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miércoles, 15 de mayo de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (Emily Dickinson)

#unlibrounpoema

No soy una de esas personas que andan pendientes de aniversarios, días y celebraciones varias, pero la coincidencia de mi cumpleaños, el de su fallecimiento y el que este poema lo escribiera en el aniversario de la muerte de una escritora a la que admiraba, me ha llevado a seleccionarlo para esta sección de los miércoles.

Este es el poema en su idioma original (dos versiones):

Franklin 146A

All overgrown by cunning moss,
All interspersed with weed,
The little cage of "Currer Bell"
In quiet "Haworth" laid.


Gathered from many wanderings -
Gethsemane can tell
Thro' what transporting anguish
She reached the Asphodel!


Soft fall the sounds of Eden
Opon her puzzled ear -
Oh what an afternoon for Heaven,
When "Bronte" entered there!


Johnson 148

All overgrown by cunning moss,
All interspersed with weed,
The little cage of "Currer Bell"
In quiet "Haworth" laid.


This Bird -- observing others
When frosts too sharp became
Retire to other latitudes --
Quietly did the same --


But differed in returning --
Since Yorkshire hills are green --
Yet not in all the nests I meet --
Can Nightingale be seen --


Or --


Gathered from many wanderings --
Gethsemane can tell
Thro' what transporting anguish
She reached the Asphodel!


Soft fall the sounds of Eden
Upon her puzzled ear --
Oh what an afternoon for Heaven,
When "Bronte" entered there!


Y esta es la traducción de Enrique Goicolea para Amargord:

Toda cubierta de hermoso musgo,
toda llena de hierbajos,
Asfódelo. En la mitología griega,
los 
Prados Asfódelos eran el lugar del inframundo
al que iban a parar las almas.
la pequeña tumba de "Currer Bell"
en el tranquilo "Haworth".

Este Pajarillo viendo que los demás
se retiraban a otros cielos,
discretamente hizo lo mismo
al llegar los rigurosos hielos.

Mas no regresaron todos,
pues las colinas de Yorkshire muestran ya su verdor
y aún no he podido encontrar en los nidos
a este Ruiseñor.

Reposando tras muchos afanes
—Getsemaní nos puede dar cuenta de ello—
¡a través de qué dolorosa angustia
pudo ella alcanzar el Asfódelo!

Dulces llegan los sonidos del Edén
hasta sus azorados oídos.
¡Oh, qué tarde aquella en el cielo
cuando "Brontë" entró en sus dominios!

Es evidente a quién está celebrando, pues aparece citado su nombre en el último verso, además de las alusiones de la primera estrofa: Currer Bell era el seudónimo de Charlotte Brontë y Haworth el pequeño pueblo donde vivió y murió. Dicho esto, que es lo sustancial, conviene señalar que la versión recogida por Franklin incluye solamente tres estrofas, mientras que la de Johnson utiliza dos más.

Casa-museo de la familia Brontë en Haworth

Quiero suponer, pero no lo sé, que detrás de la alusión al ruiseñor está la utilización de la imagen del ruiseñor como "espíritu creativo" de los primeros románticos (Wordsworth, Coleridge) y, por supuesto, el recuerdo de Una defensa de la poesía, donde Shelley escribía que un poeta es un ruiseñor que se sienta en la oscuridad y canta para alegrar su propia soledad con dulces sonidos; sus oyentes son como hombres fascinados por la melodía de un músico invisible, que se sienten conmovidos y suavizados, pero no saben de dónde ni por qué. Ambas eran lectoras entusiastas de Shelley y la imagen de la poeta-ruiseñor funciona muy bien en el poema: el canto (la obra) sigue resonando en nuestros oídos.
 
Más discutible sería la traducción de cunning moss como hermoso musgo, pero entiendo perfectamente que Goicolea opte por una interpretación suave y amable de la naturaleza, porque traducir como sagaz o astuto musgo lleva a una visión mucho más exacta, pero desconcertante para una persona no prevenida sobre el universo dickinson, aunque tal vez en lo del astuto musgo resida buena parte del encanto y el contenido del poema. Hay más libertades que se ha tomado el traductor, todas encaminadas a dulcificar el mensaje. Pero esa es otra historia.

Por si acaso, dejo la traducción de Ana Mañeru Méndez y María-Milagros Rivera Garretas, más objetiva:

Toda cubierta de sagaz musgo,
Toda mezclada de malezas,
Estaba la jaulita de "Currer Bell"
En la tranquila "Haworth".

Esta Ave - observando que otras
Cuando las heladas se volvían muy severas
Se retiraban a otras latitudes -
Calladamente hizo lo mismo -

Pero difirió en el regresar -
Pues las colinas de Yorkshire son verdes -
Pero no en todos los nidos que encuentro -
Puede ser visto el Ruiseñor -

Acopiada en muchas errancias -
Getsemaní puede decir
A través de qué extática angustia
¡Ella alcanzó el Asfódelo!

Suaves caen los sonidos del Edén
En su oído intrigado -
¡Oh, qué atardecer para el Cielo,
Cuando "Bronte" entró allí!

¡Feliz lectura y feliz miércoles!

***

viernes, 14 de julio de 2023

DEFENSA DE LA POESÍA, Philip Sidney

Descatalogado.
Recurrid a bibliotecas.
No hay que confundir esta Defensa de la poesía con la Shelley. Además del artículo indeterminado del título, más de doscientos años y movimientos literarios casi antagónicos las separan. Están unidas, en cambio, por lo que defienden, aunque lo defendido se haga desde posiciones bien distintas.

