sábado, 31 de mayo de 2025

EL CIELO NOCTURNO, JUNIO DE 2025

La Luna y Júpiter (28-05-2025). Primer día después del novilunio.

 La fotografía está realizada con una cámara fotográfica compacta y un zoom de 275mm (F/5,5 - ISO 3200 - Exp 1/4 s.) y sin ningún filtro. El disparo se realizó a las 22:41 y, como se puede apreciar, aún no era noche cerrada, había cierta claridad por el lado oeste. Júpiter estaba situado a unos 4º por encima del horizonte y la Luna a no más de 10º. 

No siempre la luz penumbral es tan intensa. Cuanto mayor sea el espacio de la atmósfera terrestre cubierto de nubes, mayor es el reflejo luminoso que la Tierra manda al cielo y, como consecuencia, mejor se va a percibir la superficie lunar. En la fotografía, aunque es de poco aumento para recoger a Júpiter en ella, se pueden distinguir las zonas conocidas como mares. Es una suerte que nuestra zona de observación esté despejada, mientras permanece nublada buena parte del hemisferio en que nos situamos, eso permite que, aun siendo el primer día después de la luna nueva, casi veamos la totalidad de nuestro satélite.

La de ayer, 29-05-2025. Hora: 20:55.

PLANETAS: Mercurio será visible durante la segunda quincena sobre el horizonte  ONO. El día 27 tendrá la primera luna creciente (como la de la foto) a menos de 5º por encima. Venus (todo el mes como lucero del alba) aparece de madrugada por el E y el día 22, a las 04:34:35, podremos ver Saturno, la última luna decreciente, las Pléyades y la estación Espacial Internacional viajando aparentemente hacia él... si estáis en San Sebastián o alrededores. 

Marte es visible todo el mes durante las primeras horas de la noche y el día 17 se estará a menos de un grado de distancia de la estrella más brillante de Leo, Régulo, mientras a las 22: 40:14 el satélite Starlink 33841 parecerá que lo roza. Júpiter lo podremos ver al anochecer sobre el horizonte ONO, pero como poco a poco va adelantando su puesta y acercándose al recorrido que realiza el Sol, dejaremos de verlo durante los últimos días del mes. Saturno aparece de madrugada poco antes de las 04:00 sobre el E y es visible hasta que comienza a clarear. A final de mes saldrá un par de horas antes.

LUNA: 11 de junio, luna llena; 25 de junio, luna nueva. 

LLUVIA DE ESTRELLAS FUGACES: 

Ariétidas día7 de Junio de 2025, 12:49 (14 de Mayo al 24 de Junio)02h 57.5m, 24° 06.0'30
Boótidas de Junio27 de Junio de 2025, 12:48 (22 de Junio al 2 de Julio)14h 56.9m, 47° 54.0'Var

SATÉLITES ARTIFICIALES: Para saber dónde y cuándo mirar, consultad aquí.

¡Feliz obsevación!

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viernes, 30 de mayo de 2025

PASEO FLORAL POR MENDAVIA

Manzanilla
Mendavia está en la ribera del Ebro, es decir, en esa tierra feraz que tantos manjares ofrece para degustar en una buena mesa. De hecho, es la población que tiene en más denominaciones de origen, lo que es sinónimo de calidad; entre los productos más demandados se encuentran la alcachofa, el pimiento y los espárragos.

Pues bien, mientras las amistades con las que había acudido a este agraciado pueblo de la ribera navarra hacían acopio de material fungible para ellas mismas y para las amistades de las amistades, yo me entretenía obteniendo imágenes de las florecillas que hermoseaban los alrededores.

Uña de gato

Amapolas alineadas

Después de comer algunos de los ricos productos mendavieses y dar tiempo al tiempo con una agradabilísima sobremesa, nos acercamos hasta El Castillar

Mayo es el que es, el indiscutible campeón de la floración primaveral; así pues, no puede resistir la tentación de volver a coger la cámara y, por el camino, disparar aquí y allá, según me atraían los colores, las luces y las sombras.

Indudablemente, las amapolas, tan raras donde vivo, eran las que más me llamaban la atención. Cada cual tenemos nuestras propias debilidades.  

Retama

Amapola entre el centeno

Muchas amapolas

Cañaheja

Campo de trigo con el Castillar al fondo

Algunas espigas de trigo

Amapola solitaria en medio del camino

Malva

Otra amapola solitaria

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jueves, 29 de mayo de 2025

RETRATOS DE AMANTES (Maria Terpsithea), 12

Filis y Demofonte, Edward Burne-Jones. Fuente: Wikipedia.


María Cassavetti (Μαρία Τερψιθέα Κασσαβέτη) fue una artista británica de origen griego, de familia adinerada y de una gran belleza física, como lo fueron también sus primas  Marie Spartali y Aglaia Ionides, conocidas entonces como Las tres gracias. Las tres nacieron y crecieron en Inglaterra en el seno de adineradas familias griegas del siglo XIX. Las llegaron a ser artistas talentosas del movimiento prerrafaelista.

