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viernes, 4 de octubre de 2024

LA LARGA SOMBRA DE SAFO

ϕαίνεταί μοι κῆνος ἴσος θέοισιν 

ἔμμεν' ὤνηρ, ὄττις ἐνάντιός τοι 

ἰσδάνει καὶ πλάσιον ἆδυ ϕωνεί

             σας ὐπακούει 

καὶ γελαίσας ἰμέροεν, τό μ' ἦ μὰν 

καρδίαν ἐν στήθεσιν ἐπτόαισεν, 

ὠς γὰρ ἔς σ' ἴδω βρόχε' ὤς με ϕώναι

            σ' οὐδ' ἒν ἔτ' εἴκει, 

ἀλλ' ἄκαν μὲν γλῶσσα †ἔαγε λέπτον 

δ' αὔτικα χρῶι πῦρ ὐπαδεδρόμηκεν, 

ὀππάτεσσι δ' οὐδ' ἒν ὄρημμ', ἐπιρρόμ

            βεισι δ' ἄκουαι, 

 †έκαδε μ' ἴδρως ψῦχρος κακχέεται† τρόμος δὲ 

παῖσαν ἄγρει, χλωροτέρα δὲ ποίας 

ἔμμι, τεθνάκην δ' ὀλίγω 'πιδεύης 

            ϕαίνομ' ἔμ' αὔται· 

ἀλλὰ πὰν τόλματον ἐπεὶ †καὶ πένητα†  




En la traducción de Carlos García Gual

Me parece que es igual a los dioses
el hombre aquel que frente a ti se sienta,
y a tu lado absorto escucha mientras 
dulcemente hablas
y encantadora sonríes. Lo que a mí
el corazón en el pecho me arrebata;
apenas te miro y entonces no puedo 
decir ya palabra.
Al punto se me espesa la lengua
y de pronto un sutil fuego me corre 
bajo la piel, por mis ojos nada veo, 
los oídos me zumban,
me invade un frío sudor y toda entera 
me estremezco, más que la hierba pálida 
estoy y apenas distante de la muerte 
me siento infeliz.


Este fragmento, el número 31, es uno de los fragmentos más conocidos de Safo de Lesbos o Safo de Mitilene y uno de los que ha tenido más traducciones y adaptaciones desde la antigüedad. El poema es célebre por la capacidad para expresar la intensa emoción, el trastorno emocional que recibe la persona en los primeros momentos del enamoramiento.

Sobre su influencia, y recordando ese maravilloso texto que escribió G. Highet, La tradición clásica. Influencias griegas y romanas en la literatura occidental, hay que decir que este fragmento ha influido notablemente en la concepción moderna de la poesía lírica y en la manera de expresar el deseo amoroso. Pero si hay un eco prístino e inequívoco de estos versos, tal vez el más famoso y reconocido de todos ellos, es en Catulo, en su poema 51, donde realiza una magnífica adaptación de los versos de Safo:


Ille mi par esse deo uidetur,
ille, si fas est, superare diuos,
qui sedens aduersus identidem te
          spectat et audit
dulce ridentem, misero quod omnes
eripit sensus mihi: nam simul te,
Lesbia, aspexi, nihil est super mi
          uocis in ore
lingua sed torpet, tenuis sub artus
flamma demanat, sonitu suopte
tintinant aures, gemina teguntur
          lumina nocte.
otium, Catulle, tibi molestum est:
otio exultas nimiumque gestis:
otium et reges prius et beatas
          perdidit urbes.



Que en la traducción de José Antonio González Iglesias queda así: 

Que es igual a algún dios, sí, me parece, 
superior a los dioses, si es posible, 
el hombre aquel que frente a ti sentado 
          sin cesar mira y oye 
tu dulce risa, y, pobre de mí, eso 
está quitándome el sentido. Apenas 
te he visto, Lesbia, nada me ha quedado 
          de voz en la garganta, 
está inerte mi lengua, sutil fuego 
fluye por dentro de mi cuerpo, zumban 
mis oídos, los ojos se me velan 
          por una doble noche.
Catulo, el ocio está perjudicándote. 
Con el ocio te exaltas y te excedes. 
El ocio fue ya la perdición de reyes 
          Y de ricas ciudades.


El fragmento de Safo es uno de esos poemas que a lo largo de la historia de la literatura ha sido objeto de infinidad de comentarios, lecturas y adaptaciones. No es solamente Catulo; Teócrito y Apolonio de Rodas también adaptaron el poema. Otro tanto hicieron Valerio EdituoLucrecio y Plauto.

Más: en el siglo XIX el poema empezó a ser considerado como un ejemplo de lírica romántica e influyó en Tennyson (cuyo "Eleänore" y "Fatima" están inspirados en él. Anteriormente, Shelley y Keats, habían dejado pruebas de su lectura en, por ejemplo, "To Constantia, singing" y en "Ode to a Nightingale".

No quiero cerrar esta entrada sin recordar que Platón se basa en él en el segundo discurso de Sócrates sobre el amor en el Fedro
En fin, que la sombra de ϕαίνεταί μοι es casi tan larga como la historia de la poesía en Europa.