De la Defensa de Sidney hay que resaltar la consideración de que la poesía es poesía independientemente de que esté escrita en verso o en prosa. Eso es algo que sabemos desde hace más de un siglo, pero defenderlo en 1595 era un atrevimiento absoluto. Otro valor importante de este ensayo es la alta consideración que da a la poesía, pues la sitúa al mismo nivel de importancia para la sociedad que el de la historia o la filosofía —y recordemos aquí que el término filosofía abarcaba lo que hoy conocemos como filosofía, pero también los conocimientos relativos a las ciencias naturales—. Sidney, en realidad, lo que está haciendo es considerar la poesía como un instrumento verdaderamente relevante para educar desde el punto de vista ético y político a la sociedad. 

A mí me gusta mucho este párrafo, que ya era actual entonces, lo sigue siendo ahora y lo fue hace dos mil años: 

Vayamos ahora, por tanto, a las acusaciones más importantes dirigidas contra los infelices poetas. Por lo que sé hasta ahora, son las siguientes: en primer  lugar se les objeta que, habiendo otros muchos conocimientos fructíferos, el hombre debería emplear su tiempo en ellos antes que en la poesía; en segundo lugar, que es la madre de las mentiras; en tercer lugar, que es la nodriza de la corrupción, que nos infecta con múltiples deseos pestilentes, atrayendo a la mente con su canto de sirena el cuento de fantasías pecaminosas de la serpiente (p 159).

Hoy la poesía carece de la importancia que tuvo en otro tiempo y ha sido relegada a una cuestión de especialistas y marginal. Eso hace que lo de la nodriza de la corrupción se haya ido atribuyendo, según el momento histórico-social a la novela, al cine, al rock en sus infinitas variante, al TikTok o a cualquier otra tendencia/actividad que surja. Cosas de las modas, la neofobia y achacar el mal al instrumento y no a quien lo utiliza de forma estúpida o dañina.

***


lunes, 29 de mayo de 2023

UNA DEFENSA DE LA POESÍA, P. B. Shelley

Editorial. Traducción: Pedro Larrea.
En mi opinión, uno de los textos de carácter ensayístico más interesantes de cuantos que escribió Shelley, y escribió sobre multitud de temas, es este que surgió a raíz de la publicación del de su amigo Th. Love Peacock, Las cuatro edades de la poesía. Es un ensayo breve (45 páginas), asequible a cualquier persona y de una concepción romántico-idealista que todavía gusta mucho. En él podemos encontrar algunas de esas grandes frases que son citadas innumerables veces, esas frases que la gente cursi llama inspiradoras y se dedica a repetirlas vía WhatsApp. Creo que unas cuantas citas de esta Defensa serán suficientes para mostrar cuál era la posición Shelley ante la poesía y de qué manera la entendía.

Pero los poetas, o aquellos que imaginan y expresan este orden indestructible, no son sólo los autores del lenguaje y de la música, de la danza, de la arquitectura, de la escultura y de la pintura: son los institutores de las leyes, y los fundadores de la sociedad civil, y los inventores de las artes de la vida, y los profesores, que se involucran en una cierta propincuidad con lo bello y lo verdadero, esa comprensión parcial de las acciones del mundo invisible que se llama religión (p 21).

Un poeta participa de lo eterno, lo infinito y lo único; por lo que respecta a sus concepciones, tiempo y lugar y número no existen (p 22).

Un poema es la imagen misma de la vida expresada en su verdadera eternidad (p 25).

La Poesía fortalece la facultad que es el órgano de la naturaleza moral del hombre (p 29).

[La Poesía] es, siempre en calma, la luz de la vida; la fuente de lo que de bello o generoso o verdadero pueda tener lugar en un tiempo malvado (p 38).

Las funciones de la facultad poética son dobles: mediante una, crea nuevos materiales de conocimiento y placer y poder; mediante la otra, engendra en la mente un deseo de reproducirlos y organizarlos con un cierto ritmo y orden que pueden llamarse lo bello y lo bueno (...) La Poesía es, en efecto, algo divino. Es a la vez centro y circunferencia del conocimiento; es aquello que comprende toda ciencia, y aquello a lo que toda ciencia debe referirse. Es al mismo tiempo la raíz y la flor de todos los otros sistemas de pensamiento; es aquello de lo cual mana, y aquello que adorna todo; y aquello que, si sufre plaga, niega fruto y semilla, y al mundo estéril retiene el alimento y la sucesión de los vástagos de la vida (p 53).

La poesía es el registro de los mejores y más felices momentos de las más felices y mejores mentes (p 55).

Un Poeta, pues es a los otros el autor de la más alta sabiduría, placer, virtud y gloria, debería ser personalmente el mejor, el más feliz, el más sabio y el más ilustre de todos los hombres (p 57).

Ellos miden la circunferencia y sondean las profundidades de la naturaleza humana con un espíritu abarcador que lo penetra todo (...) Los Poetas son los legisladores incomprendidos del Mundo (frase final, p 61). 

(Ignoro por qué en la traducción hay una gran variación de mayúsculas y minúsculas para poeta y poesía).

***


viernes, 28 de abril de 2023

SHELLEY CONTRA LA PENA DE MUERTE

Editorial
Ante la llegada de un periodo de gran cambio político, la primera ley que un reformador debe sancionar es la abolición de la pena de muerte.

