Su actividad literaria fue muy intensa y comenzó a muy temprana edad. Así, por ejemplo, a los once años comenzó a escribir su propia epopeya homérica, La batalla de Maratón.
En la actualidad, y en castellano, solo disponemos de esta colección de sonetos, cuyo título puede sorprender en un primer momento: Sonetos del portugués, Los sonetos de la dama portuguesa, Sonetos de la portuguesa. Y es que la cuestión no se centra en la autora o el autor de los sonetos, sino en el idioma.
El equívoco título no es tal si recordamos el subterfugio que utiliza la poeta y que buscaba esconder el contenido íntimo de los poemas. Ella los escribe como si fueran la traducción de una colección de poemas que ha encontrado escritos en portugués.
De esta manera queda enmascarada la autoría y el contenido íntimo, pues en realidad son poemas de amor que ella dirige a su amante, Robert Browning, y a quien el padre de la escritora rechazaba como futuro yerno. De ahí que con buen criterio Carlos Pujol indique en la introducción que la traducción exacta sería "traducidos del portugués".
¿De qué modo te quiero? Pues te quiero
hasta el abismo y la región más alta
a que puedo llegar cuando persigo
los límites del Ser y el Ideal.
Te quiero en el vivir más cotidiano,
con el sol y a la luz de una candela.
Con libertad, como se aspira al Bien;
con la inocencia del que ansía gloria.
Te quiero con la fiebre que antes puse
en mi dolor y con mi fe de niña,
con el amor que yo creí perder
al perder a mis santos... Con las lágrimas
y el sonreír de mi vida... Y si Dios quiere,
te querré mucho más tras de la muerte.