***


sábado, 13 de enero de 2024

ELIZABETH BARRETT BROWNING (POESÍA VICTORIANA)

Editoriales: Alba, Cátedra
En los manuales de literatura se suele tomar el año 1832 como la fecha que marca la división entre el romanticismo y la época victoriana. Aquel año moría Walter Scott y ya no existían ni Keats ni Shelley ni Byron. Los poetas más destacados de este período van a ser Tennyson, Browning, Elizabeth Barrett, Arnold, FitzGerald, los prerrafaelistas (D. G. Rossetti, Morris, Swinburne, Ch. Rossetti), Patmore, J. Thomson, [Hopkins], F. Thompson y Meredith (R. L. Stevenson y O. Wilde son mucho más conocidos como novelistas y como dramaturgos). 

Pero lo cierto es que el siglo XIX es el siglo del estallido de la novela en toda Europa y si preguntáramos en la calle por esos nombres, seguro que solamente les iban a sonar los dos últimos, Stevenson —La isla del tesoro, El extraño caso del Dr Jekyll y Mr Hyde— y WildeEl retrato de Dorian Gray, La importancia de llamarse Ernesto, El príncipe feliz—. Al que habría que añadir otro nombre todavía con mayor proyección internacional, Charles Dickens, a quien debemos atribuir el dudoso gusto de inventar el afectado sentimentalismo navideño.

Para contextualizar la poesía que se practicó durante la época del largo reinado de la reina Victoria (1837-1901) conviene señalar algunas características que Pujals recoge en su Historia de la literatura inglesa

  • Interés por las mejoras sociales y un fuerte sentido humanitario.
  • Cierta satisfacción derivada del incremento de la riqueza propiciada por el desarrollo industrial y científico.
  • Sentido muy acusado del deber, lo que favorece la aceptación de la autoridad y una insuficiente práctica del humor.
  • Falta de innovación y experimentación poética, a cambio de búsqueda de la perfección.
En ese contexto intelectual y social se desarrolla la obra Elizabeth Barrett Browning, de la que solamente existen traducciones al castellano de Los sonetos del portugués y Aurora Leigh. La última traducida hace solamente cinco años en Alba editorial y hace tres años en Ediciones Cátedra. Es, sin duda, la obra más ambiciosa de la autora. Se trata de una novela en verso blanco, donde se desarrollan las ideas de la propia Elizabeth sobre la vida y el arte a través de la protagonista. Quien haya leído Jane Eyre se dará cuenta de que son obras en las que se concitan los mismos problemas y se ofrece una interpretación del mundo muy similar. No en vano estamos hablando de la misma época y de la misma sociedad. 

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lunes, 5 de junio de 2023

LOA A LA TIERRA, Byung-Chul Han

Ejemplar del KM
Traducción: Alberto Ciria
De Byung-Chul Han, filósofo creyente, anticapitalista, nacido en Seúl y residente en Berlín desde hace bastantes años, he leído un par de libros. Esta Loa a la Tierra, la tenía apuntada hace tiempo para leerla y este fin de semana he podido dar buena cuenta de ella.

Comparto con Han la atracción por la naturaleza, la inclinación a refugiarme en el silencio y la fascinación por esos seres extraordinariamente delicados y profundamente bellos a los que llamamos flores. De esta Loa me gustan especialmente las reflexiones que acompañan a las descripciones de cada una de las plantas que cuidó durante tres años en su jardín ¿arrendado?, los textos generalmente poéticos que las acompañan —Hölderlin es el más citado—, y ese paseo por el tiempo, ineludible en un libro que tiene necesariamente la sucesión de estaciones como columna vertebral. También me gustan mucho las magníficas ilustraciones de Isabella Gresser.

En su obra Amor y conocimiento —tengo que leerlo—, Max Scheler señala que, "de un forma extraña y misteriosa", san Agustín atribuye a las plantas la necesidad "de que los hombres las contemplen, como si gracias a un conocimiento de su ser al que el amor guía ellas experimentaran algo análogo a la rendención. El conocimiento no es una ganancia, o al menos no es mi ganancia, ni es mi redención, sino la redención de lo distinto. El conocimiento es amor. La mirada amorosa, el conocimiento al que el amor guía redime a la flor de su carencia ontológica. el jardían es, por tanto, un lugar de redención (p 27). 

Este párrafo, en cambio, es un buen ejemplo de lo que en el texto me gusta y de lo que no comparto con el autor. El conocimiento, efectivamente, puede implicar amor; pero no siempre, ni mucho menos. Lo mismo que el conocimiento puede ser en muchas ocasiones una ganancia y estar esta ganancia en las antípodas de lo que podemos entender como ganancia en un sentido capitalista. Comparto, ya lo he dicho, la atracción por la naturaleza, pero no el resto de características románticas que recorren todo el texto. El famoso verso de Keats puede ser hermosísimo —La belleza es verdad y la verdad, belleza, pero no verdadero. Hay verdades que pueden helar el corazón, lo mismo que hay bellezas absolutamente falsas. La metafísica idealista no creo que ayude ni a entender el mundo ni a entendernos a nosotros mismos ni entre nosotros. 

***



lunes, 1 de mayo de 2023

SHELLEY Y KEATS


 
HIMNO A LA BELLEZA INTELECTUAL



1. 

La sombra de una Fuerza incognoscible
flota, aunque incognoscible, entre nosotros;
visita este amplio mundo con la misma
inconstancia que el viento entre las flores;
como un rayo de luna tras un pico
turba secreto, imprevisible,
el corazón y rostro humanos;
como el rumor pausado de la tarde,
como una nube en noche clara,
como el recuerdo de una música,
como aquello que se ama por hermoso
pero más todavía por ignoto.

2. 


