Reconforta ver y oír a un pequeño grupo humano pelearse con las palabras para trascender el momento inicial, la soledad sonora, y plantarse sin miedo ante otro pequeño grupo humano dispuesto a escuchar y disfrutar.
Gracias, Aitor, Nacho, Penélope, Cristina, Jon Ander, Alba, Sarah, Eva y Lourdes, por romper el silencio y atreveros. Y disculpad la mala calidad de las imágenes. Tendría que haber llevado una cámara.
CINCUENTA CÉNTIMOS POÉTICOS
Viene.
Se acerca.
Está llegando.
Aún no está aquí
Conozco su nombre.
Vislumbro sus mil formas.
Me embriaga su aliento suave.
Aún no está aquí.
Pero puedo al fin escuchar sus pasos.
Puedo ya ofrecerle una sonrisa.
Ya puedo admirar su gesto.
Su café, señor.
Gracias, señorita.
Y dígame cuánto sea, por favor.
Me llamo Inspiración. Salgo a las seis.
Por el café, son cincuenta céntimos.
Por lo demás, la voluntad poética.
POEMA DE INSOMNIO Nº 1
¿De qué color es la vida? —me pregunto—.
rosa no, seguro, y negra, tampoco:
no me voy a poner dramático,
no es plan a estas alturas.
De elegir un color me quedo
con el gris porque, según creo,
es así como vivimos, en un lugar tibio
casi siempre alejado de la perspicacia hasta que,
milagro, un azul cielo, o un verde oliva,
o incluso el más común de los marrones
nos mira desde unos ojos luminosos
y, por un instante, nos tiñe la existencia.
Ya sé que no es más que una ilusión efímera,
pero qué felices somos mientras dura.
LA MEDIDA DEL TIEMPO
Aitor |
Viene.
Se acerca.
Está llegando.
Aún no está aquí
Conozco su nombre.
Vislumbro sus mil formas.
Me embriaga su aliento suave.
Aún no está aquí.
Pero puedo al fin escuchar sus pasos.
Puedo ya ofrecerle una sonrisa.
Ya puedo admirar su gesto.
Su café, señor.
Gracias, señorita.
Y dígame cuánto sea, por favor.
Me llamo Inspiración. Salgo a las seis.
Por el café, son cincuenta céntimos.
Por lo demás, la voluntad poética.
Nacho |
¿De qué color es la vida? —me pregunto—.
rosa no, seguro, y negra, tampoco:
no me voy a poner dramático,
no es plan a estas alturas.
De elegir un color me quedo
con el gris porque, según creo,
es así como vivimos, en un lugar tibio
casi siempre alejado de la perspicacia hasta que,
milagro, un azul cielo, o un verde oliva,
o incluso el más común de los marrones
nos mira desde unos ojos luminosos
y, por un instante, nos tiñe la existencia.
Ya sé que no es más que una ilusión efímera,
pero qué felices somos mientras dura.
Penélope |
Nos encontramos tarde, demasiada vida recorrida.
Nos reconocimos,
mucho antes
de adivinarnos.
Nos descubrimos casa,
e hicimos hogar,
refugio, raza y patria,
sin apenas mediar palabra.
Tanto por hacer
o deshacer,
pero juntos, revueltos,
sin perder un segundo.
A veces dudo si la vida
avanza,
si quedé estancada,
muerta en vida,
o simplemente
desinteresada,
aburrida y abandonada,
desde tu marcha.
Dura condena la de
sobrevivir,
exiliada del paraíso,
tras haber conocido
la eternidad en tus brazos.
La medida del tiempo,
la que nos distancia,
de volver a ser dioses.
LUNES, INVIERNO
Me acabo de levantar.
Estoy junto a la ventana.
La lluvia cae
lenta
sobre la calle vacía.
Entre las farolas aún iluminadas
los semáforos trabajan para nadie.
Se ha levantado un poco de viento.
Cruzan dos viandantes
bajo sus paraguas,
uno detrás de otro,
despacio,
meditabundos...
El primero se ha detenido
bajo un balcón.
El otros sigue su camino...
De vez cuando
A LA ESPERA
Cuando te alejas y me acerco el corazón al pecho
cuando el océano me achica hasta la tráquea
y ya no hay beso
no verso
que cure la distancia.
Cuando me envío mensajes en braille que todavía no descifro
cuando asomo la cabeza al precipicio y cierro los ojos para no ver el abismo.
Cuando apareces
y me robas las sinapsis
pero te faltan segundos para girar y dejar este vacío que me envuelve.
Cuando espero tu pena silenciosa
y nunca llega.
Cuando espero a gritos la victoria de saberme entera
de saberme hoguera
de peinar la estela que te sucede
y entender
que
no
necesito
nada
a
mi
vera.