En julio de 1861 se casó con el Dr. Zambaco, de ahí que también se la conozca como María Zambaco. Vivió con él en Francia y tuvieron dos hijos. El matrimonio fracasó y se marchó a Londres con sus hijos para vivir con su madre y convertirse en escultora. En 1866, su madre contrató a Edward Burne-Jones para que le pintara un tema mitológico (Cupido y Psique). Ella sirvió de modelo. Se enamoraron. 

La relación artística continuó y Burne-Jones solía pintarla en su estudio, hasta que en 1869 la esposa de él, Georgiana, encontró una carta entre sus ropas y él se vio obligado a poner fin a la relación. María amenazó con suicidarse con láudano y la historia de la tormentosa relación fue la comidilla de Londres. 

Aunque la relación terminó, Burne-Jones continuó pintándola, como por ejemplo, en El encantamiento de Merlín

Durante la década de 1880, Maria Terpsithea estudió escultura y fue alumna de Rodin. Falleció en París en 1914 y fue enterrada en la zona griega del cementerio de West Norwood. El nombre que aparece en su tumba es Maria Tepsithia Kassavetti.

Tal vez el óleo que mejor recoja su rostro y ese aire nostálgico tan típico de la pintura prerrafaelista sea el que se conoce como Retrato de Maria Zambaco

Fuente: Gallerix

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miércoles, 28 de mayo de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Vicente Gaos)

Editorial
 #unlibrounpoema


Vicente Gaos (1919-1980) pertenece a esa generación que vivió la guerra civil de joven y que, en general, comenzaron a publicar una vez terminada la contienda, durante los terribles años de la posguerra. Buena parte de ella, por los años que les tocó vivir y durante un tiempo más o menos largo, se encuadra dentro de lo que se dio en llamar poesía desarraigada, que era una poesía que se debatía entre la angustia de la fe a lo Unamuno, la profunda desazón existencial y la percepción de la vida como un asunto doloroso y desgarrado. Victoriano Crémer, Carlos Bousoño, José María Fonollosa, José Luis Hidalgo, Rafael Morales, Leopoldo de LuisGabriel Celaya, José HierroBlas de Otero, Ángela Figuera y Eugenio de Nora practicaron en algún momento de su carrera este tipo de poesía.


NO, CORAZÓN, NO TE HUNDAS...


No, corazón, no te hundas.

Y vosotros, ojos, no queráis cerraros en llanto.

La vida es mucho más larga, mucho más grande de lo que ahora supones,

mucho más magnánima.

¿Te atreverás a decirle que te debe algo?

Eres tú quien se lo debes todo.

Y aún tendrás que deberle muchas cosas hasta que mueras,

y la muerte misma es un deber que tienes hacia la vida.

Agradece al tiempo que, mucho más sabio que tú, no apresure tus horas de dolor ni se demore en tus momentos de dicha,

sino que te los mida con la misma igualdad, con la misma ecuanimidad generosa.

Agradece al sol que siga saliendo puntualmente, ajeno por completo a ponerse al compás febril de tu pulso.

Te quejas. Dices que sufres.
Dices que no puedes más.

Aún volverás a sufrir, y a amar, y a sufrir de nuevo, y a gozar otra vez y otra y otra.

Sólo morirás una vez, eso es lo único que no podrá repetirse,

pero la vida es una continua repetición.

Te ha de dar todavía muchas ocasiones de equivocarte,

y tú has de llegar aún a acertar con el buen momento,

que el mundo te ha de volver a brindar como te lo ha brindado ya tantas veces.

¿Dices que estás solo?

No es mirándote al espejo como encontrarás compañía.

Coge el primer objeto que esté a tu alcance,

un vaso, una flor o simplemente el periódico.

Acarícialos, acarícialos.

Levanta la vista, tiéndela alrededor tuyo.

Sí, es verdad que no puedes ver los ojos que tú amas tanto.

Por hermosos que sean no podrán compararse nunca con las estrellas
(a pesar de los poetas románticos).

Habla, habla, pero no contigo.

Déjate de soliloquios y silogismos y sentimentales monólogos.

Habla con el cartero, con el conductor del tranvía (aunque esté prohibido);

habla con el niño que está jugando en la acera,

vete a beber unas copas con el primer borracho de la esquina.

¿Creías que el mundo termina donde tú acabas?

Tú eres ya no fin, pero ni siquiera comienzo de ninguna cosa.

No eres comienzo ni de ti mismo.

¿Recuerdas a tu madre?

No la compadezcas: ya murió, ya vivió, ya sufrió y gozó todo aquello que le tocó en suerte.

Tú tienes todavía la de vivir, la de seguir vivo.

No tengas ninguna prisa en morirte.

No te esfuerces en buscar lo único que posees seguro.


La antología de poemas viene precedida de un estudio introductorio a cargo de Ricardo Bellveser y de una buena de ilustraciones que inciden en el tema y una fotografía del autor.

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martes, 27 de mayo de 2025

DE NALDA A VIGUERA PASANDO POR SAN ESTEBAN

Nalda

 Tal vez para mitómanos varios y coleccionistas de notoriedades diversas, Nalda sea el lugar al que acudir porque allí se rodó una película. Allá cada cual con sus motivaciones. Esta localidad riojana, en cualquier caso, es mucho más que eso.