Espíritu, Belleza que consagras
con tu lumbre el humano pensamiento
sobre el que resplandeces, ¿dónde has ido?
¿Por qué cesa tu brillo y abandonas
este valle de lágrimas desierto?
¿Por qué el sol no teje por siempre
un arco iris en tu arroyo?
¿Por qué cuanto ha nacido languidece?
¿Por qué temor y sueño, vida y muerte
ensombrecen el mundo de este modo?
¿Por qué el hombre ambiciona tanto
odio y amor, desánimo, esperanza?

3. 

Ninguna voz de un ámbito sublime
ha respondido nunca a estas preguntas.
Los nombres de Demonio, Espectro y Cielo
testimonian este inútil empeño:
débiles palabras cuyo encanto no suprime
de cuanto aquí vemos y oímos
el azar, la duda, lo mudable.
Sólo tu luz, cual niebla entre montañas
o música que el viento vespertino
arranca de algún tácito instrumento
o cual claro de luna a medianoche,
sosiega el sueño inquieto de esta vida.

4. 

Amor, Honor, Confianza, como nubes
parten y vuelven, préstamo de un día.
Si el hombre inmortal fuese, omnipotente,
Tú -ignoto y sublime como eres-
dejarías tu séquito en su alma.
Tú, emisario de los afectos,
que creces en los ojos del amante;
¡Tú que nutres al puro pensamiento
cual penumbra a una llama que agoniza!
No partas cuando al fin llega tu sombra:
sin Ti, como la vida y el temor,
la tumba es una oscura realidad.

5. 

Cuando niño, buscaba yo fantasmas
en calladas estancias, cuevas, ruinas
y bosques estrellados; mis temerosos pasos
ansiaban conversar con los difuntos.
Invocaba esos nombres que la superstición
inculca. En vano fue esa búsqueda.
Mientras meditaba el sentido
de la vida, a la hora en que el viento corteja
cuanto vive y fecunda
nuevas aves y plantas,
de pronto sobre mí cayó tu sombra.
Mi garganta exhaló un grito de éxtasis.

6. 

Hice un voto: a Ti ya cuanto es tuyo
dedicaría el ser. ¿No ha sido así?
Aún hoy, con inquieto pulso, llamo
a los turbios espectros que en sus tumbas
acompañan mis horas. En fingidos lugares
donde aplico mi espíritu al amor o al estudio,
han contemplado conmigo la noche.
Saben que la alegría no ilumina mi rostro
si no es con la esperanza de que absuelvas
al mundo de su oscura esclavitud;
de que tú, Terrible Hermosura,
concedas cuanto el verso no logra proclamar.

7. 


El día es más sereno y más solemne
cuando llega la tarde. Y hay un orden
en Otoño y un lustre en su horizonte
que el estío prohíbe alojo humano
hasta hacernos creer que es imposible.
Así pues, deja que tu fuerza
-talla naturaleza, cuando joven-
provea a mi existencia venidera
de sosiego, a mí que te venero
con cuantas formas te contienen,
a mí, hermoso Espíritu, a quien diste
el temor de sí mismo y amor al ser humano.

Percy Bysshe Shelley. Traducción: Gabriel Insausti.



ODA A UN RUISEÑOR

Me duele el corazón y aqueja un soñoliento
torpor a mis sentidos, cual si hubiera bebido
cicuta o apurado algún fuerte narcótico
ahora mismo, y me hundiese en el Leteo:
no porque sienta envidia de tu sino feliz,
sino por excesiva ventura en tu ventura,
tú que, Dríada alada de los árboles,
en alguna maraña melodiosa
de los verdes hayales y las sombras sin cuento,
a plena voz le cantas al estío.

¡Oh! ¡Quién me diera un sorbo de vino, largo tiempo
refrescado en la tierra profunda,
sabiendo a Flora y a los campos verdes,
a danza y canción provenzal y a soleada alegría!
¡Quién un vaso me diera del Sur cálido,
colmado de hipocrás rosado y verdadero,
con bullir en su borde de enlazadas burbujas
y mi boca de púrpura teñida;
beber y, sin ser visto, abandonar el mundo
y perderme contigo en las sombras del bosque!

A lo lejos perderme, disiparme, olvidar
lo que entre ramas no supiste nunca:
la fatiga, la fiebre y el enojo de donde,
uno a otro, los hombres, en su gemir, se escuchan,
y sacude el temblor postreras canas tristes;
donde la juventud, flaca y pálida, muere;
donde, sólo al pensar, nos llenan la tristeza
y esas desesperanzas con párpados de plomo;
donde sus ojos claros no guarda la hermosura
sin que, ya al otro día, los nuble un amor nuevo.

¡Perderme lejos, lejos! Pues volaré contigo,
no en el carro de Baco y con sus leopardos,
sino en las invisibles alas de la Poesía,
aunque la mente obtusa vacile y se detenga.
¡Contigo ya! Tierna es la noche
y tal vez en su trono esté la Luna Reina
y, en torno, aquel enjambre de estrellas, de sus Hadas;
pero aquí no hay más luces
que las que exhala el cielo con sus brisas, por ramas
sombrías y senderos serpenteantes, musgosos.

Entre sombras escucho; y si yo tantas veces
casi me enamoré de la apacible Muerte
y le di dulces nombres en versos pensativos,
para que se llevara por los aires mi aliento
tranquilo; más que nunca morir parece amable,
extinguirse sin pena, a medianoche,
en tanto tú derramas toda el alma
en ese arrobamiento.
Cantarías aún, mas ya no te oiría:
para tu canto fúnebre sería tierra y hierba.