Está suficientemente claro que la venganza, la represalia, la purga y la expiación son reglas y motivaciones que causan tal cantidad de miseria en la vida en la vida cotidiana de una sociedad que están muy lejos de merecer un lugar en cualquier sistema medianamente inteligente de vida política. Es evidente que incluso aunque el espíritu de la legislación haya pretendido fundar las instituciones sobre argumentos filosóficos, hasta el momento, en los casos denominados como criminales, no ha hecho sino consolar al espíritu ofreciéndole una gratificación parcial, haciendo un pacto entre su mejor parte —no infringir ningún mal a un ser sensible sin que por ello se desprenda un trato beneficioso, al menos para el involucrado— y la peor: que debe ser sometido a tortura para placer de aquellos a los que haya injuriado, o se crea que ha injuriado.

(El texto completo son una siete páginas. Traducción: Julio Monteverde). 

Tal vez sorprenda a gente poco advertida que Percy Bysshe Shelley, además de ser uno de los tres grandes poetas de la segunda generación romántica inglesa, era un auténtico polemista que no renunciaba a escribir sobre cualquier tema que le preocupara y del que sintiera la necesidad de expresar su opinión. El volumen que hace unos años publicó Pepitas de calabaza puede servir para hacernos una idea de la variedad de temas a los que dedicó su pluma: el ateísmo, los derechos humanos, la dieta natural, la política, el matrimonio, la defensa de la poesía o este Ensayo sobre la pena de muerte del que he copiado los dos párrafos iniciales. El texto completo (en inglés) lo podéis leer en wikisource.

Del texto me interesa destacar su claro posicionamiento a favor de la abolición de un castigo a todas luces inhumano y vengativo, y el hecho de ser uno de los primeros manifiestos en su contra. Es cierto que algunos de los argumentos que emplea pueden resultarnos hoy un tanto sorprendentes, pero eso no debería ser motivo para alejarnos de su lectura; antes al contrario, un estímulo para reforzar los argumentos que busquen el ejercicio de la justicia, nunca la revancha.

Fuente: wikimedia

Y una vez puesto a la tarea de dar noticia sobre Shelley, no está demás recordar que ese ambiente ensoñador, romántico y conmovido que produce la obra de Louis Edouard Fournier, El funeral de Shelley, está bastante lejos de ofrecernos el ambiente de lo que realmente ocurrió en aquel fatídico día en el que encontraron el cuerpo sin vida del poeta en la playa y después lo incineraron. 

El artículo de Miquel Molina Génova para La Vanguardia ilustra bien lo que ocurrió y no lo que Byron nos dejó escrito en su carta a Thomas Moore (20-VIII-1822): We have been burning the bodies of Shelley and Williams on the sea-shore, to render them fit for removal and regular interment. You can have no idea what an extraordinary effect such a funeral pile has, on a desolate shore, with mountains in the background and the sea before, and the singular appearance the salt and frankincense gave to the flame.All of Shelley was consumed, except his heart, which would not take the flame, and is now preserved in spirits of wine

(Más o menos: "Hemos estado quemando los cuerpos de Shelley y Williams en la orilla del mar para hacerlos aptos para su traslado y entierro. No puedes hacerte una idea del efecto extraordinario que tiene una pila funeraria en una costa desolada, con las montañas al fondo, el mar al frente y la singular apariencia que la sal y el incienso daban a la llama. Todo Shelley fue consumido, excepto su corazón, que no aceptaba la llama, y ahora se conserva en alcohol").

***


jueves, 2 de febrero de 2023

FRAGMENTOS, NOVALIS

Cuando en 1798 los hermanos Schlegel pusieron en marcha la revista Athenaeum, pidieron a los colaboradores que no firmaran los trabajos o que lo hicieran con pseudónimo, así se podría dar la imagen de que quienes participaban en ella formaban un grupo que compartía la misma estética. Nació Novalis (latín: barbecho, terreno que se deja para ser productivo más adelante). El dístico que introduce los primeros fragmentos nos lo comunica:
Amigos, está pobre el suelo, semillas en abundancia debemos

arrojar, para que se nos den cosechas siquiera modestas.

Novalis tomó el modelo de sus predecesores Herder y Lessing. Friedrick Schlegel, además, hacía la defensa ese mismo año del género. 

Los textos breves, las frases cortas, las máximas, los aforismos tienen la ventaja de poseer una gran expresividad y una capacidad de sugerir que nunca puede alcanzar el texto especulativo, la argumentación reflexiva teórica. En su contra, en cambio, tienen que si no son capaces de recoger bien aquello que quieren expresar pueden quedar nebulosos, herméticos, oscuros. Por otra parte, nunca un conjunto de frases sueltas, por muy ingeniosas que sean, podrán formar un sistema de pensamiento bien estructurado.

Sea como fuere, Novalis demostró estar bien dotado para la práctica de este género e, incluso, podemos rastrear muy bien lo que pensaba a través de su lectura, igual o mejor que con sus novelas o su poesía. Acceder a ellos resulta sencillo, hay varias ediciones y Pou recoge bastantes en la biografía sobre el poeta. De ella tomo estos pocos:

Todo hombre debería ser un artista. Porque todo puede llegar a ser un arte bello.

Aprender algo produce un disfrute muy bello. Llegar a dominar algo a fondo es una fuente de bienestar.

La muerte es una victoria sobre sí mismo, que como toda superación de sí, procura una nueva y más leve existencia.

Cada cosa que amamos es el centro de un paraíso.

Soñamos con viajes por el universo. ¿Es que no está el universo en nosotros?

Buscamos por todas partes lo absoluto, y siempre y solo encontramos cosas.

El mundo depende de la creencia. Tal como crea que es una cosa, así será para mí.

El poeta entiende la naturaleza mejor que el científico.

Estamos más cerca de lo invisible que unidos a lo visible.

Dios somos nosotros.

Todo me conduce hacia mí.

