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domingo, 8 de abril de 2018

MONTAIGNE, SU CASTILLO, SU BIBLIOTECA Y ALGUNA COSA MÁS

Castillo de Montaigne. Tapada por el árbol, la famosa torre.
Fue en este castillo donde nació y murió Montaigne (1533-1592). En él escribió sus famosos Ensayos. En él pasó la mayor parte de su vida leyendo, escribiendo y meditando. Tenía la costumbre de escribir en las vigas de la biblioteca aquellos pensamientos que más le gustaban y que todavía hoy se pueden leer con facilidad. La mayoría de ellos tomados de la Antología de Estobeo y de la Biblia, sobre todo del Eclesiastés.
 
Homo sum; nihil humani a me alienum puto
Seguramente el más célebre de sus ensayos sea la Apología de Raimundo Sabunde (II, XII). Lo escribió hacia 1576 —antes de su viaje por Suiza, Alemania e Italia, y antes de ocuparse de la Alcaldía de Burdeos—. En aquel año andaba leyendo al escéptico Sexto Empírico, quien por toda afirmación de conocimiento se contentaba con la pregunta "¿qué sé yo?" y que Montaigne, fascinado, convertirá en divisa de su escudo.




Raimundo Sabunde era un teólogo que pretendía demostrar que dios puede ser conocido sin ayuda de la fe, solamente con el uso natural de la inteligencia. Lo curioso del caso es que en la defensa del catalán el escéptico Montaigne va en contra de la tesis que defiende, pues declara que la razón humana es incapaz de llegar al conocimiento de las esencias e incluso los animales superan a menudo la capacidad humana.

Sin embargo, creo que es ahí donde más acierta y consigue sus mejores párrafos. Denuncia nuestra vanidad e inconsistencia, y pone en evidencia la relatividad de nuestras costumbres. De esta manera, es imposible encontrar una ley universalmente válida, porque en nuestro engreimiento estimamos siempre mejores nuestras costumbres y maneras a las de los otros grupos (notad la crítica del etnocentrismo 300 años antes de que la palabreja naciera). Pero mejor dejo sus palabras:

Por otra parte, si sacamos de nuestra propia cosecha la ordenación de nuestras costumbres, ¡en qué confusión caeremos! Pues lo que os aconseja en esto la razón como más lógica, es generalmente que cada cual obedezca las leyes de su país, como opinaba Sócrates, inspirado según él por un consejo divino. ¿Y qué quiere decir con esto sino que nuestro deber sólo tiene unas reglas fortuitas? Ha de tener la verdad un rostro igual y universal. Si el hombre conociera el cuerpo y la esencia verdadera de la rectitud y de la justicia, no las haría depender de la condición de las costumbres de esta o aquella región; no tomaría su forma la virtud de las fantasías de los persas o de los indios. Nada hay tan permanentemente sujeto a agitación como las leyes. 

¿Qué nos dirá pues la filosofía en esta necesidad? ¿Que sigamos las leyes de nuestro país? Es decir, ¿ese mar fluctuante de las opiniones de un pueblo o de un príncipe, que me pintarán la justicia de tantos colores y la reformarán con tantos rostros como cambios de sentimiento haya en ellos? No puedo tener tan flexible el juicio. ¿Qué bondad es ésa que ayer veía vigente y hoy ya no, y que la línea de un río convierte en crimen? 

¿Qué verdad aquélla que esas montañas delimitan y que es mentira en el mundo que está al otro lado?         Ensayos, II, 12. Cátedra, 1993. Trad. Dolores Picazo y Almudena Montojo.

miércoles, 17 de febrero de 2016

MICHEL de MONTAIGNE

¿Filósofo, escritor, intelectual, psicólogo, antropólogo...? 

Montaigne es el primer ensayista de la historia, porque es él quien inventa el género, el término y lo pone en práctica por primera vez. De hecho, los manuales de filosofía se ocupan, en general, muy poco de él. Mucho más espacio le dedican, en cambio, los de literatura. Sin duda, es un ecritor genial que reflexiona sobre el ser humano a partir de sí mismo —Yo mismo soy la materia de mi libro—.

Emerson dijo que era el más franco y el más honrado de los escritores. Lo que no es mal piropo. Harold Bloom, que sigue siendo con mucho el mejor ensayista personal. Tampoco está mal. Störig añade: En Montaigne encontramos esa rara y dichosa consonancia de profundidad del pensamiento, perspicacia de la observación y elegancia de la expresión. Esto puede parecer un poco escaso al lado de los anteriores, pero ya les gustaría a otros muchos pensadores ser objeto de tal apreciación.

