lunes, 15 de mayo de 2017

LA LITERATURA EN PELIGRO, de Tzvetan Todorov

Hace poco tiempo una exalumna me pidió socorro para que le ayudara a realizar comentarios de texto. Termina el bachillerato y pronto le caerá encima el examen de selectividad. Me pareció extraña su petición, porque la chavala es muy despierta y nunca antes había tenido problemas con los estudios. Me pareció extraño... hasta que vi el modelo de comentario que tenía que desarrollar. 

Si esa actividad en cuestión sirve para algo es para enseñarnos a disfrutar más de la obra que leemos, porque con ella aprendemos a descubrir matices que no percibimos en una primera y sencilla lectura. Sin embargo, el modelo que le habían dado tan solo servía para ahuyentar a cualquier lector de la literatura. Era todo un alarde de tecnicismos para aprender esos tecnicismos. Lo que menos importaba era el propio texto, mediatizado hasta desaparecer.

No creo que la literatura esté en peligro, ni aunque todos los centros de enseñanzas medias del mundo emprendan una cruzada contra ella. La literatura seguirá existiendo mientras existan personas con ganas de leer y de contarnos historias. El impulso narrativo forma parte de nuestro ADN como especie y surge con el lenguaje mismo. La curiosidad es innata y las ganas de contar sucesos son tan antiguas como el descubrimiento del fuego.

El ensayo de Todorov es un hermoso canto de amor a la literatura y una necesaria crítica a la forma de trabajar el comentario de texto en los institutos franceses —y por lo que he podido comprobar, también en algunos españoles—. Crítica que extiende a la reseña de libros de la prensa especializada, incluida la que realizan los mismos escritores. Pero vamos a olvidarnos de la técnica y de la crítica para disfrutar del sentido primigenio de la literatura.

La literatura puede hacer mucho. Puede tendernos la mano cuando estamos profundamente deprimidos, conducirnos hacia los seres humanos que nos rodean, hacernos entender mejor el mundo y ayudarnos a vivir. No es que sea ante todo una técnica de curación del alma, pero en cualquier caso, como revelación del mundo, puede también transformarnos a todos nosotros desde dentro. La literatura puede desempeñar un papel esencial, pero para ello es preciso tomarla en ese sentido amplio y sólido que prevaleció en Europa hasta finales del siglo XIX y que está marginado en la actualidad, cuando lo que triunfa es una concepción absurdamente limitada. El lector corriente, que sigue buscando en las obras que lee algo con lo que dar sentido a su vida, tiene razón cuando se enfrenta a los profesores, críticos y escritores que le dicen que la literatura habla sólo de sí misma, o que sólo enseña la desesperación. Si no tuviera razón, la literatura estaría condenada a desaparecer a corto plazo (p 84).

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