***


lunes, 11 de octubre de 2021

LA RECOMENDACIÓN DE LOS LUNES


         

Como la semana pasada no recibí ninguna recomendación lectora, hoy me permito hacer yo mismo la recomendación de los lunes para que no se eche en falta. En este caso son dos títulos del género que mejor conozco, poesía.

Son dos novedades muy distintas. Yeats es ya un clásico del siglo XX, con un extraordinario poder imaginativo que fue galardonado en su momento con el Nobel de Literatura. Su Poesía reunida ya había sido publicada en 2010 por Pre-Textos, y muy bien, por cierto. La novedad, en este caso, viene dada por ser la primera vez que aparece editado en Cátedra, en su colección de Letras Universales, lo que significa disponer de un aparato crítico importante. Tanto la  edición como la traducción han corrido a cargo de José Francisco Ruiz Casanova.

La de Iribarren es una novedad absoluta, puesto que se trata del último poemario que ha publicado en Visor hace tan solo unas semanas. Remito al comentario que dejé en su momento.  
                                           
LOS VIEJOS TIEMPOS

                            A Antonio Lafarque

En la mayoría de los casos
la épica de los viejos tiempos
se reduce a que éramos más jóvenes.

Solo es un mecanismo de defensa,
una mentira piadiosa.

                                 No es fácil asumir.
que ni siquiera entonces
estuvimos a la altura de la vida.

Como no hay que aportar pruebas
le echamos un poco de imaginación.

                         Karmelo C. Iribarren, El escenario.




CUANDO SEAS VIEJA



Cuando seas vieja y cana, el sueño te venza
y cabecees junto al fuego, toma este libro
lee con demora y sueña con la mirada serena
que 
tus ojos tuvieron, y con sus oscuridades, profundas;

y cuántos 
amaron los instantes de tu esplendor,
y tu belleza 
amaron, falsos o sinceros,
pero solo un hombre amó tu alma peregrina,
y amó los infortunios de tu mudable rostro;

pues  encorvada sobre brasas inflamadas,
susurras, con algo de tristeza, cómo huyo el Amor,
cómo recorrió las montañas elevadas
y cubrió su rostro entre confusión de estrellas.

                  W. B. Yeats. 89 poemas. Traducción: J. Fco. Ruiz Casanova.

jueves, 16 de septiembre de 2021

KARMELO C. IRIBARREN, EL ESCENARIO

Editorial
EL ÚLTIMO VERSO DE ANTONIO MACHADO


No parece gran cosa,

no deslumbra,

                     apenas

unas pocas palabras gastadas por el uso:


Estos días azules y este sol de la infancia.


Pero todo cabe en ellas,

no se terminan nunca.


                                  Quizás por eso

yo las evoco ahora frente al mar.


Este es el poema que cierra El escenario. Un breve poema marca de la casa: fraseo corto, quebrado, saltos semánticos, silencios, final inesperado y redondo. 

No recuerdo en qué red social Iribarren anunciaba la pronta salida de su último poemario con estas palabras: Más de lo mismo. Sí y no. Es cierto que permanece el estilo propio tan característico del poeta donostiarra, que ya va creando escuela. Es cierto que continúa la mirada distanciada y descreída. También está presente en esta última entrega el suave pesimismo barojiano, los paraguas rotos como símbolo de lealtad, la ciudad, el paseante que comprueba el paso de las estaciones, la defensa incondicional de su forma de hacer poesía y otros muchos elementos que nos vienen acompañando desde su primer título. Pero van apareciendo así mismo, otros rasgos, acaso unidos a la edad.

El verso se ha alargado un poco. No es que sea un elemento diferencial, pero ya no está tan presente ese poema cuyos versos son tan solo una palabra. Ha desaparecido el tono más callejero, más crudo. Tenía la cara/grasienta/y el dedo/en el gatillo,/me apuntaba/a la polla/y se reía (El torturador, Serie B). Y, especialmente, han ido adquiriendo mayor presencia el tono elegíaco, reflexivo; la absoluta personalización de la naturaleza en sus distintas manifestaciones; los poemas de amor, a pesar de que se queje en el poema que lleva por título esas palabras; los mínimos acontecimientos cotidianos, e, incluso, la familia.

LA ALEGRÍA


No sabemos 

de dónde viene

                       ni por qué

lo hace en ese momento

y no en otro.


                   Se alimenta del sol

y de las miradas limpias.


Vive en el lado opuesto de la sombra.


Es una ola repentina

llena de luz

que lo inunda todo

y nos arrastra y nos deja en la orilla

como después de un buen día

de verano.


                Neruda

le dedicó una oda.


                            A mí

donde más me gusta verla

es en los ojos de mi hija.


Otro título más que agradecerle.

martes, 21 de abril de 2020

CORONAVIRUS Y PAZ, por Juan Gutiérrez


He recibido esta reflexión sobre la situación que actualmente estamos viviendo de Juan Gutiérrez. Tal vez su extensión no la haga muy apropiada para un blog, pero el autor y la propia situación merecen el esfuerzo. Aquí la tenéis:

El coronavirus como salvador
(Ensayo improvisado de filosofía andante por cuatro vericuetos)

Hace 217 años un poeta filósofo alemán, FriedrichHölderlin, publicó un poema “Patmos” en el que había una frase que ha pasado a la posteridad “Wo aber Gefahr ist, wächst das Rettende auch” que en español significa: “Donde hay peligro crece también lo salvador”. Desde hace tiempo me ha fascinado esa sentencia y me pregunto si tiene algo de profético —esperanzador en referencia a peligros del futuro—, pero año tras año voy dejando esa pregunta quieta, dormida, sin tratar de responderla.