Sea como fuere, tampoco tenemos por qué fiarnos de lo que digan los expertos. Lo mejor es leerlo por nosotros mismos, disfrutar con sus palabras si nos gustan, o dejar el libro a un lado si es que no nos complace. Lo bueno que tiene el genial francés es que podemos leerlo a saltos y a cachos sin que sufra lo más mínimo su obra, porque está compuesta por 107 breves ensayos independientes, algunos tan breves como un artículo de opinión. 

En cualquier caso, sí creo que es una lectura para personas de una cierta edad más que para jóvenes. También creo que puede resultar una lectura muy grata porque Montaigne tiene siempre un tono de proximidad que hace que lo sintamos como alguien conocido con quien estamos conversando. Nunca nos sentimos rechazos, tal y como ocurre con otros pensadores cuyo saber nos apabulla o su oscuridad nos pone límites. Y, además, es un tipo más bien optimista, engalanado de la alegría de vivir.

Otro aliciente para acercarse a su obra es que está plagada de frases brillantes, sentencias y aforismos, de esas que decidimos copiar en algún cuaderno para que no se nos olviden, aunque luego siempre las olvidemos. Podéis hacer la prueba tecleando en Google y veréis cuántas aparecen. Pero lo mejor es irlas descubriendo uno mismo e ir comprobando que tampoco están todas, ni mucho menos, regogidas el memorión de san google.

Y si mis palabras no os animan a engacharos con el filósofo más doméstico y amable que conozco, aquí tenéis el vídeo que elaboró Botton después de escribir su exitoso libro Las consolaciones de la filosofía, donde nos recuerda cómo la lectura de Montaigne puede valernos, incluso, para trabajar la autoestetima si es que la tenemos algo baja.


En este enlace os dejo una traducción colocada en el cervantesvirtual.com libre de derechos, por eso de si queréis echar un vistazo antes de animaros a leerlo. 

martes, 26 de enero de 2021

SOBRE LA CIENCIA

Editoial
 Sigo releyendo a Montaigne, aunque es más exacto decir que sigo degustando sus ensayos, pues lo hago a pequeños tragos, saboreando cada pensamiento, sin ninguna prisa.

Entre ayer y hoy me he adentrado en el famoso capítulo XII del segundo libro, la Apología de Raimundo Sabunde, sobre la que hace algún tiempo dejé un brevísimo comentario, aunque ya en otras ocasiones he invitado a la lectura no solo de este capítulo sino de todo Montaigne desde este mismo espacio.

Y es que el francés tiene muchas virtudes: escritura clara y sencilla; como su compatriota Descartes, a quien en buena medida le abrió el camino; un escepticismo bien entendido que da en indagarlo todo antes de aceptar cualquier afirmación, y, especialmente, un humanismo que afirma siempre la capacidad para salir adelante.

Montaigne es ese pensador doméstico con el que podemos charlar tranquilamente en la cocina y que siempre nos advierte para que no caigamos en las trampas de ningún fanatismo, por más que se disfrace de riguroso saber. Deleitaos con el párrafo inicial de este duodécimo capítulo que toda persona dedicada a la ciencia debe hacer suyo:

Es la ciencia, en verdad, cualidad muy útil y grande. Los que la desprecian demuestran claramente su necedad; sin embargo, no estimo su valor hasta el punto extremo que algunos le atribuyen, como Herilo, el filósofo, según el cual reside en ella el bien supremo, y de ella depende que seamos sabios y felices; cosa que no creo, como tampoco lo que otros han dicho: que la ciencia es la madre de todas las virtudes y que todo vicio está producido por la ignorancia. Si esto es verdad, es susceptible de larga interpretación (p. 443 de la edición de Cátedra. Traducción: Almudena Montojo).

La torre donde escribió sus Ensayos:


Castillo de Montaigne

sábado, 3 de marzo de 2018

ELOGIO DE LA CONVERSACIÓN, Michel de Montaigne

El más fructífero y natural ejercicio de nuestro espíritu es para mi gusto la conferencia. Encuentro su uso más agradable que ninguna otra acción de nuestra vida; y esta es la razón de por qué, si se me forzara a elegir, consentiría antes, creo yo, en perder la vista antes que la facultad de oír o de hablar. Los atenienses, y también los romanos, consideraban un gran honor este ejercicio en sus academias. En nuestra época, los italianos conservan algunos vestigios, para su gran provecho, como puede verse por la comparación de nuestra viveza de entendimiento con la de ellos. El estudio de los libros es un movimiento indolente y débil que no hace restallar aquello que la conferencia descubre y exhibe de un golpe. Cuando mi adversario en una discusión tiene una mente potente y es un curtido luchador, ataca los flancos, me atosiga a izquierda y derecha; sus puyas provocan las mías; el amor propio, la gloria, la lucha me enardecen y me elevan por encima de mí mismo, pues la coincidencia de pensamientos es una cualidad muy aburrida en una conferencia.