Sea lo que sea lo que cada persona busque, uno de los encantos de esta localidad es pasear por sus calles y subir hasta los restos del castillo —interese o no la historia de las fortalezas medievales—. Una vez allí, podremos disfrutar de unas vistas excepcionales si el día está despejado.

Horizonte norte 

Las Palomeras, más o menos hacia el este

La vega del río Iregua y la espectacular "puerta" abierta
por la erosión de las aguas, horizonte el suroeste

"Pequeña roca" haciendo equilibrios

Después de poco más de 7 km, en la ladera del lado
izquierdo del Iregua se ve la cueva que acoge la ermita

Tras la subida por un estrecho y empinado sendero lleno de piedras sueltas que no facilitan el caminar, llega la recompensa: lo que queda de las pinturas murales en el interior de lo que, al parecer, fue iglesia en otro tiempo de un establecimiento cenobítico que debía de abarcar otras ermitas instaladas en las numerosas oquedades que abundan por la zona.

Aspecto general de la nave principal

En la zona del ábside se pueden apreciar sobre fondo rojo
cinco personajes identificados como apóstoles

Sobre un fondo amarillento, una representación de María reina
dentro de una mandorla que sostienen cuatro ángeles.
A izquierda y derecha, dos figuras de rey y reina de identificación discutible.

Para quienes estén interesados en una explicación más o menos detallada de la ermita, su historia y sus pinturas, el trabajo de Arteguías.com puede resultar de gran ayuda. 

Después de bajar por el sendero no apto para todo el mundo y subir por la ladera contraria, Viguera se convierte en un acogedor remanso con un amplísimo y magnífico mirador desde el que disfrutar durante mucho tiempo.

La parte del mirador con su cartel informativo (incluído el cielo nocturno)

La "puerta" desde el mirador

Un mural en la pared del túnel que hay bajo el ayuntamiento

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lunes, 26 de mayo de 2025

HISTORIA DE LOS FILÓSOFOS ILUSTRADA POR LOS TEXTOS

En librerías
Hay libros a los que tengo un cariño especial y las razones de ese cariño pueden ser muy diversas e incluso peculiares. En el caso de esta Historia de los filósofos el cariño es resultado de su utilidad y claridad expositiva. Es un manual muy sencillo de utilizar y está organizado de manera muy didáctica: una escueta biografía, pero significativa; una exposición breve, pero suficiente, de las ideas principales del autor o autora; un retrato, generalmente realizado por alguien que conoce bien vida y obra de la persona en cuestión; una selección de textos realizada con muy buen criterio, textos que inciden verdaderamente en lo fundamental del pensamiento expuesto; y una breve y selecta bibliografía que recoge los principales títulos de los pensadores tratados, junto con los estudios más destacados sobre los mismos. Todo muy compacto, muy funcional y muy bien dispuesto para que la consulta sea eficaz y pueda orientar al mismo tiempo que despertar las ganas de profundizar en el conocimiento y estudio subsiguiente. 

Pongo un ejemplo (pp 456-9):


MICHEL SERRES LA VIDA DE SERRES 

    Nacido en Agen en 1930, Michel Serres es admitido en la Escuela naval en 1949 y comienza una carrera de oficial en la armada en diversos barcos de la Marina nacional (participará en concreto como retirado en la reapertura del canal de Suez). Pero, atormentado por la violencia que ha acompañado a sus años de formación (la guerra de España, la derrota, los campos de concentracion, Hiroshima, las guerras coloniales) dimite de la Escuela naval y, tras una licenciatura en matemáticas, entra en la Escuela normal superior en 1952. Obtiene la agregación de filosofía en 1955 y el doctorado en 1968, con una tesis consagrada a Leibniz (El sistema de Leibniz y sus modelos matemáticos, 1968). Buscando desde entonces superar la separación entre ciencia y filosofía, Serres se embarca en una exploración sistemática y cruzada de todos los dominios del saber, sumergiéndose a veces en los lejanos horizontes de lo imaginario (mitología, literatura, pintura). Colocada bajo el patrocinio del dios griego de los intercambios, de los viajes y de las encrucijadas, la serie de los Hermes (cinco volumenes, 1969-1980) se propone elaborar, en la línea de Bachelard, un «nuevo y novedoso espíritu científico» que sea capaz de comunicar el orden y el desorden, el azar y la necesidad, la razón y la sinrazón. Después de haber enseñado en las universidades de Clermont-Ferrand y de Vincennes (donde tuvo por colega a Michel Foucault), Michel Serres es nombrado profesor de historia de las ciencias en la universidad de París-I; desde 1976 enseña igualmente en la Universidad de Stanford, en Estados Unidos. Elegido el 29 de marzo de 1990 para la Academia francesa, Serres dirige, desde 1983, la edición del «Corpus de las obras de filosofía en lengua francesa» en la editorial Fayard. 