Cuando espero
ya no me da tiempo a acariciarme
Por
Eso
Quiero
Volar
Olvidar el sabor de la tristeza
La agonía de la espera
ignorar que faltas
que abrasas mis costillas
y mi espalda
con tu silencio.
Cuando tecleo hipótesis en mi ordenador.
Es entonces cuando mi piel cristal se hace más frágil
porque sigo sin ser yo,
sigo disfrazada entre las letras
y quien sabe
quizás nunca consiga bajar a tierra.
Es
demasiado temprano para fumar en mi cama.
Para perderme en las calles del casco, callejear,
coger lo que callo y calar
la luna en mi cuarto.
Demasiado temprano para conocernos tan poco.
Poder disfrutar, saber lo que toco y pasar
de cero a nosotros
pensar
que esto es de locos
y seguir disfrutando.
SOLEDADES
Camino al trabajo me cruzo con la tristeza.
Va vestida de mujer de sesenta años.
Ella se cruza con el hastío.
Ambas embarcadas en un búsqueda.
Yo de vivencias y ella de algún sustento.
No quiere que mi mirada, inocente para ella,
se contagie de su pena.
Mi hastío es tan grande que no existe tal peligro.
La invito a desayunar y, por un instante,
ambas sentimos cumplido nuestro anhelo:
Yo, acallar mi mediocre conciencia.
Ella, saciar su apetito.
QUEMAR LAS NAVES
Quemó las naves de la amistad
y se fue con su hombre,
un hombre,
sin más.
Quemó las naves,
y el campanario,
y la cigüeña
que invierno a invierno le recordaba
que el frío remontaba.
Lo arrasó todo
y dejó tras de sí
un ácido olor a hembra.
Cristina |
Me acabo de levantar.
Estoy junto a la ventana.
La lluvia cae
lenta
sobre la calle vacía.
Entre las farolas aún iluminadas
los semáforos trabajan para nadie.
Se ha levantado un poco de viento.
Cruzan dos viandantes
bajo sus paraguas,
uno detrás de otro,
despacio,
meditabundos...
El primero se ha detenido
bajo un balcón.
El otros sigue su camino...
Jon Ander |
—sentado en una terraza
con un cigarrillo en la
mano,
o sencillamente
mientras voy andando por
la calle—
suelo echarle una mirada
reflexiva al pasado,
como si aún fuese posible
hacer algo con él.
Alba |
Cuando te alejas y me acerco el corazón al pecho
cuando el océano me achica hasta la tráquea
y ya no hay beso
no verso
que cure la distancia.
Cuando me envío mensajes en braille que todavía no descifro
cuando asomo la cabeza al precipicio y cierro los ojos para no ver el abismo.
Cuando apareces
y me robas las sinapsis
pero te faltan segundos para girar y dejar este vacío que me envuelve.
Cuando espero tu pena silenciosa
y nunca llega.
Cuando espero a gritos la victoria de saberme entera
de saberme hoguera
de peinar la estela que te sucede
y entender
que
no
necesito
nada
a
mi
vera.
Cuando espero
ya no me da tiempo a acariciarme
Por
Eso
Quiero
Volar
Olvidar el sabor de la tristeza
La agonía de la espera
ignorar que faltas
que abrasas mis costillas
y mi espalda
con tu silencio.
Cuando tecleo hipótesis en mi ordenador.
Es entonces cuando mi piel cristal se hace más frágil
porque sigo sin ser yo,
sigo disfrazada entre las letras
y quien sabe
quizás nunca consiga bajar a tierra.
Sarah |
demasiado temprano para fumar en mi cama.
Para perderme en las calles del casco, callejear,
coger lo que callo y calar
la luna en mi cuarto.
Demasiado temprano para conocernos tan poco.
Poder disfrutar, saber lo que toco y pasar
de cero a nosotros
pensar
que esto es de locos
y seguir disfrutando.
Eva |
Camino al trabajo me cruzo con la tristeza.
Va vestida de mujer de sesenta años.
Ella se cruza con el hastío.
Ambas embarcadas en un búsqueda.
Yo de vivencias y ella de algún sustento.
No quiere que mi mirada, inocente para ella,
se contagie de su pena.
Mi hastío es tan grande que no existe tal peligro.
La invito a desayunar y, por un instante,
ambas sentimos cumplido nuestro anhelo:
Yo, acallar mi mediocre conciencia.
Ella, saciar su apetito.
Lourdes |
Quemó las naves de la amistad
y se fue con su hombre,
un hombre,
sin más.
Quemó las naves,
y el campanario,
y la cigüeña
que invierno a invierno le recordaba
que el frío remontaba.
Lo arrasó todo
y dejó tras de sí
un ácido olor a hembra.