Puesto que nuestra mente se fortifica por la comunicación con los espíritus cultivados y bien organizados, es incalculable la gran pérdida que le reporta el continuado comercio y familiaridad con espíritus banales y groseros. La excelencia de alma no es contagiosa. Tengo la suficiente experiencia del valor que tiene la contrastación con otro. amo contestar y discurrir, más sólo en un contexto reducido; pues pienso que servir de espectáculo a la multitud y exhibir orgullosamente la agudeza mental y capacidad de cacareo de uno, es una ocupación indecorosa para un hombre de honor.

                    Ensayos, III, 8. Traducción de Dolores Picazo y Almudena Montojo.

Hace tiempo me sorprendió una conversación que atrapé a medias en el metro de Madrid. Entre otras muchas cosas, una mujer le decía a su acompañante que a Montaigne había que leerlo a sorbos. Me pareció muy bonito, además de muy recomendable. Desde luego, cada cual puede leerlo como más le plazca, pero el inventor del ensayo me parece muy adecuado para leerlo de a poquitos, quedarse saboreando un tiempo lo leído y luego seguir con otro poquito. Y, además, ni tan siquiera necesita ser leído en el orden que marcan las páginas.

Seguramente él mismo fue el responsable de que podamos leerlo caprichosa y entrecortadamente. Los Ensayos comenzó a escribirlos sin tener ni idea de cómo iba a hacerlo, sin un plan determinado. El libro fue creciendo y creciendo —en poesía las Hojas de hierba de Whitman podrían ser su equivalente— hasta que se introdujo en él todo sobre lo que había reflexionado y experimentado, que es como decir todo cuanto sabía sobre sí mismo, pues en buena medida es él el sujeto de sus reflexiones. Sin embargo, cuando lo leemos, tenemos la sensación de que estamos leyendo sobre nosotros, porque en esas páginas se encuentra uno de los mejores análisis que se han realizado sobre la naturaleza humana.

Si se me permite opinar, por si alguien tiene intención de leerlo, pero le asusta el volumen del libro, yo recomendaría comenzar leyendo los capítulos De la ociosidad, Del arrepentimiento, De la vanidad, De la educación de los hijos, De la inconsistencia de nuestras acciones, De los caníbales, Del desmentir y De la experiencia. Si después de probar con estos el libro no os ha ganado, es que Montaigne no es vuestro ensayista de cabecera. Y leáis o no leáis el libro, que vuestra conversación sea merecedora de crédito, y vuestras palabras como las que todos emplean (Ovidio, El arte de amar).

sábado, 3 de abril de 2021

MÁS MONTAIGNE Y MENOS MIEDO

Editorial

De vez en cuando saco a mi querido Montaigne para que se airee un poco y nos ofrezca su vieja sabiduría de pensador tranquilo. Creo oportuno recordar ahora que nos hallamos metidos en plena celebración de la muerte el capítulo XX del libro primero, ese en el que comienza recordando las palabras de Cicerón sobre el tema y un par de hojas más adelante nos ofrece estos párrafos:

Que no nos sea extraña, tratémosla, frecuentémosla, que nada tengamos tan a menudo en la cabeza como la muerte. En todo instante imaginémosla con todas sus caras. Al tropezar el caballo, al caer una teja, al menor pinchazo del alfiler, rumiemos al pronto: ¿Y si fuese la misma muerte? Y entonces, endurezcámonos y esforcémonos. En las fiestas y en la alegrías tengamos siempre este estribillo del recuerdo de nuestra condición y no nos dejemos tanto llevar por el placer, que no nos venga a la memoria de cuántas formas este contento está expuesto a la muerte y con cuántas trampas lo amenaza. Así hacían los egipcios, quienes en mitad de sus festines y rodeados de las viandas mejores, ordenaban traer la seca anatomía de un cuerpo de hombre muerto para que sirviese de advertencia a los convidados:

Omnem crede diem tibi diluxisse supremum.
Grata supervienet, quae non sperabitur hora.
[Piensa que cada día te ha amanecido como el último.
Grata sobrevendrá la hora que no se espere:
                                          HORACIO, epist. 1,4,13-14].