Primer vericueto
Sin embargo, desde hace un par de semanas, ya en tiempo de la pandemia en que el coronavirus nos ha metido a cada uno en su agujero (que demasiados ni lo tienen) y aislado físicamente a unos de otros, —agujero privilegiado el mío, grande, bien equipado, con terraza, cerca de la mar abierta— , y pareciendo en los primeros días que el tiempo que antes nos faltaba para cumplir con nuestros compromisos nos iba a sobrar al cancelarse o alargarse los plazos de su ejecución, he puesto esa pregunta  en marcha hacia una respuesta confiando en que para recorrer esa distancia iba a contar ahora con un tiempo liberado, desocupado, calmado.  

Pero nada más iniciar este recorrido voy notando que la pregunta no camina en línea recta por ese  espacio vacío, sino dando tumbos por un espacio superpoblado por otras inquietudes antes quietas, pero puestas de súbito en movimiento por el mismo confinamiento y por un raudal de noticias y de pensamientos que me vierte incesantemente por sus muchos canales —móvil, tele, radio, portátil, etc— el  mundo exterior. Así la pregunta se mueve zarandeada en el remolino de una maraña de ansias activadas, noticias y pensamientos sin acercarse a la respuesta.

Es como la carrera de la Reina Roja y Alicia,
La Reina Roja continuaba gritándole: “¡Deprisa, más deprisa!”, y Alicia sentía que no podía más, aunque le faltase aliento para decírselo.
Lo más curioso era que los árboles y las demás cosas que las rodeaban permanecían totalmente inamovibles: por más que corrieran, no conseguían adelantar nada. “¿No será que todo se mueve con nosotras?”, se preguntó muy intrigada la pobre Alicia.
[…]
Alicia miró con gran sorpresa a su alrededor
¡Pero si yo diría que hemos estado bajo este árbol todo el rato! ¡Todo está igual que estaba!
Claro que sí -dijo la Reina-. Pues ¿qué te creías?
Bueno, en mi país —dijo Alicia, todavía un poco jadeante—, si una corre un rato, tan deprisa como lo hemos hecho nosotras, generalmente acaba llegando a un lugar distinto.
¡Un país bien lento! —dijo la Reina—. Aquí, como ves, se ha de correr a toda marcha simplemente para seguir en el mismo sitio. Y si quieres llegar a otra parte, por lo menos has de correr el doble de rápido.
Repito tratando de ser más preciso: en el instante en que pongo en marcha mi pregunta noto que se están también poniendo en marcha y me empujan o atraen demasiadas otras cosas:
    un chorro de noticias y pensamientos sobre la pandemia que, repitiéndose sin cesar, generan confusión al desmentirse entre sí (parece que no se aclaran sus mismos emisores, gobernantes, expertos  o influencers). Más incluso que las fake news tontorronas que también circulan;
    el maremágnum de pronósticos acerca de la transformación que la pandemia va a generar en el mundo y en nosotros;
    un agitarse y revivir de vínculos de amistad entrañables, que habían quedado quietos y dormidos pero que despierta el clima del mismo confinamiento y a los que se suman vínculos que ya eran activos y que, aunque sin contacto físico, se siguen manteniendo con nuevo brillo.

Así mi pregunta corretea de un lado para otro al encuentro de esa avalancha buscando piezas del rompecabezas que forma la respuesta. Y me encuentro zarandeado, mareado, con vértigo y sin haberme movido hacia adelante. Siento que el rompecabezas me está rompiendo la cabeza.

Segundo vericueto
Me paro, me echo a dormir, me doy un paseo —más o menos legal— y, ya más aquietado, me propongo
      adueñarme de mi tiempo regulando las vías de entrada del chorro de inquietudes, noticias, planteamientos y pronósticos por medio de un grifo y de un filtro que corten el paso a lo que detectan como inútil;
      en vez de forzar a la pregunta a que se mueva en línea recta, dejar que avance  dando tumbos o en zigzag y tratar de entender por qué se mueve así;
      reflexionar sobre el tipo de respuesta que espero.

Esa reflexión me hace evidente que:
      La respuesta que busco la va a traer el mero paso del tiempo, que llegada la  hora no pronosticará si la realidad aún futura deja entrever una silueta que confirme o desmienta la sentencia de Hölderlin, sino que constatará si esa sentencia se ha cumplido o no en una realidad para entonces ya presente.
      No soy el único que pone en marcha esa pregunta, somos una multitud los que estamos tratando de entender cómo va a ser el futuro como consecuencia de la pandemia.

Entonces decido:
      No competir con esa multitud de adivinadores del futuro ni pretender ponerme a su cabeza, sino colaborar con ellos en una búsqueda conjunta de la respuesta.
      Que mi contribución a esa búsqueda conjunta consista en cocinar una pieza propia, artesanal, que incorporar al rompecabezas que forma la respuesta.
      Que sus ingredientes sean o de mi propia despensa, o compartidos con amigos, o adquiridos de cualquier otro. Todo un sancocho.

Aquí otra vez me paro  —normal, que esto es un ensayo de filosofía andante por vericuetos— y me pregunto: ¿A dónde iba y dónde estoy?

Me he echado a andar buscando alcanzar una respuesta a mi pregunta inicial y entretanto me encuentro con el yo disuelto en un nosotros y con que la meta no es la respuesta como rompecabezas ya completo, sino el haber cocinado una de sus piezas.
Y sí que avanzo pero no en línea recta.

Ahora se trata de volver a meter ese “yo” en el “nosotros” en que se ha disuelto.

