Puede que cause extrañeza ver en esta sección de libros para pensar la paz el ya clásico texto de Hannah Arendt. Es cierto que la pensadora alemana tan solo utiliza en tres ocasiones la palabra pacifismo en un texto de casi 700 páginas. Es también cierto que aplica toda su atención al análisis del totalitarismo como sistema político, sistema que basa su terrorífica eficacia en la instauración de un poder omnímodo y el miedo de la población a realizar cualquier acción que vaya en contra de él. Sin embargo, no es menos cierto que cualquier texto de filosofía política o filosofía moral es necesario para ayudarnos a pensar la paz, porque cualquiera de ellos enriquece la reflexión sobre cómo nos organizamos y aporta un punto de vista diferente. Y tendremos que tener en cuenta todas las ideas que puedan ayudar a profundizar en el tema para decidir cuál es la mejor manera posible de establecer una convivencia realmente pacífica, solidaria y justa entre todas y cada una de las personas que conforman la sociedad.
No obstante, tampoco es esa la razón de su presencia aquí. Está aquí porque cuando Arendt se adentra en el análisis de los estados totalitarios del siglo XX —nazismo y estalinismo— la imagen que nos ofrece es la del mal absoluto, la de aquello con lo que ya no es posible reconciliación ninguna, aquello que pone fin a cualquier intento de moralidad, de sentido ético, aquello donde quedan anuladas las categorías de lo legal y lo legítimo. Es decir, exactamente las mismas palabras, los mismos conceptos que podríamos utilizar para referirnos al estado de guerra y, creo, con mayor razón.
Para quien desee leer Los orígenes del totalitarismo debo decir que se organiza en tres partes: Antisemitismo, Imperialismo y Totalitarismno. El libro nace como un magno intento de explicar cómo fue posible el holocausto y cuáles son los fundamentos que explican la aparición de regímenes políticos que ponen en entredicho la propia civilización y, por tanto, la idea de ciudadanía como participación responsable en los asuntos de la colectividad. Aquí me permito recomendar otra obra sustancial suya: La condición humana.
Gracias al desarrollo del pensamiento social, en general, y muy particularmente a la obra de la pensadora alemana, hoy no es posible ignorar que la vida cívica, la corresponsabilidad en la esfera pública son asuntos fundamentales de la filosofía moral. No podemos dejar en manos de las relaciones interpersonales la elaboración de cuanto configura la esfera de lo público. El pensamiento ético nunca llegará a buen puerto si no incluye una filosofía política de la fraternidad. Esta es, en mi opinión, la aportación más relevante de H. Arendt a la construcción de la paz como ámbito de convivencia segura.
Y que no os desanime su apariencia. Como escribió Salvador Giner, quien fuera alumno suyo, se lee con voracidad.
Próximo miércoles: La ley de la violencia y la ley del amor, Lev Tolstói.
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Путин, немедленно останови войну!