miércoles, 18 de diciembre de 2019

¿ESTAMOS REALMENTE A TIEMPO?

1962, Rachel Carson publica Primavera silenciosa, donde se advertía de los peligros de los pesticidas. Fue atacada implacablemente por la industria química, pero logró que se prohibiera el DDT en EEUU. Supuso el comienzo de la conciencia medioambiental.

1972, el Club de Roma publica el informe Los límites del crecimiento”. Ni caso.

1975, Miguel Delibes pronuncia un discurso de ingreso en la Academia en el que se advertía sobre los peligros del progreso técnico y el consumismo. Cuatro años después se publicaba como libro. Se le tomó por alarmista. Hoy podría pasar por ingenuo.

1976, un informe de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos aportaba una evidencia científica sobre la disminución del ozono en la atmósfera. 


2006, se estrena el documental de Davis Guggenheim, Una verdad incómoda

2015, aparece Esto lo cambia todo, de Naomi Klein.


2019, octubre, se edita en castellano El planeta inhóspito, de David Wallace-Wells. Este es su primer párrafo:  Es peor, mucho peor, de lo que imaginas. La lentitud del cambio climático es un cuento de hadas tan pernicioso quizá como el que afirma que no se está produciendo en absoluto, que nos llega agrupado con otros en una antología de patrañas tranquilizadoras: que el calentamiento global es una saga ártica que se desarrolla en lugares remotos; que se trata más que nada de una cuestión de niveles del mar y litorales, y no de una crisis envolvente que no deja lugar intacto ni vida sin deformar; que es una crisis del mundo «natural», no del mundo humano; que estos son dos mundos distintos, y que hoy en día vivimos en cierto modo fuera de la naturaleza, o más allá, o como mínimo protegidos de ella, y no ineludiblemente en su seno, y literalmente desbordados por ella; que la riqueza puede servir de escudo contra la devastación del calentamiento; que la quema de combustibles fósiles es el precio de un crecimiento económico continuado; que este, y la tecnología que produce, inevitablemente encontrará el mecanismo para evitar el desastre medioambiental; que hay en el largo devenir de la historia humana algún parangón para la escala o el alcance de esta amenaza, algo capaz de infundirnos confianza a la hora de hacerle frente.

2019, diciembre, se celebra la COP25, es decir, la conferencia número 25 de las Naciones Unidas sobre el clima. La primera tuvo lugar en 1979. El lema era "Estamos a tiempo". Se hace un llamamiento para tomar medidas ambiciosas que puedan frenar el calentamiento global, pero no se adopta ningún acuerdo efectivo que lo pueda frenar.


***

Durante muchos años, la investigación científica ha estado llamando la atención sobre la gravedad del cambio climático. Solo un ejemplo: el prestigioso The Worldwatch Institute ha publicado desde 1984 un anuario sobre La situación en el mundo. En ellos se analiza el estado del planeta, se señalan cuáles son los problemas ambientales y se aportan ideas para afrontar cada uno de los problemas. El último publicado en español hasta la fecha corresponde a cómo afrontar la educación medioambiental, el pensamiento sistémico y el aprendizaje socioemocional para crear una sociedad responsable con el medio en que vive.

Quiero pensar que aún estamos a tiempo, y quiero pensar también que no es solamente un tema de moda (otro más) para vender muchos libros, mientras la clase política cortoplacista sigue produciendo palabras como hay que actuar con ambición, se sonríen mutuamente y no toman ninguna decisión relevante sobre el tema.

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