miércoles, 7 de mayo de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Katherine Philips), Sobre la amistad

Ejemplar del KM
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Katherine Philips (1632-1664), alias Orinda, no es una poeta de primer orden, pero se deja leer bien y es una destacada cantora de la amistad. De hecho, perteneció a The Society of Friendship —Sociedad de la Amistad—, un grupo más o menos literario que intercambiaba correspondencia —hoy sería algo así como un grupo de Whatsapp muy activo— y cuyo tema predilecto de expresión y reflexión era la amistad. El grupo estuvo activo desde 1651 hasta 1661 y, aunque no era solo de mujeres, ellas eran la mayor parte. Según parece, estaban muy influidas por el pensamiento de Montaigne y el famoso capítulo XXVIII de los Ensayos.

Lo del alias es porque quienes pertenecían al círculo de la amistad, recibían un nombres pastorales derivados del mundo clásico. 

Con este antecedente, es inevitable dejar aquí constancia de su labor como poeta dedicada al tema:

LA FELICIDAD, A MI QUERIDA LUCASIA

                    I

La felicidad, el mejor disfraz del falso mundo,
búsqueda y desavenencias de los sabios,
es tan recóndita y oculta en la noche
que, como el feérico "Caballero de la Cruz Roja",
quien había tomado la traicionera falsedad por pura verdad,
los hombres piensan que la poseen cuando no la tienen.

                    II

Pues tribunales, estarían encantados de poseer la Dicha,
pero nunca habitó ella alrededor de un trono:
ser adulado, ser rico y grande,
son cosas que confunden el juicio de los hombres.
Mas la seria experiencia vio esto desde hace tiempo,
la Ambición y la Dicha nunca estarían de acuerdo.

                    III

La Dicha esperaría algo más vano
por lo que reflejan sus brillantes exteriores.
mas seguro que la Dicha es más divina
que ser excavada en la roca o en la mina:
y aquellos que conocen sus bellezas confesarán,
que no precisa el lustre de un atuendo brillante.

                    IV

Algunos la sitúan en la alegría, pero ella desdeña
la ayuda de tales espinas crepitantes,
tan poco ella se debe a un placer tan exiguo,
pues es aguda y, no obstante, tan corta:
y los pintores nos dicen que dan los mismos trazos
para una faz sonriente y una cara llorando.

                    V

Hay otros que sitúan la Felicidad
en la libertad otorgada por el gobierno:
mas quienquiera que sea corrompe sus pasiones,
y pese a estar libre de grilletes es un esclavo.
Dicha y Esclavitud solo entonces difieren,
en estar encadenadas a los vicios, no por los hombre.

                    VI

Algunos piensan que la Dicha conoce el campo de batalla,
y que se asienta en la frente victoriosa:
pero en ese laurel a menudo se va
en medio de un ramillete de ciprés.
La felicidad tampoco se dará en ese lugar,
en el que moran el ruido, el tumulto y la destrucción.

                    VII

Mas, sin embargo, los más prudentes creen
que las universidades obtienen esta joya,
y hasta ahora es una verdad sin discusión,
que el conocimiento es aún la fruta más dulce.
Pero mientras los hombres buscan la verdad, pierden la paz;
y quien acumula conocimientos, ve aumentar la aflicción.

                    VIII

Mas ahora algún taciturno ermitaño sonríe,
y piensa que seduce a todo el mundo,
y que su celda y su plato contienen 
lo que la Humanidad quiere alcanzar en vano.
Pero aún así, su placer fue enunciado con un gruñido,
pes no nació nunca el hombre para estar solo.

                    IX

La propia Felicidad mejor se entiende
cuando es entre dos almas y las dos son amigas,
cuyos gozos en ambas se muestran permanentes
y muy multiplicados, al estar unidos:
sus mentes e inquietudes llegan a confluir tanto
que sus penas, una vez compartidas, pierden ese mal nombre.

                    X

Lejos estas de los intensos ruidos,
y (lo que es peor) de toda alegría vana,
quien nunca tuvo un proyecto mezquino,
cuya llama es formal y divina,
y apacible, e incluso, debe estar satisfecha,
ya que ambos atesoran unión y asociación.

                    XI

Así, Lucasia mía, nosotras tenemos
todo lo que el amor puede dar o anhelar;
con desdén y pena puede evaluar
las bagatelas que tanto traicionan;
templada con inocencia y perfecta amistad
por la virtud unida, por nuestra elección retirado.

                    XII

Amor, cuyos espejos son arroyos de cristal,
o bien de corazones, miradas mutuas;
quien desear no puede otras cosas
desea lo que brinda intimidad y Amistad:
cuyas ideas y personas trocadas y mezcladas son solo una,
y disfrutan de la Felicidad, o de lo contrario, el mundo carece de ella.


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