El agua, la vida, la eterna juventud, el remanso de paz, la vuelta a la infancia... la atracción por lo que las fuentes representan —que no son— siempre ha atraído a todo tipo de artistas. Liszt fue uno de ellos e incluso tenía su propia simbología —la voz de la inocencia, de la tierra, del transcurso del tiempo—.
Significados manifiestos u ocultos aparte, Al borde de una fuente es una hermosa composición de Franz Liszt. Más hermosa aún cuando un pianista de la talla de Vladimir Horowitz la interpreta.
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