Por eso, esta novela hay que leerla con tiempo. Con tiempo, para podernos adueñar del tempo que se nos propone en ella. Con tiempo, para poder aprehender cuantas propuestas artísticas, conceptuales y psicológicas nos hace el autor. Con tiempo, para evitar la enfermedad, tan propia de nuestro tiempo, de no ofrecer tiempo a la reflexión. Con tiempo, para disfrutar de cuantas reflexiones nos propone Mann, como por ejemplo la que realiza en torno al tiempo al comenzar el capítulo VI. Genial.
Si sois de los que os gusta saber más de la historia que tenéis intención de leer, podéis daros una vuelta por el artículo de Wikipedia. Es muy completo y recoge cuantas propuestas e interpretaciones se han realizado sobre La montaña mágica. Si no queréis ir tan lejos, con que veáis este micro reportaje realizado por Canal Sur, será más que suficiente.
Y un detalle anecdótico: los de La montaña mágica, casa rural asturiana, coleccionan ediciones de la novela en cualquier idioma y tienen colocadas las portadas en esta página. Por cierto, si les llevas una edición anterior a 1960 o una traducción a una lengua que ellos no tengan recogida en su colección, te regalan la segunda noche. Tiempo de lectura, tiempo de vacaciones. Vivir el tiempo.
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