miércoles, 5 de febrero de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Marianne Moore)

Traductora: Olivia de Miguel
#unlibrounpoema

Marianne Moore y su Poesía completa ya estuvieron en esta sección hace medio año, más o menos. Pero me ha parecido una buena oportunidad para traer hasta aquí otro poema suyo el que hoy sea el aniversario de su muerte, acontecida en 1972. ¿Habría llegado a conocer las tortas de san blas?



EL CAMPANERO

Durero habría encontrado una razón para vivir
  en una ciudad así, con ocho ballenas varadas 
que mirar, con la suave brisa entrando en casa 
un día claro desde el aguafuerte de un mar 
  con olas tan regulares como las escamas 
en un pez. 

Una a una, dos a dos, tres a tres, las gaviotas sostienen 
  su vuelo adelante y atrás sobre el reloj de la ciudad, 
o planean alrededor del faro sin mover las alas— 
alzándose firmes con un ligero 
  temblor en el cuerpo- o se reúnen 
graznando sobre 

un mar púrpura cuello de pavo 
  que empalidece en un azul verdoso como 
el azul pavo y gris topo que Durero prefirió 
al verde pino del Tirol. Se ve una langosta 
  de veinticinco libras; y las redes tendidas 
a secar. El 

torbellino pífano y tambor de la tormenta inclina 
  la hierba de la salina, agita estrellas en el cielo y la 
estrella del campanario; es un privilegio ver tanta 
confusión. Encubiertos por lo 
  aparentemente adverso, las flores
de la ribera y 

los árboles, favorecidos por la niebla, ponen 
  el trópico a nuestro alcance: el jazmín-trompeta, 
la digital, el dragón gigante, la salpiglosis con 
lunares y rayas; dondiegos, calabazas 
  o campanillas emparradas sobre sedal de pescador 
en la puerta trasera; 

espadañas, gladiolos, arándanos y tradescantía, 
  cintas, líquenes, girasoles, ásteres, margaritas 
—harapientos marinos de amarillo y pinzas de cangrejo con verdes brácteas— hongos, petunias, helechos; lirios rosados, azules, 
  trigidias, amapolas; negros guisantes de olor. 
El clima 

no es bueno para el baniano, el franchipán 
  o la nanjea, ni para la vida de una serpiente 
exótica. Lagarto y piel de culebra para zapatos, si te va; 
pero aquí tienen gatos, no cobras, para 
  oprimir a las ratas. El tímido 
tritoncito 

tildado con pinchos blancos en su lomo de rayas negras 
  vive aquí; no existe nada que la 
ambición pueda comprar o llevarse. El estudiante 
llamado Ambrose se sienta en la ladera 
  con sus libros y sombrero extranjeros
y ve los barcos 

blancos y rígidos avanzar por el mar como 
  en un surco. Amante de la distinción que 
no nace de la jactancia, conoce de memoria el antiguo 
cenador en forma de azucarero con 
  tablillas entrelazadas y la inexacta 
inclinación de la torre 

de la iglesia, desde la que un hombre de rojo deja 
  caer una cuerda como una araña teje su hilo; 
parece salido de una novela, pero en la acera 
un letrero blanco y negro dice 
  C.J. Poole, Campanero, y otro rojo 
y blanco advierte 

Peligro. El pórtico de la iglesia tiene cuatro columnas 
  acanaladas, cada una de un solo bloque de piedra, al que 
el encalado da un aire sencillo. Sería un refugio adecuado 
para golfillos, niños, animales, prisioneros 
  y presidentes que recompensaron a 
senadores 

corruptos no pensando en ellos. El 
  lugar tiene una escuela, una oficina de correos 
en un almacén, pescaderías, gallineros y una goleta 
con tres mástiles en 
los muelles. El héroe, el estudiante,
  el campanero, cada uno a su modo, 
tiene su sitio aquí. 

No pudo ser peligroso vivir 
  en una ciudad así, de gente sencilla, 
con su campanero que coloca señales de peligro junto a la iglesia 
mientras dora la sólida 
  estrella puntiaguda que sobre una torre 
simboliza la esperanza.


Recoge Olivia de Miguel con muy buen criterio en el prólogo que redactó para esta edición unas cuantas opiniones de poetas contemporáneos de Moore. De todas ellas, a mí me gusta mucho la de Wallace Stevens —(Moore) nos obliga a ser tan conscientes de la realidad que fuerza nuestra conciencia—. Y así es en este y en toda su poesía. Ni el adorable pueblo costero es tan adorable, ni la iglesia es un centro de acogida, ni el campanero está libre de sospecha. Más tarde o más temprano, las ballenas varadas comenzarán a descomponerse y envenenarán "la suave brisa", lo mismo que la iglesia puede envenenar a la sociedad.