No sabemos dónde 
nos espera la muerte; esperémosla en cualquier lugar. La premeditación de la muerte es premeditación de la libertad. El que aprende a morir, aprende a no servir. El saber morir nos libera de toda atadura y coacción. No existe mal alguno en la vida para aquel que ha comprendido que no es un mal la pérdida de la vida (p 127. Traducción de Almudena Montojo. La negrita es mía).

Cervantes virtual tiene en línea la traducción completa que realizó Constatino Román y Salamero.

martes, 26 de mayo de 2020

LA TEMPESTAD (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 30)


La tempestad comparte con Coriolano la rara cualidad de atraer versiones y lecturas tan diversas como disparatadas. A poco que busquéis representaciones o interpretaciones de ella, enseguida os encontraréis con alguna circunscrita al ámbito marxista, multiculturalista, feminista o neohistoricista. No sé si podemos considerarlo como una virtud del autor o como un defecto de quien la interpreta. 

La historia que nos cuenta esta obra es la de una venganza que pudo terminar en tragedia, pero que por influjo del amor y de la naturaleza acabará convirtiéndose en una reconciliación. Así la pieza pasa a ser una comedia romántica de aire sereno, aparentemente sencilla, pero con una gran carga humanista. De hecho, podemos encontrarnos con algún texto sacado de Montaigne.

C’est une nation, dirai-je à Platon, en laquelle il n’y a aucune espèce de trafic; nulle connaissance de lettres; nulle science de nombres; nul nom de magistrat, ny de supériorité politique; nul usage de service, de richesse, ou de pauvreté; nuls contrats; nulles successions; nuls partages; nulles occupations, qu’oysives; nul respect de parenté, que commun; nuls vêtements; nulle agriculture; nul métal; nul usage de vin ou de bled. Les paroles mêmes qui signifient le mensonge, la trahison, la dissimulation, l’avarice, l’envie, la détraction, le pardon, inouïes (Montaigne, Les Essais).

Gonzalo en el segundo acto lo dice así: En mi república dispondría todas las cosas al revés de cómo se estilan. Porque no admitiría comercio alguno, ni nombre de magistratura; no se conocerían las letras; nada de ricos, pobres y uso de servidumbre; nada de contratos, sucesiones, límites, áreas de tierra, cultivo, viñedos, no habría metal, trigo, vino ni aceite; no más ocupaciones; todos, absolutamente todos los hombres estarían ociosos; y las mujeres también, que serían castas y puras; nada de soberanía.

La obra es ligera y sencilla. El estilo es el propio de la comedia. Todo es sobrio, elegante, un punto soñador, aunque nunca se sale de los parámetros de la razón. La isla en la que vivían Próspero y su hija Miranda posee el velo de la irrealidad que no deja de ser real, como el amor mismo entre Marina y Fernando, que todos acabamos reconociendo como la mayor virtud de la expresión juvenil, esa que es capaz de limar todas las dificultades que la áspera realidad va creando.

Próspero cierra la representación con el famoso epílogo dirigido al público:

Ahora quedan rotos mis hechizos 
y me veo reducido a mis propias fuerzas, 
que son muy débiles. Ahora, en verdad, 
podríais confinarme aquí 
o remitir a Nápoles. No me dejéis, 
ya que he recobrado mi ducado 
y perdonado al traidor, 
en esta desierta isla por vuestro sortilegio, 
sino libradme de mis prisiones 
con el auxilio de vuestra manos. 
Que vuestro aliento gentil hinche mis velas, 
o sucumbirá mi propósito, 
que era agradaros. Ahora carezco 
de espíritus que me ayuden, de arte para encantar, 
y mi fin será la desesperación, 
a no ser que la plegaria me favorezca, 
la plegaria que conmueve, que seduce 
a la misma piedad, que absuelve toda falta. 
Así, vuestros pecados obtendrán el perdón, 
y con vuestra indulgencia vendrá mi absolución.

Es la lección última del maestro, la aceptación de la humildad como forma de establecer las relaciones y crear lazos sociales consistentes.

Podéis encontrar la obra en El Libro Total. 

sábado, 9 de enero de 2021

LAS MUJERES QUE SALVARON LA VIDA DE UNOS HOMBRES

Librerías que disponen de él.
El emperador Conrado III, habiendo sitiado a Güelfo, duque de Baviera, no quiso condescender a condiciones más suaves, a pesar de las muchas satisfacciones viles y cobardes que le ofrecieron, que las de permitir salir únicamente a las damas sitiadas con el duque, honor a salvo y a pie, con todo lo que pudieran llevar consigo. Ellas, con grandeza de corazón, urdieron cargar sobre sus hombros con sus esposos, hijos y con el mismo duque. El emperador hubo tan gran contento al ver la nobleza de su valor que lloró de placer y amortiguó toda aquella acritud de mortal y capital enemistad que había dirigido contra aquel conde, tratando desde entonces humanamente a él y a los suyos (Libro primero, capítulo primero, 4º párrafo. Página 41 en Cátedra, 2010. Traducción: Almudena Montojo).

