiva!
¡Cuerpo mío, esta forma absorta quiebra! ¡Pecho mío, el naciente viento bebe! Una frescura que la mar exhala, ríndeme el alma... ¡Oh vigor salado! ¡Ganemos la onda en rebotar viviente! |
No,
no, no de pie. La era, sucesiva.
Rompa
el cuerpo esta forma pensativa.
Beba
mi seno este nacer del viento.
Una
frescura, del mar exhalada,
Me
trae mi alma. ¡Salada potencia!
¡A
revivir en la onda, corramos!
|
¡Sí!
Inmenso mar dotado de delirios,
piel de pantera, clámide horadada por los mil y mil ídolos solares, hidra absoluta, ebria de carne azul, que te muerdes la cola destellante en un tumulto símil al silencio. |
Sí,
mar, gran mar de delirios dotado,
Piel
de pantera y clámide calada
Por
tantos, tantos ídolos del sol,
Ebria
carne azul, hidra absoluta,
Que
te muerdes la cola refulgente
En
un tumulto análogo al silencio.
|
¡Se
alza el viento!... ¡Tratemos de vivir!
¡Cierra y abre mi libro el aire inmenso, brota audaz la ola en polvo de las rocas! ¡Volad páginas todas deslumbradas! ¡Olas, romped con vuestra agua gozosa calmo techo que foques merodean! |
El
viento vuelve, intentamos vivir
Abre
y cierra mi libro al aire inmenso,
Con
las rocas se atreve la ola en polvo.
Volad,
volad, páginas deslumbradas.
Olas,
romped gozosas el tranquilo
Techo
donde los foques picotean.
|