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martes, 4 de febrero de 2025

PASEO POR ZALDUENDO/ZALDUONDO


El domingo a las 10 de la mañana aún quedaba una fina niebla pegada a las laderas de la sierra de Aizkorri, pero pronto el cielo azul se hizo dueño y señor de toda la mañana. 

Antes de visitar el palacio Lazarraga, que era el objetivo principal de mi visita, pude ver el interior de la iglesia, pues tuve la suerte de coincidir con quien la iba a abrir, quien, además, se prestó a ofrecer todo tipo de explicaciones.

Lo más destacado del interior de la Iglesia de san Saturnino de Tolosa, patrón del pueblo, es el retablo, que está dedicado a este personaje procedente de la Galia

Retablo de san Saturnino

No sé si la leyenda o si la historia cuenta que san Saturnino (san Sernín, san Cernín) estuvo predicando en Pamplona y ahí bautizó a Fermín y a sus padres. Este Fermín será luego el santo bajo cuya advocación se celebran las fiestas tal vez más famosas de toda la península. Cuento esto porque hay cierta confusión entre ambos personajes. Pero volvamos a Saturnino. 

Se cuenta, y así aparece recogido en la primera calle del primer piso que fue muerto porque lo ataron a un toro al que espolearon para que saliera corriendo mientras arrastraba el cuerpo del que ya entonces era obispo de Tolosa (Francia). Cuando el toro dejó de correr, Saturnino ya estaba muerto. Y todo eso porque se negó a participar en el sacrificio de ese toro a Júpiter.

Apresamiento

Cuando le atan al toro

Fuera de la iglesia, un pequeño paseo por el pueblo sirvió para comprobar lo bien cuidado que está y la bondad arquitectónica de muchas de sus edificaciones.


Fijaos en la nítida sombra que proyecta el edificio de la iglesia

Entre todas ellas destaca, claro, el palacio de Lazarraga, que tiene una espléndida fachada, donde luce una portada plateresca adintelada y flanqueada por dos pares de columnas jónicas, que recuerda mucho la disposición de la del Colegio del Arzobispo Fonseca de Salamanca. Sobre ella, un sobredimensionado escudo de los Lazarraga-Lecea flanqueado por columnas y dos grandes estatuas de soldados portaestandartes.



Pero es la fachada sur le que a mí más me gusta. La galería que luce en la planta primera, además de centrar la fachada y de ofrecer el elemento arquitectónico de mayor belleza de todo el edificio, dota al palacio de humanidad, le otorga la categoría de espacio habitable, que, en mi opinión, es el aspecto más atractivo de cualquier edificio que sirva de vivienda y se precie de tal.


Atención a la repisa a base de volutas y roleos que apoya sobre el capitel
             


Por dentro, el museo ofrece varios espacios. En la planta baja se encuentran las salas que recogen aperos y muebles de lo que podríamos llamar época preindustrial. Hay aperos de labranza, muebles de los que se utilizan en las casas rurales y una reconstrucción de las cañas de pastor, tan típicas de esta zona. También está la sala dedicada a Blas Arratibel, gran impulsor de la Asociación Cultural de Zalduendo y de la artesanía tradicional. En esta sale se recogen las obras ganadoras de los premios que llevan su nombre.



La planta superior está dedicada a los carnavales de la zona (por cierto, el 3 de marzo de este año será especial pues se cumple el quincuagésimo aniversario de la creación del carnaval moderno de Zalduendo),



las pinturas murales que se encontraban en la pared interior de la galería y que necesitaron restaurar y reubicar





y uno de los documentos (reproducción, claro) más importantes de la cultura vasca, como es el manuscrito de Lazarraga, el libro en lengua vasca más antiguo del País Vasco peninsular y solo veinte años después del famoso Linguae vasconum primitiae, de Etxepare.




Para finalizar, una sala recoge las maquetas de todas las construcciones de Zalduendo (en la fotografía no están recogidas todas).


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lunes, 3 de febrero de 2025

ORIÓN y JÚPITER (desde el balcón de casa)


 
Fotografía realizada sobre las 20:30 con la cámara de un móvil desde el balcón de casa (las zonas blanquecinas son pequeñas nubes casi imperceptibles). 