Así nos cuenta Montaigne el final del sitio de Weinsberg (1140), enmarcado en las luchas entre güelfos y gibelinos o, dicho de otra manera, entre seguidores del emperador y seguidores del Papa. Dante, por ejemplo, militaba entre los güelfos.

Así lo representaba el grabado en cobre de 
Zacharias Dolendo, siglo XVI. Fueunte: Wikipedia.
Ignoro hasta qué punto Montaigne tomaba esta anécdota por un hecho histórico o simplemente la utilizó para reforzar su argumento. Supongo que estaba convencido de su veracidad. En cualquier caso, no deja de ser un relato verdaderamente emocionante y aleccionador, de esos que tanto gustaban al pensador francés para resaltar las cualidades de abnegación y generosidad que nos marcan como seres auténticamente humanos.

Y es que el relato tiene un doble valor humano, es ejemplar dos veces. Por un lado, lo que constituye el núcleo del mismo: la denodada voluntad de las mujeres empeñadas en salvar la vida a toda la población. Sin duda ese es el gesto grandioso y admirable. Pero, por otra parte, está la capacidad de emocionarse del enemigo de todos esos hombres contra los que había estado luchando enconadamente y que al ver el gesto heroico y comprometido de las mujeres, llora emocionado. Dos gestos ejemplares que ofrecen la mejor versión de humanidad.

Quedaos con la anécdota y contadla. También quien narra historias admirables está contribuyendo a fortalecer lo mejor de nuestra sufrida y desorientada humanidad. ¿Qué, si no, es lo que ha hecho la literatura a lo largo del tiempo?

martes, 7 de septiembre de 2021

BONDAD SE ESCRIBE CON BUENAS ACCIONES

Localización: Paseo de Txaparrene.

No sé si la pintada quiere tener un sentido reivindicativo, moral, estético, es una trampa para gente de ortografía dudosa, un juego, una creación lingüística o, simplemente, se trata de un acto de analfabetismo. A mí, en todo caso, la ocasión me ha parecido propicia para dar publicidad a unas cuantas citas sobre el tema que ya llevaban demasiado tiempo aburridas en el cuaderno donde voy anotando pensamientos, frases, y otras curiosidades que me gustan.

  • Lo bueno es bueno aunque carezca de nombre; lo vil es siempre vil. Shakespeare, Bien está lo que bien acaba. 
  • Una prueba no pequeña de la propia bondad, está en confiar en la bondad de los demás. Montaigne, Ensayos.
  • Toda otra ciencia es nociva para quien no tiene la ciencia de la bondad. MontaigneEnsayos.
  • Cuanto más bueno es un hombre, tanto más difícilmente sospecha de la maldad de los demás. Cicerón, Cartas a su hermano Quinto.
  • Haznos felices y nos harás buenos. Browning. El anillo y el libro.
  • No hay medio más eficaz para hacerse bueno que hacer bien. Concepción Arenal, El pauperismo.

martes, 4 de julio de 2023

FÁBULAS DE ESOPO

Introducción: Carlos García Gual
Aunque el sistema de producción cultural contemporáneo ha arrinconado las Fábulas de Esopo en el apartado de literatura infantil y lecturas escolares, no creo que esté demás reivindicarlas como lo que son: literatura clásica, es decir, textos sobre los que se han construido otros textos y que a su vez han ido formando el imaginario colectivo de la sociedad. Algo así como lo que el recientemente desaparecido Nuccio Ordine englobaria en dentro de ese conjunto maravilloso de elementos inútiles que nos resultan tan útiles para ser lo que somos cuando llegamos a serlo.

Por supuesto, no voy a pedir que las Fábulas se conviertan en libro preceptivo como lo fue durante los siglos XV y XVI en las universidades europeas, que aunque Montaigne ya nos advirtió de que no porque sepamos más cosas ahora que las generaciones precedentes, somos por eso mejores personas. Ni se trata de mirar hacia atrás ni de obligar a nadie a leer clásicos. Se trata de disfrutar en ese largo y fructífero diálogo de influencias, referencias y tradiciones que es nuestra gran literatura, la que poco o nada tiene que ver con el hiperdesarrollado mundo de la cultura de supermercado y, en consecuencia, saber diferenciar.

