Lo mío no es la novela. Las contraportadas, tampoco.
Me dejé llevar por la contraportada de ésta y esperaba encontrar una historia "divertida e inteligente", pero el humor (a veces un poco gordo, un poco de humorista de barrio, como el pasaje en que la cosita de mear se le queda pegada a la cremallera al protagonista) se reduce a unos pocos pasajes diluidos en las 350 páginas de la novela, y la "obra maestra de la sátira" todavía no la he encontrado, a no ser que sea la sátira que se ejerce sobre ese físico, especialista en la luz, que no es nadie, salvo el personaje que McEwan se ha inventado, porque ningún lector en su sano juicio puede entender que sea una sátira del mundo científico, de los físicos, o de la sociedad actual.
El drama que presenta esta novela, comedia no es, aunque haga uso esporádicamente del humor, tiene sus mejores logros en la denuncia de las ambiciones, en la crítica de una moralidad laxa que nos permite aprovecharnos del trabajo de otras personas. Y esto, tanto por parte de particulares como de instituciones.
También habría que destacar la buena documentación que ha manejado McEwan para meterse en el intrincado mundo de la Física en general y de la Meteorología en particular.
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