UNA EPISTEMOLOGIA PLURALISTA 

    Michel Serres, al igual que Edgar Morin, está enamorado de la complejidad. Persuadido, a semejanza de los epistemólogos contemporáneos, de que el orden puede nacer de lo bruto y del caos, se ha puesto a la escucha de las verdades locales y singulares, de los flujos y de las discontinuidades, de los ecos y las correspondencias insospechadas para intentar una reconciliación de todos los saberes. Como ferviente adepto de Leibniz (en el cual ve al filósofo del pluralismo y de la coherencia), Serres practica en efecto la pluridisciplinariedad, buscando sin cesar tender puentes, establecer correspondencias entre dominios aparentemente separados, cuando no antagonistas. No solo cada disciplina genera conceptos, descubrimientos o crisis que contaminan las disciplinas vecinas, sino que la ciencia misma dialoga permanentemente con lo que ella pretende excluir: la magia, la literatura, la moral, la religion. Por eso es vano querer trazar fronteras en el interior del vasto campo de la cultura: todos los saberes, sea cual sea la época a que pertenezcan, son isomorfos entre sí; no hay, contrariamente a lo que pensaba Bachelard, «corte epistemológico» entre un conocimiento y el conocimiento que le precedía, entre lo lógico y lo mitológico, entre la realidad y la ficción. A la preocupación por la clausura, sobre la cual se ha construido la ciencia moderna, responde la exigencia de apertura que todo saber actual debe satisfacer. 
    Entre su abundante producción (unas veinticinco obras al día de hoy), citemos Los cinco sentidos (1985) y El contrato natural (1990). En Los cinco sentidos, Serres se revuelve contra la tiranía del verbo, ligado según él al privilegio acordado a la vista en nuestra cultura. Serres propone, pues, reencontrar la virtud de los cinco sentidos en su simple dimensión carnal y suspender la vieja oposición entre el conocimiento y el goce. Es el programa cartesiano de dominio y posesión de la naturaleza lo que Serres pone en cuestión en El contrato natural. Se hace urgente, nos dice Serres, firmar con la Tierra un «contrato de simbiosis» por el cual el hombre se comprometiera a renunciar al parasitismo o al dominio de una naturaleza que de aquí en adelante le ha sido abandonada sin defensa alguna a sus poderes. 

Retrato de SERRES por Bertrand Poirot-Delpech 
Nacido en 1930 

    ¿Como se llega a ser poeta? Yo estaría tentado de responder que permaneciendo niño, y sobre la tierra. 
    Volvamos pues. por ultima vez, hacia las solas fuentes válidas. Tu erudición en terminos artesanales, rústicos, camosos, nudosos, tu preocupacion popular, heredada de Victor Hugo, de poner al vocabulario, si no un bonete rojo al menos la gorra paternal de los marineros, todas estas cosas, no busquemos más, nacieron cuando el pequeño Michel Serres, me parece verlo, repite insistentemente golpeando las piernas del adulto sentado al trabajo: «¿Para que sirve eso?»; y «eso, ¿cómo se llama?»; luego se aleja canturreando la palabra y olvidando la cosa, como hacen a menudo los niños, a los que se cree, erróneamente, locos por los trenes eléctricos, cuando les fascinan mucho más, incluso y sobre todo si han partido de casi nada, ¡los vertiginosos cambios de agujas de la palabra!

 BERTRAND POIROT-DELPECH, Discours de réception de Michel Serres a l’Académie française, Imprimerie nationale, 1991. 


TEXTO N.° 214. «EL CONTRATO NATURAL» 

    Desde entonces, vuelven al mundo los hombres, lo mundano a lo mundial, lo colectivo a lo físico, un poco a la manera como sucedió en la época del derecho natural clásico, mas con grandes diferencias, sin embargo, que provienen todas del reciente paso de lo local a lo global y de la renovada relación que mantenemos en adelante con el mundo, antaño nuestro amo y hogaño nuestro esclavo, siempre y en todo caso nuestro huésped, ahora nuestro simbionte. 
    ¡Retomo, pues, a la naturaleza! Eso significa: añadir al contrato exclusivamente social el otorgamiento de un contrato natural de simbiosis y de reciprocidad, en donde nuestra relación con las cosas trocaría dominio y posesión por la escucha admirativa, la reciprocidad, la contemplación y el respeto en donde el conocimiento no supondría la propiedad, ni la acción el dominio, ni éstas sus resultados o condiciones de rapiña. Contrato de armisticio en la guerra objetiva , contrato de simbiosis: el simbionte admite el derecho del huésped, mientras que el parásito — nuestro estatuto actual— condena a muerte a aquel al que saquea y en el que habita sin cobrar conciencia de que en último termino él mismo se condena a desaparecer. 
    El parásito toma todo y no da nada; el huésped lo da todo y no toma nada. El derecho de dominio y de propiedad se reduce al parasitismo. Por el contrario, el derecho de simbiosis se define por la reciprocidad: tanto da la naturaleza al hombre, tanto debe devolver este a aquella, devenida sujeto de derecho. natural, 

                                SERRES, El contrato natural, Pre-Textos, Valencia, 1991.