Posiblmente, uno de los aspectos más interesantes de estas breves historias que transcurren generalmente entre animales, pero no siempre, sea la capacidad que tienen para expresar pequeñas y cotidianas verdades que puestas en la acción y en las palabras de esos animales podemos digerir con facilidad e incluso nos resultan agradables. Como un juego inocente y divertido. Por eso resultan tan populares.

EL LABRADOR Y LA SERPIENTE

Una serpiente que se deslizó en la morada de un labrador mató a su hijo. Aquel, presa de un terrible dolor, tomó un hacha y fue a ponerse al acecho ante su nido para atacarla tan pronto como saliera. Al asomar la serpiente la cabeza, descargó un hachazo, pero falló y partió una piedra que había al lado. Temeroso de lo que pudiera pasar después, le pidió que se reconciliara con él. Dijo la serpiente: "Ni yo puedo estar a bien contigo viendo la piedra partida ni tú conmigo contemplando la tumba de tu hijo".

La fábula muestra que los grandes odios no tienen una reconciliación fácil.


EL LOBO Y LA OVEJA

Un lobo harto de comida vio una oveja echada en el suelo. Al darse cuenta de que se había dejado car por miedo, se acercó y la tranquilizó diciendo que si le contaba tres cosas que fueran verdad la dejaría marchar. Entonces la oveja empezó diciendo primero, que no habría querido encontrárselo; en segundo lugar, que si el destino se lo hubiera concedido, preferiría habérselo encontrado ciego, y, en tercer lugar, dijo: "¡Así perezcáis de mala manera todos, malditos lobos!, que sin haber sufrido mal alguno de nuestra parte la guerra nos hacéis con maldad". El lobo, entonces, comprendió que le había dicho la verdad y la dejó marchar.

La fábula muestra que en muchas ocasiones la verdad surte efecto, incluso entre los enemigos.


LAS DOS ALFORJAS

Prometeo cuando modeló a los hombres les colgó dos alforjas, una con los defectos ajenos y otra con los propios; la de los ajenos la puso delante y la otra la colgó detrás. Desde entonces ocurrió que los hombres ven de entrada los defectos de los demás mientras que no distinguen los suyos propios.

Podría aplicarse esta fábula al hombre impertinente que, ciego en sus propios asuntos, se cuida de los que en nada le conciernen.


Ya véis, no son verdades con mayúsculas, no son grandes enseñanzas acerca del ser y de la nada. Son pequeñas historietas para manejarnos en la vida cotidiana, algunas de las cuales resuenan, eso sí, en otras grandes historias. Son algo así como la guía iconográfica para reconocer escenas más o menos familiares a las que no acabamos de poner nombre.

***


miércoles, 28 de diciembre de 2022

LA SABIDURÍA DE LO INCIERTO, Joan-Carles Mèlich

Editorial
Tengo debilidad por los libros cuyo tema principal sea el libro, la lectura. Un comienzo así me impide dejar de leer:

Pórtico

La gente no sabe cuánto tiempo y esfuerzo cuesta aprender a leer. He necesitado ochenta años para conseguirlo y todavía no sabría decir si lo he logrado.

                                  J. P. ECKERMANN, Conversaciones con Goethe

No sé leer. ¿Acaso alguien podría decir que sabe? Nos pasamos la vida leyendo, pero nunca aprendemos. Nadie sabe leer porque la lectura no es una competencia que pueda adquirirse de una vez por todas, sino una "forma de vida", y nadie sabe vivir. Siempre existimos a la primera, rodeados de ignorancia, de preplejidad y de duda. Leer es detenerse un instante en el flujo del tiempo y enfrentarse a algo que nos interroga y desafía, es iniciar un viaje que nunca se sabe adónde conduce, es caminar y perderse en un texto, como quien se pierde en un bosque, y correr el riesgo de salir siendo otro distinto del que se era al principio. Leer es releer, regresar una y otra vez sobre los libros que nos interpelan, esos que, aunque a veces estén lejos, nos siguen sacudiendo como la primera vez. Es dejarse afectar por la palabra de alguien que no está físicamente presente pero tampoco está del todo ausente. Es escuchar voces que vienen de lejos y enfrentarse a una escritura que dice pero que no responde, que en ocasiones ofrece consuelo, aunque la mayor parte de las veces lo que provoca es desasosiego.

Leer es inquietante.

