Hay cosas importantes y otras que no lo son, o no lo son tanto. Hay cosas a las que algunas personas les damos importancia y otras a las que no les damos ninguna importancia. Depende del criterio, de la opinión, de los gustos y hasta del momento. Pero hay ideas, momentos, situaciones, hechos, experiencias, investigaciones, personas, libros... que todos podemos reconocer como importantes. El diálogo es una de ellas.
Desde que la sociedad existe, ésta ha sido capaz de progresar gracias al diálogo. Sócrates fundamentó su método de enseñanza y desarrollo del conocimiento en el diálogo. El diálogo que se establece en la comunidad científica, entre distintas ciencias y campos del conocimiento, genera nuevos avances. El diálogo entre las ideas de los grandes pensadores, artistas, escritores, políticos y la sociedad ha posibilitado nuevas conquistas sociales (un ejemplo muy conocido: Ilustración, Revolución Francesa, derechos civiles). El diálogo justo, entre iguales, hace que la sociedad crezca moralmente. El diálogo es, sin duda, una cosa importante.
En este contexto, surgieron hace unos años las comunidades de aprendizaje, es decir, comunidades de diálogo entre iguales que quieren mejorar el aprendizaje y el desarrollo de ese grupo social, especialmente el de las personas que se encuentran en edad escolar. La idea es bien simple y profundamente democrática: si se produce la colaboración de los miembros de la comunidad escolar (docentes y no docentes) y la de cuantas entidades estén situadas en el barrio, pueblo, comarca, ciudad en la que se ubica la escuela, la riqueza y la calidad del aprendizaje que se produzca será mayor.
En realidad, no sólo se produce un aprendizaje de mayor calidad, sino que se crea una sociedad más justa, porque cada uno de sus componentes pasa a ser un sujeto activo del proceso, porque se genera ilusión, porque todos y cada uno de sus componentes es reconocido como elemento indispensable para el proceso, porque todas y cada una de las personas pueden exponer paritariamente sus opiniones y ser escuchadas. Esto, sin duda, es importante.
Todos sabemos que la sociedad avanza muy rápidamente en el campo científico-técnico y mucho más lentamente en lo que respecta al ámbito de la justicia, la ética, los derechos, la igualdad. Los valores utilitarios o pragmáticos son fáciles de alcanzar; más difícil es que los valores éticos se extiendan y propaguen de forma rápida, porque los conflictos entre personas, grupos o naciones ponen trabas a este desarrollo. Quizá las comunidades de aprendizaje logren enseñar a la sociedad cómo crecer cultural y moralmente sin morir en el intento. O quizá no, pero merece la pena intentarlo.
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