 

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domingo, 25 de mayo de 2025

CLAIR OBSCUR, Lorien Testard


Esta semana, mientras pedaleaba y oía el programa de Radio Clásica, La calle de..., descubro que los videojuegos, con los que nunca he jugado, también recurren a la música culta para ambientar sus desarrollos, al menos este Clair Obscur: Expedition 33. Lo que oigo me gusta e intento anotar mentalmente el título para poder buscarlo cuando me baje de la bicicleta. Mientras tanto, la voz de Alba Paños me informa de que el juego en cuestión consta de nada menos que 154 temas musicales diferentes, lo que, dice ella, no es nada habitual, pues suelen tener entre 20 y 30 temas.

Por supuesto, el nombre se me olvidó y tuve que recurrir a buscar el programa, volver a escuchar la parte final y, entonces sí, anotar, acudir a YouTube y, ¡bingo!, ahí estaba subida la parte que a mí me interesaba. Sorprendentemente, ya se habían superado con creces el millón de visualizaciones. Para ser un vídeo tan reciente, 2 de mayo, y tratarse de música clásica, me parece un dato sorprendente. Supongo que será por lo del videojuego, que tiene muchos más seguidores y practicantes.

Interpretan: Alice Duport-Percier (voz solista); Orchestre Curieux: Orane Donnadieu (piano), Claire Theobald (violín), Mariane Minjou (violín), Pierre-Pascal Jean (viola), Pauline Boudon (cello),  Alec Fukuda (cello), Lilas Berault (contrabajo); y el coro formado por: Marie-Cécile Henry Brossard, Céleste Lejeune, Annabelle Daguise, Axelle Verner, Gaël Martin, Fabrice Foison, Alexandre Artemenko y Maxime Saïu.
Dirige: Daniel Sicard.

Que la música os sea favorable.

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jueves, 22 de mayo de 2025

RETRATOS DE AMANTES (Jeanne Lohy), 11

Mujer de rojo y verde, Fernand Léger. Fuente: artsdot.com


¿Es el amor que siente una persona por otra la que lleva a representar la persona amada en un óleo? ¿Podríamos leer la obra plástica como un poema de amor? ¿Es la necesidad de trabajar con modelos del natural —un aprendizaje inexcusable y necesario para cualquier artista— la que empuja a solicitar la participación de la persona que se tiene más próxima emocionalmente? ¿Tiene el mismo valor afectivo representar la persona amada de forma que se reconozca —figurativamente— que si se realiza de manera abstracta?

Demasiadas preguntas para las que no tengo respuestas. 

Otro tanto podría decir sobre la inclusión de esta obra en la serie, puesto que solamente tengo un comentario sacado de un libro de arte, en el que no se dice otra cosa salvo que en ella se representa a Jeanne Lohy (1895-1950), a quien conoció justamente antes de la Primera Guerra Mundial y agrega a continuación que ella, mientras él estaba destinado a las trincheras, se disfrazaba de soldado para poder hacer el amor con él —quiero suponer que no precisamente en la trinchera misma—.

La historia es digna de una buena película o de una buena novela, pero lamento decir que no he podido hallar confirmación de la misma en ningún sitio. 

Fernand Léger (1881-1955) comenzó su andadura como pintor realizando trabajos de carácter impresionista, pero pronto dio un giro en su manera de expresarse y co.enzó a explorar las posibilidades del cubismo. Sin embargo, no tardó mucho en encontrar su propio estilo y, con el tiempo, terminó alejándose de lo que eran las concepciones geométricas un tanto rígidas del movimiento. Tal vez, el aspecto más destacado de su manera de pintar sea la utilización de colores muy vivos y llamativos que, además, irán adquiriendo un expresivo volumen, firma de la casa.

En Mujer de rojo y verde (1914) también se puede apreciar cierto movimiento, quizás influido por el famoso Desnudo bajando la escalera, de Duchamp, dos años anterior.

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miércoles, 21 de mayo de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Leopoldo Lugones)

#unlibrounpoema
En librerías


Aclaración previa: Leopoldo Lugones dejó escritos una docena de poemarios, una copiosa cantidad de poemas sueltos y muchas traducciones de poesía, que van desde Homero a contemporáneos suyos. Eso es lo que recoge este libro de Obras poética completas en sus algo más de 1500 páginas. Como más adelante me ocuparé de él, aquí solamente recojo un poema de su célebre e influyente Lunario sentimental, sin duda alguna el más importante de sus libros de poesía y, como dijo Ricardo Barnatán, piedra angular del escándalo durante muchos años.

Lunario sentimental se publicó en 1909, pero el poema que aquí recojo apareció cinco años antes y en él se pueden apreciar muchas de las características que anunciaban lo que iba a venir: la disconformidad, tan típica del modernismo hispanoamericano, con la realidad ramplona y materialista y, por lo tanto, el deseo de ruptura con el pasado; el alejamiento del sentimentalismo posmodernista y cuanto este implicaba; el tono lúdico e irónico, en ocasiones sarcástico; el énfasis en la musicalidad; el punto de vista rompedor con respecto a las imágenes poéticas y mitológicas de la luna; el léxico raro; en fin, multitud de recursos que utiliza, que forman parte de los elementos modernistas unos, mientras que otros están anunciando las corrientes vanguardistas que no tardarán en aparecer.