(p 15)

Y seguí leyendo, y leyendo, y leyendo. Y me encotré con Cervantes y con Platón y con Flaubert y con Kafka y con Montaigne y con Zambrano y con Nietzsche y con Cartarescu y con Virginia Woolf y con Samuel Beckett y con Dostoievski y con Descartes y con Freud y…

Y terminé el libro y cuando iba a preparar este comentario, me encontré con el mismísimo Mèlich que decía esto:


Si alguna de vuestras pasiones, aunque sean pasiones pequeñitas, es la lectura, la filosofía, el pensamiento, darle vueltas a las palabras, buscar el sentido de un texto, disfrutar con los libros..., leedlo, os va a encantar.

Una nota final: si queréis escuchar la lectura de algunas páginas del libro salpimentadas con buena música, acudid a este enlace. Otra debilidad.

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lunes, 21 de diciembre de 2020

LAGUN RECOMIENDA

 


THE PARIS REVIEW

Entrevistas 1953-2012


85.-€


A todos aquellos que siguen cultivando el placer de tener una biblioteca personal la editorial EL ACANTILADO les ofrece una tentación cada año por estas fechas. En años anteriores nos ofrecieron muy cuidadas ediciones de la Comedia de Dante, las Memorias de Ultratumba de Chateaubriand
, los Ensayos de Montaigne… por recordar algunos títulos. Este año nos presenta dos tomos con una extensa selección de las entrevistas publicadas en “The Paris Review” por la que desfilan buena parte de los grandes autores del siglo XX desde Faulkner, Auden, Pound, Eliot hasta McEwan, Roth, Eco o Marías, pasando por Simenon, Borges o García Márquez. Una gozada para los amantes de la literatura.

LIBRERÍA LAGUN

domingo, 4 de abril de 2021

BACH, SIEMPRE BACH

 Y de Montaigne a Bach

Cuando estudiaba el bachillerato superior, yo ya había abandonado las creencias religiosas; sin embargo, no me importaba nada que llegara la Semana Santa y las emisoras se pusieran de luto bajo el franquismo, recogieran bártulos y solo emitieran música clásica. Aquellos cuatro días yo me transformaba en el más asiduo oyente de radio. Disfrutaba escuchando. Y lo que más se programaba, podéis suponerlo, era Bach. El inmenso Bach.

La pasión según San Mateo es una de las obras cumbre de la música. Y por increíble que parezca estuvimos a punto de perderla. Menos mal que un siglo después de que Bach la compusiera, llegó un jovencísimo Mendelssohn y la rescató del olvido. De hecho, durante aquella época se tenía en mayor aprecio a los hijos compositores que al padre de la saga Bach.

Todo el oratorio, con sus casi tres horas de duración, es una maravilla. Y da igual la fe que se profese o la que no se tenga, todo él es tan sublime que no es necesario participar de ninguna creencia para emocionarse ante su inmensa belleza.  

Os dejo el coro inicial Kommt, ihr Töchter (Venid, hijas) y el aria Erbarme dich, mein Gott (Ten piedad, mi Dios).




miércoles, 3 de noviembre de 2010

PALABRAS

He aquí unas cuantas citas en torno a la palabra. A ver si así se animan el par de seguidores anónimos que tengo y dejan algún mensajito. También podéis animaros los lectores que de vez en cuando pasáis por aquí sin dejar huella. Al fin y al cabo, la palabra es una de esas pocas cosas que nos hacen ser humanos.


  • El mucho hablar faze envilescer las palabras. Alfonso X, Partidas.
  • La palabra, que se nos ha dado para decir la verdad y consolar el dolor, no debe permanecer muda ante la injusticia, el error y la desgracia. Concepción Arenal. Artículos.
  • Las palabras que no van acompañadas de los hechos no cuentan en absoluto. Demóstenes. Epístola a Quinto.
  • Las palabras son médicos del ánimo enfermo. Esquilo. Prometeo encadenado.
  • Las palabras son los clavos para fijar las ideas. A. Godin. La educación de Huguette.
  • La dote más preciosa de las palabras es la mesura. Hesíodo. Los trabajos y los días.
  • Palabra cortés es expresión de noble pensamiento. Ramón Llull. Libro de los proverbios: de la cortesía.
  • La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha. Montaigne. Ensayos.
  • Sea esta la norma de nuestra vida: decir lo que sentimos; sentir lo que decimos; en suma, que la palabra vaya de acuerdo con los hechos. Séneca. Epístolas.
  • ¡Palabras! ¡Palabras! ¡Palabras! Shakespeare. Hamlet.
  • Denok dugu hitz bat gutxiago / besteri esateko. (Todos tenemos una palabra menos para decir a otro). Kirmen Uribe. Bitartean heldu eskutik. Mientras tanto cógeme la mano.

miércoles, 6 de junio de 2018

DISCURSO DE LA SERVIDUMBRE VOLUNTARIA

Editorial Virus
Decidíos, pues, a dejar de servir , y seréis hombres libres

Este es el mejor resumen, la mejor síntesis y la idea que rige todo el Discurso de la servidumbre voluntaria.

