miércoles, 16 de septiembre de 2015

MIDAS, EL REY QUE CONVERTÍA EN ORO LO QUE TOCABA

Midas ante Baco, de Poussin. Imagen tomada Wikipedia
Toda la mitología es, además de un conjunto de relatos la mayoría de las veces estupendo, un intento de explicar algo que no era posible explicar en la época si no era recurriendo a historias fabulosas. Por lo general, detrás de cada cuento hay algún elemento real que en ocasiones se nos escapa.

Es harto conocido el relato del rey Midas, a quien Dioniso le había concedido el don de transformar en oro cuando tocara. Esta facultad pronto acabo con la vida de su querida hija en el momento en que la abrazó, y hubiera terminado con la suya propia si no se hubiera liberado de ella, pues cuanto sus labios tocaban quedaba reducido a piezas de ese apreciado metal.

Obviamente, nada de eso debió ocurrirle al Midas real. Pero hoy sospechamos de dónde pudo venir semejante historia. El bronce —aleación de cobre y estaño— era la tecnología punta del momento. Al Midas histórico le gustaba rodearse de objetos elaborados en ese metal, símbolo de poder. Lo que ocurre es que al decir "bronce" tal vez deberíamos decir "oro" o, mejor aún, "latón".

Una característica de los depósitos de metales cercanos a Frigia era la abundancia de menas de cinc. Las menas de cinc y estaño suelen aparecer mezcladas en la naturaleza, y los depósitos de estos metales pueden confundirse fácilmente con los del otro. 

Lo verdaderamente interesante es que el cinc mezclado con cobre no forma bronce, sino latón. Y las fundiciones de latón más antiguas se encuentran precisamente en la zona de Asia Menor en la que reinó Midas. El bronce es lustroso, pero con matices de cobre. El brillo del latón es más seductor, más dorado. Así que el toque de Midas posiblemente no era más que un accidental toque de cinc.


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En el anecdotario científico, a veces se le atribuye a Midas el descubrimiento del estaño, del plomo negro (grafito) y del plomo blanco (cerusita).

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