HIMNO A LA LUNA

    Luna, quiero cantarte
¡Oh ilustre anciana de las mitologías!,
Con todas las fuerzas del arte.

    Deidad que en los antiguos días
Imprimiste en nuestro polvo tu sandalia,
No alabaré el litúrgico furor de tus orgías
Ni tu erótica didascalia,
Para que alumbres sin mayores ironías,
Al polígloto elogio de las Guías,
Noches sentimentales de mises en Italia.

    Aumenta el almizcle de los gatos de algalia:
Exaspera con letárgico veneno
A las rosas ebrias de etileno
Como cortesanas modernas;
Y que a tu influjo activo,
La sangre de las vírgenes tiernas
Corra en misterio significativo.

    Yo te hablaré con maneras corteses,
Aunque sé que sólo eres un esqueleto,
Y guardaré tu secreto
Propicio a las cabelleras y a las mieses.

    Te amo porque eres generosa y buena.
¡Cuánto, cuánto albayalde
Llevas gastado en balde
Para adornar a tu hermana morena!

    El mismo Polo recibe tu consuelo;
Y la Osa estelar desde su cielo,
Cuando huye entre glaciales moles
La luz que tu veste orla,
Gime de verse encadenada por la
Gravitación de sus siete soles.
Sobre el inquebrantable banco
Que en pliegues rígidos se deprime y se esponja,
Pasas como púdica monja
Que cuida un hospital todo de blanco.

    Eres bella y caritativa:
El lunático que por ti alimenta
Una pasión nada lasciva.
Entre sus quiméricas novias te cuenta.
¡Oh astronómica siempreviva!
Y al asomar tu frente
Tras de las chimeneas, poco a poco.
Haces reír a mi primo loco
Interminablemente.

    En las piscinas.
Los sauces, con poéticos desmayos,
Echan sus anzuelos de seda negra a tus rayos
Convertidos en relumbrantes sardinas.

    Sobre la diplomática blancura
De tu faz, interpreta
Sus sueños el poeta,
Sus cuitas la romántica criatura
Que suspira algún trágico evento;
El mago del Cabul o la Nigricia,
Su conjuro que brota en plegaria propicia:
«¡Oh tú, ombligo del firmamento!»
Mi ojo científico y atento
Su pesimismo lleno de pericia.

    Como la lenteja de un péndulo inmenso,
Regla su transcurso la dulce hora
Del amante indefenso
Que por fugaz la llora,
Implorando con flébiles querellas
Su impavidez monárquica de astro;
O bien semeja ampolla de alabastro
Que cuenta el tiempo en arena de estrellas.

    Mientras redondea su ampo
En monótono viaje.
El Sol, como un faisán crisolampo.
La empolla con ardor siempre nuevo.
¿Qué olímpico linaje
Brotará de ese luminoso huevo?

    Milagrosamente blanca.
Satina morbideces de cold cream y de histeria:
Carnes de espárrago que en linfática miseria,
La tenaza brutal de la tos arranca.

    ¡Con qué serenidad sobre los luengos
Siglos, nieva tu luz sus tibios copos.
Implacable ovillo en que la vieja Atropos
Trunca tantos ilustres abolengos!

    Ondina de las estelas.
Hada de las lentejuelas.

    Entre nubes al bromuro,
Encalla como un témpano prematuro,
Haciendo relumbrar, en fractura de estrella,
Sobre el solariego muro
Los cascos de botella.
Por el confín oscuro,
Con narcótico balanceo de cuna,
Las olas se aterciopelan de luna;
Y abren a la luz su tesoro
En una dehiscencia de valvas de oro.

    Flotan sobre lustres escurridizos
De alquitrán, prolongando oleosas listas,
Guillotinadas por el nivel entre rizos
Arabescos, cabezas de escuálidas bañistas.
Charco de mercurio es en la rada
Que con veneciano cariz alegra,
O acaso comulgada
Por el agua negra
De la esclusa del molino.
Sucumbe con trance aciago
En el trago
De algún sediento pollino.
O entra con rayo certero
Al pozo donde remeda
Una moneda
Escamoteada en un sombrero.

    Bajo su leve seda.
Duerme el paciente febrífugo sueño,
Cuando en grata penumbra,
Sobre la selva que el Otoño herrumbra
Surge su cara sin ceño;
Su azufrado rostro sin orejas
Que sugiere la faz lampiña
De un mandarín de afeitadas cejas;
O en congestiones bermejas
Como si saliera de una riña,
Sobre confusos arrabales
Finge la lóbrega linterna
De algún semáforo de Juicios Finales
Que los tremendos trenes de Sabaoth interna.

    Solemne como un globo sobre una
Multitud, llega al cénit la luna.

    Clarificando al acuarela el ambiente,
En aridez fulgorosa de talco
Transforma al feraz Continente,
Lámpara de alcanfor sobre un catafalco.

