Para Markel
A mí el único deporte que me gusta de verdad es practicar el futbolín con los amigos y tampoco mucho. Cualquier actividad física me produce cansancio y malestar. Toda esa desazón de correr para quitarle a alguien una bolita, de vivir en continua tensión por si los de aquí o los de allí hacen no sé qué cosa y se anticipan a ti o se retrasan y te engañan; toda esa ansiedad de ganar o de perder, cuando incluso acordarte del tanteo es una concentración inútil; digo, todo ese frenesí me altera mucho y me agota. O sea, que no me gusta nada y que a la hora de la gimnasia, como es una maría, me doy una vuelta por el parque o me hecho unas máquinas con los amigos.
La verdad es que no sé para qué tenemos que saltar, correr, levantar pesos absurdos y hacer cosas por el estilo, si, como dice la profa de historia, ya no tenemos que andar persiguiendo bichos para comer, o huir de ellos para no ser comidos. Y como preparación para la guerra, ya me dirás, a cualquier profesional le daría risa ver lo que hacemos.
Yo, por lo demás, llevo bastante bien los estudios. Casi nunca suspendo nada y me gusta el ambiente del isti. Ahí están casi todos los colegas que tengo y aparte de estudiar, que estudiamos, hacemos buenas risas en los recreos; a veces, incluso, en la clase de mate, porque el profe es un enrollao y suele contarnos muchas historias. De matemáticas o de matemáticos, no vayas a pensar, que el tío exigir, exige y, además, explica bien.
Pero la que resulta graciosa es mi madre, que no se entera mucho de la movida. La pobre es que con lo de la casa y mi hermana ya tiene bastante, porque mi hermana da más guerra que quinientos. Claro, como es la pequeña, está muy consentida y, además, es el ojito derecho de mi padre. Total, que con 12 años que tiene la mocosa, hace lo que le da la gana y no para de darle disgustos a mi madre. Así está como está, de los nervios.
Pues lo que te decía, que es muy graciosa. Llegaron las vacaciones y yo voy con las notas a casa. Y eran buenas, no creas. En mate, un notable; y había suspendido casi la mitad de la clase, tío. Le doy las notas a mi madre, las mira un par de veces, me mira otro par y solamente se le ocurrió decir:
—¿Pero cómo te han suspendido la gimnasia? Pero si yo te mandaba todas las semanas con el chandal.
¿A que es genial mi madre? Le di un par de besos.