Tercer vericueto
El principal ingrediente propio mío, aunque tengo entretanto la suerte de compartirlo en un grupo cada vez mayor, es la puesta en juego de las Hebras de Paz Viva (HPV), que hoy la inmensa mayoría no tiene en cuenta, dejándolo de lado porque las memorias colectivas, siendo selectivas, nos lo esconden. Así, al caer en esa trampa de la memoria, se escamotea un ingrediente fundamental de lo salvador.

Ese ingrediente, —nuestra pulsión como seres humanos por verter nuestras vidas en otras vidas, para crearlas, protegerlas, alimentarlas, enriquecerlas etc—, no lo concibo como  algo presente o ausente según los tiempos —como una luna llena o nueva—   sino como un sol constante a lo largo de la historia humana e incluso, por lo que parece, anterior al también darse entre seres vivos que han precedido a nuestra especie.

Cualquier diagnóstico o pronóstico que ignore las HPV va a declarar a la especie humana como por sí misma incapaz, carente de recursos propios, para sobrevivir a una crisis. La esperanza en “lo salvador” se reduce pues a esperanza en algo no humano. Y cuanto más se sitúe este agente salvador fuera de lo humano, más se encogen el ser humano y su dignidad.

Las HPV con presencia a lo largo de toda la historia son un ingrediente necesario de “lo salvador”, pero insuficiente. Para que “lo salvador” salve tienen que combinarse esas HPV con otro ingrediente variable históricamente para que así entren en juego “el peligro” haciéndose presente y “lo salvador” creciendo.  

No sé cómo definir a este ingrediente variable, pero creo que podemos buscarlo entre lo que Hegel llamaba “espíritu del tiempo”, Rousseau “voluntad general” y “contrato social”, y ponerle provisionalmente un nombre más actual como “consenso”, tomando así como modelo el consenso de la transición democrática española. Sin embargo, voy a alargar algo ese nombre llamándolo “consenso en su conjunto” porque no son uno, sino varios los temas que el consenso consensúa.

Este consenso en su conjunto se plasma en dos planos imbricados uno con otro: el plano institucional en forma de leyes y el plano en que vivimos, nos entendemos y encontramos los seres humanos, —que quizá sea el plano en que se genera la cultura—.

(De paso: ¿tiene algo que ver la distinción entre esos dos planos con la que hizo Max Weber entre “poder” y “legitimación”?) 

No concibo ese “consenso en su conjunto” como algo permanente, aquietado y distendido, aunque así se presente en el plano institucional —como en la constitución española de 1978, desde entonces en lo esencial blindada—. 

Sin embargo, en el plano en que viven los ciudadanos ese “consenso en su conjunto” se revela como algo en evolución lleno de movimiento y tensión internos, que en ese plano institucional pueden consolidarlo o resquebrajarlo hasta romperlo pese a su fuerte anclaje jurídico.
 
En ese plano en que vivimos y nos relacionamos los seres humanos entran en juego junto con otros factores las dos pulsiones contrapuestas —para ejercer violencia o emitir HPV— contribuyendo a su evolución, fortaleciendo o resquebrajando  el consenso en su plano institucional.

El mejor ejemplo de esa evolución de un consenso es el avance del feminismo —ligado al reconocimiento de los cuidados, que en gran medida son HPV—  como una ola de fondo que se va transformando, creciendo y acelerándose desde principios del siglo XX hasta hoy en que ya es rampante. Otro ejemplo es la decadencia del monopolio de poder de la iglesia católica, respaldada por el franquismo, de ordenar los comportamientos de la gente.

Tres otros ingredientes propios que puedo aportar son mi gusto por la ecología, la filosofía y mi empeño por la paz.

En relación con la ecología tengo que agradecer al amigo Rudolf Bahro, filósofo ecologista alemán muerto en 1997, muy olvidado en España, pero famoso e influyente en los años 80, que en 1987 publicó su libro Lógica de la salvación, donde plantea la lógica de la salvación del peligro de la autoaniquilación inevitable de la especie humana (pág. 35): “Es cierto que las contradicciones sociales han sido y son aceleradores y amplificadores, pero de algo generado por una disposición de nuestra misma condición humana, que la hace única y gloriosa: De todas todas la clave de la situación es que el ser humano normal, en su versión excesiva de hombre occidental normal, destruye la vida en vez de ponerse a su servicio. Y, por mucho que podamos poner en duda que lo salvador crezca desde el peligro, quien no ve ese peligro y su causa, quien considera que la crisis ecológica no es más que el molesto efecto colateral de un desarrollo glorioso, no puede despertar para ponerse a buscar la respuesta sea la que sea”.

Cuarto vericueto
De acuerdo con Bahro —y creo que también con Greta Thunberg, con el movimiento de Viernes por el Clima, con Ghandi (que afirmó que los recursos del mundo bastan para satisfacer las necesidades humanas pero no la codicia humana) y con las profecías de muchos pueblos aborígenes— interpreto la frase en que Hölderlin relaciona “el peligro” con “lo salvador” por así decir a contrapié, porque planteo que el peligro es la aniquilación de la humanidad por el abuso que hace esa misma humanidad de la naturaleza y, sólo partiendo de ahí, me pregunto si la pandemia del Covid-19 puede ser, además de parte evidente de ese peligro, puesto que amenaza con diezmar a toda la humanidad y desvencijar su tinglado económico, lo salvador que crece. 

Afirmo así que el peligro a tope es nuestra relación hostil como seres humanos, con la naturaleza que ensuciamos y destruimos acelerando así nuestra propia extinción. Hoy nuestra especie está ya en la cuenta atrás, con el punto final de su desaparición a la vista, ya a pocos pasos del punto sin retorno.

