La pequeña Alicia se nos hace sesquicentenaria y sin perder un ápice de su frescura. Ediciones de todo tipo, traducciones a multitud de idiomas, adaptaciones al cine en dibujos y con actores, videojuegos, óperas... y un largo y duradero rastro en la cultura académica más elevada —matemáticos, lógicos y filósofos no han dejado de acercarse a las obras de L. Carroll, que les ha servido como fuente de inspiración y ha provocado análisis muy sesudos—.
Yo debo reconocer que no tuve éxito en mi primer acercamiento. Contaba tres años escasos cuando debía andar dando guerra por casa y alguien de la familia me dio el libro ilustrado por Tenniel para que no molestara. No sabía leer y las ilustraciones me produjeron una desazón tan grande que tuvieron que pasar muchos años hasta que volví a coger el libro. De hecho, fueron los comentarios de Deleuze en su Lógica del sentido los que me llevaron al escritor y matemático inglés.
En la actualidad, las aventuras de Alicia y sus congéneres fantásticos con sus sinsentidos, sus juegos ilógicos y sus disparates son uno de los apartados de la literatura infantil que más me divierten. Tanto es así que incluso he estado en uno de esos parques para niños construidos en torno a este clásico de la literatura más loca, escrito, eso sí, con una profunda trabazón lógica. Y también he visto algunas de las adaptaciones cinematográficas, claro.
Si aún no lo habéis leído, esta puede ser una ocasión fantástica para hacerlo. Y si sois un poco perezosos para leer, pero os gusta que os lo lean, como a los niños, en El Libro Total os lo leen entero.
¡Feliz cumpleaños y también nocumpleaños, Alicia!
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