    Custodia que en Corpus sin campanas
Muestra su excelsitud al mundo sabio,
Reviviendo efemérides lejanas
Con un arcaísmo de astrolabio;
Inexpresable cero en el infinito,
Postigo de los eclipses.
Trompo que en el hilo de las elipses
Baila eternamente su baile de San Vito;
Hipnótica prisionera
Que concibe a los malignos hados
En su estéril insomnio de soltera;
Verónica de los desterrados;
Girasol que circundan con intrépidas alas
Los bólidos, cual vastos colibríes,
En conflagración de supremas bengalas;
Ofelia de los alelíes
Demacrada por improbables desprecios;
Candela de las fobias,
Suspiráculo de las novias,
Pan ázimo de los necios.

    Al resplandor turbio
De una luna con ojeras,
Los organillos del suburbio
Se carian las teclas moliendo habaneras.

    Como una dama de senos yertos
Clavada de sien a sien por la neuralgia,
Cruza sobre los desiertos
Llena de más allá y de nostalgia
Aquella luna de los muertos.
Aquella luna deslumbrante y seca:
Una luna de la Meca...

    Tu fauna dominadora de los climas.
Hace desbordar en cascadas
El gárrulo caudal de mis rimas.

    Desde sus islas moscadas,
Misántropos orangutanes
Guiñan a tu faz absorta;
Bajo sus anómalos afanes
Una frecuente humanidad aborta.
Y expresando en coreográfica demencia
Quién sabe qué liturgias serviles,
Con sautores y rombos de magros perniles
Te ofrecen, quijotes, su cortés penitencia.

    El vate que en una endecha A la Hermosura,
Sueña beldades de raso altanero,
Y adorna a su modista, en fraudes de joyero,
Con una pompa anárquica y futura,
¡Oh Blanca Dama!, es tu faldero;
Pues no hay tristura
Rimada, o metonimia en quejumbre,
Que no implore tu lumbre
Como el Opodeldoch de la Ventura.

    El hipocondríaco que moja
Su pan de amor en mundanas hieles,
Y, abstruso célibe, deshoja
Su corazón impar ante los carteles,
Donde aéreas coquetas
De piernas internacionales.
Pregonan entre cromos rivales
Lociones y bicicletas.

    El gendarme con su paso
De pendular mesura;
El transeúnte que taconea un caso
Quirúrgico, en la acera oscura,
Trabucando el nombre poco usual
De un hemostático puerperal.

    Los jamelgos endebles
Que arrastran como aparatos de Sinagoga
Carros de lúgubres muebles.
El ahorcado que templa en do, re, mi, su soga.

    El sastre a quien expulsan de la tienda
Lumbagos insomnes,
Con pesimismo de ab uno disce omnes
A tu virtud se encomienda;
Y alzando a ti sus manos gorilas,
Te bosteza con boca y axilas.

    Mientras te come un pedazo
Cierta nube que a barlovento navega,
Cándidas Bernarditas ciernen en tu cedazo
La harina flor de alguna parábola labriega.

    La rentista sola
Que vive en la esquina,
Redonda como una ola,
Al amor de los céfiros sobre el balcón se inclina;
Y del corpino harto estrecho.
Desborda sobre el antepecho
La esférica arroba de gelatina.

    Por su enorme techo,
La luna, Colombina
Cara de estearina.
Aparece no menos redonda;
Y en una represalia de serrallo,
Con la cara reída por la pata de gallo,
Como a una cebolla Pierrot la monda.

    Entre álamos que imitan con rectitud extraña,
Enjutos ujieres,
Como un ojo sin iris tras de anormal pestaña,
La luna evoca nuevos seres.

    Mayando una melopea insana
Con ayes de parto y de gresca,
Gatos a la valeriana
Deslizan por mi barbacana
El suspicaz silencio de sus patas de yesca.

    En una fonda tudesca,
Cierto doncel que llegó en un cisne manso,
Cisne o ganso,
Pero, al fin, un ave gigantesca;
A la caseosa Balduina,
La moza de la cocina,
Mientras estofaba una leguminosa vaina.
Le dejó en la jofaina
La luna de propina.

    Sobre la azul esfera,
Un murciélago sencillo,
Voltejea cual negro plumerillo
Que limpia una vidriera.

    El can lunófilo, en pauta de maitines,
Como una damisela ante su partitura,
Llora enterneciendo a los serafines
Con el primor de su infantil dentadura.

    El tiburón que anda
Veinte nudos por hora tras de los paquebotes,
Pez voraz como un lord en Irlanda,
Saborea aún los precarios jigotes
De aquel rumiante de barcarolas,
Que una noche de caviar y cerveza
Cayó lógicamente de cabeza
Al compás del vals Sobre las olas.
La luna, en el el mar pronto desierto,
Amortajó en su sábana inconsútil al muerto,
Que con pirueta coja
Hundió su excéntrico descalabro,
Como un ludión un poco macabro,
Sin dar a la hidrostática ninguna paradoja.

    En la gracia declinante de tu disco
Bajas acompañada por el lucero
Hacia no sé qué conjetural aprisco,
Cual una oveja con su cordero.

