sábado, 22 de marzo de 2014

ESTO ES BILBAO, DIJO EL HOMBRE

Vista parcial de Bilbao desde Artxanda
Estuve hace un par de semanas en Bilbao disfrutando de Beethoven y de la ciudad, y como hizo un tiempo tan magnífico, disparé algunas fotos. El caso es que cada vez que veo ésta me viene a la memoria el poema de Aresti Souvenir d'Espagne pour mesdemoiselles Solanje et Helena Gereziaga, 1963

Hau da Bilbo, esan zuen gizonak.
Kapela zuria zeraman gizonak, eta
Hau da Bilbo, esan zuen. Hau da
Pinturaren Museoa, esan zenuten.
Peut-être, esan nuen, ez dakit.
Ez nekien. Ta zer? Ez naiz lotsatzen.
Zergatik burjesa egonen da
museo honetan izenez, laudorioz,
(Halako konteak eman zuen pintura hau),
pilotuaren eta marineruaren
izenak
hilobi baten gainean ez daudenean?

Zer da hori? Seinalatu zenuten leihotik.
Deustuko Eskola. Jesuitena.
Ez, hangoa. Egurrezko etxe haek.
Ijitoak, esan nuen lotsaturik.
Urrutian entzuten zen trumoia.
Grekoa. Goia.

[Esto es Bilbao, nos dijo el hombre. / El hombre llevaba un gorro blanco, / y dijo: —Esto es Bilbao. —Y esto es el Museo Pictórico, dijisteis vosotras. / Peut-être, yo dije, no lo sé / No lo sabía. ¿Y qué? No me avergüenzo. / ¿Por qué el patrón del burgo habrá de estar / en este Museo conmemorado, / (El conde de tal sitio donó este cuadro), / mientras los nombres / del marinero y del piloto / no pueden estar encima de su tumba? // Señalasteis por la ventana diciendo: ¿Qué es aquello? / La Universidad de Deusto. Jesuitas. / No, aquello otro de allí. Las casas de madera / Gitanos, afirmé avergonzado. / Oíamos truenos a lo lejos. / Goya y el Greco.] Traducción del autor.

El año en que Aresti escribía este poema yo vivía en aquel Bilbao que, desde luego, no es el de ahora. Compartíamos ciudad, aunque yo era tan pequeño que ésta me parecía una megalópolis y, desde luego, no sabía nada ni de Aresti ni de poesía, pero el monte Artxanda lo conocía bien, porque vivía en su falda y las tardes soleadas solíamos subir a jugar.

Poco queda de aquel "botxo" casi siempre sucio de humo. La margen izquierda está irreconocible. Hubiera sido imposible imaginar en aquella época que medio siglo más tarde iban a existir un Guggenheim, un Euskalduna, un paseo peatonal al borde de la ría, unas torres que miran con orgullo hacia arriba...

Sin duda, Bilbao es hoy una ciudad mucho más bonita y agradable, aunque siguen faltando el nombre de algunos pilotos y de algunos marineros.

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