martes, 25 de septiembre de 2018

EL AJEDREZ DE LA ISLA DE LEWIS

Gran Galería del Museo Nacional de Escocia.

El Museo Nacional de Escocia se encuentra en el centro de Edimburgo, a tan solo unos pasos del cementerio de Greyfriars y de la escultura del famosísimo perrito Bobby. Es el resultado de la fusión de dos instituciones: el Museum of Scotland y el Royal Museum, y eso se nota en el exterior, pues uno tiene fachada victoriana y el otro moderna.

Este museo habría que visitarlo aunque solamente fuese por sentir el espacio de la galería central y su ambiente fin de siglo XIX un tanto julioverniano. Es un enorme vestíbulo de hierro fundido con un techo de cristal que inunda el museo de luz natural. Magnífico.

Curiosamente, una de las piezas del museo que quería visitar es de tamaño minúsculo. Se trata del ajedrez de la isla de Lewis. Más exactamente, diez piezas del ajedrez medieval hallado en 1831 en dicha isla del norte de Escocia.


Piezas de ajedrez de la isla de Lewis. Museo Nacional de Escocia.
Todo juego es en mayor o menor medida una simulación de la guerra, un sustituto civilizado de la actividad más cruel e incivilizada que los seres humanos mantenemos de vez en cuando con nuestros congéneres. El ajedrez es el juego que representa esa actividad de forma más clara y que, sin embargo, está más lejos de ella que ninguna otra por sus consecuencias directas: trabajo intelectual, desarrollo de la concentración y una eficaz herramienta para combatir el alzheimer

Martin Amis habla de él con pasión: Las matemáticas del ajedrez son muy interesantes por el hecho de que, después de cuatro movimientos de cada jugador, las posibilidades se cuentan ya por miles de millones. Es el juego de mesa supremo. Muy de vez en cuando, uno vislumbra una combinación que un gran jugador vería todo el tiempo, y de pronto el tablero parece tremendamente rico, parece estar plagado de posibilidades. Y lo que uno ve en todos los grandes jugadores es voluntad combativa, todos tienen instinto asesino (recogido en La historia del mundo en 100 objetos). 

No sabemos exactamente cuándo surgió, pero es evidente que ya se practicaba en la edad media europea, como lo prueban estas magníficas piezas del ajedrez de Lewis, halladas en la isla del mismo nombre durante el siglo XIX, en la actualidad repartidas entre el Museo Británico y el Museo Nacional de Escocia. Hoy las traigo aquí porque son uno de los objetos de tamaño pequeño que más me gustan, junto con los relojes y los coches de juguete —cuanto más pequeños, mejor—.

Ciertamente, hay piezas de ajedrez fantásticas, de una elaboración sobresaliente, pero éstas de la isla de Lewis tienen un atractivo especial en mi imaginario: el origen vikingo de las mismas, la contundencia de sus formas, la sorprendente representación de los peones (¿lápidas?), la extraordinaria representación humana, la antigüedad...; en fin, toda una serie de propiedades que las convierten en uno de los objetos artísticos que más aprecio de la época medieval.

Fuente: Museo Británico.

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