Pero tú no naciste para la muerte, ¡oh, pájaro inmortal!
No habrá gentes hambrientas que te humillen;
la voz que oigo esta noche pasajera, fue oída
por el emperador, antaño, y por el rústico;
tal vez el mismo canto llegó al corazón triste
de Ruth, cuando, sintiendo nostalgia de su tierra,
por las extrañas mieses se detuvo, llorando;
el mismo que hechizara a menudo los mágicos
ventanales, abiertos sobre espumas de mares
azarosos, en tierras de hadas y de olvido.

¡De olvido! Esa palabra, como campana, dobla
y me aleja de ti, hacia mis soledades.
¡Adiós! La fantasía no alucina tan bien
como la fama reza, elfo de engaño.
¡Adiós, adiós! Doliente, ya tu himno se apaga
más allá de esos prados, sobre el callado arroyo,
por encima del monte, y luego se sepulta
entre avenidas del vecino valle.
¿Era visión o sueño?
Se fue ya aquella música. ¿Despierto? ¿Estoy dormido?

John Keats. Traducción: Juan González-Blanco de Luaces.

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jueves, 9 de febrero de 2023

EL MUNDO COMO OBRA DE ARTE, Frank Wilczek

Ejemplar del KM
Un Keats y un Newton que se escucharan mutuamente podrían oír cantar las galaxias.
                                                      R. DAWKINS

He aquí un libro indispensable para quien guste de la divulgación científica bien hecha, esté convencido o a medio convencer de que la belleza existe y de que una explicación, sea cual sea, gana en belleza y profundidad cuanto mejor combine los conocimientos procedentes de la ciencia, del arte y de la filosofía. 

El mundo como obra de arte es un fascinante viaje por los hallazgos más destacados que el conocimiento humano ha realizado hasta la fecha desde la aparición de la ciencia contemporánea, esto es, la que corresponde a los siglos XX y XXI. Eso incluye incluye lo más extraordinariamente ínfimo —partículas— y lo más grande que podamos pensar. Y todo eso para intentar contestar la pregunta inicial que se formula Wilczek, Nobel en 2004: ¿Encarna el mundo ideas bellas?, ¿Es el mundo una obra de arte?

En cualquier caso, no es Wilczek el primero en acudir a la idea de belleza para explicar el mundo. Einstein o Dirac ya se sumergieron en ella, seguramente porque crearon teorías y fórmulas que toda la comunidad ha descrito posteriormente como extraordinariamente bellas. De hecho, Dirac decía aquello de que la belleza matemática era casi una religión.

Y para responder con solvencia y elegancia a la cuestión de la belleza el autor no tiene ninguna dificultad ni reparo en acudir, por ejemplo, a Platón, Aristóteles, Descartes, Russell, Whitehead, Brunelleschi, da Vinci, Blake, Keats, Galileo, Newton, Maxwell, Faraday, Einstein, Noether o Dirac. Leer textos con semejante capacidad de fusión y síntesis es uno de los placeres más grandes que nos puede dar la divulgación, equiparable al del texto creativo.

Seguramente Picasso no estaría de acuerdo con Wilczek, pues afirmaba que no existía la belleza y odiaba el juego estético entre ojo y mente al que decía que jugaban los mandarines que la apreciaban. Él solo amaba u odiaba algo —¿Amaba el Partenón, pero era incapaz de apreciar su belleza?—. Es lo que tienen las afirmaciones pasionales del arte. Solo admiten la adhesión incondicional o el rechazo absoluto. Excluyen toda racionalidad. Tanta pasión puede matar la belleza... y la verdad. Prefiero a Wilczek, que además de apreciar la belleza enseña a reconecerla en multitud de objetos, espacios, acciones y pensamientos.

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lunes, 30 de enero de 2023

SUBIR AL ORIGEN. Antología comentada de poesía occidental no hispánica (1800-1941)

Editorial
El profesor de la universidad de Oviedo, José María Castrillón, ha publicado hasta ahora los siguientes títulos de creación:
-La sonrisa de un delfín (Heracles y Nosotros, 1991), 
-Animal de compañía (Nómadas, 1998), 
-Aún por recorrer (Magua, 2004), 
-La vieja munición (Idea, 2005), 
-el círculo y la piedra (Trea, 2006), 
-gramos (Trea, 2010).

Todos ellos son poemarios. Este último, en cambio, es una antología que tiene un fuerte carácter didáctico (o si lo preferís, divulgativo), pues al mismo tiempo que ofrece una selección de textos de la época de la que se ocupa, realiza una introducción de carácter general sobre las características más sobresalientes de ese período histórico, así como otra individual para que ayudar a colocar los textos personales dentro del paorama de la época o de la tendencia en la que se inscriben y a la que aportan nuevos elementos estilísticos y poéticos. Sabido es que toda expresión creativa de alguna relevancia tiene su origen en una tradición sobre la que se construye y a la que, a su vez, modifica. 