    Bajo tu rayo que osa
Hasta su tálamo de breña,
El león diseña
Con gesto merovingio su cara grandiosa.
Coros de leones
Saludan tu ecuatorial apogeo,
Coros que aun narran a los aquilones
Con quejas bárbaras la proeza de Orfeo.

    Desde el soto de abedules,
El ruiseñor en su estrofa,
Con lírico delirio filosofa
La infinitud de los cielos azules.
Todo el billón de plata
De la luna, enriquece su serenata;
Las selvas del Paraíso
Se desgajan en coronas,
Y surgen en la atmósfera de nacarado viso
Donde flota un Beethoven indeciso,
Terueles y Veronas...

    El tigre que en el ramaje atenúa
Su terciopelo negro y gualdo
Y su mirada hipócrita como una ganzúa;
El búho con sus ojos de caldo;
Los lobos de agudos rostros judiciales,
La democracia de los chacales,
Clientes son de tu luz serena,
Y no es justo olvidar a la oblicua hiena.

    Los viajeros,
Que en contrabando de balsámicas valijas
Llegan de los imperios extranjeros,
Certificando latitudes con sus sortijas
Y su tez de tabaco o de aceituna,
Qué bien cuentan en sus convincentes rodillas
Aquellas maravillas
De elefantes budistas que adoran a la luna.
Paseando su estirpe obesa
Entre brezos extraños,
Mensuran la dehesa
Con sonámbulo andar los rebaños.

    Crepitan con sonoro desasosiego
Las cigarras que tuesta el Amor en su fuego.

    Las crasas ocas,
Regocijo de la granja,
Al borde de su zanja
Gritan como colegialas locas
Que ven pasar un hombre malo...
Y su anárquico laberinto,
Anuncia al Senado extinto
El ancestral espanto galo.

Luna elegante en el nocturno balcón del Este;
Luna de azúcar en la taza de luz celeste;
Luna heráldica en campo de azur o de sinople:
Yo seré el novel paladín que acople
En tu «tabla de expectación».
Las lises y quimeras de su blasón.

    La joven que aguarda una cita, con mudo
Fervor, en que hay bizcos agüeros, te implora;
Y si no llora,
Es porque sus polvos no se le hagan engrudo.
Aunque el estricto canesú es buen escudo,
Desde que el novio no trepará la reja,
Su timidez de corza
Se complugo en poner bien pareja
La más íntima alforza.
Con sus ruedos apenas se atreve la brisa;
Ni el Ángel de la Guarda conoce su camisa,
Y su batón de ceremonia
Cae en pliegues tan dóricos, que amonesta
Con una austeridad lacedemonia.

Ella que tan zumbona y apuesta,
Con malicias que más bien son recatos,
Luce al sol popular de los días de fiesta
El charol de sus ojos y sus zapatos;
Bajo aquel ambiguo cielo
Se abisma casi extática,
En la diafanidad demasiado aromática
De su pañuelo.

    Pobre niña, víctima de la felona noche,
¡De qué le sirvió tanto pundonoroso broche!

    Mientras padece en su erótico crucifijo
Hasta las heces el amor humano,
Ahoga su ¡ay! soprano
Un gallo anacrónico del distante cortijo.

    En tanto, mi atención perseverante
Como un camino real, persigue, ¡oh luna!,
Tu teorema importante.
Y en metáfora oportuna
Eres el ebúrneo mingo,
Que busca por el cielo, mi billar del domingo,
No sé qué carambolas de esplín y de fortuna.

    Solloza el mudo de la aldea,
Y una rana burbujea
Cristalinamente en su laguna.

    Para llegar a tu gélida alcoba
En mi Pegaso de alas incompletas,
Me sirvieron de estafetas
Las brujas con sus palos de escoba.

    Á través de páramos sin ventura,
Paseas tu porosa estructura
De hueso fósil, y tus poros son mares
Que en la aridez de sus riberas.
Parecen maxilares
De calaveras.
Deleznada por siglos de intemperie, tu roca
Se desintegra en bloques de tapioca.
Bajo los fuegos ustorios
Del Sol que te martiriza,
Sofocados en desolada ceniza,
Playas de celuloide son tus territorios.

    Vigilan tu soledad
Montes cuyo vértigo es la eternidad.

    El color muere en tu absoluto albinismo,
Y a pesar de la interna carcoma
Que socava en tu seno un abismo,
Todo es en ti inmóvil como un axioma.

    El residuo alcalino
De tu aire, en que en un cometa
Entró como un fósforo en una probeta
De alcohol superfino;
Carámbanos de azogue en absurdo aplomo;
Vidrios sempiternos, llagas de bromo;
Silencio inexpugnable;
Y como paradójica dendrita,
La huella de un prehistórico selenita
En un puñado de yeso estable.

    Mas ya dejan de estregar los grillos
Sus agrios esmeriles,
Y suena en los pensiles
La cristalería de los pajarillos.

    Y la Luna que en su halo de ópalo se engarza,
Bajo una batería de telescopios,
Como una garza
Que escopetean cazadores impropios,
Cae al mar, de cabeza
Entre su plumazón de reflejos;
Pero tan lejos,
Que no cobrarán la pieza.

***