La verdad es que este pronóstico fruto de un cálculo intelectual nos deja bastante fríos, consigue sólo movernos a regañadientes arrastrando los pies y tachándolo de apocalíptico. Le falta la dimensión emocional que aportan la sensación de inmediatez y la evidencia de que no hay escape individual a esa extinción de la especie.

Es un peligro muy peligroso —valga la redundancia— porque no aparece como inminente ni del todo inexorable:
   el fin de la especie humana se hará evidente dentro de 30 o 40 años, ya muy pasado el punto sin retorno, cuando sea demasiado tarde para poner remedio;
  afecta a los pobres —que cuentan poco— mucho antes, como media generación, que a los potentados —que cuentan mucho—;
  parece más lejano que las muertes individuales de nuestra generación;
  genera la esperanza falsa de esperar una repetición del mito del Arca de Noé, según el cual el dios bíblico aniquila la especie humana inundándola con el diluvio, pero salva a una familia.

Esa perspectiva a corto plazo y complaciente —que resuena en el “¡Cuán largo me lo fiáis!” de Don JuanTenorio o en el “Después de nosotros el Diluvio” de la Pompadour
   permite que se pongan de nuevo en juego soluciones falsas a la crisis, de acuerdo con la lógica determinante de proteger a los seres humanos sólo en la medida en que se aseguran los intereses de los inversores, que más bien la agravan, como ya ha ocurrido en la crisis económica del 2008, cuando las mismas recetas capitalistas que generaron la crisis se aplicaron para remediarla;
    va a costarnos unos cuantos años el ensayo de remedios hasta que desechemos los inútiles o incluso contraproducentes y escojamos los eficaces ;
    la aceleración de nuestra economía nos tiene en jaque y quita el tiempo para buscar y encontrar un remedio.
   se entiende la lucha por la supervivencia de la humanidad como una guerra en la que poner en juego las mismas estrategias que se aplican para conquistar y someter a la naturaleza, que son estrategias de guerra pero inútiles y contraproducentes para proteger al género humano.

Sin embargo, hoy se ha adelantado a este peligro de aniquilación, que nos amenaza como especie, pero aún no nos parece inmediato, la primera gran ola de la oleada con que la naturaleza responde al abuso a que la sometemos, la pandemia del Covid-19, que nos saca de este sopor, sobresalta, pone alerta y hace que estemos a escala mundial trastocando el comportamiento de cada quisque al tomar medidas urgentes de protección ante la epidemia desatada, que está ya matando a miles y cada vez a mayor velocidad, que —sin amenazar con la extinción a nuestra especie—, amenaza con diezmarla en general, con lo que cada uno de los nosotros podemos ser los décimos de esa diezma.
 
Esas medidas de protección están a su vez desencadenando una crisis económica, pero “desencadenar” significa ahora romper las cadenas que atan los procesos económicos a la lógica de anteponer el incremento de los bienes y recursos privados a la salvación de vidas con su dignidad.

La crisis del coronavirus ya ha roto esas cadenas y en ese tremendo revuelo se están moviendo ingentes capitales para, fuera de las lógicas capitalistas, atender a las necesidades y urgencias humanas, siendo la más imperiosa y urgente la de sobrevivir con dignidad. 

Mientras esa lógica capitalista se desbarata, está creciendo —como los pequeños mamíferos tras la extinción de los dinosaurios— una lógica variopinta de atención y protección a los seres humanos y a su dignidad, que recoge y antepone planteamientos antes pospuestos —una renta básica universal, una atención médica bien equipada y sin exclusiones—, junto con otros no planificados, sino surgidos espontáneamente  por el mismo sobresalto, como el aplaudir desde los balcones en señal de agradecimiento a los servicios sanitarios y de limpieza, el surgimiento de redes de apoyo a personas vulnerables con lo que, desbaratada la ley de hierro del capital, se entrevé el nuevo orden de un “jardín de las delicias” —Hieronymus Bosch—.  En ese sentido,  el coronavirus es la mejor y más oportuna de las vacunas.

En ese jardín de las delicias florece un sinnúmero de flores, pero no me detengo
para mostrárorlas porque también vosotros estáis en ese jardín y podéis mostrar mejor que yo y trasmitir el color y la fragancia de las que os brotan más cercanas. Allí, además, crecen y se fortalecen árboles, líderes de las HPV, como el papa Francisco, que ha crecido en esta Semana Santa guardando todos sus rituales con sermones en iglesias vacías o semivacías en los que insistentemente desbordaba los límites que la doctrina católica tradicional impone a los seres humanos.

La pandemia es además muy oportuna,
   porque su llegada, coincidiendo con el impetuoso avance del feminismo, evidencia que las estrategias machistas de defensa militar son contraproducentes e invita a desplegar un sistema de protección ya no centrado en el balance entre el ataque destructor contra el enemigo y huida de ese enemigo, sino en la atención y la generación de amistad.

         A esa nueva estrategia  responde bien el coronavirus, porque parece que lo que     mata no es su contagio, sino la producción excesiva de anticuerpos por parte de los contagiados. El objetivo ya no es aniquilar al virus enemigo, sino aprender a convivir con él. La lucha ya no consiste en aniquilar al virus enemigo o ser aniquilado por él, sino que es una pugna por transformar ese virus enemigo en un amigo con el que convivir (parece que durante millones de años ha convivido el coronavirus con murciélagos y pangolines).

   La cuarentena, el aislamiento físico como medida tradicional de protección ante las plagas, era hasta principios de este siglo algo muy duro y paralizante, pero el desarrollo de lo digital en los últimos años lo hace mucho más llevadero y permite —por ejemplo con el teletrabajo— soslayar muchos bloqueos.