Se pueden ver, y están nombradas para que se reconozcan, las estrellas más brillantes de la constelación de Orión. Arriba, a la derecha, se encuentran la estrella Aldebarán (la más brillante de Tauro) y, por encima, el planeta Júpiter. Arriba, a la izquierda, Alhena, una de las estrellas que forman los pies de Géminis

M 42 y NGC 1980 son parte de lo que se conoce como la espada de Orión. Esa es la zona donde se halla la famosa nebulosa conocida como Cabeza de Caballo, solamente asequible a un telescopio de aficionado de cierta potencia.

Durante todo el mes Júpiter será muy fácil de identificar porque va a estar, más o menos, en esa misma posición.

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ATLAS DEL COSMOS, National Geographic

Editorial
Paseaba por la ciudad cuando vi por casualidad en un quiosco este Atlas del cosmos, de la National Geographic, distribuido en España por RBA. 

Como la astronomía es uno de mis temas favoritos, y aunque ya tengo un buen atlas del universo, no puedo resistir la tentación de hacerme con la primera entrega (son 40 en total) por el irrisorio precio de 1€. 

No se trata de una novedad. En los créditos finales aparece 2018 como fecha de publicación y la página de la editorial está dando las fechas de entrega a partir del 26 de octubre de 2021. Puedo suponer, por tanto, que esta es la tercera vez que aparece la colección en los quioscos de prensa. 

En cualquier caso, y sea esta la tercera vez que se pone en circulación o sea la que sea, el producto es de muy alta calidad tanto en sus textos como en sus gráficos, fotografías e infografías, como corresponde a una entidad que se ha dedicado desde 1888 a la divulgación de todo cuanto tiene que ver con esa basta disciplina que conocemos como geografía, ya sea geografía terrestre o geografía del universo.

Dejo tres ejemplos que muestran mejor que las palabras ese buen hacer de la entidad, cuya característica principal en lo que respecta a la redacción de texto es que sean siempre comprensibles para cualquier persona que tenga interés, pero ninguna formación.



En la primera, por ejemplo, están enunciadas de manera comprensible las tres leyes de Kepler sobre las órbitas planetarias. En la última, aparece recogida la existencia de uno de esos cuerpos conocidos como plutinos, Sedna, cuyo descubrimiento data de este siglo, concretamente de 2003.

En pocas palabras, un atlas muy atractivo, de fácil consulta e ideal para introducirse en el conocimiento de las maravillas del cosmos.

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domingo, 2 de febrero de 2025

CONCIERTO PARA VIOLÍN Nº 1, Szymanowski

 

Motivado por la programación de la OSE y por el caluroso comentario Ángel Carrascosa Almazán, mi propuesta para este último domingo de enero insertado en el corazón del invierno este bellísimo concierto para violín del polaco Karol Szymanowski

Este concierto se estrenó en 1922 y, aunque no ha sido muy programado en las grandes salas de concierto occidentales, es una obra de gran originalidad e intensidad que puede gustar a un gran público. La crítica especializada lo considera el primer concierto para violín en salirse del parámetro clásico-romántico. 

Según el historiador de la música Zdzisław Jachimecki, el concierto está inspirado en el poema "Una noche de mayo" de Tadeusz Miciński. En él se recrea un abigarrado mundo onírico en el que se fusionan imágenes de la naturaleza con elementos tomados de las mitologías nórdicas y orientales, así, por ejemplo, el rey Gryf y Łabeda, Sheherezade, Abderramán I o las nornas.

Interpreta: Sinfonia Varsovia.
Solista: Alena Baeva.

Que la música os sea favorable.

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sábado, 1 de febrero de 2025

PIEDAD DE VILLENEUVE-LES-AVIGNON (un comentario de François Cheng)

Piedad de Villeneuve-lès-Avignon. Fuente: Louvre.

Debo confesar que no me siento muy atraído por la pintura de carácter religioso y que de las piedades que conozco no es esta la que más me atrae. Sin embargo, cuando he vuelto a leer , de François Cheng, me he encontrado con un comentario al que en otro tiempo no hice ningún caso y ahora me ha parecido que estaba lleno de belleza y sabiduría. Lo voy a reproducir aquí, pues es una manera de ver aspectos de una obra de arte que en ocasiones se nos escapan y una manera de entender la propia vida. También es una forma de invitar a la lectura del libro