Además del recorrido que hace —Wordsworth, Novalis, Leopardi, Keats, Baudelaire, Verlaine, Rimbaud, Whitman, Dickinson, Mallarmé, Rilke, Yeats, Cavafis, Apollinaire, Pessoa, Eliot, Saint-John Perse, Stevens, Eluard, Montale, Benn, Ajmátova— y que no tiene ninguna intención de convertirlo en canónico, ofrece otro itinerario posible para recorrer lo que fue la poesía occidental no hispánica durante ese crucial siglo y medio. En este caso sin selección de textos, pero sí con comentarios precisos y relevantes que ayudan a quien se quiera iniciar en la otra lectura de esa misma tradición occidental y tener así una panorámica más completa —Hölderlin, Heine, Coleridge, Byron, Shelley, Blake, Nerval, Hopkins, Laforgue, Poe, Pound, W. C. Williams, Moore, Frost, Crane, Valéry, Ungaretti, Trakl, Mayakovski, Breton, Tzara, Tsvetáieva—.

Y por si todo esto resultara poco, cada poeta antologado se cierra con un apartado que Castrillón titula como Homenaje en la poesía hispánica. Aquí se recoge un brevísimo comentario sobre la incidencia que ha tenido en la poesía escrita en castellano más un poema que algún poeta ha escrito a manera de homenaje o que ha surgido por la influencia que el poeta antologado ha ejercido en el autor de escritura hispana.

Una antología especialmente recomendable para quienes deseen tener una visión panorámica inicial acerca de la poesía que se practicaba durante ese período.

PS: No transcribo ningún texto porque en este mismo blog podéis encontrar muchos poemas de la casi totalidad de los autores recogidos o citados en la antología.

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martes, 27 de septiembre de 2022

LA LUNA, SÍMBOLO DE TRANSFORMACIÓN, de Jules Cashford

Editorial. Traducción: Francisco López Martín.

¿Qué hay en ti, Luna, que mueve
mi corazón con tanta fuerza?

                 John Keats. Endymion, III, vv 143-144.

En principio, este hermoso libro se ocupa extensa y sabiamente de la mitología, pero va más allá de eso. Jules Cashford —por cierto, traductora de los Himnos homéricos al inglés—, ciertamente, bucea y exprime con una enorme erudicción todas las mitologías que han surgido en la historia de la humanidad en todos los puntos del planeta sobre la Luna, pero no se queda en la simple narración del mito. Frase a frase, página a página, mito a mito, va tejiendo una bellísima reflexión sobre lo que somos. En ese trabajo tienen cabida el arte, la poesía, los estudios de Jung, las religiones, la antropología y el pensamiento filosófico. Sobre la amplitud y belleza de este ensayo podéis echar un vistazo en las primeras páginas que la propia editorial ha liberado. Por si no os da por ir al enlace, os dejo un párrafo:

Uno de los descubrimientos de la psicología en el último siglo ha sido el de mostrar que los mitos estructuran nuestro pensamiento, tanto si somos conscientes de ello como si no. Todos nosotros, en cuanto especie, cultura e individuos, tenemos un relato sobre el mundo en que vivimos, el lugar que ocupamos en él y el propósito que nos guía. Un mito, conforme al significado original de la palabra griega —mythos—, no es más que eso: un relato que intenta volver la vida transparente remitiéndola a una fuente inteligible. Puede ser consciente, autorreflexivo, y estar abierto al diálogo con otros relatos; o bien ser inconsciente, o consciente solo en cierto grado, como sucede a menudo cuando se entiende como literalmente verdadero y no sujeto a la crítica, casi siempre porque se considera justificado por la Autoridad Superior que lo ha revelado. Lo que los relatos tienen en común es que siempre son construcciones de la psique humana. Deben serlo, porque el mundo no es un hecho dado, sino algo que habitamos por medio de la interpretación. (p 21).

Un libro para amantes del pensamiento, las culturas antiguas, las mitologías y los libros hermosamente escritos, editados e ilustrados. Un libro para tener a mano y consultarlo. Un libro caro, sin duda, 58€. Pero los vale. Sus 650 páginas llenas de conocimiento deslumbrante, su formato 21x27 cms, y sus 2'5 kg de peso lo convierten en un magnífico libro de regalo... para uno mismo o para otra persona.

¡Oh Luna! Las sombras más viejas entre losárboles más viejos
sienten palpitaciones cuando tú las miras.
¡Oh luna! Las viejas ramas tartamudean un bullicio más sagrado
mientras sienten tu aérea compañía.
Tú lo bendices todo, con labios de plata
besas para devolver la vida a las cosas muertas.

                 John Keats. Endymion, III, vv 52-57. 

***


 Путин, немедленно останови войну!

jueves, 21 de julio de 2022

JOHN KEATS, POESÍA COMPLETA

Editorial
Llevábamos mucho tiempo sin una traducción de la poesía completa de Keats y la editorial Almuzara, a través del trabajo de José Luis Rey, nos ha regalado esta elegante edición bilingüe, que apareció a finales de abril. Para alguien que no posea la edición de Libros Río Nuevo de 1978 (o su posterior integración en Ediciones 29), esta es, sin duda, su oportunidad.

De la tríada central del romanticismo inglés, John Keats es el que a mí más me gusta, aunque no cuando escribe largos poemas narrativos —en ese aspecto Byron es superior—, sino cuando utiliza el poema breve. Composiciones como "Oda a un ruiseñor", "Oda a una urna griega", "Oda a la melancolía" o "Al otoño", son, sencillamente, maravillosas. 

De esta edición, de la que me gusta mucho el papel elegido, el tipo de letra y hasta la presentación de la cubierta, echo de menos un índice de títulos y otro de primeros versos. No es que sean estrictamente necesarios, pero ayudan mucho en la labor de búsqueda, y resulta difícil entender que una poesía completa carezca de ellos.