En este rio revuelto por haberse roto las leyes capitalistas que lo ordenaban, no sólo navegan tejedores de Hebras de Paz Viva, también lo surcan tiburones y especuladores decididos a medrar sin dignidad a costa del resto, de la inmensa mayoría. Pero esas sombras ya no pueden mostrarse como luminosas; les ha llegado la hora en que revelarse como sombrías. El capitalismo, sin ser la solución, ha podido hasta hace bien poco presentarse como solución moralmente neutra, pero ahora ya no puede, porque se revela como criminal.

Algunos de esos tiburones pretenden, e incluso consiguen, ser grandes líderes, como Trump, Boris Johnson o Bolsonaro. Sin embargo, son líderes de corto recorrido porque chocan contra sí mismos: una semana, tras ordenar que se anteponga la codicia de los potentados a las necesidades humanas, Trump se ve forzado a ordenar que ingentes masas de dinero se desmarquen de esa lógica del capital para atender a las necesidades humanas. Es el loco al que se refería Machbethan idiot full of sound and fury, signifying nothing”

Ante otras amenazas globales se han planteado fórmulas que trataban de proteger a un sector de la humanidad separándolo del resto —como los intentos de proteger durante la guerra fría los EE.UU, separándolos de Europa y del bloque socialista por medio de una campana protectora formada por misiles defensivos; guerra fría que al volverse caliente iba a destruir los misiles ofensivos enemigos manteniendo así a los de dentro a salvo de la hecatombe que aniquilaría a los de fuera—. Pero desde el momento en que ha aparecido esta pandemia es evidente que soluciones de este tipo no sirven para nada: el coronavirus,  aunque comparado con la gripe española —que  hace 100 años mató a más de 50 millones— mata relativamente poco —del 3 al 10% de los afectados—, amenaza uno por uno tanto a los ricos como a los pobres y más se trasmite de ricos a pobres que al revés.

El muro que está construyendo Trump para proteger los Estados Unidos separándolos de México es ante esta pandemia algo ridículo, porque el coronavirus se lo salta como si tal cosa.

Tras los 4 vericuetos
Días antes de su asesinato Martin Luther King pronunció la frase “He alcanzado la cumbre” (I have reached the mountain top).
Yo no.
Nosotros aún no.
Nos queda la poesía.

martes, 4 de diciembre de 2018

EL OFICIO DE VIVIR

Para algunas personas vivir puede resultar un oficio tan duro que terminan poniéndole fin antes de que la edad acabe con él.

Cesare Pavese es un clásico contemporáneo que no está de moda y quien hoy se atreva con su diario, El oficio de vivir, puede extrañarse de encontrar en él expresiones misóginas que empañan aquí y allá el texto, pero disfrutará de una prosa vibrante, dura en ocasiones, y de una lucidez sobre el arte y la literatura que hacen las delicias de cualquiera.

Gran conocedor de la literatura angloamericana, contribuyó, como nos recuerda Giuseppe Petronio en su Historia de la literatura italiana, a darla a conocer y a crear el "mito de América" (...) cuya literatura se nutría de un "amor desenfrenado por la vida en cuanto tal". Y sobre todo conocía a Shakespeare con todo detalle. Los comentarios que va dejando por uno y otro párrafo a lo largo del diario son estupendos.

Pero El oficio de vivir es el diario de un hombre abocado a la muerte que intenta conocerse a sí mismo a través de la reflexión sobre la creación artística. Ahí es donde alcanza, en mi opinión, su mejor y más alta versión.

Lo que da tensión a la poesía en sus comienzos es el ansia de realidades espirituales ignotas, presentidas como posibles.

Todo poeta se ha angustiado, maravillado y gozado.

Solo una cosa me parece insoportable para el artista: no sentirse ya en los comienzos.

El único modo de salvarse del abismo es mirarlo y medirlo y sondarlo y bajar a él.

Vivimos en el mundo de las cosas, de los hechos, de los gestos, que es el mundo del tiempo. Nuestro esfuerzo incesante e inconsciente consiste en que tendemos a alcanzar, más allá del tiempo, fuera del tiempo, el momento extático (de éxtasis, no de estado) que realiza nuestra libertad.

La literatura es una defensa contra las ofensas de la vida.

El dolor es una cosa bestial y feroz, trivial y gratuita, natural como el aire.

Mis relatos son —en la medida en que están logrados— historias de un contemplador que observa cómo ocurren cosas más grandes que él.

La poesía nace (...) de los instantes en que levantamos la cabeza y descubrimos con estupor la vida.

Deseamos escribir una obra que, antes que a nadie, nos pasme a nosotros mismos.

Acercarse al arte es descender a la tiniebla fecunda de los orígenes donde nos acoge lo universal humano (...) respirar por un instante esa atmósfera rarefacta y vital, y consolarnos con la magnífica certeza de que nada la distingue de la que se estanca en nuestra alma o en la del campesino más humilde.

Su última anotación, antes del suicidio, fue esta: 
Todo esto da asco. 
Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más.

En esas páginas yace un hombre que a pesar de su profunda infelicidad nos ofreció algunos momentos felices a quienes le leemos. Sin duda, el oficio de vivir puede ser muy duro para algunas personas. 

Al año siguiente del suicidio apareció publicado el libro de poemas Verrá la morte e avrá i tuoi occhi. El poema más famoso de todos es el que prestó el título al libro.


VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo. Tus ojos
serán una palabra hueca,
un grito ahogado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando a solas te inclinas
hacia el espejo. Oh querida esperanza,
ese día también sabremos
que eres la vida y la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como mirar en el espejo
asomarse un rostro muerto,
como escuchar un labio cerrado.
Nos hundiremos en el remolino, mudos.