Como clásico que es, existen numerosas ediciones, por lo que no tendréis ninguna dificultad para encontrarlo, o descargarlo del enlace de la Editorial Virus. Y también como clásico, resulta sorprendente la claridad de la exposición y la propia tesis que defiende. 

Étiennne de La Boétie (1530-1563), el amigo que Montaigne echó tanto en falta por su temprana muerte, ha pasado a la historia del pensamiento y de la literatura por esta única obra, donde, según unos, anticipa la idea del contrato social; según otros, el anarquismo

El origen de esta obrita es la pregunta que La Boétie formula al comienzo: Cómo es posible que tantos hombres , tantos pueblos, tantas ciudades, tantas naciones soporten en alguna ocasión a un tirano solo, cuyo poder surge del que ellos le quieran dar. Todo el esfuerzo intelectual irá encaminado a encontrar una respuesta.

He optado por esta edición porque es una edición actual —2016—, porque se adhiere a la licencia de creative commons y, sobre todo, porque se acompaña de los más que interesantes trabajos de Pîerre Clastres, Santi Soler, Simone Weil y Andrée May, además de tener una introducción clara y eficaz del Colectivo Etcétera.

Non serviam!

viernes, 3 de marzo de 2023

URBS. PASEO ARQUEOLÓGICO POR LA ANTIGUA ROMA

Editorial

Jean-Claude Golvin, autor de este espectacular libro es un arqueólogo y arquitecto francés. Se especializó en la historia de los anfiteatros romanos y ha publicado cientos de dibujos de reconstrucción de monumentos antiguos. Golvin ha sido investigador del CNRS en la Universidad Bordeaux Montaigne, ha trabajado en la restauración del anfiteatro El Djem y dirigió el centro de investigación franco-egipcio de Karnak y Luxor. Además tiene una larga trayectoria como divulgador y es en esta actividad donde podemos colocar este libro publicado hace unos días. Como buen arquitecto, es un excelente dibujante —todos los dibujos del libro son obra suya— y en 2010 donó su obra, más de mil dibujos y bocetos, al Museo de Antigüedades de Arles.

El libro es una joyita para quien tenga interés por la antigua Roma, por su historia, sus costumbres, su arquitectura, por su arte y, cómo no, por la arqueología. Y quien no tenga interés destacado por ninguno de esos aspectos, pero tenga pensado ir de viaje turístico a la capital de Italia, yo le diría que lo llevara consigo, porque podría ser su mejor guía para entender y disfrutar de los restos con los que se va a encontrar. Los textos son muy buenos y las fotografías que los acompañan son también de gran calidad. Sin duda, la imagen actual junto con la recreación del pasado mediante el dibujo de Golvin y el texto son tres poderosas herramientas para captar perfectamente el significado de las piedras que tenemos delante de nuestros ojos. Dos ejemplos:


Y sobre el contenido, aquí está el índice:
Tanto en la página de la editorial como en la del propio Golvin podéis ver más dibujos del autor. En la de la editorial también podéis oír una entrevista con Matteo Bellardi y Alberto Pérez, prologuista y editor respectivamente, que les hizo el programa de Radio 3, Hoy empieza todo, el 8 de marzo de 2022.

El libro se disfruta igualmente aunque no conozcáis Roma o no tengáis intenciones de ir a ella.
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miércoles, 3 de noviembre de 2021

SONETO CON NOMBRES, 2



Aristóteles, Sócrates, Platón,

Epicuro, Lucrecio, y Tomás

(el de Aquino), aunque prefiero a Kant,

incluso al optimista Saint-Simon.


Hume, Habermas, Gadamer, Kierkegaard,

Foucault, Descartes, Camus, Stuart Mill,

Agustín, Aranguren y Laín,

sin olvidar al bueno de Gracián.


Locke, Wittgenstein, Russell y además

Simon de Beauvoir, Zambrano y la Arendt.

Unamuno, Bacon, Ortega, Sarte,


Agustín, Marco Aurelio y Montaigne,

Séneca, Voltaire, Rousseau y hasta Marx.

Y Nietzsche, y Husserl, y Edgar Morin.