Os dejo la traducción de la de la urna griega, pura belleza: 


ODA A UNA URNA GRIEGA


I

¡Oh tú, intacta novia de la tranquilidad!
Tú, niña amamantada por Silencio y Tiempo,
silvana historiadora, que relatas
una historia florida más dulce que mi rima:
¿qué leyenda de hojas ha hechizado tu forma
de dioses o mortales, o de todos, 
en Tesalia o los valles de la Arcadia?
¿Qué hombres o qué dioses son los tuyos?
¿Qué doncellas? ¿Qué meta? ¿Qué lucha por huir?
¿Qué gaitas y timbales? ¿O qué salvaje éxtasis?

II

Son dulces las canciones que escuchamos,
pero aquellas no oídas son más dulces aún:
por tanto, sonad, gaitas; mas no para el oído,
tocad para el espíritu melodías sin tono:
hermosa joven, tú, que bajo árboles
jamás dejarás ya de cantar tu canción,
ni tampoco los árboles han de perder sus hojas;
y tú, valiente amante, jamás has de besar,
tan cerca de tu amada —pero no te lamentes;
ella no se marchita —aunque tú no la alcances,
¡la amarás para siempre y siempre será hermosa!

III

¡Ramos, ramos felices! Jamás os desharéis
de las hojas, jamás
diréis adiós a tanta Primavera;
¡feliz músico quieto y sin cansarte,
cantando para siempre canción nueva!;
¡y el amor más feliz! ¡el más feliz amor!
Amor siempre presente y siempre cálido,
suspirando por siempre y siempre joven; 
dejando atrás la gran pasión humana,
la que deja dolido el corazón,
abrasada la frente y la lengua tan seca.

IV

¿Quiénes son los que vienen a hacer el sacrificio?
Misterioso oficiante, ¿hacia qué altar verde
traes el corderillo que se inclina ante el cielo,
adornada su piel con las guirnaldas?
¿Qué pueblo junto al mar o junto a un río?
¿Qué montaña con una ciudadela pacífica
quedó deshabitada esta misma mañana?
Oh pueblo, ya tus calles para siempre
se quedarán desiertas; ni un alma ha de volver
a decirnos por qué estás desolado.

V

¡Ática forma! ¡Qué bellas posturas!
Qué mujeres y qué hombres de mármol
entre ramas de un bosque y pisando la hierba;
¡tú, forma tan callada, que excede el pensamiento
como si fueras tú la eternidad!
¡Oh fría pastoral! Y cuando el tiempo
destruya esta generación humana,
tú permanecerás, aliviando el dolor
ya de otros, amiga tú del hombre,
y a la humanidad toda le dices:
"La belleza es verdad y la verdad, belleza,—
amigos, he aquí todo cuanto hay que saber".


Es Keats uno de los poetas que con mayor insistencia buscó —y lo logró— expresar la belleza del mundo en los detalles más insignificantes que nos rodean y, junto con la belleza, el refugio y consuelo que la poesía nos puede proporcionar, tal y como nos lo recuerda el primer verso de la "Epístola a George Felton Mathew": ¡Oh qué dulce placer nos dan los versos!

***


Путин, немедленно останови войну!

sábado, 9 de julio de 2022

LA BELLEZA Y LA FELICIDAD ("A thing of beauty is a joy for ever")

Solemos asociar, y en muchos casos es así, la poesía de la época romántica con el amor pasional e intempestivo, la ruptura con las normas sociales, el coqueteo con lo fúnebre, el suicidio y la muerte, en una palabra con lo exaltado. 

Nadie pondrá en duda ahora que Keats (1795-1821) es precisamente uno de los más altos valores de la poesía romántica, por hallazgos poéticos, por intensidad expresiva y hasta por biografía. 

Escribió el largo poema Endimión cuando tan solo contaba con 22 años. Su comienzo me resulta fascinante por su belleza, pero también porque resulta increíble que alguien tan joven pueda escribir esa poesía celebrativa, de exaltación de la vida, más propia de espíritus menos románticos y mucho más maduros. 

(Libro I, primeros versos).

Alegrías eternas son las cosas bellas:
nunca conecerán la muerte
con su encanto elevado y serán para nosotros
tranquilas enramadas y formas de dormir
con los más dulces sueños
entre suaves latidos de un dulce bienestar.
Por eso guirnaldas florecidas
todas la mañanas
nos unen a la tierra,
a pesar del desánimo, de la inhumana escasez
de nobles criaturas, de los días sombríos,
de los insalubres y tenebrosos caminos
que tenemos que recorrer: sí, a pesar de esas sombras,
retiran el negro velo de nuestro negro espíritu
figuras hermosas como el sol y la luna,
y los viejos árboles y nuevos que dan benditas sombras
a las simples ovejas; y los narcisos
de todo el mundo verde del que son habitantes;
y los claros arroyos que frescos matorrales
contra el calor tórrido para ellos mismos
alzan; y los helechos en la fronda del bosque
donde las rosas almizcleñas esparcen su esplendor;
y los grandiosos destinos
que hemos imaginado para los soberanos muertos;
y las hermosas leyendas que nos han relatado
o que hemos leído: inteminables fuentes
de inmortales bebidas que nos regala
el cielo.
Y no sentimos todas esas esencias
sólo por una hora; no: así como a los árboles
que susurran alrededor de un templo los queremos
tanto como al mismo tempo, así también la luna,
la apasionada poesía, las glorias infinitas
nos persiguen hasta convertirse en prometedoras luces
dentro de nuestra alma, y se nos pegan tanto
que, brille el sol o se nuble el cielo,
siempre estarán con nosotros, o, si no, moriremos.