No todos los humanos se ven obligados a atravesar las adversidades de las que acabo de hablar. Pero todos pueden participar en la grandeza nacida de la dignidad interior del ser que se enfrenta a lo terrible en nombre de la vida. Probablemente es por eso por lo que, en el arte occidental, las pinturas que representan la Piedad están entre sus obras maestras más importantes. Tomemos por ejemplo la Piedad de Aviñón, del Louvre, una de las más impresionantes. Este cuadro, pintado por Enguerrand Quarton en 1455, es la primera gran manifestación en Francia de la pintura de caballete. El artista, libre de una tradición de escuela y de preciosismo técnico, puso en la pintura toda la fuerza de su alma. Ancho, el cuadro tiene la dimensión de un tríptico, pero es de una pieza. El cadáver del Crucificado se extiende horizontalmente a lo largo de la escena, un cuerpo rígido y roto, con las piernas caídas, el brazo derecho colgando y, en su extremo, la mano con los dedos retraídos. Alrededor del cadáver se encuentran tres personajes. A la izquierda, Juan se inclina hacia delante, sobre la cabeza de Cristo, mientras sus dos manos, en un gesto de devoción que refleja un amor filial sin límite, tratan de arrancar las espinas hundidas en la cabeza del supliciado. Junto a los pies de Cristo, o sea a la derecha, está María Magdalena. También se inclina hacia delante, con un frasco de perfume en la mano izquierda. Su vestido rojo como la sangre cubre el cadáver hasta medio cuerpo (como sangre que refluye). La parte vuelta del forro con que se seca las lágrimas es de color amarillo; responde a los rayos amarillo-dorados que emanan de la cabeza de Cristo. Del pálido rostro de la joven, se ven todavía la mejilla encendida de pasión y los labios entreabiertos como si siguiera llamando al hombre, susurrándole las palabras de amor nunca pronunciadas, nunca interrumpidas. En medio del cuadro se encuentra la Virgen. El cuerpo de su hijo reposa sobre sus rodillas. Lleva un vestido color de noche oscura que subraya con mayor violencia la tez lívida de su faz de ojos y boca cerrados. Uno cree oír su grito mudo, de tristeza mezclada con estupefacción. Con el busto erguido, es la única figura vertical del cuadro, mientras que las demás están en posición horizontal u oblicua. Así erguida, parece esperar, en medio de su dolor, una respuesta venida de arriba.

Nuestra mirada vuelve y se fija de nuevo sobre el cuerpo descarnado de Cristo, que estructura todo el cuadro, que forma, por así decirlo, su osamenta y casi, paradójicamente, la línea de fuerza. Vemos que él es quien reúne y une a los vivos, llevándolos a un movimiento de convergencia y de comunión. Él es quien, habiendo provocado las lágrimas y la desesperación de todos, parece el único capaz de secar esas lágrimas. Ese cuerpo terriblemente rígido y roto se convierte de repente en la expresión de una noble intransigencia, pues recuerda la terrible resolución que el dueño de ese cuerpo había tomado antes de morir, la de demostrar que el amor absoluto puede existir y que ningún mal puede alterarlo ni mancillarlo.

Entonces hay algo que se pone a animar todo el cuadro: un hálito tenue, de otro orden, sale por las llagas en las que han quedado hilillos de sangre seca. Una fuerza se impone a nuestros ojos: el cuerpo allí tendido es el resultado de un «bello gesto», el que suscitó los demás gestos, el de Juan, el de María Magdalena y el de María. Fue preciso que ese cuerpo se viera reducido a casi nada, desnudo por un desasimiento total, depurado de todas las escorias y lastres, para que pudiera convertirse en el consuelo. Él es ahora el único capaz de consolar; es su manera de triunfar frente a la muerte.

La belleza como redención, ¿es ése el verdadero sentido de la frase de Dostoievski: «La belleza salvará el mundo»? A esta frase responden las de un contemporáneo, Romain Gary: «No creo que haya una ética digna del hombre que sea otra cosa que una estética asumida de la vida, hasta el sacrificio de la vida misma», «Hay que redimir el mundo por la belleza: belleza del gesto, de la inocencia, del sacrificio, del ideal».

 A nadie le habrá pasado desapercibido que lo que está en la base de todo el comentario es aquello que Platón defendía en su célebre El Banquete: la búsqueda del verdadero significado de la belleza y del bien a través del verdadero significado del amor. Verdad, belleza y amor ejemplificados aquí en el acto extremo de llegar a dar la vida por amor a la humanidad. Esa era también la virtud más bella posible en la doctrina de Confucio.


PS: Si os interesa leer el libro, pero no lo encontráis en ninguna biblioteca o no tenéis intención de pagar la absurda cantidad que en este momento piden por él, en Internet Archive lo tenéis a vuestra disposición.

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