Traducción: Ángel Rupérez.

Me permito partir de Hölderlin y realizar una afirmación tal vez más cauta, pero no menos intensa: la belleza, en su perdurabilidad, nos permite el goce de la existencia. 
***

Путин, немедленно останови войну!

viernes, 8 de octubre de 2021

PLATÓN, KEATS Y LAS ORUGAS

Oruga atravesando el Paseo del Urumea, posiblemente en busca de refugio para convertirse en crisálida (3/10/2021).

 Por muy acostumbrados que estemos a los cambios y transformaciones de la naturaleza, resulta difícil imaginar que de esta oruga de vívidos colores salga una polilla como esta:

Calliteara pudibunda en fase de mariposa nocturna. Fuente: Wikipedia.

Me entero por un artículo de Luis Monje que esta oruga se ha dedicado a devorar las hojas de las hayas de Urbasa (el artículo es de 2015). La descripción del destrozo es terrible: Hay quien dice que en septiembre, si se permanece un rato en silencio en las sendas que ascienden a la zona del Bosque Encantado, se escucha un misterioso rumor parecido al de la lluvia. Son legiones de cientos de miles de orugas devorando en las alturas las hojas de las hayas. La ficha del Gobierno de Navarra sobre este patógeno tampoco anima demasiado a encariñarse con ella: Las larvas causan defoliaciones, incluso totales, siendo las afecciones más importantes sobre los hayedos. No obstante, y debido a que las defoliaciones más importantes se dan a finales de verano, los daños son limitados, y menores que otros defoliadores, dado que en la práctica, adelantan la caída de la hoja.

Escribía Anatole France en El crimen de Silvestre Bonnard que todos los cambios, aun los más ansiados, llevan consigo cierta melancolía; porque aquello que dejamos es una parte de nosotros mismos: debemos morir una vida para entrar en otra. Ignoro lo que pueda sentir la polilla al abandonar el estado de crisálida, ni lo que sienta la crisálida al dejar de ser oruga. Yo, aunque no soy ingenuo y conozco los daños que realiza la famosa procesionaria del pino, no puedo evitar cierta tristeza al enterarme de que mi pudibunda haya podido dejar sin hojas ella sola algún tilo o abedul de la zona. Estaba tan contento con mi colorido y vistoso hallazgo que casi me arrepiento de haber buscado información sobre él. 

¿Serviría este ejemplo para hacer dudar a Platón, o a Keats, sobre la relación entre Belleza y Verdad?

sábado, 27 de febrero de 2021

ANNE CARSON, La belleza del marido

Ejemplar de la biblioteca de Egia
II. PERO UNA DEDICATORIA SOLO ES AFORTUNADA SI SE REALIZA EN PRESENCIA DE TESTIGOS. ES ESENCIALMENTE UNA PÚBLICA RENDICIÓN COMO LA DE ESTANDARTES EN UNA BATALLA


Sabes hace años estuve casada y cuando se fue mi marido se llevó mis libretas.
Libretas con espiral.
Ya sabes ese frío y ladino verbo escribir. Le gustaba escribir, no le gustaba tener que empezar él mismo cada pensamiento. 
Utilizaba mis comienzos con varios propósitos, por ejemplo en un bolsillo encontré una carta que había empezado (a su amante de aquel momento)
que contenía una frase que yo había copiado de Homero: 'εντροπαλιζομένη, es como cuenta Homero que Andrómaca se fue
cuando se separó de Héctor: "mirando a menudo hacia atrás" 
bajó 
de la torre de Troya y fue a través de las calles empedradas a la casa de su leal
marido y ahí 
con sus mujeres entonó un lamento por un hombre con vida en su su propia morada.
Leal a nada 
mi marido. ¿Entonces por qué le amé desde la temprana adolescencia hasta entrada la madurez 
y la sentencia de divorcio llegó por correo?
La belleza. No tiene mucho secreto. No me da vergüenza decir que le amé por su belleza.
Como volvería a hacerlo
si se acercara. La belleza convence. Ya sabes que la belleza hace posible el sexo.
La belleza hace el sexo sexo.
Tú lo 
entiendes mejor que nadie… silencio, pasemos

a las situaciones naturales.
Otras especies, que no son venenosas, a menudo tienen coloraciones y estampados 
parecidos a las especies venenosas.
Esta imitación de una venenosa por otra especie que no lo es se llama mimetismo.
Mi marido no era mimético.
Hablarás sin duda de los juegos de guerra. Me oíste quejarme a menudo 
cuando estaban aquí toda la noche 
con los tableros tirados y tapetes y lucecitas y cigarrillos como la tienda de Napoleón, 
supongo, ¿quién podía dormir? Después de todo mi marido era un hombre que sabía más 
acerca de la batalla de Borodino 
que sobre el cuerpo de su propia mujer, mucho más. La tensión se derramaba por las paredes 
y el techo,
a veces jugaban desde el viernes por la noche hasta la mañana del lunes sin parar,
él y sus pálidos y furiosos amigos.
Sudaban mucho. Comían carne de los países en los que jugaban.
Los celos 
no eran precisamente una pequeña parte de mi relación con la batalla de Borodino.

Lo odio.
¿Ah, sí?
Por qué jugar toda la noche.
Es en tiempo real.
Es un juego.
Es un juego real.
Es eso una cita.
Ven aquí.
No.
Necesito tocarte.
No.
Sí.

Aquella noche hicimos el amor "de manera real", cosa que no habíamos intentado
aunque lleváramos seis meses casados.
Gran misterio. Ninguno de los dos sabía dónde poner la pierna y hasta hoy aún no sé 
si lo hicimos bien.
Parecía feliz. Eres como Venecia dijo encantador.
A la mañana siguiente temprano 
escribí una breve conferencia ("Sobre la desfloración") que me robó y publicó 
en una pequeña revista trimestral.
Por encima de todo esa era una característica interacción entre nosotros.

O debería decir ideal.
Ninguno de los dos había estado nunca en Venecia.

            Edición y traducción: Andreu Jaume.

Anne Carson es inclasificable. Sí, ya sé que todas las personas somos únicas y distintas e inclasificables. Pero Carson lo ejerce, lo escribe y resulta fascinante e insuperable si ponemos sus textos al lado de otros textos de, digamos, poetas de su generación. ¿Es poesía, es novela, es ensayo lo que escribe?

Preguntarse por eso no deja de ser una pérdida de tiempo desde hace muchísimos años. Hace más de un siglo que las vanguardias rompieron esas barreras. Lo que tenemos que preguntarnos, o mejor, lo que tenemos que apreciar es la calidad del texto. Si el texto es eficaz en su intención, si produce emoción, si nos atrapa, si es capaz de ofrecernos algo nuevo, si es coherente consigo mismo, y si además abre caminos, ese texto, esa obra, merece toda nuestra atención. Estamos hablando de literatura, no de pasatiempo.

En cuanto a los géneros, la misma autora lo advierte en el subtítulo: un ensayo narrativo en 29 tangos. El elemento narrativo queda claro desde el primer momento, es la historia de una ruptura. El ensayo se ve venir a través de las citas de Keats que inauguran cada poema, cada ¿sección?, y en las notas que indican la procedencia de las alusiones que impregnan todo el texto. La poesía se ve en cada verso, en la manera de escribir y en el punto de vista. 

Pero que nadie piense que este es un libro difícil de leer. Al contrario, se lee de un tirón, como pocos libros de poesía se leen. Se lee de un tirón y es divertido, y se agradece la profunda mirada que es capaz de realizar sobre el anhelo romántico y los dolores y angustias que provoca, sobre el deseo, sobre el lamento, sobre la mentira y sobre el desafecto. Y sobre quiénes somos. Y hasta sobre debates posestructuralistas, pero todo eso lo podemos dejar de lado y seguir disfrutando igualmente del libro porque la de Carson es gran literatura.

sábado, 5 de diciembre de 2020

CEMENTERIO DE LOS INGLESES



No sé si todas o la mayoría de las ciudades españolas tienen su cementerio de los ingleses ni tampoco sé si las que lo tienen poseen ese aire destartalado, marginal y un tanto romántico que tiene el de Donosti. Solo conozco el de Málaga, porque hasta él fui en busca del recuerdo de Jorge Guillén y su epitafio: "Aquí yace un enamorado de la vida". Y desde luego, ese cementerio está muy bien cuidado.

El Cementerio de los ingleses donostiarra se encuentra en la ladera norte del monte Urgull, mirando al mar. Curiosamente, de las tres tumbas que se encuentran en mejor estado, una no pertenece a ningún inglés, sino español, el mariscal Manuel Gurrea, muerto en Andoain, en 1837, durante  la primera guerra carlista. En las otras dos, las que aparecen debajo de estas líneas, están enterrados William Tupper (izquierda) y Oliver de Lancey (derecha).




Es cierto que me atraen, en general, las ruinas, los lugares abandonados y, por supuesto, me gustan los cementerios que tienen un aire de jardín recóndito y romántico, como el Cementerio de Highgate, donde está enterrado K. Marx. Sin embargo, posiblemente nunca hubiera despertado mi curiosidad el nombre de los dos militares británicos que están enterrados ahí de no haber sido porque hace poco tropecé con este libro en el expositor de una librería. 


No cabe duda de que las guerras acortan las vida, como las enfermedades, los hábitos insalubres y todos los excesos. Sabido es que los románticos parecían contentos con la idea de morir jóvenes, siempre y cuando hubieran podido vivir entregados a sus pasiones. ¿Tendríamos algún Byronalgún Shelleyalgún Keats enterrado en el monte Urgull?

La época era la que era, y no quiero dudar de que esos dos británicos, se sintieran verdaderamente convencidos de que debían defender los ideales liberales, pero yo más bien me inclino a pensar que eran un par de mercenarios y que cuanto dominaban en la vida era el arte de estar al frente de unos soldados que estaban por aquí intentando ganarse una soldada. Del espíritu romántico seguramente tenían el nombre de la época que les tocó vivir.

Eso sí, el librito me ha servido para enterarme de esa antigua tradición que cuenta que entre los despojos abandonados por las tropas inglesas en la batalla que perdieron, la de Oriamendi, se encontraron la partitura de una marcha que habría compuesto José Juan Santesteban, organista de Santa María, y que tocarían para celebrar la victoria. Lo curioso es que se acabó convirtiendo en el himno más célebre de los carlistas.